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SIEMPRE TE ESPERARÉ

CAPÍTULO VEINTICUATRO

SIEMPRE TE ESPERARÉ

Los días pasaban, y la ansiedad comenzaba a perseguir al morocho, ya que ni una ni la otra cedía ante alguno de sus intentos. Parecía que tanto la madre como la hija no estaban dispuestas a darle una oportunidad al Uchiha, que estaba casi desesperado, ya que solo quedaban dos días para que finalizara el campamento, se le estaban acabando las opciones, si no conseguía que Hinata lo perdonase antes de irse de allí, después sería mucho mas difícil.

Le había pedido a su padre y hermano tiempo, que necesitaba alargar su estadía en Suna, por lo que Itachi se estaba encargando, junto a su progenitor de todos los asuntos de la empresa, haciendo que el morocho se centrase totalmente en obtener el perdón de la chica.

No podía desperdiciar la oportunidad, pero nada de lo que intentaba parecía dar resultado, cada vez que le trataba de explicar a Hinata, que le diera una oportunidad, la chica sencillamente se iba. Pero no era lo único malo, ya que la pequeña Otsutsuki parecía que con cada intervención del azabache lo acababa odiando todavía más, ya no sabía que hacer para ganarse el favor de ambas peliazules.

Y no era el único que lo notaba, ya que Shisui, Neji y Kiba también podían ver como la pequeña se comportaba distantemente con el Uchiha, algo no muy común en ella, porque, aunque era un poco tímida siempre trataba de ser amable con todos.

En verdad Sasuke entendía que Miu fuera reacia a él, después de todo se había interpuesto entre el amor de su primo y su amiga, él también se odiaba por ello. Pero no podía volver renunciar a ella, ya era suficiente doloroso el saber que las decisiones que cada vez que él había tomado en el pasado, tratado inútilmente de olvidarla solo habían conseguido herirla haciendo que se culpa por ser un verdadero cobarde y un idiota.

De verdad que lo sentía por su primo, era un verdadero egoísta, lo sabía. Pero amaba a Hinata, siempre lo había hecho y ya no quería rendirse sin pelear, no sería tan idiota como para volver a cometer un error así. Por ello, aunque ahora mismo ambas lo odiaran él no se pensaba en rendir, nunca.

Soltó un largo suspiro al recordar cómo había visto a la pequeña llorar en los brazos de Shisui, pidiéndole que no la dejara:

—Escucha Miu, un día tu también te enamoras—dijo Shisui limpiando sus ojos llenos de lágrimas, intentando tranquilizarla, mientras Hinata se quedó parada mirando el suelo. —Y querrás lo mejor para esa persona, aunque no sea a tu lado—aconsejó el azabache, haciendo que la Hyuga se sintiera culpable y se odiara por no poder corresponder a los sentimientos del morocho, pero no sería justo para él. Shisui merecía una mujer que fuera capaz de amarlo con cada fibra de su ser, y que se sintiera agradecida por tener su amor, no podía estar con él cuando no se sentía así.

La pequeña miró a su madre y notó que estaba triste y nerviosa. Nada había resultado como quería, su padrino no se convertiría en su padre, no estaría con su madre, y toda esa situación era de lo más incómoda y dolorosa, ella no quería eso.

—No me dejarás ¿verdad?, aunque tú y mamá ya no vayan a salir, no me dejarás ¿verdad? —rogó entre llantos mientras el pelinegro le acariciaba y la acercaba hacia sí, mientras la pequeña se acurrucaba en su pecho.

—Nunca, tú eres mi pequeño ángel, que haría yo sin ti—le dijo con una brillante sonrisa mientras la abrazaba fuertemente.

Sasuke sabía posiblemente que no había estado bien de su parte espiar a escondidas una conversación que solo les pertenecía a ellos tres, pero se había preocupado cuando su primo le dijo que le iba a decir a Miu sobre su ruptura con Hinata, que quería ser honesto con ella. Por lo que había temido de que su ya de por si mala relación con la pequeña fuera a peor, y no se había equivocado, ahora parecía que quería acabar con él.

La Otsutsuki lo fulminaba cada vez que lo veía, porque, aunque hubiera comprendido y aceptado que su mamá no quería al azabache y se hubiera solucionado todo entre ellas eso no dejaba fuera que él era el principal culpable de toda aquella situación.

Estaba seguro que a ese paso ni Miu ni Hinata lo perdonarían nunca.

