—¿Qué estás haciendo aquí?

—Quería asegurarme de que estuvieras bien — se sentó a mi lado.

—¿Por qué no habría de estarlo?

—Tus amigas me dijeron que saliste corriendo y me preocupé.

—Necesitaba hacer algo de ejercicios— bajé la mirada.

—¿Por qué no me dices la verdad? — su pregunta me hizo mirarlo.

Debe saberlo y por eso pregunta. Me sentí avergonzada. No sabía dónde meter mi cara.

—¿Qué verdad? — pregunté.

—¿Qué escuchaste?

—No sé de qué hablas — le dije.

Agarró mi mano y de la sorpresa la solté.

—Ya veo. Ya no me ves de la misma forma que antes. ¿Es porque soy una chica?

Abrí los ojos de par en par de la sorpresa. Acababa de confirmar lo que escuché y muy en el fondo me sentí decepcionada.

—¿Por qué no me dijiste nada? Solo querías jugar conmigo, ¿verdad?

—No quería que te decepcionaras de mí y dejara de gustarte.

—Estoy segura de que te burlabas. Sabías que me gustabas y preferiste quedarte callada. Me viste la cara de estúpida todo este tiempo.

—Te juro que no es así, Perla. No quería lastimarte.

—Ya lo hiciste.

—No quería jugar contigo, por eso quise alejarme, pero fue imposible. Sabía que ibas a terminar odiándome si te enterabas sobre esto. Tenía miedo de que te alejaras. Tú me gustas, Perla.

—Somos chicas, Jadiel, o como quiera que te llames. Esto no es normal.

—¿Normal? — sonrió ladeado, mirando a la nada—. Quizá, después de todo, tienes razón. No es normal. Olvida lo que dije. Se está haciendo tarde, será mejor que regresemos a tu casa.

—Yo no quise decir eso, yo...

—Vámonos — me interrumpió, levantándose del banco.

Yo no quería que sonara mal. Yo no quería hacerle herirla con mis palabras y terminé haciéndolo. Dije las cosas sin pensar. Yo no quiero ver esa expresión en su rostro de nuevo. Saber que fui yo la causante me hace sentir mal. Aun sabiendo que me mintió y me utilizó, no puedo dejar de sentir esto aquí en mi pecho. Quizá es culpa, lástima o ese sentimiento que llaman amor.

No puede ser normal sentir esto por alguien de tu mismo sexo. Eso quería grabarme en la cabeza, pero cada vez que la miraba, seguía sintiendo ese extraño sentimiento, aún después de saber que es una chica.

Pensé que cuando alguien se abriera a ti y te dijera que le gustas, todo cambiaría y nada más importaría, pero no contaba con que esto pasaría. Me pidió que lo olvidara, pero no es así de fácil. La última vez que dijo eso se alejó de mí. Me sentía muy sola y dentro de mí no quisiera que eso ocurra de nuevo. No puedo corresponderle como ella espera, pero no quisiera que las cosas se acaben aquí. Aún entre tanta confusión trataba de guardar la calma.

Llegamos al frente de mi casa, no intercambiamos palabra alguna por el camino. Tengo que preguntar, no puedo quedarme con esto por dentro.

—Por lo menos, ¿podemos seguir siendo amigas? Si es que alguna vez me consideraste una...