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Pasados

" (...) Hay una historia antigua, contada de generación a generación, contada desde los inicios de esta tribu, amputada de sus dunas en África y traída aquí, a esta isla, hace ya siglos...

Es acerca de un antiguo reino, gobernado por su reina, una mujer sabia, joven y hermosa que no deseaba compartir su vida con ningún hombre, pues no había ningún hombre  para ella. Pero un día un extranjero llegó a su ciudad, y la reina, en la oscuridad de la noche y desde la altura de su torre, bajó la mirada y lo vio. Ese extraño, alto, vestido con negras ropas  y con mirada de estrellas, se robó su corazón.

Ella pasó días, semanas y meses buscando a su amor, pero él era sólo una sombra y nadie sabía acerca de su existencia. La joven preguntó a reyes y dioses, y nadie lo había visto jamás. Fue así hasta que una pequeña ave la recibió, diciendo que había sido testigo del extraño ser. Pero a la reina le advirtieron, le dijeron que buscara un hombre, un rey o un dios para amar, pero no a ese que su corazón eligió.

La reina lloró, hasta que la pequeña ave le dijo que podía ayudarla, y prendió vuelo. Cuando el ave volvió esta le dio a la muchacha una fruta en llamas, la cual, según la leyenda, te lleva al lado de tu verdadero amor si la comes. La joven comió de la fruta sin dudar, cayendo en un profundo sueño. Cuando despertó se encontraba en el reino de los sueños, delante de grandes puertas que llevaban a su rey, Kai'ckul.

Cuando ella se vio frente al rey, se vio frente al extraño. Él le sonrió, y su corazón temió. Pues se dio cuenta de que ella amaba a un Eterno. No a un dios, sino a uno de los siete que nunca morirán, a diferencia de los dioses. Entonces vio que él la amaba también, y ella escupió la fruta. De vuelta en su ciudad, la reina quería huir de él, pues el hombre que no es hombre la seguía, preguntando la razón de que ella lo haya buscado tanto.

—"Porque te amo más que a nada. Pero los mortales no podemos amar a los Eternos" —dijo.

Pero él le dijo que nunca nadie lo había amado tanto como para buscarlo, y que él deseaba hacerla su reina del Soñar, junto a él. Ella huyó despavorida, atemorizada ante lo que podía ocurrir si se consumaba ese amor. Pero él la alcanzó, y entre las sombras de su túnica pasaron la noche y se unieron como un hombre y una mujer se unen...

Al llegar el día el Sol vio lo que ocurrió, supo que no debió ser, y destruyó el reino. La joven vio en lo que su ciudad se había convertido, y saltó del precipicio. Una vez en los sueños, su amante le preguntó cuál sería su respuesta. Ir con él y convertirse en su reina, o volver con la abuela muerte?. La muchacha no respondió, y eso es todo lo que se sabe de la historia.

Últimamente solo estas palabras llegan a mi, pues mi madre me dijo cuando pequeña que esta historia pasaba de generación a generación desde tiempos inmemoriales. Y que es lo último que nos queda de nuestros orígenes, pues mi madre, y sus antepasados, provenían de la misma aldea que resurgió de las cenizas de esa ciudad olvidada. Esa historia es lo único que tenemos para recordar nuestro pasado, antes de que los españoles nos trajeran a esta isla como esclavos, y es así que mi mamá me nombró como esa reina que amó a quien no debía amar...

Y ahora solo pienso, ¿yo habré encontrado a ese extraño? ¿Será Morgan el Kai'ckul de mi historia? ¿ Me convertiré yo en la reina caída en desgracia? (...) "

- Extracto del Primer Diario

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—Ya abandoné las esperanzas de que vendrías.

—Eres tú la que insistió en venir a este lugar, a pesar de saber que tenía que ocuparme de unos negocios cerca de esta hora —Se quejó Damian.

—¿Qué tipo de" negocios"? ¿Algo interesante?

—Si hacer tratos con empresas extranjeras con fines lucrativos y de apariencias internacionales te parece interesante, entonces sí.

—Sip, ya veo que estás de muy buen humor hoy... Como siempre...

Y no era para menos...

La noche anterior se habían visto interrumpidos porque al señor " soy perfecto" se le olvidó mencionar el detalle de que todos sus hermanos estaban en casa. Cosa que solamente sucedía una vez cada dos o tres meses.

El resumen de la noche:

El tal Jason Todd —el segundo mayor de los cuatro y un desastre humano— casi los interrumpe en media charla.

