Trato justo
Anoche me acordé de activar la alarma, por lo que hoy tuve tiempo de alistarme para la escuela. Mis padres ya se habían ido a trabajar y no me encontré con mi odioso hermanastro. Parece ser que hoy es mi día de suerte. Pasé por la casa de mis amigas para irnos juntas como de costumbre.
—Das miedo. ¿Estuviste despierta toda la noche? — cuestionó Ingrid.
—No, ¿cómo crees? — sonreí nerviosa, llevando mi mano a la nuca para disimular.
—No vas a conseguir un novio nunca.
—Tampoco es que me importe — contraataqué—. Las tres vamos por el mismo camino. Dos años en preparatoria y ninguna hemos tenido novio.
—¿Nunca has querido tener uno? — indagó Abigail.
—¿Para qué? Solo tengo ojos para Piggy —me remeneé de lado a lado al imaginarlo.
—Es alguien que no existe, Perla.
—No tienes que ser tan cruel, eso duele — es como si me hubieran bajado de la nube de un tirón.
—No exageres. Serás una solterona de por vida si continúas enamorada de un personaje que no existe — dijo Ingrid.
—Tú no los ves y sigues soltera — solté una carcajada victoriosa, mientras a Ingrid se le escapó la vida entera en un suspiro.
—Deberían centrarse en sus estudios en vez de pensar en novios — comentó Abigail, la más directa y madura de nosotras—. Tener novio es una pérdida de tiempo.
Caminé a mi silla y en el camino crucé mirada con Jadiel, pero su semblante cambió radicalmente. De alguna forma me sentí molesta. No le hice nada para que me mire como si fuera una molestia. Pasé por su lado e hice un puchero.
—Estaré entregando los resultados del examen. Estamos a finales de este semestre y necesitan esforzarse más — dijo la profesora, entregando los resultados.
Quería que mi turno no llegara, ya sabía que no iba a ser la mejor nota. La profesora me entregó el examen y por los nervios lo miré de arriba abajo. ¿Está en blanco?
—Está al revés — la profesora me dio una mirada fulminante.
—Ya lo sabía— sonreí nerviosa.
—Te queda un semestre más y si no mejoras tus calificaciones vas a repetir. ¿Qué está ocurriendo con los jóvenes de hoy en día?
¡Estoy acabada! Mis esperanzas de graduarme están cada vez más lejos. Lloré internamente. Ni siquiera tuve una respuesta buena. ¿Cómo se supone que le enseñe esto a mi mamá?
—Tú y tus amigas son las más tontas de este salón. No sé por qué te sorprendes — dijo la estúpida de Francheska.
—No creo que haya pedido tu opinión. ¿Por qué no te metes en tus asuntos?
—Deberías darte de baja, el estudio no es lo tuyo. Te veré en unos años pidiendo limosnas en el semáforo — se giró hacia al frente e ignoré por completo lo que dijo.
Miré a mis amigas y estaban igual de desanimadas que yo. Deduje instantáneamente que sus resultados fueron igual de deprimentes que los míos.
El día pasó rápido. Ya era hora de irnos. Les pediría que fueran conmigo a la tienda, pero no van a querer ir. Si mi estúpido hermanastro no hubiera roto mi disco no tendría que volver a comprarlo. Las acompañé a su casa y viré para ir a la tienda. Debo buscar una forma de guardar todas mis cosas y que nadie las encuentre, así el idiota de mi hermanastro no podría tocarlos.
Al llegar a la tienda noté que estaba repleta. No me canso de venir a este lugar. Puedo pasar largas horas mirando toda la tienda. Tienen los mejores artículos de Piggy. ¿Es esto un llavero? No tengo este en mi colección. ¡Lo quiero! ¿Es esto el verdadero amor?
Caminé por toda la tienda, estaba tan distraída que perdí la noción del tiempo. Tengo que regresar a la casa. Fui a la caja para pagar los artículos de Piggy que escogí, pero no esperaba encontrarme con alguien inesperado. ¿Qué hace Jadiel aquí? Si me ve alguien de mí mismo salón en este lugar, estoy muerta. Van a tildarme de inmadura e infantil.
Me escondí para que no me viera, parecía una ladrona. ¿Qué es lo que puede estar haciendo aquí? ¿Qué estará comprando? La curiosidad me estaba matando. Quería saber qué podía estar comprando, por lo que me acerqué a una distancia prudente, pero mi torpeza me delató. Dejé caer mi bolsa al suelo y de las personas que había a nuestro alrededor, tuve la mala suerte de que precisamente él fue quien la recogió.
—¿Siempre eres así de torpe?
—Lo siento.
—¿Es esto acoso?
—No, no, juro que no lo es— sacudí ambas manos.
—¿Qué hace una niña en un lugar como este?
—Lo mismo que tú, supongo— desvié la mirada avergonzada—. No le digas a nadie que me viste aquí, por favor —le pedí.
—Tú no le digas a nadie que me viste aquí.
—Bien, me parece un trato justo. No vi nada. Adiós — pagué por mis artículos y salí casi corriendo de la tienda.
Mi corazón quería explotar. ¿Qué hace alguien como él aquí? ¿Acaso también le gusta las animaciones japonesas? Bueno, no es como que vendan otro tipo de artículos aquí.
—¿No tienes quien te recoja? — preguntó al salir de la tienda—. Es peligroso que una niña esté en la calle sola a estas horas.
—Ya me iré a mi casa— bajé la cabeza y caminé.
—Sería una molestia que pases un mal rato por estar sola a estas horas. Me siento en la obligación de acompañarte.
—No tienes que hacerlo.
Siguió caminando al lado mío y no sabía a dónde mirar. No pensé que fuese a estar a solas con un hombre y menos que me acompañara a mi casa. Todo el camino fue en silencio hasta llegar a la entrada de mi casa.
—No salgas a estas horas, es un peligro para una chica.
No podía tener una conversación normal, estaba sumamente nerviosa, aunque él no lo aparentaba.
—Gracias por acompañarme y disculpa las molestias — bajé la cabeza y entre rápidamente a la casa.
Mi corazón estaba acelerado y sentía mi rostro caliente. Es la primera vez que siento algo así. Supongo que este será nuestro pequeño secreto.
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