Despierta
—Debes despertar— escuché una dulce voz en mi oído que me hizo despertar.
Toqué algo realmente suave y sedoso.
—Es muy suave... — murmuré, aún con mis ojos cerrados.
—Oye, despierta de una vez.
Abrí los ojos y me encontré cara a cara con Jadiel. Casi muero de un infarto y de la vergüenza. Caí en cuenta de que no estaba en mi casa, estaba en la casa de Jadiel todavía y acostada en su cama.
—¿Qué fue lo que hice? —pregunté nerviosa.
—¿Así que mi pelo es muy suave? — enarcó una ceja.
—No es lo que piensas... — reí nerviosa—. Estaba soñando que estaba acariciando un gato.
—¿Estás diciendo que mi pelo es como el de un gato?
No sé por qué imaginé ver fuego alrededor de él como si estuviera a punto de convertirse en super Saiyajin.
—No es lo que quise decir precisamente — suspiré—. Olvídalo.
—Solo a ti se te ocurre dormirte en la casa de un hombre. ¿Sabes lo que puede pasarte si haces algo como eso?
—Estaba muy cansada, anoche no dormí nada, por eso terminé muerta ahí en el piso. Perdón por las molestias.
—No es que me moleste, pero te debes ir. Tu madre debe estar preocupada. Mira la hora que es y no has regresado a tu casa.
—Mi madre nunca está en la casa, ni cuenta se daría si duermo en la calle. Tampoco es que le importe — me levanté de la cama y agarré el teléfono para caminar hacia la puerta.
—Puedo acompañarte.
—No te preocupes, yo puedo irme sola. Mi casa no es tan lejos. Disculpa las molestias — salí de su cuarto y bajé a la puerta de entrada.
—Puedes venir cuando quieras — dijo detrás de mí.
—Gracias.
—¿Quieres ir mañana a recoger los premios?
—Sí.
—Eso fue rápido...
—Buenas noches — me despedí y salí de su casa.
De camino a mi casa me sentía tan avergonzada. Estaba acostada en la cama con él. Tuvo que haberme visto mientras dormía. Mi cara quería caerse de la vergüenza. Su pelo es realmente muy suave. Estuve mirando mi mano hasta llegar a la casa. Como era de esperarse, no había nadie, ni siquiera había rastro de mi hermanastro. Cuanta soledad...
No me había desenredado de las sábanas todavía, cuando escuché la voz de Abigail en mi habitación. No sé ni qué hora era, pero debe ser muy temprano, pues aún me siento bien agotada.
—¿No pensabas despertar? No me respondiste el mensaje anoche. ¿Qué fue lo que sucedió? — se sentó en el borde de mi cama.
—¿Qué mensaje? Eres muy ruidosa— me levanté de la cama y caminé al baño.
Luego de bañarme regresé al cuarto.
—Vístete para irnos.
—¿Irnos? No puedo, tengo un compromiso hoy.
—¿Compromiso?
Caí en cuenta de que ella no sabe nada sobre la amistad entre Jadiel y yo. Sería difícil explicarle.
—Sí, con un amigo de un juego que conocí en línea.
—¿Qué? ¿Cómo pudiste traicionarnos y no decirnos nada? — hizo su típico melodrama de celos.
—No es lo que piensas. Solo somos amigos, nada más ni nada menos.
—¿Te gusta?
—¿Por qué tanto interés y emoción por saber algo como eso?
—Porque eres mi amiga...
Le conté por encima, pero no le dije nada sobre Jadiel. No quiero meterlo en problemas.
—Entiendo. Si te gusta, ¿por qué no te le declaras?
—¿Eh? No podría hacer algo como eso.
—¿Cómo sabrás si le gustas de vuelta si no le dices nada? Mi hermano tiene suerte, siempre le ha funcionado ese tipo de cosas con todas las chicas que conoce. Tuvo más de 4 novias en un mismo semestre escolar.
—Eso no es tener suerte, más bien es ser un... —me interrumpió antes de poder terminar de decirlo.
—No tenemos que entrar en detalles. Lo importante es que si te gusta debes decirle.
—No quiero dañar la amistad que tenemos.
—Eso no tiene que dañar la amistad mientras se lo dejes claro. Anímate.
—No sé, lo pensaré.
—Cuando llegues de vuelta, avísame cómo te fueron las cosas. Suerte — salió de la habitación tarareando.
¿Cómo podría declararme a alguien que acabo de conocer recientemente en persona? Es imposible que le guste alguien como yo. Soy muy poca cosa para él. Todo lo que he causado han sido molestias.
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