"Orgullo Uchiha" le vino a su mente. Él había sido un idiota en seguir su orgullo por no salir herido de un posible rechazo que enfrentarse a la verdad. Tanto su padre como su hermano en los momentos críticos habían dejado de lado aquello y así habían conseguido el amor de su vida. Su padre a su madre e Itachi a Konan, a quien casi pierde. Si tan solo él se hubiera dado cuenta a tiempo tal vez Hinata estaría a su lado.

Cobarde, volvió a recordarle su cerebro, atormentándole a cada segundo por las estúpidas decisiones que había tomado. Pero es que no lo entendía.

Ahora que lo pensaba en frío, cada decisión precipitada que había tomado, solo había sido por un estúpido ataque de celos que no había sabido canalizar, siempre por su estupidez, por intentar proteger sus sentimientos, no dándose cuenta de como en verdad se sentía la Hyuga. Inbécil, siempre había creído que Naruto era un dobe, pero el único idiota era él, él y sus estúpidos y malditos celos.

Sasuke se removió su cabello, mientras el Uzumaki miraba en silencio el nerviosismo del Uchiha, al igual que su amigo él también había pedido tiempo a su padre para ayudar a su amigo con Hinata, por que si estaba solo le sería muy difícil, además ambos se apoyaban tanto en las buenas como en las malas, a pesar de que el chico la hubiera jodido lo iba a ayudar.

—Teme, cálmate, no te estires de los pelos o acabarás calvo—dijo intentando bromear, pero el chico solo volvió a suspirar para luego mirarlo directamente.

—Claro, como ella no huye de ti—respondió haciendo que el rubio riera levemente, él había presenciado como la ojiperla literalmente corría cada vez que se topaba a su amigo y a Miu ni siquiera se podía acercar.

De verdad que lo había tratado de ayudar, incluso había intentado inútilmente de convencer a Hinata sobre hablar con el morocho, pero parecía que cada vez que se lo nombraba adquiría una actitud mucho más fría y distante, por lo que no había podido hacer mucho.

"Si Naruto-kun sigue insistiendo con eso me molestaré también con él" le había dicho al blondo. Después de aquello no le había vuelto a decir nada, definitivamente no se quería pelear con la peliazul, pero aún así no podía evitar preocuparse por el estado de su amigo, mas no sabía que hacer.

Pero el Uzumaki no era el único que se daba cuenta de la situación del Uchiha, la pequeña Hinata también notaba todo aquello, además que había oído su conversación. Y aunque una parte de ella se alegraba porque su padre sí que estuviera enamorado de la peliazul, veía como todo eso lo lastimaba y de algún modo le hacía sentir un poco de rencor hacia la peliazul. Es decir, ¿Quién en su sano juicio rechazaba a su padre? Entendía que tenía sus defectos, como cualquier persona, pero sencillamente era un gran partido, dulce; a su manera. Amable; cuando quería, pero era muy guapo.

Y, aunque se moría de ganas de intervenir en toda aquella situación se había prometido no hacerlo, además de aprender la lección.

Solo ellos se debían encargar de sus sentimientos, incluso se había visto tentada por un momento en hacerle entender a Miu sobre que en verdad sus padres se gustaban, decidió guardar silencio. Naoto le había contado sobre todo el cariño que la Otsutsuki sentía por el primo de su padre, que además había sido el mejor amigo del papa de Miu, por lo que parte de ella lo entendía, así que prefería no volver a intervenir, además, se llevaba bien con la ojiazul, tampoco quería echar a perder su amistad, de verdad que había comenzado a apreciar a la Otsutsuki.

De repente sintió un peso en su espalda que la empujaba hacia delante.

—Se puede saber porqué la gruñona numero uno está tan depre—dijo Naoto, haciendo que Hinata sonriera. Entre ambos había una extraña conexión, que sencillamente los unía, porque cuando uno necesitaba del otro allí estaba, sin necesidad de decir nada, o de intercambiar miradas.

Hinata miró a su amigo y lo abrazó de repente, dejándolo helado, haciendo que se comenzara a sonrojar por el extraño actuar de la chica.

—Hinata que—pero ella lo cortó.

—Solo un rato, solo un rato—pidió. —Hasta que recupere mis fuerzas—dijo mientras se hundía más en el pecho de su amigo.

