Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9.


Capítulo 9. Un momento como este.

(Omar)

Estaba allí, histérico, mirando hacia el teatro, y de nuevo hacia atrás, el Pimpi estaba detrás, no me había confundido, entonces... ¿por qué ella no llegaba? Quizás me había dado plantón, quizás se había arrepentido, quizás...

¡Joder!

La puta espera me estaba matando.

La vi entonces, estaba preciosa, con un chaleco blanco y unos jeans azules, tenía su cabello igual que siempre, y lucía despreocupada. Pero no venía sola, una niña de unos diez años venía con ella. Aun así, intenté mantener la calma, ella se percató de mi presencia en ese justo instante, dibujando una tonta sonrisa igual que la mía, bajando la mirada, evitando el contacto visual.

- Hola – dijo al llegar hasta mí, mordiéndose el labio, algo cohibida, mientras mi corazón latía con fuerza. Tragué saliva, sin saber qué decir, me sentía como un niño de catorce años frente a la chica que le gusta.

- Hola – contesté.

- Hola – añadió la niña, saludándome con la mano, ella sonrió, mirando hacia la pequeña.

- Ella es Lorena – aseguró, mientras yo entre abría la boca, sin dejar de mirarla, porque era imposible respirar por la nariz, sentía que me ahogaba – mi sobrina – La saludé con la mano, sonriéndole. No me sentía incómodo, ni nada, estaba acostumbrado a tratar con niños, era el mayor de seis hermanos.

- Hola Lorena – la saludé – yo soy Omar – la niña sonrió, de oreja a oreja, mientras yo me agachaba, poniéndome a su misma altura. Besó mi mejilla, algo tímida, justo antes de hablar.

- Eres guapo, ¿quieres ser mi novio? – rompí a reír, no pude hacer más que eso, mientras su tía se tapaba la cara, incómoda con la situación.

- ¿No eres demasiado pequeña? – pregunté, divertido, sentándome en el banco, junto a ella, mientras ella simplemente nos miraba, me crucé de piernas, y la observé, al mismo tiempo que lo hacía su sobrina.

- ¿Puedo ir a jugar? – preguntó, ella asintió.

- No te alejes mucho – pidió, creí que se sentaría a mi lado, pero no lo hizo, parecía sentirse incómoda. Me levanté entonces, y me acerqué – la he traído porque me daba un poco de miedo verte a solas – asentí, era justo como imaginaba – no es que tenga miedo de ti, no es eso... - estaba altamente nerviosa, podía notarlo - ... ¿qué querías decirme? – volvió la vista hacia su sobrina, que jugaba por el parque, junto a la estatua que teníamos detrás. Ella esperó, pacientemente a qué dijese algo, pero lo cierto es que no tenía ni idea de qué decir, había pensado en decirle mil cosas, pero las olvidé todas en ese justo instante - ¿para qué querías verme si no ibas a decir nada?

- Te echo de menos – fue lo único que pudo salir de mis labios, ella tragó saliva, bajando la mirada, con amargura – tenía un puto discurso preparado, pero lo he olvidado todo en cuánto te he visto – aseguré, en aquel momento, tan sólo quería ser sincero, dejar mis miedos y todos mis complejos atrás. Ella sonrió, levantando la vista para mirarme, y yo le devolví el gesto.

Durante un buen rato sólo nos miramos, con complicidad, justo como antes de que todo se fuese a la mierda. Era ella, Paola, mi amiga, esa persona que se convirtió en alguien especial. Pero pasados esos minutos, ella volvió a lucir incómoda. Tragó saliva y bajó la mirada.

- Tengo que volver a casa – dijo, volviendo la vista hacia su sobrina, abriendo la boca para llamarla, pero levanté la mano, agarrando la suya, haciendo que ella mirase hacia ese punto y luego a mí.

- Mira, sé que la he cagado – comencé, realmente aterrado ante la sola idea de que se marchase sin que yo hubiese podido decir nada – sé que probablemente no quieras volver a saber de mí, pero ... no quiero perderte, Paola – me aferré a ella cuando dije eso último, atrayéndola hasta mí. Ella acarició mi mejilla con su pulgar, mirando hacia mis labios un segundo, antes de responder.

- No puedo ser tu amiga – se quejó, lamiéndose los labios, nerviosa – ya te lo dije la última vez, Omar – se quejó, apartándose hacia atrás – por favor, dejémoslo aquí.

- No puedo – insistí, ella negó, con la cabeza, con lágrimas en los ojos, y yo me aterré de volver a hacerle daño – salgamos en serio – pedí, acariciando su cabello, mientras ella me miraba sin comprender – quiero estar contigo, Pao y ... me da igual que seas hombre, mujer, o alienígena.

- ¿Por qué ahora? – preguntó, aún sin poderse creer aquello del todo.

- Porque estoy dispuesto a cambiar mi mundo para que estés dentro – insistí – porque mi mundo es el puto infierno, sin ti – declaré.

- ¿Y qué pasa con tu familia? – preguntaba. Ella no se fiaba de mí, y no era para menos - ¿qué pasará cuando aparezca tu hermana o tu hermano, o ...?

