Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

DESPEDIDA NO DESEADA

Disclaimer: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, excepto por algunos que yo misma he creado para poder narrar la historia. La historia no es mía, ya que me he inspirado en una película hindú llamada "Kuch Kuch Hota Hai" que en español significa "Algo sucede en mi corazón."

Lo que está en cursiva significa que es una escena del pasado y los tres puntos un cambio de escenario.

CAPÍTULO TRECE

DESPEDIDA NO DESEADA

Por fin había llegado el gran día, la boda de Sasuke y Sakura, las chicas en parte se sentían felices por la pelirosa, pero por otra estaban deprimidas por su amiga, aunque también sabían que eso era lo mejor, para que de una vez Hinata fuese libre de sus sentimientos.

Sakura estaba sentada frente al espejo, terminándose de arreglar el broche del cabello, ya que no le gustaba demasiado como había quedado. Unos ligeros golpes en su puerta la hicieron voltear, pero sus manos no dejaron el adorno de su cabello. Rápidamente sonrió al ver que se trataba de la peliazul, gesto que ella respondió, pero con un aura más triste, haciendo que la pelirosa la mirara preocupada.

—¿Ocurre algo Hinata? —preguntó dudosa al ver el claro semblante de tristeza que rodeaba a la peliazul, últimamente la veía así. Muchas veces le había querido preguntar el porque de su semblante triste, más por alguna razón, sentía que la ojiluna no sería sincera con ella. Y, en caso de que le dijera la verdad... temía que aquello lo cambiara todo. Por lo que sencillamente trataba de ignorar ese hecho.

—Estas hermosa—dijo con otra delicada sonrisa, haciendo que la de verdes ojos también sonriera complacida. Pero luego se extrañó, al fijarse bien en la vestimenta de la peliazul, que no llevaba el vestido de dama que había conseguido por milagro que aceptara ponerse.

—¿Y el vestido? Vamos Hinata, no me digas que al final te arrepentiste—dijo triste, pero la Hyuga solo sonrió incómoda.

Claro que había aceptado ponérselo, ya que desde el principio pensaba no asistir a la boda de ellos, por eso sencillamente no reprochó ninguna de las peticiones que la pelirosa le hacía, así no le fastidiaría los preparativos para su enlazo con su amigo.

—Sakura-san, la verdad es que yo no podré asistir—el rostro de la ojijade se descolocó frente a tremenda noticia, dándose cuenta por fin de la maleta que la chica llevaba. —Ha surgido un problema y me he de ir...—la pelirosa la veía con confusión sin decir nada. —Sé que esto puede ser una molestia para usted, en verdad estoy muy apenada—dijo cabizbaja, mientras era observada por la ojijade.

—No te preocupes—respondió tranquila. —Sé que debes de tener una muy buena razón por la que debes irte, así que no te disculpes, no pasa nada. Ve y resuelve lo que sea que ocurre—dijo compresivamente la Haruno, a lo que la peliazul agradeció infinitamente.

La Hyuga extendió el broche de pelo en forma de orquídea que Sasuke le había regalado, sacó con delicadeza el otro adorno y colocó el suyo. Sentía que era a donde realmente pertenecía, en el pelo de la persona que era más importante para él. Muchas veces se lo quiso poner, pero sentía que no era para ella, ahora que había aceptado ser la novia de Toneri era momento de dejar las ataduras atrás.

A Sakura le brillaron los ojos, ese era el toque que sentía que le faltaba. Rápidamente abrazó a la peliazul, le estaba muy agradecida. Hinata la miró con cariño y un poco de envidia, en ese tiempo había conocido bien a la Haruno. Era una chica con muchas virtudes, muchas de las cual ella carecía, de verdad admiraba el valor de la pelirosa, siempre honesta con sus sentimientos, no guardándose nada. Tal vez si ella tan solo hubiera tenido la mitad del coraje que la de verdes ojos podía ser ella la que ahora se estuviera casando con el azabache... Negó, no había tiempo para lamentaciones, no existía el hubiera, debía aceptarlo y desear la felicidad de su amigo, aunque le costara.

