Soy...
Saber que Jadiel iría con nosotras mañana me tenía algo ansiosa. No podía dormir, así que me disponía a encender la consola cuando sonó mi teléfono con un mensaje de WhatsApp. ¿Quién podría ser a esta hora? Hablando del rey de Roma y él que se asoma. Era un mensaje de voz de Jadiel, cualquiera diría que lo traje con la mente.
—¿Estás despierta?
—Sí. ¿No puedes dormir? — le respondí al instante, sentándome en el borde de la cama.
—No. ¿Realmente quieres que vaya mañana con ustedes?
—Sí. ¿Tú quieres ir?
—Sí, es solo que nunca he ido a un lugar como ese. ¿Ya sabes lo que te vas a poner?
—¿Qué pregunta es esa?
Su pregunta me ruborizó. No había pensado en que Jadiel me vería en traje de baño, aunque ya me ha visto de otras maneras… Mi cara quería estallar de la vergüenza.
—Lo siento, solo fue curiosidad. ¿Tus amigas son de confianza?
—¿Por qué haces esa pregunta?
—¿Crees que les moleste que sea una chica?
—¿Eh? ¿Piensas decirles?
—Bueno, quizás así se sientan cómodas al estar cerca de mí.
—No creo que se molesten, pero sería algo extraño. Digo, te han visto siempre como un chico.
—¿Sería correcto decirles?
—¿No te molesta que sepan sobre ti?
—No, quien no quería que supiera todavía ya lo sabe… Aunque, si se regara eso en la escuela— hizo un corto silencio y, luego de un profundo suspiro volvió a hablar—, sería un problema más con el que lidiar.
—Ellas no dirán nada sobre eso. Si te sentirás mejor al contarles, puedes hacerlo.
—Sería más cómodo para las cuatro, ¿no crees?
—Supongo…
—Nos vemos mañana.
—Hasta mañana.
Me pregunto, ¿cómo tomarían mis amigas eso? Al menos nunca le dije a Abigail que la persona que me gusta en realidad es Jadiel.
A la mañana siguiente, le pedí permiso a mi madre por texto, ya que como siempre, no está en la casa. Preparé la mochila con todo lo necesario. Quedamos encontrarnos todas en el centro comercial, escogeremos un traje de baño. Solo tengo el de las clases de natación y no me sirve ya. Hace tiempo no lo uso, aunque mi cuerpo no ha cambiado mucho que digamos.
—Llegaron muy temprano — les dije a las tres.
—Para esto no llegas tarde, Perla— comentó Ingrid, a lo que todas carcajearon.
—Será mejor irnos — Jadiel me agarró la mano para que caminara con ella, y fue inevitable no ver nuestras manos entrelazadas.
—No hagas esas cosas tan de repente —quedé más tiesa que un muerto.
—¿Te molesta?
—No, es solo que me tomaste por sorpresa.
—Lo siento. No sé cuándo será el momento adecuado de contarles, pero quiero que sea pronto, así salgo del paso.
—¿Estás segura?
—¿Por qué no entramos a la cafetería? — sugirió Jadiel en voz alta.
—Vamos.
Entramos a la cafetería del centro comercial y nos sentamos en una mesa para cuatro. Ingrid se sentó al lado de Jadiel y yo al lado de Abigail. Ella estaba visiblemente nerviosa, podía notarlo porque estaba mirando para todos lados y su rostro estaba algo ruborizado. Por debajo de la mesa le di un pequeño golpe con mi pierna para que me mirara.
—Chicas, Jadiel quiere decirles algo — quise ayudarla de alguna manera para que venciera ese nerviosismo que tenía.
—Pues... — las palabras se quedaron atoradas en su garganta.
Me miró fijamente, como si estuviera esperando que añadiera algo más.
—Jadiel quiere decirles algo, pero quiere estar seguro de que no dirán nada sobre esto.
—No diremos nada. ¿Qué sucede, Jadiel?
La atacaron con preguntas y no sabía por dónde comenzar.
—En realidad, yo… — hizo una pausa y me dio una última mirada antes de continuar —. En realidad, soy una chica…
Hubo un incómodo silencio en la mesa. Ambas pusieron una expresión pensativa, no se veían molestas, extrañadas o incómodas.
—Ya veo… — dijo Ingrid, antes de posar su mano directamente en el pecho de Jadiel—. Muy plano, parece el cuerpo de un hombre.
Casi escupo el agua que estaba tomando.
—Oye, ¿qué estás haciendo? — Jadiel se cubrió con las manos el pecho.
Su cara estaba roja de la vergüenza, por lo que, Abigail y Ingrid comenzaron a reír.
—¿Es por eso que has estado tan nervioso? Bueno, nerviosa — cuestionó Abigail.
—¿Por qué le hicieron algo así? — pregunté.
—Eso hacemos entre las chicas. Eres como nosotras, debes saberlo — respondió Ingrid.
De alguna manera, sí me sentí incómoda y molesta de haber visto que le tocaran los pechos, así haya sido otra chica y que esa chica sea mi amiga.
—¿Por qué te vistes como chico? — preguntó directamente Abigail—. Otra cosa que me genera curiosidad, más no quiero sonar irrespetuosa o grosera, es saber cómo te dejaron ingresar a la escuela como chico, si en realidad eres una chica.
—Es… una larga historia y no quiero hablar de eso ahora. Les pido discreción, por favor. Nadie puede saber de esto en la escuela.
—Tu secreto está guardado con nosotras. De esta boca no saldrá nada — prometió Ingrid.
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