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NUESTRO ÚLTIMO ADIÓS Y UN NUEVO COMIENZO

CAPÍTULO 2

NUESTRO ÚLTIMO ADIÓS Y UN NUEVO COMIENZO

Hinata estaba muy feliz, su pequeña estaba muy sana, todos estaban felices por el nuevo miembro de su familia. Ya no podía pedir más, estaba seguro que ahora todo iría bien.

–Hina-chan, ya sabes cómo vas a llamar a mi ahijada–habló un chico castaño de sonrisa perruna que se encontraba al lado de la peli azul, logrando que ella asintiera.

–¿Tu ahijada? Hinata no te ha dicho que tú serás su padrino, puede ser otra persona–habló con voz neutra el otro chico de aspecto más sereno que también se encontraba allí, logrando que la peli azul riera.

–Como su cuñado es normal que sea el padrino de la pequeña Hinata–respondió Kiba mirando retadoramente a Shino. Sabía que, aunque no lo demostraba su amigo tenía tantas ganas como él de ser el padrino de la niña, por eso no se podía descuidar ya que Shino no era un oponente fácil de vencer.

–Claro, después de embarazar a Hanabi no le quedaba de otra a Hiashi-san más que aceptarte–respondió en tono calmado, logrando enfadarlo, al recordarle lo apresurada que había sido su boda a causa del bombo que había hecho en la chica. –Además Miyuki y yo también podríamos ser buenos padrinos para la pequeña Hinata–respondió con un ligero toque de egocentrismo que nunca habían visto en él.

–Claro que sí Mr Bug–rio Kiba ya que sabía lo mucho que le molestaba que lo llamara con ese apodo. Era cierto que a Shino le gustaban los insectos, no lo podía negar, por ello se habían convertido en entomólogo, pero no era un hombre bicho. Odiaba que lo llamara de esa manera.

–Prefiero eso a ser un chucho pulgoso–rebatió tan tranquilo que comenzaba a sacar de sus casillas al castaño. Kiba era veterinario, además del amo de Akamaru, un enorme perro que siempre estaba rascándose.

–Chicos, cálmense–pidió amablemente la chica, pero parecía que no la habían oído. A pesar de que no le gustaba ver a sus amigos pelear a veces esos pequeños conflictos le hacían recordar a cierto rubio y pelinegro discutiendo por tonterías, pero que después las olvidarían, igual que ellos.

Cuando Hinata fue a vivir a Konoha se separó de ellos dos, pero ahora que había vuelto a Suna las cosas habían seguido igual que siempre, claro que jamás dejó de llamarles por teléfono o visitarlos en vacaciones. Pero aun así no esperaba que la tratasen tan bien como lo habían hecho. Parecía que los años no habían pasado y se sentía como en casa por el dulce trato con la que la recibieron, además había hecho más amigos.

–¿Cómo se encuentra la esposa más guapa de todas? –preguntó un peliblanco mirando a la chica rompiendo el tenso ambiente que se había creado después de las palabras de Shino.

–¡Suigetsu-kun! –dijo Hinata al ver al hermano menor de su esposo, el chico siempre era muy oportuno, entraba justo en el momento que algo iba a pasar, buena o mala, no importaba.

–¿La más hermosa de las esposas? –preguntó su mujer acomodándose las gafas haciendo que sudara frío. A veces, por no decir que siempre, hablaba sin pensar en las consecuencias metiéndose en problemas.

–¿Hermosa? Supongo que debe estar hablando de mi cuñada–dijo otro peliblanco que acababa de aparecer, haciendo reír a Karin y salvando a su hermano de posiblemente hoy dormir en el sofá, ya que la pelirroja era de armas tomar. –Hina, te traje un té por si te sentías cansada–dijo Toneri acercándose a su esposa.

–Muchas gracias–contestó la chica con una radiante sonrisa, logrando que él se sonrojara, no importaba que ya llevaban más de dos años de casados, seguía sintiendo lo mismo desde que la vio por primera vez.