Ella soltó un suspiro disimulado, sabía que lo mejor sería que comenzara a olvidar esos sentimientos cuanto antes, no tenía ni pisca de gracia estar en un triángulo amoroso que sabía que tenía todas las de perder, pero parecía que cada vez que se quería olvidar de él con un gesto no la dejaba.

Naoto no pregunto y sencillamente comenzó a acariciar el cabello de su amiga. Podía contar con los dedos de una mano, e incluso le sobrarían los dedos, de las veces en que la azabache se había puesto así, por lo que, como había hecho las veces anteriores, la apoyaría en silencio. Después de todo, aunque estuvieran pelando constantemente, para él Hinata siempre sería su mejor amiga, por lo que la cuidaría, aunque ella no quisiera.

Daichi, Tatsuya y Satoru iban caminando cansados, desde que Yuta y Natsuki se habían comenzado a llevar mejor Mirai solo se pasaba hablando de todo el tiempo que el castaño mayor pasaba con la chica y de lo mucho que lo tenía abandonados.

—Ahora se la pasa todo el tiempo con ella—decía otra vez en tono triste haciendo suspirar a los dos chicos suspirar y al Inuzuka gruñir, de verdad que no entendía que era lo bueno que veía en el Hyuga, era demasiado arrogante, el era cien mil veces mejor.

—¿Por qué no la animas? Se te da bien hacerlo con las chicas—dijo Tatsuya a Satoru haciendo que el pelirrojo lo mirara mal, le había repetido hasta la saciedad que lo que pasó con Hinata solo había sido aquella vez, no era como si hablase tanto con la chica tampoco.

—Ya te dije que eso fue cosa de Daichi, que lo haga él—se escusó mientras el ojipardo suspiró.

—¡Oh! ¿Ese no es Naoto? —dijo de repente Tatsuya atrayendo la atención de todos, haciendo que los tres se sorprendieran al ver como estaba abrazado de la azabache.

—¡Criminal! —dijo Mirai al ver como aquel chico estaba engañando a su prima. Bueno, no era como si estuvieran saliendo, pero podía notar el interés de la pequeña peliazul por el rubio. —Sabía que había algo entre esos dos—decía enfadada.

—Es su mejor amiga—dijo Satoru serio. —Así que deja de inventar historias, ella solo es su mejor amiga—habló con firmeza. —Debe estar desanimada de nuevo—explicó mirando con preocupación donde se encontraba la Uchiha, no solo sorprendiendo a la Sarutobi, sino a sus otros dos amigos.

—¿Te gusta? —preguntó incrédulo el Inuzuka haciendo sonrojar de repente al ojilila que se había quedado sin habla. —¡Te gusta! —afirmó.

—Ya te he dicho que no pienses, que lo único que consigues es soltar tonterías—dijo el Otsutsuki, para luego salir de allí a toda velocidad.

—Eso sí que es increíble—dijo el castaño cuando Satoru ya se había ido. —¡Daichi, es increíble! Con esto puedo molestarlo durante mucho tiempo—decía el chico muy feliz, pero su amigo negó.

—Si lo haces, yo revelaré tu secreto. Solo déjalo en paz—dijo el chico para luego irse también, dejando frío al Inuzuka. Si Daichi tampoco quería que dijera nada era porque de verdad era cierto.

—De verdad que es increíble—dijo Mirai igual de sorprendida que él. Tatsuya la miró de reojo y suspiró resignado, está bien, no volvería a decir nada.

Se centró en la imagen de la chica, todos le decían lo mucho que se parecía a Yuta, no entendía porque ella era la única que no lo veía así, perfectamente podría remplazarlo, eran muy parecidos, algunos incluso pensarían que eran gemelos, si no fuera por la diferencia de edad. Aunque claro, también posiblemente era por eso que la chica le gustaba, porque jamás lo había comparado con su primo.

"Tatsuya y Yuta son totalmente diferentes, solo sus ojos son similares, porque incluso tu pelo es distinto a él, el tuyo es más oscuro" recordó que le dijo en una ocasión. Bien, haría tal como Daichi quería y no volvería a repetir el tema, porque, aunque lo odiara, entendía lo que su amigo estaba sintiendo.

—¿Por qué no volvemos? —dijo Tatsuya tomándole de la mano, haciendo que la chica sonriera y le alborota su cabello haciendo que se sonrojara

—Eres tan lindo—dijo la azabache haciendo que hiciera un puchero de enfado y ella riera.

