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UNA VISITA ESPERADA


CAPÍTULO DIECISIETE

UNA VISITA ESPERADA

Shion se debatía internamente si era realmente bueno llamarla o no, tal vez con suerte no se encontraban. Se rascó la cabeza, sabía que aquello era improbable, más si su esposo estaba con él, posiblemente pondrían el campamento boca abajo solo para encontrar a la pelinegra, estaba convencida que se encontraría y lo mejor era informarla y que no le tomase de improviso. Dudosa marcó al teléfono de la peliazul, dispuesta a explicarle la situación.

. . . . . . .

Karin quería preguntarle si realmente se encontraba bien, pero sabía que cuando se cerraba así no iba a soltar prenda, así que prefería no atosigarla, además sabía que la ojiperla era muy reservada en algunos temas. A veces le daba la sensación de que les guardaba un secreto.

Y, la pelirroja no iba muy desencamina ya que la Hyuga jamás le había comentado a ninguno sobre su tortuoso pasado con Sasuke, jamás les había dicho sobre su amor unilateral. Y no porque no confiara en ellos, no era así en absoluto, si no que conociendo lo impulsivo que todos podían ser estaba convencida que irían a encarar al morocho y aún no se sentía preparada para volver a verlo y que se enterara de sus sentimientos.

Pero parecía que al destino aquello no le importaba, por lo visto la hija del morocho se encontraba aquí, y se llamaba igual que ella... No entendía porqué le había puesto su nombre, creía que había estado muy enfadado cuando se había marchado, ¿es que ya la habría perdonado? Entonces recordó a la pequeña azabache que le había preguntado por su nombre, ahora sus extrañas palabras cobraran un poco de sentido.

"Quizás a mis padres les gustabas tú" De verdad podría ser posible que le hubiesen puesto ese nombre por ella, por que la había perdonado... Sonrió inconscientemente haciendo que la pelirroja la mirara con más extrañez, que se preguntaba que le ocurría a su amiga.

De repente el móvil de la peliazul comenzó a sonar despertándola de su ensoñación. Rápidamente se apresuró a contestar, pero se sorprendió por quien la llamaba, ya que su rubia amiga jamás la llamaba tan tarde, ¿habría ocurrido algo?

—Ahora vuelvo Karin-chan—dijo la Hyuga para luego marcharse de la habitación para responderle a Shion, mientras la chica la miraba preocupada.

—Hina el estúpido del Uchiha y mi marido están yendo al campamento en este momento—soltó la blonda rápido cuando la peliazul contestó, sin ni siquiera darle la oportunidad de hablar primero. Pero con lo que su amiga había dicho, sus dudas quedaban claras. La hija del pelinegro se encontraba allí, estaba convencida de que se trataba de aquella morocha de ojos verdes. —Hina sé que es malo, pero ¡dime algo! —decía exasperada.

—Vi a Hinata-chan—respondió la Hyuga con un tono super serio extrañando a su amiga, pero luego entendió de que se trataba de su ahijada.

—Es muy buena niña—explicó Shion nerviosa a causa del duro tono que su amiga había empleado. —De verdad que es una muy buena niña, no tiene nada que ver con su tonto padre, de verdad que es muy buena—insistió, pero Hinata solo rio dulcemente por lo que la blonda decía.

—Sí, eso parece—contestó relajando a su amiga, se alegraba que no odiara a la pequeña, pero claro, tratándose de Hinata eso era sencillamente imposible.

—Entonces supongo que también habrás visto a Naoto, Shikadai y Inojin—dijo cariñosamente, haciendo que su amiga se viera sorprendida, ya que no se había encontrado con los niños. —También esta Natsuki-chan, es la hija de Itachi y Konan—decía la rubia.

Hablaron un rato más, explicándose sobre varias cosas más y Shion le dio ánimos por el futuro encuentro que iban a tener con el morocho, aunque claro, también se sentía feliz porque su marido volvería a ver a Hinata y estaba convencida de que estaría toralmente feliz con eso.

