
RIVALIDAD Y CELOS
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, excepto por algunos que yo misma he creado para poder narrar la historia. La historia no es mía, ya que me he inspirado en una película hindú llamada "Kuch Kuch Hota Hai" que en español significa "Algo sucede en mi corazón."
Lo que está en cursiva significa que es una escena del pasado y los tres puntos un cambio de escenario.
CAPÍTULO ONCE
RIVALIDAD Y CELOS
Una enorme sonrisa se formó en el rostro de Toneri cuando leyó el mensaje que le había enviado la peliazul. No esperaba que ella se enterase tan rápido de lo que había hecho, pero le alegraba saber sobre ella, aunque solo fuera para que le diera las gracias. Él le tenía una gran estima a la chica, ya que habían sido amigos de la infancia. Justo ahora acababa de llegar del avión y se estaba acomodando en su apartamento en Londres, así que sin esperar rápidamente llamó a la ojiluna, aunque fuera muy tarde allá, a causa de la franja horaria. Hinata se sorprendió al ver quien era que la llamaba a esas horas de la noche, y aunque estaba un poco nerviosa, le contestó.
—H-hola—respondió dudosa y nerviosa, ya que temía haber perturbado su sueño. —¿Te desperté? —preguntó resentida por el error que había hecho. —Lo siento mucho—se excusó rápido, muy arrepentida, haciendo que en el otro lado de la línea el ojiceleste se riera.
—No te preocupes, aquí son las seis de la tarde, tu debes ser la que debería estar durmiendo. Por lo que, la persona que se tiene que disculpar por despertar a alguien, debería ser yo—dijo el divertido, haciéndola sonreír, de verdad que era un chico atento y considerado.
—¡Es verdad dijiste que ibas a viajar a Londres para hacer tu master! —dijo ella recordando cuando se lo dijo en la playa, haciendo que él volviese a reír, la inocencia de la azabache era una de las cosas que más le gustaban de ella. —En verdad yo te quería agradecer por lo que hiciste por nosotros—dijo avergonzada, ya que, aunque era amigos hacía mucho que lo veía y ya la había ayudado así.
—No fue nada, no te preocupes, es lo que hacen los amigos—dijo sencillamente restándole importancia, aunque para ella no fuera así.
Hinata en verdad se sentía en deuda con el peliblanco, solo esperaba que un día de estos le pudiera devolver el enorme favor que le había hecho a ella y a su familia, algo que jamás olvidaría. Aún se sentía un poco apenada por la situación que había pasado con el Uchiha, pero al menos hablar con Toneri le había servido para aliviarse y sentirse mejor, después de todo ella se había prometido alegrase por la felicidad de su mejor amigo. El peliblanco era muy lindo, además que le resultaba tan fácil hablar con él, parecía que el tiempo que había estado separados no había pasado. Estaba tan entretenida al hablar con él que no se había dado cuenta de todo el tiempo que lo habían hecho hasta ver las fijas y risueñas miradas de sus tres rubias amigas que la observaban con complicidad y diversión, haciendo que con rapidez se despidiera de él, dejándola muy avergonzada y apenada, ya que se había pasado toda la noche hablando con él.
—Muy bien Hina, empieza a soltar prenda, pillina ¿con quién hablabas? ¿Era el galán de la otra vez? —dijo Ino con un toque coqueto.
La dulce Hyuga se sonrojó por la insinuación de la blonda, pero rápidamente puso un semblante triste inundó su rostro, ayer no les había comentado nada sobre la practica de confesión que el Uchiha había tenido con ella ya que se había quedado sola hasta muy entrada la noche tratando de detener las lágrimas. Las chicas preocupadas se acercaron, así que la ojiperla se dispuso a explicarles todo.
¡Ese maldito! —bramó indignada la novia de Naruto. Estaba muy, pero que muy indignada, ahora mismo el azabache se iba a enterar.
Con extrema rapidez las otras dos rubias detuvieron a Shion, conocían el impulsivo carácter de la de ojos lavandas, por lo que sabían que iría a reclamar al Uchiha. Y claro que ellas también deseaban hacerlo, era un idiota, pero aquello solo pondría en aprietos a su amiga, por lo que, lo mejor era que el tiempo solucionase las cosas. Además, con la llegada de ese peliblanco las cosas podrían mejorar para la peliazul, tal vez ese chico podría conseguir de una vez por todas sacar al Uchiha del corazón de la primogénita de los Hyuga.
. . . . . . .
No podía apartar de su mente el sonrosado rostro de la peliazul. "Te quiero" repetía constantemente su mente, no dejando de darle vueltas una y otra vez a lo que su mejor amiga le había dicho. No sabía cómo se había podido contener para no besarla allí mismo. Él siempre había sido altanero y prepotente, dejando claro que odiaba a los cobardes, pero se había comportado como uno. Había dejado que su temor tomase el control de su cuerpo y se apoderara de él, pero es que, jamás había sentido tanto miedo. Solo al ver como la delicada piel de la peliazul se había puesto completamente blanca y sus ojos llorosos, clara muestra cuando ella se ponía muy nerviosa porque lo quería rechazar. Ya había observado otras veces como se ponía así cuando alguien se le confesaba, y su respuesta siempre era negativa. Conocía el dulce carácter de la Hyuga, ella odiaba lastimar a otros, por lo que seguramente se había puesto muy nerviosa y angustiada con esa repentina confesión, menos mal que había podido actuar rápidamente.
Le vino a la mente ese ridículo pelo de anciano, haciendo que el enfado creciera, él era mucho más guapo, seguramente más inteligente y quería mucho más a Hinata de lo que él jamás lo podría hacer. Pero se quedó callado, ya que no era lo suficientemente valiente como para arriesgarlo todo por ella, pero el otro también lo hacía bastante mal, ya que lo único que hacía era ser indiferente con ella y no ver sus sentimientos. Aquello era lo que más rabia le daba, tenía el corazón de su ojiluna, pero no era capaz de apreciarlo, lo maldecía.
—Tonto hermano menor—llamó Itachi, pero Sasuke no le prestaba atención a causa de ir tan ensimismado en sus pensamientos. —Tonto hermano menor—volvió a llamar mientras lo miraba con parsimonia desde el marco de la puerta por fin obteniendo su atención.
—Qué—respondió cansado y sin ganas de nada, se sentía horrible. El mayor lo miraba con preocupación sin decir nada, no entendía porque se comportaba así desde que empezó la uni. Se preguntaba si Hinata o Naruto tenían algo que ver, ya que los únicos que conseguían que el azabache se pusiera de esa manera era ellos, ¿una pelea? De verdad que era problemático ser el mayor.
—Sabes Sasuke, últimamente te noto más distante y pensativo, ¿qué ocurre? —preguntó, pero este no les respondió. —Bien—dijo resignado, conocía el carácter de su hermano. —Supongo que es asunto tuyo así que no insistiré, pero si me necesitas algo sabes que puedes contar conmigo—dijo tocando su frente. —Otra cosa, mamá de hace rato te está llamando para que bajes a desayunar—finalizó.
El morocho se volvió a lanzar en su cama, no solo estaba así por Hinata, Sakura también le preocupaba, la estaba utilizando y aquello no le parecía bien, pero no se podía echar para atrás, ya le había pedido salir y la peliazul también lo sabía, no tenía manera de como librarse de aquella situación sin herirla. Notaba como los sentimientos de la pelirosa eran verdaderos, tan fuertes... Claro que él sentía algo por la chica, le atraía, como no hacerlo, ya que era muy hermosa, pero de ello distaba mucho al fuerte sentimiento que tenía hacia su peliazul mejor amiga. Y eso era lo que más le martirizaba, porque Sakura sencillamente le gustaba, pero no más.
Cuando decidió bajar a desayunar, todos ya estaban sentados, inclusive su padre, que leía muy entretenido el periódico sobre asuntos legales y de empresas, buscando algún caso interesante, ya que él era el presidente y dueño de una de las firmas más importantes de abogados de Konoha. Su madre le sonrió, hacía mucho que no desayunaban los cuatro, ya que siempre por algún motivo faltaba alguno.
—Por cierto, Sasu-chan, ¿Qué tal esta Hina-chan? —preguntó la mujer haciendo que el morocho se tensara, no quería hablar sobre eso.
—Bien—respondió un tanto tajante, extrañando a Mikoto, esperaba que no se hubieran peleado, ya que le tenía una gran estima a la chica. —Tengo novia—informó tranquilo, mientras daba un sorbo a su amargo café, esperando la reacción de sus familiares.
A la mujer le brillaron los ojos, ¿podía ser que al fin los cielos habían escuchado su petición y su hijo y la peliazul estaban juntos? Por otra parte, tanto Fugaku como Itachi tuvieron una reacción más neutra, aunque claramente estaban igual de sorprendidos.