Ella tuvo que salir por la ventana para evitar ser descubierta.

Damian se dio cuenta de que el caperucito rojo sólo estaba borracho, como de costumbre.

Ella casi se rompió una muñeca, o mucho peor: una uña; y terminó con dolor en el hombro cuando casi se cae de la cornisa.

Logró escribirle ( todavía no  sabe cómo ) una dirección y una hora a su hermano en el borde de la ventana para verlo al día siguiente.

Terminó con un montón de hojas y ramas en el cabello al caer desde la hiedra  a pocos metros del suelo.

El lado positivo: consiguió dejar a Dami en un buen suspense.

Y aquí están ahora, en un café no tan concurrido en la gran ciudad, con un Damian molesto y una Maya con ganas de irritar a su hermanito un poco.

La joven se sacó la lotería.

—Hablando en serio...

—Tú siempre hablas en serio.

Chasquido de lengua # 1.

—Maya... Anoche dijiste que encontraste a tu madre... ¿Es en serio?

—Damian... Tú sabes que soy bromista y que me gusta joderte cada vez que tenga la oportunidad... Pero yo nunca bromearía acerca de esto... Sí... Lo dije en serio...

Él pareció sorprenderse ante la repentina seriedad y tristeza con la que ella le dijo eso... La verdad es que incluso ella misma estaba sorprendida...

—Yo... Lo comprendo...

—No... No hay problema... La verdad es que la encontré hace ya algún tiempo; no fue fácil pero mi búsqueda tuvo resultados...

—Pudiste verla?

Ella guardó silencio, observando cómo las personas pasaban por su lado en ese café al aire libre. Todos se ocupaban de sus propios asuntos, nadie los escuchaba y aún así ella sentía como todos los ojos a su alrededor se quemaban en su piel como soles ardientes y lanzas filosas. Maya suspiró, ignorando el silencio que se había creado entre ellos. Damian entendió la indirecta, y su rostro inexpresivo mostró entendimiento, pena y en cierta medida, culpa.

Maya negó lentamente con la cabeza, y esa fue toda la confirmación que ambos necesitaban.

El silencio lastimoso se volvió a apoderar de ambos, un silencio cómodo, fuerte y profundo que se vio roto cuando la voz silenciosa de la joven se escuchó.

—Sabes... ¿Sabes por qué razón decidí llamarme Nobody?

—Dijiste que decidiste continuar con el nombre de tu padre, porque Nobody no podía morir... Que querías continuar con lo que él comenzó...

Ella rió con nostalgia y algo parecido a la ironía, negando con la cabeza y respondiendo recitante.

—Te mentí...

Era momento de decir unas cuantas verdades.

—Decidí llamarme de esta forma no por mi padre. Nunca por él... sino por mi madre...

—A qué te refieres? —preguntó él.

—Mi mamá era descendiente de africanos por parte materna... Sus antepasados provenían de una antigua tribu africana, que llegaron a Cuba con el fin de convertirse en esclavos. En esa tribu se contaba una leyenda, una acerca de una mujer y un sueño... A mi mamá la nombraron del mismo modo que a esa mujer de la historia... Y yo decidí recordar su nombre...

» Verás Damian, yo siempre supe el nombre de mi madre, a pesar de que más información como su apellido o su nacionalidad siempre estuvieron muy bien ocultas por parte de Morgan.... Pero su nombre permaneció oculto en mi memoria, y cuando mi padre murió lo recordé con mayor fuerza... Finalmente era libre... Pero las cadenas que Nobody había forjado aún me atrapaban... Así que me vi obligada a portar ese nombre maldito sin desearlo...

» Luego te conocí, y escuché la voz de mi mamá... Y entonces me di cuenta de que yo siempre pude crear una nueva identidad, fingir mi muerte y mudarme a algún lugar donde jamás me encontrarían. Siempre pude enterrar el pasado de mi padre... Sin embargo decidí enfrentarlo y llamarme Nobody... Pero después me di cuenta de que todo lo hice por ella... Porque mi nuevo nombre me recordaba al suyo...

» Así que decidí continuar llamándome Nobody, en honor a mi mamá...

» Nada Arles Moreno.

—Y... ¿Cómo la encontraste?... ¿Qué hiciste después de la última vez que nos vimos? ¿A dónde fuiste?

—Sabía que Morgan guardaba archivos secretos en el lugar más difícil de acceder para mí...: Su antigua máscara... Así que el siguiente movimiento de mi parte fue obvio... Solo tuve que bucear en la Bahía de Gotham y tomar su casco...