A veces se quedaban hablando hasta altas horas de la noche sobre ella, muchas veces se había visto tentada de contárselo todo, pero sabia que no podía, se lo había prometido a la Hyuga. Además, también sabía que si el rubio se enteraba no pasaría mucho tiempo para que Sasuke también lo hiciera. La verdad es que no entendía muy bien la complicidad que ambos tenían entre ellos, esa fuerte amistad que habían forjado no la entendía en absoluto.

Su marido y el Uchiha eran como una gota de agua y aceite, totalmente opuestos, pero siempre sabían que podían confiar entre ellos cuando las cosas se ponían difíciles para el otro, siempre apoyándose y confiando ciegamente en el otro, aunque no lo quisieran admitir.

Ambos, en silencio muchas veces se habían acompañado al recordar a la Hyuga, y aunque no hablaban sencillamente se entendían, que estaban allí reunidos por esa causa, ya que aquel tema realmente dañaba al Uchiha, aunque no lo dijera en voz alta. La verdad es que esa era otra cosa que Shion no entendía, desde su punto de vista podría decir que el azabache en verdad sentía algo por su amiga, pero no estaba segura.

—Bueno Hina, no te entretengo más, prepárate para mañana—dijo contenta al ver que la noticia no le había chocado tanto como lo había esperado.

—Buenas noches, saluda a Temari e Ino—respondió la ojiperla para luego cortar la llamada, se encontraba un poco cansada. Entonces, la peliazul comenzó a caminar por el lago, mirando como aquella oscura y negra noche la luna y las estrellas brillaban con más intensidad.

"Cuando todo está oscuro, puedes ver las estrellas, ellas iluminaran tu camino" recordó que una vez le había dicho eso al morocho. Siguió por el camino hasta llegar a las cabañas de los alumnos, e inconscientemente comenzó a buscar la cabaña donde se encontraba su hija.

—¿Mami? —preguntó la pequeña peliazul cuando la mayor abrió la puerta, y esta sonrió al verla allí, sentada con las demás niñas.

—Hola tía—decían las dos gemelas, que estaban muy contentas porque ella había comenzado a salir con el pelinegro.

—Justo me iba ir a dormir, pero Harumi y Haruhi querían mostrarme sus nuevos libros—decía animada la pequeña, haciendo que la Hyuga sonriera aún más. —Además Mirai-chan también quería leer las crónicas de la Torre—respondió haciendo que la otra azabache también la saludara.

La Sarutobi había llegado al final de la tarde, después que los demás niños, a causa de un problema familiar, porque su abuelito había pescado un resfriado, pero ahora que el anciano se encontraba bien había decido ir cuanto antes al campamento, ya que por desdicha se había perdido el cumple de Miu, así que aquella tarde llegó. Además, también tenía muchas ganas de volver a ver a Yuta.

La Hyuga abrazó a las cuatro niñas para darse fuerzas, haciendo que rieran, querían y admiraban mucho a la peliazul, ya que era una mujer muy fuerte.

—Pero cuando acabéis iros a dormir, que mañana a primera hora empiezan los talleres—dijo haciendo que todas asintieran con alegría. —Por cierto, Mirai-chan dile a Kurenai-sensei que venga a visitarnos más seguido—dijo haciendo que la niña asintiera con alegría. —Bueno vosotras divertiros en la clase de dibujo—dijo a las tres azabaches, que tomaban ese taller porque les gustaba más que pintar.

Después de salir de la cabaña siguió caminando, entonces se topó con un pequeño peliblanco que estaba sentado mirando las estrellas. Se acercó al niño y se puso a su mismo nivel, para después preguntarle que hacía, él sencillamente sonrió y siguió su camino, extrañando nuevamente a la chica. Parecía que este año los niños se comportaban misteriosamente.

—Hina—llamó una voz que reconoció como Karin. —No podré ponerme tranquila si no me dices porqué estabas tan nerviosa—dijo la pelirroja muy seria, haciendo que la Hyuga le sonriera, de verdad que agradecía lo mucho que se preocupaba por ella.