—¡Lo sabía! —gritaba eufórica la mujer. —¡Sabía que tú y Hinata-chan harían una hermosa pareja! —dijo descolocando al menor.
Sasuke se había quedado frío ante las palabras de su madre acababa de pronunciar, creía que había sido lo suficientemente cauteloso con respecto a sus sentimientos por la ojiperla que nadie lo notaría, ni él mismo hasta hace poco lo había averiguado. Pero si su madre lo había notado, eso significaba que Itachi, o alguien más también podía saberlo. Una tétrica idea se le pasó por la mente, ¿sería posible que el dobe de Naruto también lo supiera? Negó, era muy tonto, además, estaba convencido de que si conociera su secreto no se hubiera quedado callado, sino que lo hubiera estado fastidiando todo el rato, como seguro haría cunado se enterara sobre su relación con Sakura.
—Mamá no es así, Hinata es solo mi amiga, mi novia se llama Sakura—habló tranquilo, aunque se encontraba bastante nervioso. —La conocí este año, es una chica que esta cursando la carrera de Psicología y es la hija del director—aclaró sorprendiendo más a los presentes.
Porque, una cosa era que saliera con Hinata, él siempre había tenido un fuerte cariño por ella, haciéndole caso incluso cuando ocurrió el problema con Itachi, entendían que saliera con ella, ¿pero con una desconocida?, sabían cómo era el carácter del menor de los Uchiha, él jamás había tomado a una mujer en serio, a parte de la peliazul, pero porque la trataba como su amiga, así que les sorprendía la noticia.
—Entiendo—dijo la mujer con una sonrisa, aunque con un ligero toque de lástima, ella siempre había notado como la primogénita de los Hyuga tenía fuertes sentimientos por su hijo menor, seguramente estaba muy dolida con toda esa situación.
Siguieron comiendo en el mas absoluto silencio, hasta que todos terminaron. El morocho se levantó y agradeció para luego salir rápido. Tomó las llaves de su auto y partió en sentido hacia la universidad, había tenido un desayuno de lo más incómodo. Parecía que a su madre no le entusiasmaba demasiado la idea de que tuviera novia, o al menos que no lo fuese Hinata. Él más que nadie desearía eso, pero sabía que no podía obligar a su peliazul mejor amigo a quererlo, ya que su corazón pertenecía a otra persona.
Aparcó y luego bajó, estaba agotado a pesar de que no había hecho nada. Solo quería tener un día tranquilo e irse rápidamente a casa, pero entonces una delicada silueta se aproximaba a él a gran velocidad. La reconoció al instante, era su "novia".
Hola Sasuke-kun—aquel sufijo le molestó, las únicas personas que lo llamaban así eran Hinata y a veces su madre. Pero de todas maneras le devolvió el saludo, ella se acercó más y le dio un cálido beso, provocando que varios estudiantes los miraran asombrados.
En pocos minutos la gente ya había comenzado a murmurar, algo que molestaba demasiado al morocho, ellos no tenían ni voz ni voto en lo que él hacía o dejaba de hacer, así que ya se podían ir ahorrando sus malditos chisme y rumores, de verdad que le molestaba. Por otra parte, Sakura ni siquiera prestaba atención a todo ese tumulto de personas, lo único que le importaba era el azabache. Era la primera vez que se sentía aquello por un chico, a pesar de que ya había tenido otros novios, pero jamás había sentido algo parecido, los profundos ojos del pelinegro parecían que la hechizaban y sus latidos se aceleraban por el simple hecho de estar a su lado.
La chica se agarró de su brazo, cosa que él nunca había permitido, porque le molestaba esas extremas muestras de afecto, pero no podía decirle nada, él solo se había metido en ese problema. Además, estaba prácticamente jugando con los sentimientos de la ojijade, no podía ser tan mezquino como para recriminarle algo. Así que se tragó sus ganas de apartarla y siguió caminando tranquilamente. Pronto sus amigos aparecieron haciendo un alboroto, sobre todo el rubio, que miraba con incredulidad la escena que tenía en frente.
—¡No puedo creerlo! Cuando escuché a los demás decir que estabas saliendo con alguien creí que me estaban tratando de tomar el pelo. ¡Pero es cierto, dattebayo! ¡Y con Sakura-chan! Ya sabía yo que ella te gustaba. ¡Vez como tenía razón! —gritaba a pleno pulmón.
Él era el más exaltado, mientras que Shikamaru y Sai lo felicitaban con tranquilidad, aunque también se encontraban sorprendidos. Entonces apareció Hinata junto con sus amigas, las otras dos rubias miraron con parsimonia a la Haruno, sonriéndole levemente, aunque les dolía que su amiga sufriera la pelirosa había conseguido el corazón del moreno de manera limpia, así que no le podían recriminar nada, al contrario que Shion, que la miraba con más odio que nunca, igual que al Uchiha. Pero él no se fijaba el la lilosa mirada de la blonda, sino la de su peliazul amiga, que le sonreía con calidez a pesar del gran dolor que estaba sintiendo en ese momento.
El resto del día pasó tranquilo, junto con las felicitaciones de sus amigos por la nueva relación de Sasuke y Sakura, claro que muchas veces Shion deseó saltar sobre la feliz pareja, pero para suerte de Hinata, era detenida en cada ocasión. Pero sobre todo se molestaba con su blondo novio, que a cada rato felicitaba al Uchiha diciendo que pensaba que nunca vería el día en que su mejor amigo tendría novia.
Deberías parar Naruto—dijo Shion con voz dura dejando al rubio helado, ya que ella solo lo llamaba así cuando se enfadaba de verdad.
Así los días poco a poco fueron pasando. Mientras el contacto entre Toneri y Hinata era cada vez más cercano, ya que se hablaban bastante por teléfono, la amistada de Sasuke y la peliazul comenzaba a ser más distante, porque siempre se encontraba con la pelirosa. Sin darse cuenta el tiempo había volado, ya estando a solo un día de las tan ansiadas vacaciones de Navidad.
—¡Por fin seremos libres! —gritaba eufórico el rubio, que no se creía que por fin había acabado esa tortura de semestre.
Hinata le sonrió, mientras todos los demás reían, el rubio era un exagerado, aunque en parte todos se sentía de aquella manera, los exámenes del tercer año eran realmente difíciles, así que sí que se merecían un buen descanso por todo lo que habían sufrido.
—Será mejor que vayamos a nuestra siguiente clase, sabes que a Azuma no le gusta que lleguemos tarde—inquirió el pelinegro.
Así los tres se dirigieron al salón, seguidos de las miradas de todos, ya que aún muchas chicas no perdían la esperanza, de que, tarde o temprano, el Uchiha acabaría rompiendo con la pelirosa, aunque no se daba ningún indicio de que eso fuera a pasar.
—¿Qué harás tú Hina-chan? —preguntó el ojiazul, haciendo que la chica sonriera con calidez y felicidad, logrando intrigarlos.
—Toneri-kun y su familia van a venir a pasar las vacaciones en nuestra casa—informó dejando de piedra a los dos, eran los primeros en saber, ya que ni siquiera se lo había dicho a sus amigas. Pero es que se había enterado esa misma mañana por un mensaje del peliblanco.
El nombre del albino se había hecho bastante presente en ese corto mes, haciendo que Sasuke y Naruto especularan si se trataba o no del misterioso amor unilateral de la peliazul. Además, al verla con las mejillas sonrosadas y con esa alegre sonrisa, no dejaba pensar lo contrario. Naruto se alegraba de que su amiga fuera feliz con la persona que quería, aunque no podía evitar sentirse como un padre que estaba viendo a su hija hacerse mayor. Por otra parte, Sasuke se moría de celos cada vez que el ojiceleste era nombrado, odiaba con cada parte de su cuerpo al chico, pero no osaba decir nada, ya que tenía miedo de dañar a la Hyuga. Esta vez quería pensar en la felicidad de ella, por eso es que la alentaría en silencio, dejaría, aunque le costara, que su princesa estuviera con quien realmente amara.
—¿Y tú teme? ¿Qué harás? —dijo el Uzumaki con cara pícara, ya que sabía cuales eran los planes del morocho.
—Mi mamá quiere conocer a Sakura, así que ella y su padre van a pasar las fiestas con nosotros—soltó tranquilo, haciendo que algo se moviera en el corazón de la Hyuga, desde que habían empezado las clases no había visto a la familia del azabache.
—¿Qué tal esta Mikoto-san, Fugaku-san y Itachi-nii? —siempre le había molestado que su amiga llamara de esa manera a su hermano, ya que parecían muy cercanos, pero claro jamás lo había manifestado, por lo que la peliazul aún llamaba así al azabache mayor.
—Bien, mi mamá siempre pregunta por ti—informó haciendo que la ojiluna sonriera, tenía una gran estima por la mujer, ella muchas veces se había comportado como su madre, ya que la suya estaba muy lejos, siempre diciéndole que era como la hija que nunca tuvo.
—Hablando de madres, la mía ha dicho que un día de estos te pases por casa, dattebayo—dijo haciendo que la chica riera encantada.
Siguieron hablando un rato más para luego acceder a clase, justo a tiempo, así las horas transcurrieron hasta que finalizó el último día. Pronto la padilla se comenzó a despedir, cada uno dirigiéndose a su casa, para pasar las fiestas con sus familiares.
Hinata se dirigió hacia donde siempre tomaba el tren, pero se sorprendió al ver allí a Sasuke, se acercó un tanto insegura, hacía mucho que no hablaban estando completamente solos, pero igual tomó todo su valor y se dirigió hacia él. Cuando la divisó una cálida sonrisa, que hacía mucho que no veía se ensanchó en su rostro, consiguiendo que las mejillas de la Hyuga se comenzaran a ruborizar.
—Me alegra que aún no te hayas ido—dijo en un tono dulce que no era usual en él, sorprendiéndola. —Toma—dijo extendiéndole un pequeño paquete perfectamente envuelto en papel de regalo. Ella no entendía nada, mayormente su regalo siempre se lo daba junto con Naruto, cuando volvían de las vacaciones, por lo que aquello le parecía tremendamente extraño. Aunque no podía quejarse, pero ese tipo de cosas solo lograban que no dejara atrás sus sentimientos por él. últimamente había sido bastante distante, así que no entendía porque se comportaba así, ¿tal vez se estaba intentado disculpar? —Es por tu cumple y Navidad—dijo ya con su tono usual. Ella se sorprendió tremendamente con ello, ya que sabia que el morocho no era de los que eran más detallistas, podía contar con los dedos de la mano cada vez que él había sido sorpresivamente tierno. Pero aún así eso no quitaba el hecho de que estaba muy feliz.
—G-gracias—contestó con otra sonrisa aún más grande consiguiendo que él se pusiera nervioso, haciendo que le revolviera el pelo. Se sentía tan feliz, no se lo podía creer, ella ya tenía el regalo de todos en su mochila, por lo que se giro para buscar el del morocho.
—Oh vamos Hyuga, sabes que no me gustan los regalos, solo quería hacer esto por ti—informó, pero Hinata negó dándole el obsequio, que aceptó encantado. —La verdad es que vine porque este año no podré felicitarte el día de tu cumpleaños, nos vamos a ver a mi tío Indra que vive en una montaña lejana y no hay teléfonos—dijo haciendo que se entristeciera por la noticia. —No pongas esa cara, solo serán unos días, luego nos veremos como siempre—dijo tranquilo, pero en uno de sus impulsos acarició uno de los mofletes de la peliazul para luego darle un suave beso que consiguió desubicarla totalmente, haciendo que comenzara a tartamudear y sonrojarse en extremo, consiguiendo que el morocho riera más. De verdad que le encantaba verla así cuando él era la causa.
—I-irá Sakura-san—preguntó un tanto recelosa, sorprendiéndolo y obteniendo una burlesca sonrisa por su parte.
—No, solo pasaremos Navidad juntos. Ya sabes como es mi madre, quiere conocerla—dijo haciendo que por fin riera. —No estés celosa. Solo te quiero a ti—habló para luego darle un cálido beso en la frente haciendo que su pulso se acelerara aún más. —Felices fiestas, hime—dijo despidiéndose, ya que justamente había tocado la alarma del tren advirtiendo de su partida. —Vamos, ve. No quiero que por mi culpa llegues tarde, saluda a todos en mi nombre—dijo empujándola suavemente hacia el vagón para luego marcharse rápido. No quería que ella se diera cuenta de lo rojo que estaba, se sentía muy avergonzado. ¡¿Como había podido decir algo tan cursi?!
Aquello le parecía gracioso, pero le ponía muy feliz, porque eso significaba que aún era importante para él, claro que seguramente como su mejor amiga, pero se alegraba saber que aún estaba muy presente en su vida. Con un poco de nervios se dispuso a abrir el paquete, tenía mucha curiosidad por descubrir de que se trataba. Sus ojos se agrandaron al ver ese precioso broche en forma de orquídea. No podía creer que él de verdad se lo había comparado, sin poder evitarlo unas ligeras lágrimas se le escaparon, haciendo que recordase.
Habían salido los tres al centro comercial, ya que pronto se acercaba Navidad, y como siempre el rubio lo había dejado para último momento, incluido el de Shion, que era el que más desesperado lo tenía, ya que la rubia tenía justos muy específicos y el no era el más idóneo en hacer regalos, cosa que tanto el morocho como la Hyuga podían corroborar. Parecía que el Uzumaki tenía un extraño don para escoger los regalos más extraños y extravagantes de las tiendas, como la tetera en forma de rana que le había dado a Hinata y el tétrico títere que le había regalado al azabache el año pasado para sus respectivos cumpleaños.
Miraban las tiendas en busca del regalo perfecto para la blonda, cuando los perlados ojos de la peliazul se centraron en un escaparate, que tenía un precioso broche de oro blanco y dorado en forma de orquídea, eran pequeñas perlas unidas que hacía la forma de la flor, dándole un aspecto único, como una media corona.
—No parece muy del estilo de Shion ¿Crees que le guste Hina-chan? —preguntó el ojiazul acercándose de la nada, logrando que la Hyuga se sorprendiera, pero ella solo se limitó a sonreír con un poco de vergüenza, ya que sabía que a su rubia amiga no le gustaban demasiado las joyas, sino que lo había visto para ella, aunque creía que no le quedaría demasiado bien. Miró con detenimiento el objeto, era bastante bonito, lo había decidido, se lo compraría, pero al ir a mirar el precio se quedó pálido. —¡Es que quieres acabar con mi billetera Hinata-chan! ¡Estos precios son una estafa, dattebayo! —decía como alma en pena, haciendo que Sasuke suspirara y girara los ojos, de verdad que era un idiota. Mientras que Hinata solo se sonrojaba, no quería causarle problemas a su amigo.
El morocho dirigió su mirada hacia su amiga, notaba que en verdad le había gustado el objeto, pero como siempre, no decía nada. Siguieron caminando un poco más hasta encontrar una caja de música, eso sí que era algo que le gustaba a Shion. Cuando ya tuvieron todos los regalos del Uzumaki se estaba por ir, pero Sasuke les dijo que se adelantaran. Ellos sin hacer más preguntas continuaron su camino, mientras que él volvió a la tienda donde la ojiluna había visto el broche. Maldecía por dentro, Naruto tenía razón con respecto al precio, era caro, pero no le importaba, había notado que Hinata de verdad lo quería, por lo que se lo compró sin pensárselo más, quería hacer algo por ella, que viera cuán importante en verdad era para él.
Hinata abrazó con delicadez el objeto, Sasuke solo le hacía las cosas más difíciles, se pregunta si de verdad algún día iba a ser capaz de dejar de amarlo, solo esperaba que el tiempo estuviera a su favor y al final mirara al azabache como a un verdadero amigo. Al ir tan ensimismada con su presente el viaje se le pasó realmente rápido, al llegar a la estación buscó a sus padres, pero quienes estaban allí eran sus dos amigos, Kiba y Shino. Se quedó sorprendida por ello, pero rápidamente corrió a saludarlos, se pusieron al día sobre la universidad y las cosas que habían hecho para luego ir a la casa de la peliazul, que estaba más que encantada de ver a sus dos buenos amigos.
Cuando llegaron se extraño al ver un auto desconocido, pero rápido calló en cuenta de que seguramente se trataba del de la familia de Toneri. Eso significa que ya estaban allí, entusiasmada entró al lado de sus amigos, sin darse cuenta que al Inuzuka le molestaba bastante la presencia del albino mayor allí, ya que notaba que Hanabi estaba muy pendiente del recién llegado.
—Toneri-kun—dijo la peliazul al ver al chico sentado en el sofá, consiguiendo que una radiante sonrisa se posara en su rostro.
Le faltó tiempo para ir hacia ella elevándola, haciendo que sus mejillas comenzaran a adquirir un rojo escarlata y tanto Neji como Kiba lo comenzaran a mirar mal, ninguno de los dos aprobaba esas extremas confianzas que el peliblanco tenía con la ojiperla, es más cada vez que habían intentado hacer eso la peliazul siempre les pedía que parasen, ya que le parecía muy vergonzoso.
—¿Por qué el sí puede cargarte y yo no? —dijo claramente indignado el castaño, poniendo más nerviosa a la Hyuga, que no sabía donde meterse, ya que no había esperado que el chico la recibiera de aquella manera. Era cierto que hablaban muy seguido, pero ahora que lo tenía en frente sentía las cosas muy distintas a como lo eran usualmente, ahora se encontraba muy pero que muy avergonzada.
—Tan quejica como siempre—dijo Hanabi interrumpiendo. —La verdad es que si no hubieras aceptado salir conmigo todavía pensaría que te gusta mi Onee-chan—puntualizó la castaña con soberbia, sorprendiendo a la mayor, que no sabía nada de su relación.
Aquello había sido una muy grata sorpresa, pero le pesaba un poco enterarse tan tarde, el hecho de que estudiara tan lejos de su familia era algo que quisiera cambiar, tal vez había llegado el momento de decir adiós a Konoha y volver a Suna, pero entonces le vinieron los rostros de sus amigos, de Naruto, Shion, Ino, Temari, incluso de Sai y Shikamaru, pero sobre todo de Sasuke, pero la imagen le sabía un poco amarga, ya que al instante le aparecía al lado de la pelirosa. Tal vez lo mejor era que después de la uni consiguiera trabajo en Suna.
Así en un abrir y cerrar de ojos el tiempo había pasado, ya estando de vuelta de sus vacaciones, a todas las fiestas les habían quedado bastante cortas. Hinata se había divertido mucho, estar con sus amigos, la familia de Toneri; su hermano Suigetsu le caía muy bien, igual que el señor Hamura, claro que aún la madre de ellos era un misterio, por lo que nunca era mencionada. Pero compartir ese tiempo con ellos solo hacía que más dudas surgieran en su cabeza, y esta vez era más fuerte que el hecho de alejarse del morocho.
Hina yo te llevo, no tomes el tren—dijo el peliblanco amablemente mostrando sus llaves, mientras subía sus maletas a su auto, casi ni dándole la oportunidad de negarse, pero no le importaba, se sentía muy a gusto con el peliblanco, era un muy buen amigo.
Kiba rio por lo bajo, ahora estaba mucho más tranquilo con la presencia del ojiceleste allí, ya que notaba a leguas que la que le interesaba era Hinata, claro que él y Shino ya se habían encargado de darle el aviso de que si hería a la peliazul se iba a enterar, igual que Neji, aunque los tres creían que el albino era una buena persona. Esperaban que al final la Hyuga acabara enamorándose de él, igual que los padres de ella. Tanto Hana como Hiashi, sobre todo el último, ambos deseaban que algún día formaran una bonita familia. El patriarca de los Hyuga estaba convencido que no había nadie más indicado para su primogénita que el albino, veía que quería de verdad a su hija mayor.
Tuvieron un viaje muy ameno, cantando canciones que a ambos le gustaban, riendo y jugando. Cuando llegaron se puso un poco nerviosa y Toneri lo notó, así que en señal de apoyo le tomó con delicadez su mano y la ayudó a salir del coche, solo haciendo que la gente mirara. Para Hinata todo ello era muy incómodo no le gustaba ser el centro de atención, pero estar con el albino le calmaba bastante.
—¿Hina-chan? —preguntó Naruto haciendo que ella sonriera y Toneri sintiera un poco de celos de esa sonrisa que le había provocado.
La Hyuga se soltó con delicadez del ojiceleste y fue a abrazar al blondo, que la recibía encantado, mientras miraba con recelo al chico que tenía en frente, preguntándose mentalmente de quien se podía tratar. Además, notaba como la penetrante mirada del peliblanco lo fulminaba, así que sabía que no le gustaba para nada lo cariñoso que estaba siendo con su mejor amiga, pero no le importaba.
—¿Quién es? —dijo un tanto malhumorado, señalando con la cabeza al Otsutsuki, que estaba parado con un gesto de seriedad.
—Sí, ¿Quién es? —intervino repentinamente Sasuke, mirando aún más mal chico, ya que recordaba haberlo visto cuando dejó a Hina en la universidad la vez pasada. Solo haciendo que las malditas interrogantes porque fuera su amor no correspondido fueran acertadas.
—Aún no está definido—dijo Toneri mirando protectoramente a Hinata, notaba que el aura que irradiaba el pelinegro que acababa de llegar era muy distinta al rubio, él si que parecía odiarlo. —Pero por el momento pueden llamarme Toneri—dijo amablemente. —Es muy probable que nos vemos seguido, ya que Hinata-chan y yo somos muy amigos—dijo un tanto altivo. —Nos vemos—se despidió para luego darle un inesperado y repentino beso en la mejilla a la ojiluna que la dejó de piedra, mientras Sasuke lo maldecía internamente.
.
Dos años después
.
Estaba delante de todos los alumnos por ultima vez, dando su último discurso como presidenta del consejo estudiantil, después de cuatro largos años por fin se iban a graduar, lo sentían como si hubiera sido ayer, ahora solo eran recuerdos. La ceremonia pasó sin problemas, la peliazul dio un perfecto discurso, haciendo que todos los alumnos le aplaudieran, ella jamás olvidaría esos años, le sería imposible. Todos sus amigos estaban allí comenzando a bajar del escenario donde les habían entregado sus diplomas, yéndose a reunir con sus familias. Hinata rápidamente se acercó a saludar a sus padres, para luego saludar a su hermanita y finalmente a su querido primo, que la levanto, haciendo que se sonrojara. Pero su sorpresa fue grande cuando vio allí a Toneri, con un enorme ramo de orquídeas blancas.
Toda la atención se poso en ellos dos, ya que se rumoreaba mucho sobre el "misterioso" amante de la chica, por lo que muchas de sus fans querían conocer al tan famoso "novio" que se había robado el corazón de la Hyuga. Querían recriminarle por llevarse a su príncipe, pero cuando vieron al albino muchas se quedaron calladas, ya que era muy guapo, haciendo que todas aceptasen ese "bromance".
—¡Es Toneri! —dijo Shion en voz picara, ya que el chico últimamente venía a visitar mucho a la peliazul, haciendo que Sasuke se tensara.
A la Hyuga se le formó una enorme sonrisa cuando lo vio y sin darse cuenta corrió a abrazarlo, no esperaba que también fuera. Él encantado le recibió su gesto, haciéndola dar vueltas cuando la tuvo en sus brazos. Tanto Sasuke como Naruto se molestaron por la familiaridad con la que aquel albino la trataba, ya había sido suficiente con la muestra de cariño de su primo como para que aquel tipo también hiciera otra escenita. Hinata ajena al pensamiento de sus amigos solo se centraba en el ojiazul que tenía delante. Se encontraba tan feliz de verlo, a él le había podido contar todo sobre su problema con el Uchiha, ya que sin la necesidad de que ella le dijese algo él lo notaba. Después que la bajó al suelo le entregó un enorme ramo de orquídeas, su flor favorita, cosa que ella agradeció enternecida.
A Shion le causaba gracia que no solo el Uchiha fuera el que sintiera celos por la amistad que el Otsutsuki mantenía con su amiga, sino también su novio, pero no estaba en absoluta celosa, ya que sabía que el rubio celaba a Hinata como un verdadero hermano mayor.
De repente una dulce mujer se acercó con emoción a la peliazul, abrazándola por detrás, Sasuke se avergonzó y rápidamente fue a ver a su madre, ya le había dicho muchas veces que no tratara a Hinata así, menos cuando había tanta gente.
—¡Mikoto-san! —exclamó feliz la ojiluna, hacía tiempo que no veía a la mujer, ya que desde que el morocho había salido con la pelirosa no había vuelto a pisar la casa de los Uchiha. Pero aún así siempre se acordaba de la amable mujer, le tenía mucha estima y respeto.
—Hina—dijo Itachi también saludando a la peliazul, acariciando su peliazul cabellera haciendo que esta sonriera encantada.
—Itachi-nii—rió feliz de verlo, al igual que a la mujer hacía mucho que tampoco lo veía, pero le alegraba mucho. Sin darse cuenta que su primo Neji miraban con rabia al pelinegro mayor, a causa de como lo había llamado, creía que él solo era su Nii-san.
—Sabes, me gustaría que viniera más por casa, se te extraña—dijo Mikoto acariciando maternalmente el rostro de Hinata, que le sonrió.
Notas de autora: de verdad que lamento ser tan lenta, pero el trabajo me impide escribir tanto como quisiera. Bueno pasando a otra cosa... de verdad que soy muy feliz por sus comentarios. Muchas, pero que muchas gracias.
Ya nos leemos. ;D
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