Luego de despedirse de la pelirosa salió de la iglesia y paró un taxi, el hombre amablemente se ofreció a guardarle las maletas y ella aceptó. Entonces divisó una rubia cabellera que solo podría pertenecer a su blondo mejor amigo. Hinata le pidió al taxista que esperara allí, que volvería en seguida, para luego ir tras el blondo que estaba por irse por uno de los callejones de la ciudad.

—¡Naruto-kun! —el ojiazul paró al escuchar como alguien lo llamaba, luego giró para encontrase con la ojiluna, que prácticamente se había tirado a sus brazos y lo abrazaba fuertemente. El Uzumaki no entendía nada, pero igual le devolvió el gesto, además siempre estaba más que encantado de recibir uno de los cariñosos y dulces abrazos de la ojiluna.

La chica hundió su rostro en los fuertes brazos de su amigo. Naruto había sido el primero en hablarle, en siempre velar por ella, en cuidarla y preocuparse por si algo le faltaba. Esa dulce y bondadosa sonrisa siempre había estado allí, no sabía que hacer ahora que se iba a separar de él. No solo perdería a Sasuke, sino también a Naruto y aquello le dolía mucho, él también era su mejor amigo. No le parecía justo, lo quería mucho, era como su hermano mayor, aquel que siempre la protegía, lo iba a echar tanto de menos, le haría tanta falta. Quería decirle, estaba tan ansiosa por hacerlo, quería contarle la verdad, sincerarse ahora que se iba, pero sabía que si lo hacía se lo dirían al morocho, y no podía correr ese riesgo.

Porque si él se llegaba a enterar, temía que sus planes para marcharse se vieran truncados porque solo la mirara suplicante a los ojos.

El blondo silbó aquella melodía que los tres habían inventado, para luego hacer su particular saludo, algo que solo les pertenecía a ellos. Acarició despacio sus delicadas mejillas, podía vestir como un chico, pero su piel era tan suave como la de una chica, el Uzumaki en verdad quería mucho a Hinata, era como una hermana para él, gracias a Shion había superado los sentimientos románticos que sentía por la ojiperla, pero aun así siempre estaría como el recuerdo de su primer amor. Ella le había enseñado muchas cosas, había compartido tan buenos momentos, risas y llantos, siempre apoyándose. No sabía muy bien que ocurría, pero tenía el presentimiento de que algo pasaba, un ligero escalofrío le recorría y sentía como una extraña fuerza le advertía que se iban a separar, por lo que la abrazo con fuerza.

—Te quiero mucho, mucho...—susurró la peliazul sorprendiendo al ojiazul por sus repentinas palabras, pero sonrió agradecido.

—Yo también te quiero, muchísimo—ella le sonrió con toda la dulzura que podía y lo volvió a abrazar, aun más fuerte que antes, esta vez no pudiendo evitar que unas lágrimas cayeran de sus ojos, lágrimas que fueron limpiadas por el Uzumaki.

—¿Pasa algo Hina? —preguntó preocupado, intentado hacerla sonreír. —No llores hime—le dijo depositando un cálido beso en su frente, haciendo que Hinata lo volviera a abrazar, diciéndole que solo era por la boda, la emoción, solo eso...

—Gracias por todo Naruto-kun, gracias—había sido lo último que él escuchó para después de despedirse de ella, ya que tenía que ir a recoger los anillos de compromiso que se había olvidado en su departamento, pero aún así ese extraño presentimiento aún no se iba.

Hinata miró como se iba su amigo, ya no había nada más que decir, ya se había despedidos de sus amigas, de Sakura y Naruto, sentía que con eso era suficiente, que de una vez por todas podía cerrar ese capítulo y dejar libre al morocho, o al menos eso quería creer. En verdad también hubiese deseado despedirse de Sasuke, pero no quería verlo vestido como el futuro novio, además, posiblemente si lo veía antes de irse conseguiría que se quedara y eso no podía pasar, no quería seguir sintiéndose lamentable.

Miró por ultima vez la iglesia, no pudiendo evitar que una traicionera lágrima se le escapara. Esperaba que algún día ella también se casaría... recordó la oscura mirada del azabache, junto a su tan característica sonrisa altiva, lo extrañaría, lo extrañaría tanto... respiró profundo y se subió al auto, dejando atrás el panorama de la inminente boda. Lo único que la consolaba es que al menos no estaría allí viendo como el hombre al que tanto amaba se casaba con otra mujer, seguramente aquello la hubiese acabado por completo.

. . . . . . .

Sasuke terminaba de atar su corbata, no sabía que era lo que estaba haciendo, no sabía ni porque había hecho aquello. Mentira, claro que lo sabía, el estúpido de Toneri, todo era su culpa, odiaba que Hinata lo hubiese ido a ver aquel día. Prefería haber vivido en la ignorancia, no sabiendo que tan importante era el albino para la peliazul, como para viajar tan apresuradamente solo para verlo y después aceptar esa maldita confesión. Porque, aunque nadie decía nada explícitamente, se notaba que ellos habían empezado una relación.

Recordó como ese día cuando cogió el coche para salir de la mansión Otsutsuki lo que hizo fue ir al centro comercial a comprar un anillo de compromiso, ya que ese día se lo pediría a Sakura. Maldijo de nuevo su impulsividad, sabía que cada vez que se ofuscaba por algo solo conseguía que los resultados empeorasen, y el que más salía perdiendo era él, ya que esto en nada afectaba a Hinata.

Con el tiempo llegó a querer mucho a la pelirosa, ella siempre se esforzaba porque todo en su relación fuera bien, por lo que jamás pudo encontrar ningún pretexto para romper. Lo menos que quería era dañarla, pero no se esperaba que ella fuera tan osada como para aceptar su propuesta, y ahora estaba allí, a punto de contraer nupcias y unir su vida para siempre a otra persona.

Su mente divagó hasta dos perlados ojos, y suspiró con pensar, Hinata salía con el idiota de Toneri, aún recordaba como el infeliz prácticamente le había restregado que su hime pasaba más tiempo con él. Fue también por ello que se dio cuenta que posiblemente jamás podría olvidarla del todo y seguramente no encontraría a otra chica que quisiera más que Sakura, al menos después de Hinata, así que sencillamente había acabado pidiéndoselo. También sus padres estaban emocionados, querían ser abuelo y consentir a sus nietos.

Aunque para eso que primero que molestaran a Itachi, ya que con lo fogoso que era con su cuñada estaba seguro que pronto sería tío.

Si era sincero, no le molestaba del todo la idea de casarse con la Haruno, la pelirosa tenía muchas cualidades que harían que cualquier mujer se sintiera envidiosa, su única pega era que en la cocina era muy mala, pero por lo demás no tenía ninguna queja. Ella siempre estaba allí, cuidándolo y respaldándolo, siendo su apoyo. Ella se encontraba a su lado en sus malos y buenos momentos, se lo debía. Además, la quería mucho, casi tanto como a Hinata, por lo que estaba seguro que si alguien conseguía hacerle olvidar solo podía ser ella.

. . . . . . .

Ya había llegado la hora, pronto los invitados comenzaban a llegar, entusiasmados por la unión entre los dos enamorados, pero las tres rubias amigas de Hinata estaban intentando ser fuertes, sobre todo Shion, aunque empeoraba a medida que el reloj avanzaba, junto a la angustia, que no hacía más que crecer y crecer en su pecho. Pero es que ya no lo podía aguantar más, le dolía demasiado la idea de perder de esa manera a su mejor amiga, a su hermana, su compañera de diversión, su primer amor. Sus otras dos amigas también la abrazaban, aguantándose las ganas de llorar, pero sabían que eso sólo complicaría las cosas para Hinata, ya que traería la atención de sus novios y en poco tiempo todos los presentes se enterarían, por eso trataban de que Shion dejara de llorar o ellas acabarían también haciéndolo.

—Tienes que calmarte—decía Temari en tono duro pero un poco quebrado, tratando de resistir las ganas de llorar, ella también extrañaría mucho a su amiga. Pero sabía que si ella también empezaba a llorar solo llamaría la atención, no podían dejar que eso pasara.

Ino también se encontraba muy mal, a ella tampoco le gustaba para nada como habían acabado las cosas, era cierto que Sakura le parecía una gran chica y había forjado una muy linda amistad con la pelirosa, pero le dolía que la peliazul saliera lastimada por esa relación. De verdad que admiraba la fuerza de la ojiluna había tenido durante tanto tiempo, resistiendo sus sentimientos por el morocho. Si ella se hubiera encontrado en esa misma situación habría puesto distancia hace mucho tiempo, por lo que no podía recriminarle su partida.