Claro que su aspecto había cambiado bastante, pero, aun así, cuando la vio sintió como el mundo se detenía, informándole que ella era la chica con la que debería pasar el resto de su vida juntos, su corazón se lo dijo.

–¡Hina-chan! –una ruidosa chica de pelo castaño entró gritando seguido de un chico de aura más serena que venía junto a un niño de dos años aproximadamente, quien era una copia de él.

–¡Tenten, Neji-niisan¡¡Yuta-kun! –dijo feliz la Hyuga al ver allí a su adorado sobrinito.

–¡Tía! –el pequeño se alegró al ver a la chica, la quería muchísimo. Así que tambaleándose fue corriendo a ella, ocasionando preocupación en sus dos padres, ya que temían que se cayera, pero la chica lo cogió a tiempo, subiéndolo a la cama y presentándole a la pequeña.

–Esta es Miu, es tu prima–dijo mirando a Toneri con las mejillas ligeramente sonrojadas. Él le había dicho que quería llamarla así, porque significaba alas bellas, que ella sería sus alas.

–Es muy bonita papa, ¿no lo crees? –pronunció Yuta sorprendiendo a la peli azul y avergonzando a Neji. Cuando eran pequeños él le había dicho las mismas palabras a ella cuando la había conocido.

–Vaya Neji, parece que tu hijo a diferencia de ti será todo un ligón–se burló Kiba molestando al castaño.

–En verdad Neji-kun le dijo eso a Hinata cuando la conoció–rio Tenten al ver en el aprieto que lo había puesto.

Todos se sorprendieron, no esperaban que el estoico y duro Neji pudiera haber dicho algo como eso. Los murmullos se hicieron presentes, suponían que inclusive él cuando solo era un niño podía ser dulce.

–Ya dije que dejen descansar a Hinata, debe estar agotaba después del parto–una firme voz, que solo podía pertenecer al patriarca de los Hyuga se hizo presente.

–Vamos Hiashi, no seas tan gruñón–dijo su esposa sonriendo dulcemente logrando sonrojarlo, mientras todos reían, solo Hana podía tranquilizar el duro y cascarrabias carácter de su marido.

Un chico de negra cabellera y ojos negros corría por los pasillos del hospital, se le había hecho demasiado tarde, sabía que tenía que estar como apoyo para su mejor amigo, pero con todo el trabajo que tenía no se pudo librar hasta ahora, ya se disculparía cuando llegara. Al fin y al cabo, lo importante era que llegara, además con ese enorme peluche de conejo sabía que no tendría problemas. Además, también estaba ese problema en su apartamento, cuando terminara su visita ya vería bien lo que haría.

–¡Llegué! –gritó el azabache rompiendo las risas de todos. –¿Ocurre algo? –preguntó al ver lo callado que se había puesto el ambiente. Toneri se acercó a su amigo y le dio un codazo ligero logrando hacer reír al morocho.

–Solo que llegas bastante tarde, así que ya no es necesaria tu presencia aquí–respondió Kiba bromeando.

–Me alegra que esté aquí Shisui-kun–dijo logrando que el chico le diera una cálida sonrisa.

–Hime, tan linda como siempre–habló haciendo que ella riera. –Te he comprado esto–dijo dándole el peluche. –Me alegra ver que todo fue bien, parece que mi ahijada es igualita a su madre–dijo acercándose a la pequeña, que le sonreía mientras los cuatro chicos que se encontraban allí miraron con rencor al azabache.

–¿Padrino? –pronunciaron Neji, Kiba y Shino con voz de ultratumba logrando ponerlo en alerta.

–Como hermano del padre creo que yo debería ser su padrino–interrumpió Suigetsu. Rápidamente las crueles miradas se posaron en el peliblanco menor, había vuelto a hablar de más, pero él también quería serlo.

Aquello había ocasionado una pequeña discusión entre ellos, todos dando claramente sus razones del porqué ellos deberían ser el padrino de la pequeña.

–¡Hombres! –exclamaron Karin y Tenten mientras miraban como los chicos empezaban una pelea.