—Me llamó una amiga y me dijo que sus hijos están en el campamento. Y también... la hija de un amigo, se llama como yo—dijo un poco sonrojada.

—¿Como tú? —preguntó la de ojos rojos, haciendo que Hinata asintiera. —Pues debe ser muy linda si se llama como tú—bromeó la mujer haciendo sonrojar a su amiga. —¿Irá a tu clase mañana? —preguntó haciendo que la ojiperla volviera a asentir. —Me alegro—dijo Karin haciendo que sonriera.

La pelirroja rápidamente fue a abrazar a su amiga, se alegraba que nada malo le pasara, tal vez había pensado de más las cosas y se estaba volviendo un poco paranoica, pero es que sencillamente cuando se trataba de la peliazul no podía evitar ser insistente, la quería como la hermana que nunca había tenido. Además, gracias a ella el tonto de su marido había acaba aceptando sus sentimientos por ella, le debía mucho.

. . . . . . .

—¿Por qué nosotros también debemos tomar las clases de pintura? —se quejó Naoto, a lo que la pelinegra le respondió con un seco "Hinata-san es la maestra", dando a entender que quería estar muy de cerca de la peliazul y vigilarla, ya que estaba convencida que pronto llegaría su padre a buscarla.

Naruto seguía en silencio al moreno, sabía que lo mejor era quedarse cerca, porque iba a hacer un follón cuando encontrase a su hija, y no solo porque estaría molesto con la pequeña, sino por lo cansado que se encontraba después de estar tanto tiempo esperando en la carretera. Además, también le molestaba que Naoto no le hubiese contado que se llevaban a Hinata sin permiso de su mejor amigo, tendría que haberle avisado, era su padre, no entendía porque no le había comentado algo tan delicado como ese, de verdad que iban a tener una larga charla cuando lo viese. Veía como el Uchiha buscaba con la mirada a su hija, pero no la encontraba en ninguna parte, por lo que se acercó a una mujer pelirroja que caminaba por allí y preguntarle.

—Hola—dijo el rubio con una sonrisa. —Mi amigo y yo estamos buscando a su hija, su nombre es Hinata Uchiha—la pelirroja se sorprendió porque tenía el mismo nombre que su amiga, pero entonces recordó que la peliazul le había dicho que esa niña iba con ella en las clases de pintura.

—Ahora deber estar en clase de pintura con mi amiga, es la cabaña número cuatro—dijo Karin señalándola, para que luego ambos se marcharan, pero el Uzumaki la miró con algo de intriga a la pelirroja, ya que le recordaba un poco a su madre, por ese brillante cabello rojo.

La Hozuki miró a también como los dos hombres se iban, de verdad que eran muy atractivos, definitivamente sería genial que todos los padres fueran así, pensaba divertida, así podría molestar un poco a su esposo y ponerlo celoso.

El morocho apresuró más el paso, su hija lo iba a escuchar cuando lo viera, lo había desobedecido de todas las maneras, como si él no hubiera importado, como si no le hubiera prohibido ir. De verdad que no entendía que era lo que su hija había tenido en la cabeza para hacer aquello.

—¡Hinata! —gritó irritado Sasuke con una potente voz al ingresar en la cabaña haciendo que la pequeña se tensara por completo, ya que ese era el tono que empleaba cuando estaba muy enfadado, consiguiendo el mismo efecto en la Hyuga que se dio la vuelta para encararlo con nerviosismo.

De repente toda la ira que llevaba consigo por la acción de su hija había pasado a segundo plano cuando sus ojos hicieron contacto con aquellos perlados orbes que lo dejaron totalmente estático. No sabía que ocurría, ella estaba allí, ¡Hinata! Su amiga, estaba allí, le parecía increíble.

—Hi-Hina... —el morocho sentía como su respiración se le había entrecortado, no podía creer que tenía delante a la Hyuga, y aunque sabía que era ella estaba muy distinta a la peliazul de sus recuerdos, sencillamente se veía todavía más bella de lo que recordaba.