El Uzumaki al ver a sus amigas reunidas allí decidió acercarse, quería que Shion le arreglase bien su corbata, ya que al ser el padrino de bodas tenía que estar en perfecto estado. Además, quería preguntarles por Hinata, ya que estaba preocupado por lo que le había dicho antes cuando se habían visto, ya que sus palabras no desaparecían de su mente, además se veía un tanto triste.

—¡Shion! ¿Qué ocurre? ¿Por qué estas llorando? —preguntó angustiado el rubio al ver a su novia así, alertando a las chicas.

—No le pasa nada Naruto, solo que... Ya sabes, cuando hay una boda las chicas nos emocionamos mucho. Incluso podemos llorar por la emoción de ver que dos personas van a atar sus vidas para... siempre—explicó Ino un tanto entrecortada. Haciendo que Naruto se acordase de que Hinata le había dicho algo similar, eso le dejaba más tranquilo.

Ella al igual que sus amigas no estaba de acuerdo que su amiga decidiera marcharse, tal vez ella era la más inconforme con esa idea, pero es que no quería separarse de ella. pero también entendía todo el dolor que la peliazul sufría por el Uchiha, si a ella Naruto no la hubiese amado, estaba segura que también se hubiera alejado de él, por eso es que en parte ella también lo entendía.

—¿Tanto te emocionan las bodas? —dijo el rubio en broma con una de sus habituales sonrisas zorrunas mientras la abrazaba.

La Yamanaka empezó a hipear, para que después el llanto saliera desenfrenado, haciendo que el blondo voltease hacia ella.

—¿Tú también Ino? ¿De verdad son tan emocionantes? —preguntó un tanto divertido sin entender muy bien porque lloraban, pero Temari solo asintió, sabía que en cualquier momento ella también se iba a poner a llorar. Y eso sí que iba a ser difícil de explicar.

—Yo, no puedo—susurraba Shion, echa un mar de lágrimas. —¡No puedo seguir aquí, debo ir! —gritó agarrando la camisa de su novio. —Ella me necesita, necesito decirle tantas cosas—hablaba ella, mientras confundía cada vez más al blondo. —No la quiero dejar sola.

El Uzumaki al ver a su novia de esa manera se preocupó más, no entendía porque se comportaba de aquella manera. Buscó a Hinata, tal vez ella la podía tranquilizar, pero no la veía por ninguna parte. Era su turno, debía calmar a la blonda, odiaba verla sufrir.

—Shion, todo estará bien. Solo explícame que está ocurriendo—dijo Naruto tomando con decisión los hombros de la rubia.

Pero ella se quedó callada, no deseaba traicionar a su mejor amiga, pero la insistencia de Naruto la volvía débil, sabía que de un momento a otro iba a ceder. Porque, aunque le había dicho que estaba bien con la idea que se fuera no era para nada así, lo quería evitar.

—Hinata está por tomar el exprés que la lleva a Suna—declaró Ino de golpe sin poder aguantar más, sorprendiendo al ojiazul —No va a volver, no volverá, nunca—decía mientras más lágrimas caían de sus azules ojos. Ella tampoco podía aguantarlo más.

—¡Ino! —gritó molesta Temari, porque la chica había revelado el secreto que la peliazul les había confiado. —¡Hinata nos dijo que no le dijéramos a nadie! ¡Ella no quería que nadie se enterara! Sabes que si Sasuke sabe que Hinata se va querrá impedirlo—finalizó molesta.

—¡Y no es el único! —dijo molesto Naruto. —¡¿Dónde está ahora Hinata, a donde ha ido?! —exclamó pidiendo una respuesta.

Sasuke que justo pasó por allí en ese instante quedó paralizado luego de lo que acababa de oír. Un mar de sensaciones envestía al Uchiha, que aún no acaba de procesar lo que acababa de escuchar, pero es que no lo podía creer, era imposible. ¡Hinata no se podía ir!

—¡¿A dónde se va Hinata?! —dijo de repente Sasuke, haciendo que Shion se separara del rubio y lo mirara con una mirada llena de odio.

—¡Todo es tu culpa! —gritaba histéricamente, haciendo que todos sus amigos se comenzasen a reunir. —Por tu culpa, ¡todo es tu culpa! ¡Maldito! —decía llena de ira dispuesta a golpear al pelinegro si Naruto no lo hubiera evitado.

