Ha pasado un mes y todo sigue igual entre Jadiel y yo. Quise olvidar su existencia, así como él ha hecho con la mía. He dejado el juego a un lado y he tratado de estudiar más. Mis notas están por el suelo. Lo que he mejorado no ha sido mucho, pero al menos lo intento. Parezco un ratón de biblioteca. Tengo que graduarme, quiero ser diseñadora gráfica o escritora, y para eso necesito estudiar.

—Nos faltan solo cuatro meses para graduarnos. ¿Ya saben que estudiarán? — preguntó Abigail.

—Todavía no me decido. Estoy entre diseñadora gráfica o escritora.

—Puedes hacer ambas cosas. Puedes estudiar diseño y ser escritora en tu tiempo libre. Eso es lo que hacen la mayoría de las personas — dijo Ingrid.

—No me decido. ¿Tú qué serás?

—Quiero ser doctora.

Casi escupo el trago de agua que me estaba dando.

—Eso requiere estudiar demasiado, Ingrid— se adelantó Abigail, forzando una sonrisa.

—Cada quien es libre de soñar— respondió frunciendo el ceño.

—Tienes razón, échale ganas — comenté.

—Hola, chicas — vi a Jadiel acercarse a nosotras y me puse tan nerviosa que me fui sin siquiera saludar.

Soy una cobarde. ¿Por qué no puedo actuar como si nada estuviera pasando? Eso es lo que hace él, ¿no es así? Se tuvo que haber dado cuenta que lo evité de esa forma. No ha sido diferente a lo que ha estado haciendo últimamente, pero de igual forma, no me gusta demostrarle que me pone nerviosa. Fui al baño y traté de relajarme para luego regresar. Caminé a mi silla como si nada estuviera pasando. No es justo que sea la única que muestre mi incomodidad mientras que él luce tan tranquilo.

En la tarde me disponía a salir de la escuela con mis amigas como de costumbre, cuando vi algo que llamó mi atención. Era él, otra vez hablando con otra chica. Ya es costumbre estar de chica en chica. Supongo que solo estuvo jugando conmigo. Al fijarme bien, la chica no tenía el uniforme de nuestra escuela. Desde este ángulo no podía ver el rostro de ella, pero cuando logré reconocerla, supe que se trataba de esa chica fastidiosa que nos abacoró el día que recogimos los premios.

—Vayan al frente. Ya mismo las alcanzo— le dije a mis amigas.

La curiosidad me ganó y actué sin pensar. Me estuvo muy raro su visita. ¿Por qué estaría ella aquí siendo de otra escuela? Supongo que vino a ver su enamorado. Traté de mantenerme no tan cerca posible. Sería una vergüenza que me encuentren espiándolos.

—¿Qué haces aquí? — le preguntó Jadiel.

—Querías hablar conmigo, ¿no fue eso lo que me dijiste anoche?

—Pero no aquí. No se supone que teniendo el uniforme de otra escuela estes vagando por los pasillos. Vas a ocasionarme problemas.

—Quiero saber quién es la chica de la que hablaste.

—No comiences con tus cosas.

—¿Por qué no le has dicho la verdad?

—Ese no es tu problema. No te metas en esto.

¿Qué hago espiando conversaciones ajenas? Será mejor salir de aquí. No sé lo que estoy haciendo.

—Si realmente le gustas se quedará contigo, aun sabiendo que eres una chica, así como yo me he mantenido contigo siempre.

—¡Baja la maldita voz! No es el lugar ni el momento para hablar de nada. ¡Vete de aquí!

¿Qué Jadiel es qué?

No entendí nada. Me quedé fría al recordar varios sucesos que había ocurrido con Jadiel. Ese día ella lo estaba tratando como una chica y él estaba de mal humor. ¿Qué es esto?

Los pensamientos y las dudas se mezclaron. No pude hacer nada más que correr y salir de ahí.

No puede ser. Yo me besé con una mujer y no solo eso... El poco cerebro que tengo quería explotar al pensar en ese hecho. Debe haber una explicación. Eso no puede ser cierto. Les pasé a toda velocidad a mis amigas por el lado, quería estar sola. Corrí sin dirección o rumbo. No podía llegar a la casa así. ¿Qué es lo que he hecho?