- Pues les diré que eres mi novia – la calmé, ella me observó, con detenimiento, como si buscase el más mínimo indicio de que mentía – te quiero en mi vida, eso es lo único que sé. Y no me iré a ninguna parte, hasta que hayas aceptado, Pao – sonrió, poco a poco, ensanchando esa sonrisa suya que me volvía loco

Me besó entonces, entrelazando sus brazos en mi cuello, rompiendo a reír en tan sólo tres muerdos, contagiándome.

- ¿y ahora qué? – preguntó, sin saber qué decir, mientras yo sonreía. La había echado de menos, demasiado – quiero decir...

- Ahora me voy a Ceuta – la calmé – pero te llamaré todos los putos días, no te vas a escapar de mí tan fácilmente – sonrió, lamiéndose el labio, momento que aproveché para volver a probarlos, saboreándolos, haciéndola reír – ni siquiera sabes el novio tan empalagoso que puedo llegar a ser – sonrió, levantando la mirada para observarme.

- Hace un momento has dicho que has cambiado tu mundo por mí – asentí, en señal de que era cierto - ¿eso quiere decir que ya no eres gay?

- No pondré etiquetas a partir de hoy – le dije, ella sonrió, pero sabía que necesitaba escuchar más, así que lo dije – se podría decir que soy un hombre que se fija en las personas, independientemente de su sexo. Nunca antes me había fijado en una chica antes de ti, pero eso no significa que sea gay. Tú eres la excepción a la regla.

- Suena bien – me dijo. Le sonreí, dándole un leve pico, después.


(Pao)

Era agradable estar allí, frente al teatro, con él, mientras escuchaba a Lorena pasándoselo pipa detrás de nosotros. Acaricié su cabeza, mientras él presionaba su nariz sobre la mía, haciéndome reír.

- ¿Pao? – llamó una voz, junto a nosotros, haciendo que mirase hacia él, levemente, sorprendiéndome de ver allí a Jairo - ¡Qué sorpresa! Tu hermana me había dicho que habías vuelto, pero ... - él se detuvo en cuanto reparó en Omar.

- Jairo – reconocí, haciendo que mi acompañase se tersase a mi lado – no esperaba encontrarte por aquí.

- He venido a hacer las compras navideñas, ya sabes – me dijo. Asentí.

- Hola – saludó Omar, molesto de que le estuviésemos excluyendo – soy Omar, su novio – declaró, sin más, dejándome altamente sorprendida. Porque sí, lo habíamos hablado, pero jamás pensé que fuese tan en serio. Sonreí, bajando la mirada, al darme cuenta de que estaba celoso. Jairo se sorprendió, sobre todo porque él tenía pensamiento de volver conmigo, seguramente por eso se había parado a saludar, para hablar y lanzar ficha.

- Yo soy Jairo, el ex – añadió él, ofreciéndole la mano. Omar la estrechó, sin más, y pude darme cuenta de que ambos la apretaban cada vez más fuerte, como si aquello fuese algún tipo de competición.

- Encantado – contestó él, justo cuando Jairo logró soltarse. Se notaba que le había hecho daño en la mano, aunque fingió que no.

- Bueno... Pao, ya nos veremos, tengo un poco de prisa – aseguró, sacudiendo la mano, escondiéndola detrás, poniendo caras de dolor exageradas, tuve que hacer verdaderos esfuerzos por no reírme, me hacía mucha gracia – ya te llamaré para que nos veamos estos días.

- Vaya... - comenzó Omar, sin quitarle ojo a Jairo, para luego mirar hacia mí – tú exnovio es diferente a como imaginaba – sonreí, divertida – ni se te ocurra quedar con él – me reí, sin poder evitarlo – lo digo en serio, es demasiado guapo, no quiero que me cambies por él.

- Tú eres más guapo – le dije, haciéndole sonreír – y... eres excesivamente más bueno que él en la cama – susurré. Rio durante un buen rato – pero no te lo creas mucho, ¿Eh? – sonreí, y miré hacia Lorena, que parecía estar recogiendo piedras del suelo. ¡Cómo no! Le encantaban las piedras, solía recogerlas siempre que tenía oportunidad, y se las llevaba a mi padre, para que le dijese si alguna de ellas era algún tipo de mineral. Mi padre era biólogo, sabía mucho de piedras – espera – pedí, para luego caminar hacia ella – Lorena, tu madre va a matarme, deja las piedras ahora mismo.

- Sólo estoy recogiendo las negras – aseguró – mira, es pizarra – me enseñó la piedra, y tenía razón.

- Sólo recoge esas, o tu madre me la liará – insistí. Él caminó hacia nosotras.

- ¿Os apetece un helado? – preguntó, mi sobrina le enseñó todos los dientes, con una cara de felicidad extrema. ¿A que lo adivináis? Le encantaba el helado, en cualquier época del año, eso era algo que teníamos en común.

Fuimos a una famosa heladería de la avenida, estaba abierta todo el año, aunque no tenía los mismos sabores que en verano, eso es cierto.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro