Querido Gabriel,

¿Qué haré con tu recuerdo ahora? ¿Qué será de nosotros en el tiempo? ¿Qué aspecto de mí te sorprendió o te causó la mayor desilusión de tu vida? Lo suficiente como para dejarme.

Verte cada día en fotos y sentir que no te tengo, que te voy perdiendo...que en realidad, ya te perdí, o tú me perdiste a mí. Sentir que tú ya no me llenas, que el misterio y la pasión se han acabado, que nos hemos convertido en dos personas con la misma rutina de todos los capitalistas.

Amarte y no encontrar motivo alguno para querer acostarme en tu pecho, para escuchar tus latidos, para sentir tu piel pálida y suave, para besarte.

Tenerte tan cerca y pensar en dejar tu recuerdo todos los días porque me he dado cuenta de lo diferentes que siempre fuimos.

Dejarte...

Sí, dejarte ir, Gabriel.

Me duele, me mata, de verdad. Me afecta todo ahora.

Dime, Gabriel, ¿acaso tú no sientes ese vacío en el estómago al pronunciar mi nombre?

Atentamente, Ariel.

Solo Ariel, no tu Ariel (porque no nos correspondimos nunca, porque fui necio y ciego al pensar que tú siempre estarías para mí).