Tantas veces se la había imaginado con una larga melena, cayendo como una cascada por su espalda y ahora la tenía allí; delante, como una hermosa ilusión. Se veía tan radiante, como si los años no hubieran pasado para ella, como si en vez de envejecerla la hubiera vuelto una diosa llena de belleza.

—Sasuke... —susurró también tremendamente sorprendida, a pesar de saber que vendría, tenía un enorme nudo en la garganta y los ojos a punto de cristalizarse, pero un repentino grito hizo que toda su atención se desviase del chico, para centrase en la rubia figura que corría ahora mismo hacia ella.

—¡Hinata-chan! —gritó emocionado Naruto yendo a toda velocidad hacia la peliazul, elevándola en el cielo mientras le daba vueltas, haciendo que riera.

—¡Naruto-kun, Naruto-kun! —decía ella igual de emocionada mientras lo abrazaba con fuerza, justo como si volvieran a ser adolescentes. —¡Eres tú, Naruto-kun! Mi Naruto-kun—dijo para abrazarlo con más fuerzas mientras no podía evitar que las lágrimas comenzasen a caer, por lo feliz que estaba.

La pequeña Hinata veía con la boca abierta aquella melosa escena, igual que Naoto y los demás niños, ellos habían planeado que ese momento fuera para el Uchiha y Hinata, no para el blondo, pero como siempre pasaba con el rubio, no habían contado con lo espontaneo e impredecible que era él.

—¿Mi padrino habrá estado enamorado de Hinata-san? —preguntó la pelinegra viendo como el mayor miraba a la chica, pero rápidamente se calló al ver como Naoto la fulminaba con la mirada, como reprochándole sus palabras, aunque la verdad es que a él tampoco le parecían tan descabelladas.

—Estas realmente preciosa, mi dulce Hina...—dijo acariciándole las mejillas, mientras la miraba con cariño, consiguiendo que desde la puerta Miu y los demás, que acababan de llegar vieran con horror aquello, ya que su madre estaba llorando, haciendo que también Yuta y Tatsuya se preocuparan.

—¡Aléjese de mi tía! —gritaron los dos chicos interponiéndose entre el ojiazul y la chica, que rio enternecida por el actuar sobreprotector de sus sobrinos.

La entrada de los dos pequeños había conseguido que el morocho mayor se recompusiera por lo sucedido, aunque aún no daba crédito a lo que acababa de ocurrir, realmente era cierto el dicho que el mundo era un pañuelo. Ahora que la tenía frente a él no sabía bien que hacer, comportarse de manera distante y formal para no molestarla o hacer como si aquella tortuosa despedida en la estación de tren jamás hubiera pasado.

Tanto Daichi como Satoru intercambiaron miradas, y sus suspiraron con cansancio por la escena que habían ocasionado. Por más que los dos chicos trataran de decir que no se parecían eran dos gotas de agua, incluso en su carácter tan impulsivo y sobreprotector cuando se trataba de su prima o tía.

—Lo vez dobe, hasta unos niños notan que no eres de fiar—dijo Sasuke tratando de molestarlo y así también distraerse por lo nervioso que estaba. Haciendo que ella y Hinata intercambiaran miradas, pero que rápido las desviaran a causa de lo nerviosos que se encontraban.

Miu corrió hasta su madre, mientras miraba con recelo a los dos hombres, sobre todo al rubio que aún no soltaba a la mujer, pero cuando los ojos azules del chico se toparon con los de la pequeña peliazul sintió como sus mejillas se coloreaban y recordó al chico con el que se había topado ayer.

Naruto delicadamente soltó su mano, pero aún podía sentir el calor de su amigo, el enorme cariño que le tenía. Pero no sabía que decir de Sasuke, solo le había mantenido la mirada durante unos segundos, para luego perderse en ese negro intenso, pero notaba que, aunque lo ocultaba bastante bien se notaba nervioso e incómodo. Parecía que algunas de sus manías aún persistían y jugar con su pelo cuando estaba inquieto aún no desaparecía.

—Hola pequeña ¿Cómo te llamas? —preguntó Naruto con una radiante sonrisa, haciendo que la niña se sonrojara notablemente y se escondiera tras su madre, haciendo que sonriera, la verdad es que ella también había estado asustada cuando se topó por primera vez con Sasuke y Naruto.

—Ella es Miu, mi hija—tras aquellas palabras Sasuke sintió como algo dentro de él se volvía a romper. No es como si no se hubiera imaginado que a estas alturas de la vida ella no hubiera formado una familia y tuviera hijos, pero le seguía pareciendo increíble. —Miu, él es un amigo muy importante y querido para mí, su nombre es Naruto Uzumaki, hizo mucho por mi cuando éramos jóvenes y yo estuve en Konoha—explicó con una sonrisa.

—Debimos parar todo esto cuando nos enteramos que ella era su hija—dijo Shikadai en tono de reproche mientras Hinata Uchiha miraba preocupada la escena frente a ella, ya que notaba que a pesar de las furtivas miradas que había entre ella y su padre, ninguno de los dos se hablaba directamente.

Natsuki veía con preocupación a su prima, preguntándose internamente si de verdad era bueno que ellos se volvieran a rencontrar, notaba como su tío estaba tenso y la peliazul mayor tampoco se encontraba en mejor situación. Estaba convencida de que si el papá de Naoto no hubiera intervenido tal vez ambos no se hubieran ni dirigido una mirada. A su misma vez el Uzumaki menor también tenía muchos pensamientos en su cabeza, como la confianza que su padre había tenido con la Hyuga y con la que ahora estaba teniendo con Miu, es que su padre habría sido un conquistador.

—¡Es idéntica a ti, Hina-chan! Es muy hermosa—decía feliz, haciendo sonrojare de sobremanera a la pequeña, lo que ocasionó más molestia en su hijo. —Yo también tengo un hijo, se llama Naoto—decía muy orgulloso el ojiazul. —El también está en el campamento—informó haciendo que la chica sonriera, ella ya lo sabía, pero tenía que parecer sorprendida, no podía dejar saber a Naruto que ella y Shion se mantenían en contacto. —Naoto—gritó.

—Aquí estoy—respondió el menor con un tono de voz cansada, mirando con enfado a sus amigos porque le había empujado, a él siempre le tocaba ser el conejillo de indias. Ya que lo habían empujado para que se enterara un poco mejor de lo que sucedía entre su padre y la peliazul mayor.

—Él es mi hijo, mío y de Shion—dijo con una sonrisa. Miu volvió a mirar al rubio mayor, ahora entendía porque le recordaba tanto a él. —Bueno Hina, hace siglos que no te vemos, ¿Qué ha sido de tu vida? ¿Quién es tu afortunado esposo? —preguntaba risueño el rubio.

Pero con aquella pregunta notó que las dos peliazules se habían tensado y adquirido un aura triste, que llamó la atención del Uchiha, preguntándose si tal vez Toneri y Hinata ya no estaban juntos, porque si de algo estaba seguro era que él era el padre de la niña. Tenía el mismo color de ojos, unos ojos que jamás podría olvidar, unos ojos que se habían llevado desde el principio el corazón de su amiga, alejándola mucho tiempo de su lado.

—Toneri...—aunque había pasado mucho, aún seguía sin gustarle decir aquello, lo extrañaba demasiado y su recuerdo siempre le dolía.

—Mi papá murió cuando yo era una bebé—interrumpió la pequeña, ya que sabía cuan duro era para su madre decir aquello. —Mi padrino y él venían de un partido de fútbol, pero otro coche se les atravesó y tuvieron un accidente—soltó la pequeña con mucha tristeza.

Rápidamente todos sus primos, incluido Daichi se acercaron a ella, dándole apoyo, diciéndole que estaban allí, con ella y que nunca la dejarían sola. Agradecía demasiado tenerlos a su lado, ellos eran muchas veces la razón de que ella pudiera siempre estar feliz y con una sonrisa, eran su gran apoyo.

Por otra parte, a la hija del Uchiha sencillamente aquello le parecía el destino, ahora que ninguno de los dos se encontraba ligado a ningún compromiso tal vez sí que podrían estar juntos, tal como su madre quería, es que tal vez ella sabría que las cosas acabarían así, se preguntaba.

Naruto miró con ternura como los pequeños apoyaban a la hija de su amiga, pero lo que le sorprendió fue ver que los ojos de su hijo irradiaban un poco de molestia al ver como los niños aún no soltaban a la peliazul, haciendo que el blondo riera internamente. Tal vez estaba en sus genes el enamorarse de una Hyuga, pero con suerte tal vez su hijo tenía mas suerte que él y sí conseguía el corazón de la pequeña, solo el tiempo lo diría.

. . . . . . .

—Karin—llamó el Inuzuka a la mujer que volteó con desgano. —Hina ahora esta dando la clase de pintura, ¿no? —preguntó a lo que ella asintió. —Gracias—dijo para luego voltearse e irse con Neji a buscar a la peliazul, ya que ambos querían preguntarle sobre los horarios de los talleres de la tarde.

El Hyuga fue el primero en ingresar en la sala, ya que necesitaba convencer a su prima de que le diera a él el gimnasio para la clase de artes marciales y no al Inuzuka y su clase de deportes, pero al entrar se sorprendió al ver a dos rostros que no veía hace mucho.

—Uchiha—soltó Neji prácticamente escupiendo el apellido del chico, haciendo que tuvieran un enfrentamiento de miradas.

—Hyuga—respondió el morocho, con el mismo tono despectivo que el castaño, todavía manteniendo el contacto visual.

Aunque ellos no se habían tratado demasiado siempre habían tenido una extraña rivalidad que ninguno de sus amigos, ni la propia Hinata entendía muy bien, pero parecía que cada vez que ambos se encontraban sencillamente la chispas saltaban entre ellos.

—Neji-nii—llamó dulcemente la peliazul, haciendo que el castaño se calmara y ella también se pudiera relajar un poco.

Kiba no desprendía de vista a los dos chicos, a él tampoco le daban buena espina, además, notaba que tanto su hijo como su sobrino Yuta también los miraban mal, así que no tenía que ser muy listo para notar que ellos habían hecho algo que posiblemente había molestado a la ojiperla, pero a causa del dulce y calmado actuar de la chica ella sencillamente lo había dejado pasar, como muchas veces hacía.

—H-hola—dijo armándose de valor, sencillamente no podía no hablarle, era su amigo después de todo y en verdad se moría de ganas de hacerlo.

—Hola—respondió Sasuke secamente haciendo que Naruto negara y los acercara más.

—Oh vamos chicos, no se hablen como si fueran desconocidos—dijo animado. —Es cierto que no nos hemos visto en mucho tiempo, pero prometimos que los tres mosqueteros siempre estarían juntos, así que no os comportéis así—dijo feliz haciendo que los otros dos rieran. Posiblemente él era el único de los tres que no había cambiado en absoluto, siempre tan alegre y directo.

—Estás muy linda—soltó el pelinegro haciendo que el rostro de la Hyuga pareciera un volcán, haciendo que Miu se preocupara más.

—¿Hina quien es este intento de galán? —dijo irritado el castaño amigo de la peliazul, haciendo que Sasuke lo mirara mal, no le gustaba el chico perro. Mientras que Hinata se quería enterrar viva, porque todos se estaban comportando de aquella manera, temía que hubiera otra pelea.

—Sasuke-kun, al igual que Naruto es un amigo de Konoha—explicó la chica tranquila haciendo que el Inuzuka achicara los ojos y se molestara.

—Con son estos son los dos tontos que tenías de remplazo en Konoha porque Shino y yo no estábamos—dijo altaneramente haciendo que tanto Naruto como el Uchiha se molestaran y empezara nuevamente otra pelea, que esta vez la peliazul no fue capaz de detener.

Los cuatro hombres gritaban y despotricaban contra los otros, olvidando por completo que tenían a los niños delante de ellos que escuchaban asombrados los comportamientos de sus padres.

—Esto no va a cambar bien—dijo Daichi a Satoru, que asintió a lo que su amigo había dicho, definitivamente no acabaría bien.

—¡Silencio! —gritó molesta Karin, que se encontraba en la cabaña de al lado dando clases de dibujo, haciendo que todo se callaran de golpe. —Hina se puede saber por qué hay tanto alboroto—dijo molesta, pero luego vio como sus amigos estaban allí, junto con los dos chicos que antes había visto. —Como no—dijo con tono cansado. —¡Vosotros dos siempre hacéis problema! —gritó la Hozuki, recordando que el año pasado los dos chicos casi habían sacado a patadas a un monitor que había intentado coquetear con su amiga. —No sé como los aguantas Hina—decía muy enfadad. —Es decisión tuya si quieres salir con alguien—dijo mirándolos mal. —Ellos no tendrían que anteponerse—decía sabiamente. —Y bien, quien de estos dos guapos papis ha coqueteado contigo—dijo sugestiva y burlonamente mientras se acercaba a su amiga para fastidiarla, logrado sonrojarla por completo.

—¡N-no es así Karin-chan! Naruto y Sasuke están casados, además son mis amigos de Konoha, no es nada de eso—explicó rápidamente moviendo rápidamente sus brazos a causa de la vergüenza que sentía, definitivamente quería que la tierra se la tragara viva, quería desaparecer.

—Mi padrino sí está casado, pero papá es viudo, mi mamá murió cuando yo era una bebé—intervino Hinata haciendo que su padre la mirara sorprendido ya que sabía que a su hija no le gustaba hablar de ese tema, pero luego su semblante paso a uno molesto, luego la iba a castigar por lo que había hecho.

La Hyuga se había quedado fría a lo que la niña había dicho, igual que Miu, ya que entendía que era vivir sin un padre a su lado y empatizaba un poco con la Uchiha. La peliazul mayor buscó la mirada de su amigo, como pidiéndole una explicación, pero sencillamente él sonrió torcidamente.

En un par de segundos la tensión había llenado el ambiente, ya que con la reciente noticia parecía que ninguno de los adultos era capaz de hablar. La pequeña azabache se preguntaba si había sido buena idea decir aquello, posiblemente no, así que miró a Shikadai, como pidiéndole que hiciera algo para arreglar la situación. El chico suspiró, en que líos se metía a causa de sus amigos.

—Uzumaki-san—llamó el Nara. —¿Si ella fue vuestra compañera de universidad también conoció a nuestras madres? —preguntó con fingida inocencia.

Entonces la Hyuga por fin notó a los otros dos muchachos, primero pasando por Shikadai y luego a Inojin, que eran parecidos a sus progenitores.

—Sí, Hina era la mejor amiga de ellas—dijo el rubio haciendo que otra vez el ambiente se aligerara.

La peliazul se acercó a los dos niños y acarició delicadamente sus cabezas, consiguiendo que ambos se sonrojaran, incluso Shikadai se sentía avergonzado.

—Mucho gusto, soy Hinata Hyuga—dijo sonriendo poniéndolos aún más nerviosos, la Hyuga era realmente muy atractiva.

Notas de la autora: Siento mucho la demora, se que ha pasado mucho tiempo, pero es que he tenido un periodo super duro y he tenido que echar sangre y lágrimas para salir de él. Pero lo prometido es deuda, aquí está el nuevo capítulo, espero que les haya gustado y que me tengan paciencia, de verdad que acabaré la historia, no se preocupen.

También quiero agradecer por todos los comentarios y votos de verdad que me animan mucho. Otra cosa, quiero preguntarles que parejas de los niños les gusta más.

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