—Maya... Yo...

El arrepentimiento se mostraba en el rostro de su hermano, ella sonrió, comprensiva, y lo interrumpió.

—Después solo tuve que hackearlo, y después de mucho esfuerzo logré acceder a esos archivos... Allí descubrí el nombre completo de mi mamá junto a su nacionalidad... Eso es lo único que el maldito había conservado de ella... Solo eso... En fin... Luego de saber mi destino me dirigí de inmediato a la isla... Y tan pronto como puse un pie en mi tierra comencé a recordar...

» Las calles, las voces, el clima, todo se me hacía tan familiar sin saber por qué. Sentía que pertenecía allí... Y nunca pude negarlo...

Maya continuó contando su historia. El cómo luego de averiguar que su madre había nacido en el centro de la isla, ella se dispuso a viajar hacia allí sin paradas por el camino. Le dijo a su hermano que en esa Casita algo alejada de la carretera ella había recordado canciones cantadas por la voz suave de Nada. Le contó que la casa había sido abandonada hacía ya bastante tiempo, y que quedó varias semanas sin ninguna pista.

Pero luego investigó acerca de sus abuelos, descubriendo que ambos habían fallecido años antes, pero que en su juventud su abuelo poseía una humilde propiedad frente a una de las tantas playas del país. Le tomó más tiempo llegar al lugar, y cuando lo logró las lágrimas azotaron su rostro sin consuelo.

Porque ella lo recordaba.

Esa hamaca en el portal, esas fotos ahora polvorientas en la pared, esa librería abandonada por el tiempo, ese jardín sin dueño, esa lámpara del techo, esos azulejos del piso ahora rotos, esa camita incómoda , ese viento del portal y esas hiedras que crecían por las paredes de madera pintadas de blanco.

Y peor aún.

Recordó su infancia.

Las veces que solía correr con sus pequeños pies descalzos por el portal que daba a la playa, siendo perseguida por su mamá que reía contenta.

Cuando ambas se tumbaban juntas en la hamaca del portal, leyéndole su madre El Principito o cantándole alguna canción junto al sonido de las mareas quietas.

Esos tiempos en los que Nada cocinaba para ambas, cuando las dos disfrutaban del silencio y de la compañía de la otra solamente.

Aquellas tardes en las que iban juntas a nadar y construir castillos de arena, cuando Maya aclamaba triunfante  que el suyo era el más grande y más bonito, ignorando que su mamá había perdido a propósito.

Cuando se abrazaban y giraban por el piso, cuando su madre le hacía cosquillas y terminaban riendo como locas.

Cuando su mami le trenzaba los indomables cabellos, cuando dormían juntas en esa cama tan pequeña y tan incómoda , pero que era solo perfecta.

Cuando escuchaba a su mamá llorar por las noches, y entonces ella escalaba por la silla para sentarse a su lado, tomarle el rostro con sus manitas y plantarle un beso inocente en las mejillas.

Cuando su mamá le sonreía, cuando contaban chistes y eran felices porque sólo eran ellas dos.

Cuando su mamá le besaba la frente y la nariz antes de dormir, cuando la llamaba " mi niña hermosa" y la rodeaba con sus brazos tibios.

Cuando no necesitaban de nadie más.

Cuando todo era perfecto.

Cuando ella era feliz.

Cuando un día un gigante y malvado monstruo llegó de la nada, y se la llevó a la fuerza con él.

Cuando su mamá gritó desconsoladamente y peleó con todas sus fuerzas contra aquel demonio.

Cuando él la empujó contra un mueble, y su mami no se volvió a levantar.

Cuando ella la llamó desde los brazos de aquel hombre que comenzaba a lastimarla con su agarre.

Cuando observó las lágrimas en el rostro de su madre, que llamaba a su pequeña en un susurro antes de caer desvanecida.

Cuando lo último que vio de su felicidad fueron una hamaca, un portal, unas hiedras, unas paredes blancas, y el mar.

Lo recordaba todo.

Y le dolía.

Más aún cuando años después se enteró de que su mamá, la misma que le sonreía incluso cuando estaba triste, la que le peinaba los cabellos mientras le cantaba canciones de cuna, la que la abrazaba y besaba siempre que tenía la oportunidad... Había escrito una última nota en su diario, había apagado una última vela en la habitación que ambas compartían... Había amarrado una maldita soga al techo de la misma... Y decidió que sin su hija... Sin su haz de luz... La vida ya no valía la pena...

Que ya nada valía la pena.

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