—¡Para de una vez Shion, deja de gritar! ¡Tú también Ino, no llores! Prometimos que no diríamos nada—dijo Temari con los ojos llorosos a las dos rubias que la miraban afligidas. Claro que sabían que debían mantenerlo en secreto, pero no lo podían evitar, estaban molestas.

Nadie decía nada, solo se oían los llantos y reclamos de Shion contra del azabache. Por su parte Sasuke tampoco sabía muy bien que ocurría, pero sí tenía una cosa clara. Necesitaba detener a Hinata, ella simplemente no se podía ir, así como así, sin ninguna explicación.

—Dime a dónde ha ido Hinata, ¡ahora! —exigió el azabache a Temari. Haciendo que Sai y Shikamaru se mirasen preocupados. ¿Algo le había ocurrido a la peliazul? Ahora entendían el estado tan desalentador de sus novias.

—No lo hagas Temari, no se lo digas. ¿Para qué quiere saberlo? Dentro de unos minutos se va a casar, Hina-chan ya no es su asunto—declaró enfadada la rubia, dejando atónitos a todos los presentes, pero solo haciendo que el morocho se volviera más serio.

—Shion tiene razón, tú en segundos te vas a casar, no sirve de nada que te diga a donde ha ido—declaró la Sabaku no.

—¡Necesito ir a buscarla, no voy a dejar que se vaya, la voy a detener! —declaró sorprendiendo a todos, incluso a la propia blonda, pero aún asi no estaba dispuesta a traicionar a su amiga, si el morocho conseguía que se quedase solo acabaría sufriendo más, él no la amaba.

—Por favor Shion-san, Temari—pidió delicadamente la voz de Sakura, sorprendiendo a todos. Ella buscó la oscura mirada de su futuro marido, para darle todo su apoyo, ya que sabía cuan importante era la peliazul para él. pero sus ojos no se despegaban de la rubia mejor amiga de la ojiperla, sin siquiera haberla notado. Sentía que de verdad necesitaba detener a Hinata. —Sé que no somos muy cercanas, pero por favor, díganle a Sasuke donde se encuentra Hinata, por favor—pidió con una dulce voz.

La Sabaku no miraba de reojo a Shion, expectante por una respuesta. La rubia suspiró resignada, en verdad que no quería decirles nada, pero esta vez le iba a dar una última oportunidad, además, no quería que Hinata se casara por agradecimiento. Le iba a dar esta última oportunidad al morocho, si conseguía que su mejor amiga regresara lo perdonaría, sino no dejaría que volviera a saber de ella, nunca.

—La última oportunidad—susurró Shion y Temari e Ino asintieron, ellas también solo le darían esa última oportunidad al moreno.

—Se encuentra en la estación de trenes de Konoha, en dirección a Suna, su tren sale en media hora—dijo Shion con desgano.

—Dame tus llaves—dijo en tono demandante el Uchiha a Sai, que lo miraba con perplejidad. —¡Dame las malditas llaves de tu moto, tengo que apresurarme! —bramó fuertemente haciendo que por inercia el otro pelinegro le entregara sus llaves.

Rápidamente salió de la iglesia, seguido de Naruto, que salía del shock. No pensaba dejarlo solo, además, el también deseaba ayudar a su mejor amiga, pero el Uchiha era más rápido así que dejó atrás al blondo, que gritaba que lo esperaba. Pero para el morocho no había ningún otro pensamiento que no fuera ir en busca de su mejor amiga, no pensaba dejarla sola, tenía que traerla a su lado, ese era su lugar.

Sasuke corría entre toda esa gente, buscando la figura de su mejor amiga, cada segundo que pasaba su corazón se oprimía más y más, un horrible miedo de no volver a verla crecía en su pecho. Gritaba con desespero su nombre, más no obtenía ninguna respuesta, no sabía que más hacer, estaba perdiendo las esperanzas de volver a verla. Fue entonces cuando vislumbró su azul cabellera en uno de los vagones.

—¡Hinata! ¡Hinata! ¡Hinata! —aquellos gritos alertaron a la Hyuga, haciendo que limpiara las lágrimas que empañaban su rostro.

Miró a los lados, pero no vio al dueño de la voz, era su imaginación, aquello era imposible, Sasuke no podía estar allí, ahora debía estar en frente del altar dando el "sí quiero", se lo debía estar imaginando, debía ser eso. Sabía que no podía ser él, su cerebro le debía estar jugando una mala pasada, él no podía estar allí, no podía. No tenía como saber que ella se había ido, además sus amigas jamás le dirían.

No tardó nada en ir hacia ella, se subió al vagón sin titubear, necesitaba detenerla a como diera lugar. Por eso Hinata se sorprendió cuando lo tuvo frente a ella, realmente se traba de él, reconocería esos ojos ónix en cualquier parte, haciendo que su corazón latiera.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó molesto el Uchiha, sorprendiendo a la peliazul, dejándola totalmente helada. —Y sin avisar—dijo molesto mirándola con claro reproche. Además, se supone que su mejor amiga debía estar a su lado en un día asi.

—¡Sasuke-kun! No es posible... Pero... ¡¿Qué haces aquí?! ¡Tu boda! ¡No deberías estar aquí! —exclamó la ojiluna mientras el morocho la miraba receloso, ¿de quién era la culpa que ahora estuviera aquí en vez de estar a punto de contraer matrimonio? Suspiró con cansancio.

—Vámonos ahora mismo—dijo tomando su mano para encaminarla hacia la puerta de salida, no pensaba dejarla marchar.

La peliazul creía que si se iba el día de su boda no la iba a detener, que ese día solo se concentraría en su futuro, pero allí estaba él, llevándola de regreso. ¿Acaso aún podía tener esperanza? ¡¿Por qué, porque se hacía eso?! ¡¿Por qué él estaba allí?! Lo único que hacía era confundirla cada vez más, ya no sabía en qué pensar, ¿de verdad que no sabía todo lo que le hacía? Era tan cruel...

—Si nos vamos ahora podremos llegar a tiempo a la boda, por suerte nadie sabe lo que ha ocurrido. Bueno solo nuestros amigos, pero ni mis padres ni los de Sakura saben nada, así que mejor apresurémonos—era cierto, él no la quería, por eso es que se tenía que marchar.

—No puedo—habló, haciendo voltear al pelinegro, logrando que soltara su mano, haciendo que la mirase extrañado ¿Cómo que no podía? —Mis padres me necesitan, además debo arreglar unos asuntos importantes. Debo irme... Lo siento—decía mientras el morocho la miraba con reproche, no entendía por qué le estaba diciendo eso el día de su boda.

—¡Hyuga, déjate de bromas! —gritó enfadado. —Vámonos ahora mismo, no te lo pienso repetir—dijo molesto mirándolo fijamente.

Pero ella no se movía por lo que la volvió a tomar de la mano. La peliazul se vio tentada a dejarse llevar, pero sabía que si se quedaba acabaría soltándolo todo y eso solo empeoraría las cosas, por lo que se volvió a soltar, pero esta vez con más decisión. Logrando nuevamente que Sasuke la mirara mal. Necesitaba decirle la verdad, pero las palabras no le salían, en verdad le urgía marcharse.

—Mi novio me necesita—aquello dejó frio al Uchiha. Buscó en sus perlados ojos para comprobar si era verdad lo que acababa de oír.

—¿Qué has dicho? —preguntó incrédulo, pero la chica no respondía. —¡Hinata! —gritó exasperado, pero la chica aún permanecía callada, no sabía que más decirle, tenía miedo de encararlo y que se viniera abajo, lo quería tanto. —Me estás diciendo que te marchas sin decir nada, el día que tu mejor amigo se casa, porque tu estúpido novio ¿te necesita? —soltó lleno de ironía. —Déjate de tantas bromas y regresemos, Sakura me debe estar esperando—aquello fue lo último que necesitó escuchar, ya no lo podía aguantar más.

—Sé que Sakura-san te necesita, por eso ve con ella—dijo en un tono frío que nunca había utilizado, al menos con él. —Pero a mí también me necesita alguien, Toneri-kun me necesita y yo también lo necesito, por eso debo irme—declaró decidida. Era cierto, Toneri necesitaba su ayuda con los tramites del caso de su madre y la gestión de su empresa, que ahora los acreadores la estaban asechando.

¡Toneri! Aquello solo hizo enfadar al Uchiha, no entendía que ella era muy importante para él, que incluso estaba dispuesto a apoyarla en su amor platónico, pero que se lo dijera así, de la nada. Odiaba al maldito peliblanco que se había llevado a su amiga de su lado.

—¡¿Y yo no te necesito?! —gritó enfadado, haciendo que los ojos de ella se volvieran borrosos. Él no era el único que lo estaba pasando mal, ella no se quería ir, lo quería, lo quería tanto, pero él no tenía un espacio en su corazón para ella, no de la manera que ella quería.

Sasuke intentaba retener la rabia que ahora crecía en su cuerpo, la había contenido todas las otras veces, por lo que trató de retenerla otra vez, pero le fue imposible. Estaba bien, no pensaba seguir rogándole que se quedara a su lado. Si tanto deseaba ir al lado de aquel tipo que se fuera, él ya no se lo pensaba impedir. El orgullo Uchiha no se lo permitía, ya no le rogaría más.

—Si quieres irte al lado de ese idiota me parece bien, pero no vuelvas, no te quiero volver a ver. ¡Nunca! ¡Lo has entendido Hyuga! ¡Nunca! ¡Bórrame de tu vida, que yo haré lo mismo! —gritó enfadado, para bajarse del tren sin siquiera voltear a mirarla. Arrepintiéndose de cada una de las palabras que acababa de gritar, ya que no pensaba en serio en eso, solo quería que ella se quedara.

—Sasuke—llamó desde la ventana, pero él la ignoró. —Sasuke—volvió a decir, pero él no se volteaba a verla, seguía para en el Adén dándole la espalda. —Sasuke, ya me voy—pronunció la peliazul con voz rota, desde la ventana abierta. —Sasuke–volvió a decir, pero él no se volteaba. —¡Me voy a ir! —dijo nuevamente, esperando porque al menos se pudieran despedir correctamente.

—¡Vete! —gritó lleno de enfado, mientras apretaba con todas sus fuerzas sus puños, no sabía ni siquiera que decirle. Ella se estaba yendo de su lado, y ni más ni menos que para estar con otro tipo. Ella no tenía ni idea del enorme sacrificio que hizo para dejar sus sentimientos por ella, que aún no se había ido del todo, a pesar de que quería mucho a la pelirosa. En verdad sabía que en algún momento ella se quedaría con él, lo elegiría, también era su culpa por no haber luchado por ella, pero, prácticamente lo estaba traicionando al irse el día de su boda como una ladrona, sin decir nada, sin siquiera despedirse, como si él no significara nada en su vida. Aquello le había dolido.

—Sasuke—volvió a decir por última vez, aunque el pelinegro se rehusaba a voltearse, esperando que ella bajase en cualquier momento. Porque lo haría, ¿verdad? Ella no lo podía dejar, no podía hacerlo, habían prometido estar siempre juntos. ¡Lo habían prometido!

Pero cuando el tren dio el último aviso alertando que ya iba a partir, se dio cuenta que de verdad estaba ocurriendo. Que de verdad Hinata se estaba yendo de su lado, que la estaba perdiendo; por lo que corrió tras ella sin pensarlo más.

—¡Mierda, Hinata, Hinata! —gritaba su nombre. —Regresa, regresa—pidió aun corriendo tras el vagón de la peliazul, mientras sus amigos que recién habían llegado solo observaban callados y con lágrimas en los ojos al ver como el tren se marchaba con su amiga, sin que ella pudiera haber oído las ultimas súplicas del pelinegro.

Él corría con todas sus fuerzas, gritando el nombre de su amiga, pero ella no lo podía oír. Miró a los ojos al morocho e hizo en el aire su tan particular saludo, para al final tocar su propia nariz, haciendo que algo dentro del morocho se rompiera en mil pedazos. Aquello más que un saludo significaba un adiós. Cada vez la silueta de la chica era más difusa, no solamente por la lejanía que por momentos se hacía más grande, sino también porque las negras cuencas del azabache se comenzaban a nublar a causa de las amargas lágrimas que amenizaban con salir. Corría con todas sus fuerzas, corrió hasta el fin del andén, viendo partir de su querida mejor amiga.

Ella solo pudo sollozar en silencio dentro del tren, recordando todos los buenos momentos que había logrado disfrutar gracias a todos sus amigos. Nunca los olvidaría, siempre pensaría en su felicidad, en la de todos ellos, porque siempre los llevaría con ella. Sabía que era muy probable que su morocho amigo jamás la perdonara, conocía perfectamente lo rencoroso que era el moreno, pero no le importaba, estaba dispuesta a atenerse a las consecuencias, sencillamente no podía estar mas tiempo a su lado. Sabía que, aunque ella le deseaba la felicidad, una pequeña y egoísta parte de ella solo ansiaba que se separara de la pelirosa, por lo que lo mejor era partir.

—Te amo, se feliz—susurró sin que nadie más que ella lo pudiera escuchar, mientras más lagrimas inundaban su triste semblante.

—¡Hinata, Hinata! —gritaba desesperado el pelinegro, nunca lo habían visto así, ni siquiera Naruto, que también tenía los ojos llenos de lágrimas. No entendía porque su hime se había marchado de esa manera, pero no dudaba que debía tener una razón. Se acercó lentamente a su amigo, igual de afectado por la partida de la ojiluna. —¡Maldita sea, Hinata! —gritó Sasuke cayendo en sus rodillas, sin poder evitar que más lágrimas saliesen de sus ojos. —Regresa, vuelve a mi lado...—pidió inútilmente ya que sabía que el tren se había ido, junto con ella. —Te amo—susurró para él en un último amargo suspiro, sin que nadie lo oyese. —Te amo...—repitió con voz totalmente rota, mientras todos sus amigos miraban destrozados la imagen del derrotado morocho.

Ese día me di cuenta, de que quizás me interpuse entre dos amigos. El silencio de Hinata me lo dijo todo, ese día estuve segura, ella amaba a tu padre. Tal vez ni yo podía amarlo tanto, ya que ella se sacrificó por su felicidad. No nos llamó ni escribió, salió de nuestras vidas sin decir palabra, para siempre. Ambos solían decir que el amor era amistad. Sí, me volví su amiga, pero nunca pude llegar a ser su mejor amiga.

Ahora que no estoy a su lado estoy segura que tu padre se siente solo, pero él no dirá nada, aunque siempre la haya extrañado, yo más que nadie lo sabía, pero fui egoísta, lo sé, perdóname. Pero amaba demasiado a tu padre, aún lo amo. Siempre noté que Hinata tenía un sentimiento muy especial por tu padre, pero muchas veces sencillamente no hacía caso de él, alegando que era el mismo que esta tenía hacia Naruto, una fuerte y bonita amistad, más me equivocaba.

Por eso te pido que me ayudes, ahora él la necesita, necesita de su amiga, necesita a Hinata. Consigue que ella vuelva a la vida de tu padre. Devuelve a Hinata su primer amor. Sasuke y Hinata están hechos el uno para el otro, ahora lo sé, esa es la verdad, y mi sueño. Hija, ten siempre presente que la amistad va antes que el amor, porque el amor es amistad.

Pd: En mi cuarto, en un pequeño cofre plateado debe haber un broche en forma de orquídea que me dio Hinata, yo no lo sabía, pero Sasuke se lo regaló, una vez cuando tomó de más me lo comentó, que no quería verlo... Lo guardé con mucho reparo, pensando devolvérselo algún día a su verdadera dueña. Cuídate mucho, te quiero y siempre velaré por ti.

Al ir a la última página encontró una fotografía de Hinata con su padre y padrino, unas delgadas lágrimas empezaron a descender de los ojos de la pequeña mientras acariciaba con delicadeza la foto de aquella dulce peliazul. La iba a encontrar a como diera lugar.

Notas de la autora: este capítulo fue muy triste, al menos al escribirlo me pareció así, no sé para vosotros. Pero saben, guardarse los sentimientos siempre causa dolor, es totalmente cierto, luego uno se puede arrepentir por no haber sido sincero en su momento. Igual espero que les haya gustado, ya en el siguiente veremos a los pequeños.

Muchas gracias por todos sus comentarios, me motivaron para escribir este cap más veloz. Así que sigan dejando muchos XD, na, mentira. Solo quiero decir que seguramente para el siguiente me vaya a tardar más, solo espero que sigan teniendo paciencia como hasta ahora.

Gracias :D

Ya nos leemos. ;D

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro