En mis peores momentos, mi refugio y mi escape fue Piggy. Gracias a ese videojuego la conocí a ella; la chica más dulce, noble, especial y hermosa que haya conocido alguna vez. Por ella tuve el valor de aceptarme como soy, de tener la fuerza que necesitaba para superar esa depresión que amenazaba con poner en peligro mi vida y mi futuro. Si ella hizo tanto por mí y sin siquiera saberlo, esta era mi oportunidad de hacer lo mismo. Sí, porque eso quiero, que se apoye en mí y en lo que nos hace bien a las dos. 

Para mí verla sonreír en medio de esta tormenta lo era todo. La emoción y felicidad que emanaba por todos sus poros era genuina y contagiosa, por eso quedará grabada para siempre en mi mente. 

Aquellas palabras eran como dos paños calientes descansando en todo mi rostro y pecho. Podía oírlo claramente, repitiéndose como un disco rayado y causando las mismas emociones y sensaciones que el haberla oído por primera vez de su boca. 

He sido correspondida por la chica que consideré por tanto tiempo un amor imposible. Me había hecho la idea de que cuando supiera la verdad sobre mí, ella simplemente se alejaría y lo nuestro dejaría de ser lo que todavía hoy es. 

Si tan solo pudiera extender este momento por más tiempo, lo haría sin pensarlo dos veces; para poder contemplar sus mejillas rojas como un tomate, con su cuerpo sobre mí, abrazándome sin detenerse y riendo como si fuera una niña. 

—¿Dónde lo conseguiste? Es tan esponjoso y te ves tan linda con el. 

—Hoy has estado muy directa. 

No me acostumbro a oírle hablar así. Siempre ha sido tímida, pero ahora mismo en su rostro no se reflejaba esa timidez. 

—¿Dormirás así? 

—No, no puedo dormir con esto puesto. Hace mucho calor. 

—¿Vas a dormir conmigo hoy? 

—Claro que sí. Digo, si es que quieres. 

—No me dejes sola — cerró los ojos, recostando su cabeza en el pecho abultado del disfraz. 

Creo que la medicación le está surtiendo efecto, por eso de repente perdió las energías. 

—Gracias por hacerme tan feliz — aún con los ojos cerrados, frotó su mejilla en el pecho de Piggy—. Te quiero mucho. 

Hubiera querido sentir su caricia y su calor directamente, no a través de este incómodo disfraz, que ni siquiera tengo mis manos desocupadas como para acariciar sus rosadas mejillas, pero siempre y cuando ella se sienta bien, cómoda y feliz, eso para mí es lo importante. Las patas de Piggy son pequeñas, ni siquiera puedo rodear su cuerpo para abrazarla como quisiera. 

Esperé a que se durmiera para quitarme la cabeza de Piggy y bajar el cierre por el costado con dificultad para poder tener movilidad de mis brazos y levantar su liviano cuerpo, tendiéndola sobre la cama. Sus ronquidos eran suaves, hasta de cierto modo tiernos, así de cansada debía sentirse. Con todo lo que ha pasado, ella no ha dormido bien, pero me encargaré de que logre hacerlo ahora que estaremos durmiendo juntas. 

Solo podía contemplarla mientras dormía en posición fetal, pues es la posición que adoptó de repente y no quise despertarla. 

Debo responder a lo que me dijo, pero no sé cuándo será el momento oportuno. Creo que esperaré a que se recupere de todo esto, ella necesita saber cómo me siento y lo que pienso.