Hiashi y Hana también miraban la escena, definitivamente su nieta sería muy popular. Hinata por otra parte, se encontraba en un dilema, sabía que los 5 chicos querían ser el padrino de su hija, por lo que no podía decidirse, igual que su marido. Él prefería que fuera Shisui o Suigetsu, pero tampoco quería hacerles el feo a los amigos de su esposa o al primo de ella. Yuta que se encontraba al lado de la Hyuga sonreía mientras animaba a su padre, logrando que Neji pusiera más entusiasmo; a pesar de su carácter calmado, parecía que no quería perder antes los otros chicos. Mientras que Miu dormía sin darse cuenta de nada.

En esos años el grupo de amigos de Hinata había cambiado, pero aun así se sentía feliz de la vida que ahora tenía. Solo esperaba algún día tener la suficiente fuerza para volver a ver a sus antiguos amigos y esta vez siendo sincera felicitar de corazón a Sasuke por su casamiento con Sakura, sin dolor ni resentimiento.

. . .

El Uchiha se encontraba fuera de la habitación. Veía a todos tan felices, pero él no se sentía con ánimos de nada. No quería entrar, tenía miedo de que si lo hacía y Sakura le confirmaba lo que le acaba de hablar con Tsunade significaría un adiós. Quería demasiado a su esposa, pero en esos momentos estaba molesto, tendría que haber sido directa desde el principio y no que lo supiera todo de golpe. Había sido como recibir un duro golpe sin anestesia, le había dejado K.O, no sabía cómo reaccionar y siendo un Uchiha era un golpe a su orgullo.

–¡Teme ven a ver a mi ahijada! –gritó el autonombrado padrino al verlo parado afuera de la habitación logrando que todos se volteasen a mirarlo. Ahora mismo lo que menos quería era ser el centro de atención, pero con un amigo como el Uzumaki, seguramente le resultaría imposible.

–Sasuke–susurró la peli rosa. Él al notar su delicada sonrisa sabía que le pedía perdón por no decirle antes lo de su estado, pero aun así se sentía molesto; molesto y traicionado.

Itachi y Mikoto rápidamente notaron la fría mirada de Sasuke, algo iba mal. Pero prefirieron quedarse callados, temían que si decían o preguntaban algo las cosas se pusieran más tensas.

–Necesito hablar con él, ¿nos pueden dejar un momento a solas? –pidió la chica amablemente. Todos asintieron, pero notaban lo serio que se había puesto el ambiente ya que a pesar del usual tono en la chica se notaba un ligero toque de nerviosismo además estaba la estoica mirada del Uchiha, pero aun así prefirieron no preguntar.

Mikoto y el primogénito de los Uchiha intercambiaron miradas, no querían dejar las cosas así, conocían el carácter del Uchiha, así que lo mejor era actuar y prevenir una catástrofe. Mikoto acarició el cachete de su hijo y le dio un cálido beso en la frente "No seas gruñón" le dijo su madre haciendo que él se sorprendiera, pero era ella de quien hablaban. Sasuke sabía que su madre lo podía leer en un instante.

Entonces Itachi también se acercó y le dio su usual toque en la frente mientras Konan reía al mirar el contacto de los Uchiha mientras los demás salían. La peli azul sabía que esa era la manera de su esposo de dar ánimos a alguien, también se lo había hecho cuando ella se sentía deprimida.

Naruto, que tenía cargado a la bebé también se acercó al pelinegro y depositó a la bebé en sus brazos, que la veía con toda la ternura que un padre podía profesar por su hijo.

–Seguro que cuando crezcan ella y mi hijo se llevarán muy bien–habló riendo lo que causó un escalofrío en el morocho de solo imaginarse la escena. Su querida hija con una copia exacta del dobe. Simplemente horrible. –¿Aún sigues molesto? –le preguntó el rubio sorprendiendo al pelinegro.

–¿Lo sabías? –preguntó el azabache serio, pero el rubio negó extrañando al menor de los Uchiha.

–Iba a hablar con la abuela para preguntarle sobre Sakura, fue entonces cuando lo escuche–contestó con una triste sonrisa para finalmente dejarlos solos. El pelinegro soltó un suspiro y caminó hacia ella, el enfado que tenía se le había ido, se sentía tonto. Sabía que Sakura había hecho eso porque lo amaba, así que no se lo podía recriminar. No sería justo.

La peli rosa se sentía nerviosa, tenía miedo de que no le perdonase por haberle mentido, pero en ese entonces solo pensaba que eso era lo mejor para él, no quería causarle más sufrimiento. En silencio el Uchiha se sentó a su lado y besó su frente logrando que ella volviera a sonreír a pesar del estado en que se encontraba, para después entregarle a la pequeña, que reía frente a la muestra de cariño de sus padres.

–Gracias–dijo ella logrando que el chico sonriera con superioridad.

–Sé que me agradeces, ¿acaso olvidadas lo genial que soy? –dijo con altanería mirando a su mujer.

–Lo sé y estoy segura que nuestra hija también lo sabrá. Pero también deseo que mi hija me conozca, que sepa como era su madre, quien era–habló tornando seria la situación. –Deseo que cuando crezca pueda contestar todas esas preguntas por ella misma–habló mirando a la niña que tenía a su costado.

–Y lo hará, tú le explicarás todo–contestó él logrando que pequeñas lágrimas comenzasen a brotar de los ojos de la peli rosa mientras trataba de esbozar una sonrisa.

–Sasuke...–sabía que no iba a vivir más, que no era bueno tener esperanzas en esos momentos, pero no podía evitar sentirlas cuando estaba con él. –¿Quieres que seamos amigos? –preguntó con lágrimas en los ojos.

Aquello logró que la cara del azabache cambiara, aquella era la frase con la que inició todo. –¿Qué significa esto Sakura? –preguntó mirándola con reproche recordando escenas del pasado.

–Necesito que me hagas un favor–él solo la miró con el ceño fruncido. –¿No me lo harás? –preguntó, casi como una súplica.

–¿Qué quieres? –después de enterase de su estado temía que ella le pidiese que la olvidara, él no quería eso, la quería, simplemente no podía olvidar los buenos momentos que habían pasado juntos.

–¿Sabes cómo se llamará nuestra hija? –aquella pregunta le hizo sonreír, pero no sus típicas sonrisas sino una de aquellas esporádicas que raras veces se veía en él.

–Dijiste que lo ibas a decir tú, yo quería que tuviera tu nombre–ella negó y le acarició la mejilla.

–Quiero que se llame Hinata–apenas terminó de pronunciar el nombre Sasuke se paró lleno de enfado.

–¡No te atrevas! Ella no se llamará así–le contestó molesto. Quería evitar cualquier pensamiento sobre esos días. Sobre todo, de aquella chica de dulces sonrisas que se había alejado de él. –No se llamará así–reiteró enfadado para luego salir de allí mientras Sakura gritaba su nombre pidiéndole que regresara. Pero era inútil, notaba que él no iba a volver, sabía cuánto le afectaba el tema de Hinata.

Sasuke salió del hospital, no quería estar allí, le comenzaba a doler la cabeza. No quería recordar, pero era inútil todo empezaba a volver a su cabeza y no tenía forma de pararlo.

Ella había decidido irse sin decir palabra, sin siquiera intentar despedirse, si no fuera por Shion ni siquiera se hubiera enterado de su partida. ¡No se lo perdonaba! Había incumplido su promesa. Así que él también lo haría y se olvidaría de ella. Solo era un recuerdo en su mente, un recuerdo que quería borrar. Pero por más que lo intentaba parecía grabado a fuego en su memoria.

–Estúpida Hyuga–soltó molesto, no tendría que preocuparse por ella con el estado de Sakura así.

Mikoto fue en busca de su hijo al ver como este salía como alma que llevaba el diablo de la habitación de su esposa. Cuando lo encontró se acercó a él, parecía sumido en sus pensamientos.

–¿Ocurre algo Sasu-chan? –preguntó su madre con su usual tono dulce logrando captar su atención.

El azabache la miró unos instantes y luego apartó su mirada. Se sentía molesto, ¿por qué Sakura le hacía eso? Podía darle cualquier cosa le pidiese, todo; menos eso, si llamaba así a su hija la imagen de Hinata no se iría.

–Sasuke–volvió a llamar su madre logrando que esta vez mantuviera su vista fija en ella. Parecía que le estaba pidiendo una explicación por su extraño actuar.

–Sakura quiere llamar a nuestra hija igual que... "ella"–Mikoto miró a su hijo y comenzó a reír mientras él se encontraba confundido, su madre jamás había sido tan insensible con ese tema.

–Sasu-chan creí que si vuestra hija llevaba el nombre de Sakura tu estarías feliz–contestó la mujer logrando que él entendiese la situación. Su madre creía que a su hija la iban a llamar Sakura, prefería eso, pero no era el caso.

–No es así, quiere que la llame igual que...Hinata–hacía tanto tiempo que no había pronunciado su nombre, si lo hacía siempre venía a su mente una imagen de ella sonriendo con sus mejillas ligeramente sonrojadas mientras lo llamaba por su nombre "Sasuke-kun". Rápidamente desechó esa imagen, no quería pensar en ella.

La matriarca de los Uchiha se impresionó por las palabras de su hijo. Hacía tanto tiempo que no había hablado nada sobre la chica, menos llamarla por su nombre. Ella le tenía un gran cariño a la peli azul, tanto que incluso no la culpaba de apartarse de hijo, él sin querer la había lastimado demasiado, así que la entendía.

–Pues me parece una gran idea. Me encantaría que llevase el mismo nombre que Hina-chan, seguro que si lo hace será una gran mujer–él la miró con reproche. –¡Bájame esa mirada! –pero él seguía igual, ya que no quería escuchar eso de su madre. –¡No me mires así Sasuke Uchiha! –le riñó logrando que por fin desviase su mirada enfadado. Tal vez ella era a la única a quien no podía contradecir. –Sé que te molesta hablar sobre Hina-chan, pero en vez de centrarte en el único error que te ha hecho deberías recordar todo lo que hizo por ti–dijo para después irse dejándolo otra vez solo meditando en sus palabras.

Después de eso no se podía quitar las palabras de su madre de la cabeza, Hinata siempre había estado a su lado apoyándolo, se habían conocido a los 12 y desde allí se habían vuelto inseparables. Claro que en parte había sido por el dobe, tal vez si hubiera estado solo en ese momento la habría alejado para siempre, como ahora estaba.

Chasqueó su lengua, al final el resultado había sido el mismo. Estaba molesto, de verdad le resultaba increíble que ella simplemente se había ido para... Resopló, se había puesto de mal humor a causa de esa tonta Hyuga.

La pelinegra después de la charla con su hijo se dirigió al cuarto de la peli rosa, tenía una corazonada de que algo ocurría, no se quería quedar con las dudas.

–Sakura, cariño, ¿qué tal estas? –tal vez no era una de las mejores preguntas puesto el estado de la muchacha, pero la ojo jade igualmente le sonrió.

–Supongo que Sasuke le habrá dicho como quiero llamar a nuestra hija–dijo mirando a su suegra a lo que ella asintió. Eso era bueno, ahora las cosas resultarían más sencillas si también contaba con la ayuda de Mikoto.

Sakura sabía que uno de los regalos que tenía preparado para su hija no se lo podía entregar a Sasuke. No porque no confiara en él, sino porque a pesar del tranquilo y un tanto huraño carácter de su marido le gustaba saberlo todo, así que antes de darle las cartas que ella había hecho exclusivamente para su niña seguro las iba a leer él y eso era un lujo que no podía permitirse.

–Necesito que me hagas un favor que solo tú puedes hacer–pidió la chica sorprendiendo a la azabache.

Mikoto no entendía muy bien las intenciones de la peli rosa, pero sabía que seguramente se trataba de algo importante, por lo que le iba a ayudar y apoyar en todo lo que estuviera en sus manos.

–A medida que mi pequeña crezca se preguntará por su madre, lamentablemente no creo ser lo suficientemente fuerte como para impedir eso–la azabache la miró con tristeza y negó "Lo harás, te recuperarás" le dijo, pero ella sabía que no era así. –Gracias–dijo dándole una sonrisa. –Pero eso no se sabe, por ello deseo que mi niña encuentre las respuestas por ella misma. He escrito 12 cartas para ella, deseo que tú se las entregues, una por cada cumpleaños–pidió mientras la mujer asentía y no podía evitar que las lágrimas se le escaparan todo era demasiado doloroso, la vida era injusta con esa chica tan dulce.

Los días comenzaron a pasar y la salud de Sakura era cada vez peor, incluso con todos los tratamientos que le estaban haciendo le resultaba imposible el recomponerse. Todos notaban el claro decaimiento de la chica, estaba muy cansada y su piel era pálida mientras sus ojos se notaban amarillentos, signo que la enfermedad empeoraba.

La rutina de Sasuke había cambiado mucho en ese corto tiempo, salía del trabajo e iba directo al hospital a ver a su esposa para en la noche cuidar de su hija, menos mal que sus padres lo ayudaban con la pequeña. Todo era muy agotador, le dolía tanto verla en ese estado, siendo una sombra de la mujer que era. ¿Por qué el destino era tan cruel? Además, ella siempre le pedía lo mismo. "Quiero que nuestra hija se llame Hinata", había pasado casi un mes desde el nacimiento de la pequeña y aún no había decidido su nombre, eso no podía seguir así.

Todos le decían que sería muy bueno que se llamara Hinata, pero él no quería dar su brazo a torcer, sería una tortura llamarla así, sabía que si lo hacía definitivamente le resultaría imposible olvidar a la que una vez llamó su mejor amiga, la tendría siempre presente y los recuerdos del pasado lo atormentarían.

Un mes más paso y el estado de Sakura era realmente malo, casi no podía hablar, siempre estaba durmiendo por los fuertes analgésicos que le daban para que no sintiera dolor.

–Prométeme que nuestra hija se llamara Hinata. Prométemelo–fueron las últimas palabras de Sakura antes de caer en un sueño profundo del que nunca despertaría.

Sasuke por fin se permitió soltar todas las lágrimas que llevaba aguantando desde que supo de su enfermedad, se había mantenido fuerte para poder ser un pilar para ella, pero ahora que no estaba se sentía solo.

–Lo haré, nuestra hija se llamará Hinata–prometió frente al inmóvil cuerpo de Sakura.

. . . . . . . . .

Toneri conducía alegre junto a su mejor amigo, el azabache había conseguido asientos especiales para el partido de Suna contra Konoha. Casi le había resultado imposible obtenerlos, ya que se habían agotado apenas habían salido a la venta, pero por suerte del morocho al final los había conseguido. Ambos estaban muy emocionados y alegres por tener una oportunidad como esa, ya que apoyaban fielmente a Suna, sabían que iban a ganar el campeonato contra los de Konoha.

Habían tratado de obtenerlas desde la semana pasada, pero todos los socios del club de Suna se habían adelantado y las habían agotado. El peliblanco se había casi resignado a obtenerlas, pero gracias a la suerte de Shisui habían podido obtener dos boletos. Todo pasó porque un compañero del azabache había sido dejado por su novia, quien era muy fan de Suna. Así que él se había esmerado por conseguir entradas, ya que a él no le gustaba el futbol, pero ahora que ya no tenía novia no las quería por lo que se las dio a Shisui.

Recordaba como cuando el azabache dijo que había conseguido dos boletos Kiba y Suigetsu se habían abalanzado contra él suplicándoles que lo llevaran.

–¡Mi querido amigo! ¡Amigo del alma! –empezó Kiba acercándose al pelinegro mientras lo abrazaba con su brazo.

–¡Shisui-san! –eso sí que era raro, Suigetsu jamás lo había llamado tan educadamente. En verdad jamás llamaba a nadie educadamente. Como cambiaban solo para obtener unos boletos.

Le habían estado dando la vara para que los llevara, pero claro él quería disfrutar del partido con Toneri, aunque no quería ser descortés con el hermano pequeño del peliblanco y uno de los mejores amigos de la peli azul.

–Si no hubiera sido por Hime, al final esos dos me hubieran quitado las entradas y se hubieran ido ellos dos solos–dijo Shisui haciendo que Toneri riera.

Era verdad, si Hinata no hubiera regañado a los dos chicos lo más seguro que eso fuera lo que habría pasado.

–Hina simplemente es genial–respondió Toneri con las mejillas ligeramente sonrojadas.

–Sí que estas enamorado Romeo–bromó el azabache haciendo que él asintiera. Pero no lo podía negar, desde el primer instante que la había visto se enamoró de ella, había sido amor a primera vista. –Pero tienes suerte, Hime es una mujer excepcional–dijo riendo Shisui contagiando al peliblanco.

Después de unos minutos más conduciendo llegaron al estadio, que estaba totalmente lleno. Llevaban la camiseta oficial del equipo de Suna, inclusive se habían pintado con los colores amarillo y crema en sus mejillas representando la bandera de su equipo. Esperaban que en esta ocasión Suna volviera a vencer a Konoha, como ya había pasado el año anterior, aunque este año estaba bastante reñido y no se sabía cuál era favorito a campeonar, claro que ellos sí tenían su favorito.

Compraron unos perritos calientes y unas sodas, para enseguida sentarse en sus asientos. Estaban ansiosos por que el partido diera inicio y se decidiera de una vez por todas quien sería el campeón. Fueron los 90 minutos más largos de su vida, la grada de Suna se alborotaba al ver el marcador 2-2, ya estando en los 5 minutos que daba el árbitro de más. Solo necesitaban un gol más, quien marcase primero sería el ganador.

–¡Suna, Suna! –animaban Shisui y Toneri a su equipo, logrando que más gente se sumara a ellos.

Cuando estaban a punto de marcar un gol, la pelota fue robada por el equipo contrario, ocasionando la perdida de balón de Suna que provocó el contragolpe de Konoha, que a un minuto de finalizar metió un gol proclamándose ganadores.

La venida fue mucho más callada, ambos estaban decepcionado con la derrota de su equipo. Les había faltado tan poco para ganar dos años consecutivos.

–El próximo año será–dijo Shisui animando mientras conducía logrando que su amigo riera. Era verdad, vendrían el año que viene y esta vez sí que Suna le ganaría a Konoha. Así que solo esperaban que para el siguiente campeonato también pudieran conseguir unas entradas.

. . . . . . . . .

Hinata terminaba de hacer la cena, estaba segura que cuando su esposo y el azabache vendrían tendrían mucha hambre, además parecía que su cuñado y Kiba se iban a comer la mesa si no se apresuraba. Le dio sus últimos toques al estofado y sonrió victoriosa, le había quedado delicioso.

–¡Estúpidos de Konoha! El próximo año ganaremos a esos tontos–bramó Kiba muy enfado al ver que habían perdido –¡Hina tengo hambre! –se quejó el castaño siendo corroborado por Suigetsu.

–No te quejes, Nechan no es tu mujer–dijo Hanabi haciendo callar a su marido que murmuraba un "Si tu comida fuera comestible no vendría a molestar a Hina" logrando enfadarla y que el peliblanco riera.

–Lo mismo va para ti, ¡idiota! –espetó Karin mientras mecía al bebé que tenía en sus brazos y no paraba de llorar. –Satoru-chan ya no llores más–dijo tratando de tranquilizar a su hijo. –Ojalá fuera tan tranquila como Miu-chan o Daichi–dijo mirando a la bebé que estaba al lado dormida, a pesar de todo el jaleo que había. O al otro bebé que estaba en brazos de su padre sin moverse. –Que suerte con tu marido Miyuki–dijo mirando al peliblanco logrando que este suspirara, sabía que cuando llegaran a casa iban a tener una larga charla.

–Karin déjamelo–pidió Hinata a la pelirroja que salía de la cocina. Esta aceptó encantada, se encontraba un poco cansada de llevarlo tanto rato cargando.

–Satoru-chan–dijo meciendo al bebé ocasionando que Yuta viniera corriendo hiciera ella.

–Yo también, yo también quelo. ¡Tía! –reclamaba el pequeño que miraba con recelo al pequeñín al llevarse toda la atención de Hinata. Una cosa era Miu, pero no iba a permitir que todos se acercasen a su querida tía.

–No Yuta, ahora Hina esta con Satoru-chan–reprendió Tenten logrando que el niño empezara a llorar y mirar con enviada al pequeño niño que se había comenzado a calmar.

–¡Yuta, los hombres no lloran! –dijo la voz seria de Neji logrando que el niño parece de lagrimear casi al instante. "Sí, papa" contestó el castaño menor, él era un hombre, no podía comportarse así.

–Neji el inflexible–bromeó Kiba siendo perforado por los ojos del Hyuga menor que le ocasionó un escalofrío.

–Al menos Nii-san sabe cómo corregir a su hijo, no me imagino que le pasará a nuestro pequeño Tatsuya cuando nazca–habló Hanabi molesta mirando con preocupación a su vientre. Su esposo se quedó callado, sabía que no le gustaba que molestara a Neji.

–Hanabi, no le digas eso a Kiba, el será un magnifico padre–dijo Hinata saliendo en defensa del castaño, logrando enfadar a Hanabi que gritó "¡Es mío, tú tienes a Toneri!" ocasionando que los presentes rieran.

Todos sabían que estaba un poco sensible al estar embarazada, pero de allí a hacer raras suposiciones sobre que Hinata estuviera enamorada de Kiba, era demasiado, la peli azul miraba al castaño como un hermano y él igual.

–Te amo–dijo Kiba mientras besaba la frente de la castaña sonrojándola, que tonta se sentía.

–Me alegra que todas las reuniones sean tan animadas–habló Miyuki al lado de Shino que cargaba al pequeño Daichi en brazos.

–¡Que envidia, no sé cómo lo hacen! ¡Hinata, Shino díganme su secreto! –pidió Karin mientras Suigetsu suspiraba.

–Es verdad, quien es bueno con Daichi es Shino, yo no soy buena ama de casa–dijo Miyuki con un aura de depresión mientras hacía círculos con su mano en una esquina, haciendo sentir mal a Karin.

–No es verdad, Miyuki se esfuerza, eso es suficiente–dijo el chico haciendo que ella corriera hacia él. Shino no era el hombre más romántico del mundo, pero aun así sabía cómo tratar a su esposa.

–Qué lindo–dijo Tenten con estrellitas en los ojos, el carácter del castaño cambiaba cuando estaba con la rubia.

–Vaya hermano, no me esperaba que fueras todo un conquistador–habló Kiba molestando al chico.

–¿Envidia de que yo si sé tratar a mi mujer? –respondió con su usual tono neutro que enfadó al Inuzuka, tal vez esta vez sí que se había pasado. –Pero bueno, supongo que Hanabi es feliz–dijo haciendo que Kiba sonriera.

La peli azul miró el reloj, el partido había acabado hacía más de tres cuartos de hora, y ni Toneri ni Shisui aún no habían regresado, pero seguro que en un rato lo hacía. Así que lo mejor era que arreglase la mesa.

–Karin, creo que Satoru ya se durmió–dijo depositando al bebé en brazos de su madre mientras esta agradecía.

Cuando se iba a dar la vuelta para ir a la cocina tropezó y sin querer tiró la fotografía que se habían tomado los tres cuando Miu había nacido, logrando que se hiciera añicos. Sintió como su corazón se estremeció, tenía un mal presentimiento.

–Hinata, ¿estás bien? –preguntó Neji preocupado, pero ella solo asintió, agradeciéndole por su preocupación.

Notas de la autora: Ya lo dije, está basada en la película, así que no se extrañen en los cambios en mi historia. Además del OC que hay en algunos personajes, me disculpo por eso. Pero igualmente agradezco a todos los que se han molestado en leerla y darle una oportunidad. 

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