Solo era un año de diferencia, solo un maldito año, por lo que no entendía porque parecía que ella estuviera a kilómetros de él. Aunque se animaba que tal vez eso era ahora, que, con el tiempo, aquello no importaría, o bueno ya se encargaría de eso. Por ello pedía que todo saliera bien con Natsuki y Yuta, si su primo salía de en medio estaba seguro que al final cambiaría los sentimientos de Mirai hacia su dirección.

. . . . . . .

Miu volvía a suspirar, por doceava o treceava vez en aquella hora. La verdad es que cuando se había enterado de la ruptura de su padrino con su madre se había sentido terriblemente dolida, ella quería mucho a Shisui, y aunque, por petición del pelinegro le había dicho a su madre que lo entendía, la verdad es que no lo hacía, no lo aceptaba, o al menos hasta hace una hora.

Ella no era una niña egoísta, siempre prefería el bienestar de los demás, tal como su madre le había inculcado, pero esta vez había querido ser egoísta, había querido anteponer sus deseos, había querido por un una vez ser la prioridad. Y no había sido hasta ahora que no se había dado cuenta de lo injusta que había sido con su progenitora.

Durante todo el día había estado evitando a toda costa al Uchiha menor, no es que Sasuke le cayera tan mal, no parecía un mal hombre, era el papá de Hinata, por lo que le debía un respeto, además de ser el primo de su padrino y amigo de su madre. Pero no podía evitar verlo como el causante de la ruptura de Shisui y su mamá. Además, siendo su primo tendría que ser feliz por el Uchiha, no interponerse en la felicidad de Shisui.

Así que mientras caminaba intentado huir del azabache escuchó una conversación entre su tía Karin y su progenitora.

—¿De verdad lo hará así Hina? —preguntó Karin seria. —No puedes hablar en serio, tú amas a Sasuke—dijo la bermellón.

—Karin, no insistas—pidió la peliazul.

—¡Hina, deja de ser tan testaruda! Sé que lo haces por Miu, pero de esta manera jamás serás feliz. ¡Lo amas! ¡Siempre lo has hecho! —decía Karin.

—Eso no importa—sentenció fría la Hyuga. —Escucha, el pasado, pasado es. No puedes esperar que todo siga igual después de las cosas que han ocurrido entre nosotros, cada uno tomó decisiones que nos distanciaron, y yo no quiero volver a ese entonces—dijo afectada. —Además, Miu saldría herida, no importa todo lo demás, mi hija es lo más importante. Ya fue suficiente herirla con lo que ocurrió con Shisui—dijo derramando unas lágrimas.

En ese momento la pequeña se sentía como una verdadera estúpida. Había herido a su madre de la peor de las maneras, se había interpuesto en su felicidad. Ella que siempre había querido que en el rostro de la ojiperla se posara una sonrisa, ella que siempre había velado por su bienestar, pero lo único que había hecho era lastimarla. Se había comportando como una niña mimada que no le importaba nada más que sus sentimientos.

Recordó aquella charla con su padrino, donde le decía que las personas no pueden controlar lo que sienten, que uno no manda en el corazón, y aunque hasta eso momento no había sido capaz de entenderlo ahora todo tenía sentido, pero temía lo que aquello significaba.

—Hola—dijeron Harumi y Haruhi. Ellas también habían estado muy desanimadas desde que su tío había roto con la peliazul.

—Hola—dijo ella, haciendo que las tres suspiraran al mismo tiempo.

—¡Oh vamos! No deberíamos estar así—dijo Harumi, intentando animarlas, pero las otras dos estaban serias. —Esto no está bien—decía ella.

Haruhi miró a Miu, parecía preocupada por algo, así que le preguntó lo que ocurría, por lo que la pequeña no dudó en decirles de lo que se había acabado de enterar, sorprendiendo a la dos. Ambas conocían desde mucho a Miu, y aunque no se veían todos los días porque vivían en países diferentes siempre hablaban por teléfono, por lo que las chicas conocían muy bien a la ojiazul, y notaban cuando algo le afectaba.

—Sabes, todo esto no depende de nosotras—dijo Harumi con un tono serio nada característico de ella. —La verdad es que al igual que tú, prefiero que mi tío esté con Hinata-san, pero no la podemos obligar, uno no manda en los sentimientos—dijo la mayor. —Tal vez lo mejor es dejar que ellos mismo decidan—aconsejó sorprendiendo a Miu.

La verdad es que no había querido dar más vueltas a aquella idea, porque, aunque lo había estado tratando de negar, había llegado a la misma conclusión que ellas, todo eso solo dependía de su madre, ella no se tenía porque interponer en su felicidad. Pero sentía que si la apoyaba con aquella de verdad se despediría para siempre de la idea de ver a su padrino con su madre.

De repente le volvió la imagen de su madre llorando, haciendo que soltara un suspiro. Aquello no era lo que Hinata le había enseñado, no estaba bien, no podía pensar solo en ella, su mamá siempre la tenía como prioridad. Esta vez iba a aceptar lo que ella decidiera, sencillamente la apoyaría.

—Gracias—dijo ya mucho más animada haciendo sonreír a ambas.

—¡Suerte! —le animaron las dos, haciendo que ella se sintiera muy afortunada, ellas siempre encontraban las palabras perfectas para animarla. Así que sin perder más el tiempo la pequeña comenzó a buscar a la Hyuga, hasta que la encontró en la cocina, haciendo galletas con otros niños.

Cuando la pequeña se fue la hermana menor miró a Harumi.

—Ahora sí que parecías una hermana mayor—le molestó haciendo reír a la otra.

—Siempre lo soy—bromeó haciendo que ambas rieran.

La Otsutsuki corría buscando a su madre, tenía que arreglar las cosas con ella. Sí, había hablado a largo y tenido sobre su relación con Shisui, de que ella no podía verlo de otra manera que no fuera como un amigo. Y, aunque ella le había dicho que todo esta bien, no lo estaba, estaba un poco resentida y estaba segura que su madre se había dado cuenta, pero no había querido hacer caso de ello.

Pero ahora todo era diferente, esta vez se disculparía de verdad, por todo el daño que le estaba causando, su mamá era quien más en este mundo merecía ser feliz y ella no se podía interponer en ello. Por eso, tomase la decisión que tomase la apoyaría.

—Hola, Miu-chan, ¿quieres hacer algunas galletas? —preguntó su progenitora, cuando la niña abrió la puerta de la cocina.

—Mamá—le llamó con la voz rota preocupando a Hinata. —Lo siento, he sido muy egoísta, solo he tenido en cuenta mis sentimientos—decía sorprendiendo a la peliazul. Que rápidamente tomó la mano de su hija intentando tranquilizarla, ya que se veía como estaba a punto de llorar.

—Miu, cariño. ¿Qué ocurre? —le preguntó preocupada mientras le acariciaba la cabeza, haciendo que la pequeña corriera a sus brazos.

—Oí como le decías a la tía Karin que en verdad sí que querías a Sasuke-san—dijo la pequeña sorprendiendo a la Hyuga. —Y yo no pensé en como te sentías, lo siento—decía arrepentida. —Yo solo quiero que seas feliz, aceptaré cualquier cosa que tu decidas—le dijo haciendo que ella sonriera.

Hinata acomodó un mechón de pelo de su hija detrás de su oreja, mientras le acariciaba suavemente, haciendo que la ojiazul, se sintiera más calmada.

—Miu-chan no es egoísta, es la mejor hija del mundo—dijo la ojiblanca con una sonrisa. —Eres una buena niña—dijo para luego darle un beso en su frente, haciendo que la ojiazul sonriera. —Tú eres lo más importante para mí—le dijo haciendo que la niña la abrazara con fuerza.

—Te quiero mamá—dijo ella.

Bien podría ser cierto que se sentía triste porque sabía que con esta decisión su padrino jamás se convertiría en su padre, pero sabía que él pasara lo que pasara nunca la dejaría, además si su mamá era feliz ella también lo sería. Porque, al igual que para su madre, ella era lo más importante del mundo para Miu su madre era la más importante, así que apoyaría su felicidad, siempre.

. . . . . . .

Orgullo Uchiha, le volvió a venir a la cabeza al morocho, no entendía porque esa palabra se repetía sin cesar en su cabeza. Orgullo, orgullo... ¡Orgullo! Se dijo a si mismo por fin entendiendo que es lo que podía hacer para que la peliazul, por lo menos le hablara.

Así que mientras Naruto le gritaba que hacia donde se iba él corría para poner en marcha su plan, no sabía si lo que estaba pensando podría funcionar, pero aquello era mucho mejor que sencillamente quedarse sentado a lamentarse por lo idiota que había sido. ¡Bien! La había herido, nadie lo podía negar, él era culpable, pero de nada servía pensar en el pasado, ahora estaba en el presente, tenía que hacer algo para recuperar a la peliazul.

Buscaba por todos partes a la peliazul, necesitaba con urgencia hablar con ella.

—Hinata, hablemos—le pidió Sasuke cuando la encontró, haciendo que su corazón latiera con nerviosismo y ella retrocediera por inercia. No huyas, no te estoy pidiendo que me correspondas—dijo él de pronto sorprendiéndola. —Volvamos a ser amigos y deja que yo tenga un amor unilateral por ti—dijo el morocho haciendo sonrojar a la chica. —Hina, esta bien si ya no sientes lo mismo—le aseguró haciendo que lo mirara directamente a esos ojos negros. —Pero no me gusta saber que, aunque estás cerca no podemos ni hablar—dijo serio. —Somos los tres mosqueteros, ¿recuerdas? —dijo haciendo que ella sonriera hacia aquel recuerdo.

Ella lo miró, no era que no sintiera nada por él, los sentimientos estaban allí, pero igual que el dolor que sintió cada vez que lo veía con la pelirosa. Ese doloroso sentimiento se anteponía ante los bonitos recuerdos que habían vivido por lo que de alguna manera la hacía sentir molesta. Pero Sasuke tenía razón, ellos habían prometido siempre ser amigos, ser los tres mosqueteros. Además, ahora que Miu estaba bien con todo aquello no tenía por qué huir.

—Solo amigos—dijo seria, haciendo que Sasuke asintiera. —Amigos—confirmó ella haciendo que él sonriera.

—Sí, lo entiendo, solo amigos—afirmó él de nuevo, haciendo que esta vez ella sonriera haciendo que un peso se le quitara de encima.

Los siguientes dos días del campamento fueron los mejores, dejando de lado todo, a pesar de que el morocho no perdía una solo oportunidad para tratar de que la ojiluna lo mirara como más que un amigo, pero la chica, siempre con algún comentario elocuente lo volvía a su lugar. Algo que lo tenía totalmente loco, ya que su amiga de la infancia se había convertido en una mujer de amar tomar, dulce, pero con actitud fuerte.

Todos notaban como la chica siempre mantenía a raya al morocho, y, aunque sentía algo por él, por algún motivo que todos desconocía parecía que ella no cedía ni un ápice de esa cómoda zona de amistad en la que se encontraban. Aunque claro, aquello era mucho mejor que ni siquiera le hablase.

Ahora el pelinegro podía volver a sentir su risa, a abrazarla y acariciarla, sin pasarse, por su puesto. Después de todo eran amigos, pero eso no le impedía disfrutar de su compañía, porque él no se rendía y nunca lo haría. Ya que ella era la mujer que amaba.

.

Tres años después

.

Miu y Hinata reían nerviosas, se habían alegrado mucho cuando se habían enterado que su cumpleaños se celebraba el mismo día, por lo que desde esa vez habían decidido que para los siguientes lo celebrarían juntas.

Ya estaban por cumplir 15 años, por lo que este año todos habían quedado en la mansión Uchiha para celebrar el cumpleaños de las dos chicas, que desde aquel día en el campamento se había vuelto inseparables para sorpresa de todos, aunque no eran las únicas. Ya que Mirai y Natsuki también, se estaban llevando de maravilla, además, ya que la chica ahora entendía los sentimientos de Yuta solo le quedaba apoyar a su amigo.

Además, para Miu hablar con Hinata era la excusa perfecta para también estar con Naoto, por quien sus sentimientos no habían hecho nada más que aumentar. Y aunque aún no habían hablado nada al respecto todos sabían que los dos tortolos se gustaban el uno al otro.

Por su parte Hinata también estaba mejor con ese tema, y la persona responsable de ello tenía nombre y apellidos. Y aunque ella no estaba segura de como él se sentía al respecto por ahora se conformaba con ser su amiga, por lo que, de una manera u otra, tanto Miu como Hinata se utilizaban para hablar con sus respectivos intereses amorosos, apoyándose mutuamente y dándose fuerzas.

Para Sasuke organizar fiestas era todo un martirio, por ello es que su madre y la Hyuga se encargaban de ello.

La verdad es que Mikoto se había puesto muy feliz de poder recuperara a aquella hija que había perdido, porque de alguna manera u otra ella siempre había querido mucho a la peliazul, y ahora que la volvía a tener cerca no podía perder oportunidad. Suficiente había sido todo eso tiempo que se habían separado, para ella Hinata siempre tendría un lugar en su familia.

Desde que Sasuke y ella se había arreglado todo iba de maravillas, porque, aunque ellos estaban en Konoha y los demás en Suna, la distancia no impedía compartir nada, además desde que Naruto y Suigetsu se habían conocido habían formado el dúo perfecto para molestar a Sasuke, por desgracia del chico y diversión de los demás.

También el recuentro entre Shisui e Itachi había sido muy tierno, ya que entre los Uchiha los dos eran los más expresivos, y aunque solo se habían dado un largo abrazo, era suficiente para que el uno se transmitiera al otro todo el cariño que sentían. Ahora que amabas familias se habían unido parecía que todo poco a poco encajaba a la perfección, como un puzle que debió ser así hace mucho tiempo.

El grupo adolescentes hablaban entretenidos, ya estaban dejando de ser niños.

Miu se reía de alguna cosa que le decía Naoto, todos podían ver como dentro de unos años más cualquiera de los dos daría el primer paso, aunque no eran los únicos, para disgusto de Sasuke, ya que notaba como su hija y el hijo de aquel chico tiburón se gustaban. Claro que entre que su ahijado y aquel muchacho prefería al pelirrojo, y no porque el blondo fuera una mala opción todo lo contrario, pero de verdad se parecía mucho a Naruto y de alguna manera aquello le traía escalofríos.

—Se parecen a vosotros—dijo de repente Shion, con un toque de emoción que desconcertó a todos. —Es como si Hina estuviera con Naru-naru—dijo la rubia animada haciendo que las mejillas de los mencionados se encendieran. —Así se cumpliría tu amor no correspondido—bromeó a su esposo.

—¿Lo sabías? ¿Naoto te lo contó? —preguntó él sorprendido, pero ella negó mientras soltaba una sonrisa melodiosa.

—Siempre lo supe, y la verdad es que al principio creí que eras gay porque te gustaba Hina, pensé que íbamos a ser rivales, ya que ella también fue mi primer amor—dijo riéndose. —Pero luego al ver que ella era una chica y que solo te veía como amigo, y te conocí mejor. Ya sabe, me enamoré de ti y de tu despistada manera de ser—confesó haciendo sonreír al blondo.

—Eres la mejor—dijo robándole un beso a su esposa mientras Hinata sonreía.

De repente otra presencia se acercó y se colocó justo a su lado.

—¿Celosa? —preguntó haciendo que ella lo mirara.

—En absoluto, Toneri también podía llegar a ser fogoso—dijo haciendo que algo dentro de Sasuke se revolviera.

—Te encanta lastimarme, ¿no? —dijo, pero ella solo se limitó a sonreír. —¿Cuándo me dejarás besarte así? —comentó mientras la miraba haciendo que por u segundo ella se sonrojara, de verdad que amaba que a pesar del tiempo sus reacciones no cambiaran.

—Solo amigos, ¿recuerdas? —dijo en tono burlón haciendo que el chico sonriera. Incluso después de tres años la chica no había cambiado ni un ápice su decisión. Se estaba volviendo loco, ya que tenía tantas ansias de estar a su lado, pero tal como se lo había prometido no lo haría, no hasta que ella misma lo aceptara y se abriera a él, esperaría todo lo que ella necesitara, la amaba, y eso nunca cambiaría.

Y mientras ambos miraban al grupo de adolescente la Hyuga sonrió por lo bajo mientras lo miró de reojo. Tal vez lo haría esperar unos años más, después de todo para ambos la amistad era lo mismo que el amor.

Notas de la autora: ¡Hola! Voy a ser sincera, la verdad es que no soy nada buena con los finales, lo siento. Pero la verdad es que creía que esto era lo mejor que podía hacer, ya que, aunque bueno, no acaban juntos, juntos Hina da a entender que en algún momento le dará la oportunidad. No sé si esto es lo que tenían en mente para el final, seguro que no, pero quería hacerlo así. 

Gracias a todo los que han llegado hasta el final, de verdad que era muy feliz con cada comentario que recibía, muchas gracias por leer. Espero que por lo menos les haya gustado, de verdad, muchas gracias por todo.


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