Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Único: la viajera del tiempo

1- La chica que atravesó el pozo

Una mañana fría de otoño cierto chico de cabello largo y ojos marrón cruzaba la calle rumbo a su preparatoria, vio por el rabillo del ojo a su mejor amiga: Sango acompañada por el siempre afable Miroku. El cabello de ese muchacho, de nombre peculiar "Inuyasha", les sonrió y abrazó a su amiga mientras entraban al plantel educativo, por allí encontraban varias personas conocidas como la molesta Abi, miembro del grupo de cetrería; el insufrible Koga, el más rápido del equipo de atletismo o la enigmática Kikyo e incluso la silenciosa Hitomiko.

En la hora del recreo, los chicos se quedaron en el salón hablando de todo y nada al mismo tiempo. Miroku era el más inteligente de los tres, y entre ellos era el que más altas y aunque Sango y el mismo Inuyasha se esforzaran no lograban ni pisarle los talones a su amigo.

—Oye Sango ¿cómo está tu hermano? — le preguntó el pelilargo.

—Kohaku está bien, sólo fue un resfriado — le contestó la castaña.

—Es bueno saberlo — dijo Inuyasha sacando su teléfono —una pregunta Miroku ¿qué hacías despierto a las tres de la mañana?

—Pues ¿qué esperabas? viendo videos de anatomía humana — Sango le pegó en la cabeza con su cartuchera —mejor me quedo callado porque cargas piedras ahí.

En ese momento la carcajada de Inuyasha resonó en todo el salón cuando notó el colorado en la mejilla de su amigo, cuando finalmente salieron de clase promediando las cuatro de la tarde el trío recorrió el camino hacia el templo Higurashi, allí quedaron de reunirse con Kikyo a estudiar para un examen de cálculo el día siguiente y el primero en llegar fue Inuyasha en su bicicleta negra de ciclo montañismo. 

—Llegan tarde — murmuró Inuyasha.

—Lo dice quién viene en bicicleta — Sango se mantuvo seria —cómo sea no entiendo por qué tú necesitas estudiar, Inuyasha, eres un genio con los números.

—Vine a ayudarlos — el greñudo les sonrió —para eso están los amigos.

Los tres entraron directamente al templo en el que Kikyo los aguardaba, con una tranquila sonrisa recibió a Inuyasha y rápidamente se dirigieron a la habitación a estudiar duramente para el examen del día siguiente. Cada ejercicio que Inuyasha realizaba era perfecto, daba el resultado que la calculadora arrojaba, era un genio en las matemáticas salvo que era muy flojo.

En la hora del refrigerio Kaede, la abuela de Kikyo, le contaba a Inuyasha historias antiguas entre ellas una acerca de una perla presente en el periodo Sengoku.

—¿Una perla que causó guerras en esos años? — Inuyasha parecía incrédulo.

—Así es, Inuyasha... Era conocida como la perla de Shikon — Kaede le respondió.

—Una pregunta, abuela Kaede, ¿cómo perdió su ojo? — el chico preguntó con calma.

La mirada de Kaede se volvió una sonrisa, conocía desde pequeño al hijo de Izayoi y Toga Taisho y cada que veía al chico era una sorpresa cada que él la veía. Inuyasha, con toda la paciencia que lo caracteriza esperó su respuesta incluso cuando estaba seguro de que eso era un tema tabú para ella.

—Fue un accidente en casa — murmuró la anciana tranquilamente —un perro, creo que era un shiba inu. Era muy pequeña cuando pasó, estaba en la casa del campo de mis padres y entonces el perro se enojó y me arañó y perdí el ojo.

—Cielos, abuela Kaede es una lástima que haya perdido su ojo — murmuró el chico con un semblante preocupado —No pensaba que su accidente fuera tan grave.

La abuela sonrió de lado con la calma que le caracterizaba mientras por otro lado el chico seguía observando a sus amigos preocupados por el examen del siguiente día. Inuyasha deseaba tener una aventura algo más... interesante... y tarde o temprano la habría de tener.

El ruido indómito y repentino de la madera crujiendo alertó a los chicos y a la anciana Kaede pronto los chicos salieron para descubrir que el templo donde se hallaba un pozo, cuando miraron arriba el sol mostró una sombra y después un resplandor reflejo de un espejo. Tras eso una extraña criatura con rostro de mujer y cuerpo de insecto salió del pozo e inmediatamente atacó a los chicos, Inuyasha corrió a buscar un sitio seguro pero esa sombra nuevamente reapareció cortando con una katana roja y detalles negros una de las patas del animal.

—¿Es una chica? — Kikyo se asomó.

—Es verdad, es una chica — Sango sacó su teléfono y le tomó una foto.

La espadachina se acercó a la mujer ciempiés caminando despacio, sus pies descalzos, su garras pintadas de rojo, su cabello blanco que se movía al compás del viento y orejas eran sus rasgos distintivos.

—Dame la perla de Shikon — exigió el Youkai.

—En tus sueños — la chica corrió a ella mientras la hoja de la katana se encendía en fuego.

Un resplandor de fuego pasó por los ojos de los adolescentes cuando varios cortes realizados por esa extraña muchacha. Tras eso los restos de la mujer ciempiés se empezaron a quemar, y luego del cielo cayó otra espada pero vieja y oxidada en este caso. Una vez se dio la vuelta vio Inuyasha y este no dudó en tocarle las orejas.

—No es un cosplay — murmuró el chico.

—¿Un qué? — la chica arqueó una ceja.

—Nada... ¿Cómo te llamas? — preguntó Inuyasha.

—Aome — respondió sin más recogiendo la vieja espada oxidada —¿Dónde estamos? Lo único que recuerdo fue que esa bestia me metió al pozo devorador de huesos y salí aquí.

Inmediatamente Inuyasha entendió los sucesos que estaban sucediendo ahora, Aome miraba todo con infantil curiosidad olfateaba al chico como si ella fuera un cachorro, era raro para él pero curioso para la peliblanca.

"Es una viajera del tiempo" pensó Inuyasha.

Aome dió un salto al tejado de la casa y sólo pudo ver edificios hasta donde le alcanzaba la vista, sus ojos dorados no comprendían qué estaba sucediendo. ¿A dónde se fue el bosque? ¿donde estaba el anciano que ella consideraba su abuelo? no sentía el olor de Hojou, Yukka, Eri o Ayumi... sus amigos de la aldea.

—Oye tú — miró al Inuyasha —sí, tú el de pelo largo. ¿Dónde estamos? La aldea creció mucho. Parece como si el pozo me trajera a otro mundo... pese a que el aire se siente raro no veo nada de guerras.

—Pues... es técnicamente eso otro mundo — el chico la miró caer de la casa sobre sus piernas —, estamos en la era Reiwa... ¿Tú vienes de la época de los reinos combatientes?

—La era de las guerras civiles — Aome asintió incrédula.

—Eres una viajera del tiempo — Inuyasha se emocionó —por cierto por allá vi algo que cayó era una esferita chiquita morada.

"Viajera del tiempo" pensó Aome, sí... le gustaba más que forastera en esa época. Ella gruñó por lo bajo escuchando todos los ruidos de la ciudad, aunque ese no era el problema más grave al que ella se enfrentaba en ese mundo era donde alojarse, ella buscó esa esfera y justo era lo que temía: la perla de Shikon. Se quedó en silencio , la tomó y luego la echó por el pozo y la esfera volvió al Sengoku.

—¿Alguno de ustedes sabe dónde puedo quedarme? — Aome apareció detrás de todos dándole un susto menos a Kikyo —qué mosca les picó... ¡les hice una simple pregunta!

Una mirada extraña de una chica extraña en un extraño mundo, esos ojos dorados la hicieron temblar y no sabía cómo reaccionar; era una sensación de adrenalina y de nervios lo que le causaba esa muchacha.

—Puedes quedarte en mi casa — Inuyasha le dijo con calma —le hablaré a mamá para que te deje quedar allí.

Aome sonrió tranquilamente mientras que Sango y Miroku e incluso la misma Kikyo no entendían cómo esa chica podía estar tan tranquila en un lugar desconocido, era normal que la peliplateada estuviera desubicada pero como reza el refrán popular "preguntando se llega a Roma" y finalmente se solucionó su problema.

Inuyasha mantenía su tensa calma ante la curiosa actitud de esa chica, por alguna razón podía llegar a ser algo agresiva con sus palabras pero sin duda alguna le agradaba verla con esa extraña actitud.

2- Luna Nueva

Al anochecer, tras haber culminado sus estudios Inuyasha observó a Aome algo inquieta buscando en algo en el templo. Él salió acompañado por Miroku para ver qué le ocurría a la viajera del tiempo. Cuando finalmente se oscureció allí los dos chicos notaron el cambio, ahora Aome poseía su cabellera previamente plateada ahora mostraba un hermoso color negro.

—Genial — Aome se enojó —, ¿dónde me voy a refugiar?

—Ya te lo dije, en mi casa — Inuyasha mencionó serio —nos iremos, empezará a llover y mañana te muestro la ciudad. ¿Estamos?

Con desconfianza la chica accedió a la invitación, normalmente se ponía muy a la defensiva en sus noches humanas pero con esa manera en la que el pelinegro la trataba se sentía más cómoda. Inuyasha llevó su bicicleta a su lado derecho mientras sostenía la mano de Aome cuando caminaban por la autopista.

—¿Qué son esas antorchas? — Aome preguntó nerviosa sujetando su espada roja —y esas carrozas que rugen como dragones.

—Esos son autos — Inuyasha me respondió.

—¿Autos? — la muchacha soltó la empuñadura de su katana.

Se detuvieron de pronto para que el muchacho le hiciera una seña a un taxi, el vehículo se detuvo frente a Inuyasha y Aome. Ella estaba nerviosa nuevamente y volvió a sujetar la empuñadura de su katana roja.

—¿Podría llevarla a esta dirección? — Inuyasha le pasó un papel al taxista.

—¿Niño? — Aome se volvió a poner nerviosa y a sudar.

—Llámame Inuyasha, iré pedaleando hasta allá — el chico le sonrió —, si preguntan por qué estás vestida así di que vienes de una convención de anime.

Un plan algo raro para ella pero era sumamente importante para Inuyasha que nadie la viera raro. El taxi arrancó y la chica trató de calmarse, en el trayecto ella observó como el hombre veía un extraño artefacto que le marcaba la ruta a dónde debía ir. Tras un par de minutos llegaron a un complejo de apartamentos y un instante después Inuyasha apareció en la vuelta de la esquina acompañado por su madre, Izayoi. Eso tranquilizó a Aome bastante e incluso le hizo soltar un suspiro de alivio dentro del automóvil.

—Esa chica es la de la convención que se perdió en el templo Higurashi — Inuyasha se bajó de la bicicleta.

—Es muy linda — Izayoi le sonrió.

—¿Puede quedarse? — él la miró preocupado —no sé dónde vive y además la encontramos desorientada.

Izayoi acomodó su cabello y accedió a la petición de su hijo, más tarde estando en la sala Aome observaba todo ese lugar, golpeó suavemente la pared del apartamento descubriendo que no era de madera sino de algo muy duro.

Entre tanto Inuyasha explicaba la verdadera causa de cómo Aome apareció, incluyendo esa explosión en el templo Higurashi a Izayoi; una extraña mirada de confusión. Estaba seguro de que los mitos urbanos acerca de las supuestas apariciones de espíritus en el templo Higurashi no eran simples suposiciones.

—Entonces cuando la viste tenía orejas de perro y su cabello era blanco — mencionó Izayoi confundida —¿Aome?

La mencionada abrió los ojos asustada mientras jugaba con un gato que era mascota de Inuyasha, su nombre era Kirara y del cuál al chico le hablaron que poseía un defecto de nacimiento pues tenía dos colas.

—No necesitas esas espadas aquí — dijo Izayoi acercándose a ella —, estás a salvo.

—Gracias pero... quiero tenerlas conmigo me siento segura — ella le respondió —, ustedes viven en un palacio es enorme.

—Las cosas han cambiado en quinientos años, Aome — Inuyasha le respondió —, creo que me iré a descansar mañana tengo un examen muy importante. Pero antes explica por qué cambiaste de color de pelo tan repentino.

Aome suspiró pesadamente y comenzó a hablar.

—Es noche sin luna — mencionó ella —, debido a que soy una mitad demonio o hanyou... por eso estaba tan ansiosa cuando estaba en el templo.

—Es una lástima que vivas en una era llena de guerras — el chico murmuró apenado.

—Bien, Aome date un baño y yo te presto algo de ropa que usaba en la escuela — le dijo la mayor.

Inuyasha y Aome cruzaron miradas, Kirara se revolcó en el suelo y se fue; normalmente los constantes comentarios que ella recibía de parte de los hombres de su época era que ya debía estar casada pero que va. Ella prefería degollar monstruos aunque sí que disfrutaba una vida tranquila en alguna aldea.

La monotonía del mundo de Inuyasha era lo que a ella le agradaba, pero estaba tan perdida y sumergida en los ojos marrón de ese chico que no sabía qué decir.

—¿No te ibas a dormir, niño? — le preguntó.

—Ja, vete a bañar que hueles a pescado — él respondió burlón.

—No le des órdenes a tus mayores. Fácilmente soy mayor que tú por quinientos años — Aome sonrió tranquilamente.

—Descansa — Inuyasha le dijo desde su cuarto, ya sin su camisa —, lo necesitas... veremos cómo devolverte a tu época.

Al día siguiente, Inuyasha despertó repentinamente y al ver la hora en su teléfono se alteró mucho pues iba retardado. Cuando salió de su cuarto con su uniforme escolar corriendo por el desayuno que sólo fue una tostada con mantequilla y una taza de chocolate.

—¡Llego tarde! ¡Llego tarde! — se repetía el adolescente.

—Dame las indicaciones yo te llevo — Aome se levantó de inmediato de la mesa —ya recuperé mis habilidades.

—Aaah, verdad...

—Sube a mi espalda — ella le exigió.

—Espera — Izayoi le puso un gorro para que no vieran sus orejas —Mucho mejor.

Cómo alma que lleva el diablo Aome saltó por la ventana y cayó de pie sobre la acera y corrió a toda prisa con Inuyasha en su espalda. Se metió en la autopista ella sintió como la adrenalina corría por su cuerpo cada que saltaba los automóviles que venían en sentido contrario.

—¡¿Estás loca?! ¡¡Nos vas a matar, Aome!! — gritó Inuyasha aterrado.

Estando a unos pocos metros del colegio Aome se rio viendo esa expresión de miedo en el rostro de Inuyasha, luego simplemente se quedó frente al muro de la escuela y lo observó de abajo hacia arriba.

—Bebito — ella dió un salto y quedó dentro del colegio —ya estamos y temprano.

—Bueno... gracias y no soy un bebito. — murmuró él.

—Taisho — Koga lo llamó —no me digas que una chica te tuvo que traer.

—Cierra la boca Koga — exclamó el pelinegro —me trajo una chica porque eres tan insoportable que ni Ayame te hace caso.

Esa chica se mantuvo a la expectativa, luego la campana sonó y todos los estudiantes fueron a sus aulas, Inuyasha miró a sus compañeros reunidos alrededor de uno de los puestos del salón. Cuando se aproximó notó que estaban viendo algo en su teléfono, el chico de cabello largo se quedó pensando en qué era lo qué podría ser.

—Inuyasha — Miroku lo llamó —¿Viste ese TikTok de una cámara de seguridad en una calle de la ciudad cerca del distrito de Nerima?

—No, no lo he visto — dijo el pelinegro —¿qué ocurre, Miroku? ¿Qué es lo que ocurre?

—Bueno no soy muy creyente con estos temas paranormales pero en el video se puede ver como una estela blanca entra en una persona — el muchacho de ojos azules se puso serio —. En temas paranormales, mi abuelo y mi padre son los más expertos... venimos de un linaje de monjes que viene desde la era Heian.

—Me preocupa eso porque yo vivo por esa zona — Sango le dijo mientras veía el mismo video —, ¿crees que deba ir Aome? — le preguntó a su amigo.

—Le preguntaré en la tarde — mencionó el pelilargo —es verdad... Ella me dijo que es una hanyou, pues según lo que investigué es la mezcla de sangre humana y de un Youkai.

Durante las primeras horas de clase Inuyasha y su grupo se encargaron de realizar el examen de matemáticas para el que estaban estudiando, aunque fueran a la misma escuela Kikyo pertenecía a otro salón de su mismo curso, al final tuvieron varias horas libres debido a una reunión de profesores tiempo perfecto para que Taisho averiguara más sobre ese suceso paranormal.

—¿Qué hay en Nerima? — Inuyasha observó a Miroku sentado en el escritorio junto a él.

—Bueno, aparte de ser un sitio tranquilo no hay muchas cosas pero el tema es que ese suceso me da mala espina — Miroku estaba preocupado y más por Sango —mi padre conoce a la familia de esa persona, talvez podamos ir a ver qué ocurre acompañados por él.

—Y también es una persona que yo conozco personalmente — Sango tomó la palabra —, así que también iré allá.

Más tarde, tras salir de la escuela Sango se marchó junto a Miroku al distrito de Nerima lugar donde se hallaba esa cosa que vieron en internet, en una de las calles que había por allí, vieron que la policía y los forenses se hacían cargo del levantamiento de un cadáver en mitad de la ruta angosta de aquel barrio.

—Ciertamente esa persona no parece que haya sido atacada con un arma de fuego — mencionó Sango.

—Olvidaba que tu papá estuvo en el ejército y ahora trabaja como instructor de defensa personal — Miroku le respondió —, ¿entonces qué piensas que fue?

—Es muy probable que haya sido asesinado desde afuera y con un objeto corto punzante y luego fueron decapitados — mencionó la castaña —dudo que haya sido Aome porque ella estaba con Inuyasha anoche. Y las muertes se produjeron desde antes de que ella haya venido.

Cuando estaban cerca del dojo donde el padre de Sango impartía sus clases de artes marciales, durante el resto de la tarde estuvieron viendo los videos de las cámaras de seguridad hasta que por fin hallaron un indicio.

—Ese es — Sango habló —ese chico llevaba una caja.

—No, más bien se parece a un cofre — Miroku habló con serenidad.

—Ya veo así que ustedes continuarán con el negocio familiar — el padre de Sango se levantó de la silla y miró a los chico —Miroku, nosotros tenemos ancestros que vienen desde la era sengoku. Hay una historia que habla de una mujer mitad demonio que viajaba con dos monjes, una exterminadora de demonios y un Kitsune en el periodo sengoku. Y las dos familias venimos de ambos linajes, el de los exterminadores del cuál venimos nosotros

—¿En serio? — Sango lo miró —no sabía.

El hombre puso una contraseña en una caja fuerte de gran tamaño oculta tras una puerta de madera, y tras el portón de hierro Sango observó un arma peculiar un bumerang de color marrón claro que parecía estar hecho de madera.

—Te presento el hiraikotsu — dijo el padre de Sango —Un arma poderosa que viene desde el periodo Sengoku de nuestra familia.

Tanto Miroku y Sango se quedaron completamente sorprendidos y con la boca abierta; se mantuvieron lejos de la caja fuerte y al momento de que el padre de la chica sacó el bumerang ella lo único que pudo hacer fue acercarse a este lugar donde se guardaban cualquier cantidad de armas de fuego.

3- El sello del youkai

En el apartamento de Izayoi, mientras Aome afilaba sus dos espadas Inuyasha le explicaba lo que vio en un video y cada dos o tres tenía que desmenuzar cada término moderno a su invitada. En determinado punto en la descripción del chico especialmente cuando le contó acerca de la apariencia, una luz blanca que se metió en otras personas la hanyou dejó de hacer lo que estaba haciendo.

—No sabemos qué sucedió y como Sango vive por allá me da miedo que le pase algo — murmuró el chico —¿puedes ayudarnos?

—Claro que lo haré — Aome mantuvo su mirada seria —y si dices que fue una luz que atrapó a otras personas no creo que esa... cosa que llamas cámara haya podido captarla bien. Debemos ir a dónde fue eso. Eres un buen chico, Inuyasha — ella le sonrió metiendo sus espadas en la vaina.

—¿M-me llamaste por mi nombre, Aome? — cuestionó él —muy bien, iremos pero antes.

Al paso de los minutos Inuyasha llevaba un traje deportivo rojo, un arco rudimentario de casi dos metros y un carcaj con flechas debido a que estaba prohibido el porte de armas de fuego de esta manera él podría disimular que iba a un entrenamiento de Kyudo, arte marcial japonés usado para aprender el oficio de la arquería.

—Listo — dijo el chico.

—Date prisa — Aome apuró con una sonrisa —Inuyasha.

Un rato después Aome saltaba entre tejados y terrazas con Inuyasha en su espalda siguiendo el aroma de Sango y Miroku, se impulsó para tomar una calle residencial cercana a Nerima y estando cerca a un dojo de artes marciales encontró a los tortolitos sentados. La hanyou aterrizó frente a ellos viéndolos con una mirada pícara y tranquila al mismo tiempo.

—Eres rápida, Aome — mencionó Miroku con una sonrisa —¿dónde está Kikyo?

—Abuela Kaede me llamó y me dijo que se iba a Kioto a una feria de videojuegos — explicó Inuyasha y Aome no entendió nada —como sea... hay que buscar a ese monstruo.

—Si me pueden esperar, volveré a mi época — Aome les dio la espalda —dejé algo importante allá, no tardaré. Confío en ti, Inuyasha... no sé si tengas alguna habilidad con ese arco pero es mejor que nada.

Inmediatamente Aome dejó solos a los chicos que no sabían qué hacer mientras caminaban por las calles del barrio de Nerima a Inuyasha se le pusieron los nervios de punta al sentir un viento helado provenir de su derecha. Y justo como lo pensó, algo se movía entre los autos estacionados, después emergió de entre las sombras una persona moribunda. El chico se fue acercando pero a medida que daba un paso podía ver que algo muy parecido a un cabello humano salir de su nuca.

De pronto, aquel individuo fue decapitado salpicando de sangre el lugar entero. Nervioso Inuyasha dio un paso atrás cuando vio eso y de el cuerpo del hombre salió algo similar a un ciempiés llevándose el cuerpo del hombre. 

—Hay que seguirlo — gritó Inuyasha comenzando a perseguir al monstruo por las calles.

—Demente — Miroku lo persiguió —podríamos morir. Hay que dejarle esto a la policía.

—¡No! — el de cabello largo se trepó por un muro —esto es algo que la policía no podrá resolver. No sé por qué pero siento como si varias energías malignas se reúnen. Es la misma energía que sentí de esa joya que traía Aome.

Al final cuando llegaron frente a una vieja casa bastante grande, por el lugar se sentía un aura extraña y muy densa, y entre los murmullos de los que por allí se escuchaban de los que andaban en esa calle era sobre una extraña persona aficionada a las antigüedades.

—Sango — llamó una chica que pasaba por allí a su vecina.

—¿Ocurre algo? — cuestionó la castaña confundida.

—Tengan mucho cuidado dentro de esa casa si harán exploración urbana, hay demasiadas cosas raras y allí han ocurrido asesinatos que la policía no ha podido resolver.

—¿Entonces qué es lo que puede estar ocurriendo? — Inuyasha sujetó su arco fuertemente.

—Pues hace días el dueño de la casa adquirió un raro cofre en una tienda de antigüedades — la amiga de Sango explicó con calma —, era un anciano pero luego de que compró el cofre empezaron a suceder cosas raras.

Una mirada simultánea compartieron Miroku e Inuyasha, si lo único que podían hacer era entrar allí sí o sí. Los dos adolescentes seguidos por Sango. Sorpresivamente la puerta deslizante estaba abierta y el lugar lucía abandonado o como si hubieran entrado a robar allí. Con cada paso el maderamen crujía, el aura maligna se intensificaba a medida que se acercaban a la sala principal y cuando deslizaron la puerta del cuarto saltaron de susto al ver a un hombre de mediana edad siendo transformado mientras sujetaba el cofre y una espada.

—Es de los Yakuza — gritó Inuyasha apurando a sus amigos mientras eran perseguidos.

—¡¡Qué alguien nos salve!! — chilló Sango asustada.

—¡¡Salgamos de aquí!! — el pelilargo exclamó

Miroku se dio la vuelta y sacó algo de su bolso, normalmente su abuelo metía cosas raras allí y finalmente encontró lo que buscaba: unos extraños pergaminos muy antiguos. Él, asustado por la situación, los tomó y mientras un aura púrpura rodeaba el trozo de papel, el monstruo se le acercaba y al estar a unos cuantos centímetros del chico una fuerte descarga eléctrica lastimó al humano poseído.

Y en ese momento algo comenzó a sucederle al hombre volviéndose más grande y voluminoso, con su espada golpeó la barrera de energía que Miroku torpemente había creado anteriormente hasta romperla y luego persiguió a los chicos que huían de allí despavoridos. Inuyasha se giró hacia él y mientras empuñaba su arco miró a sus amigos de soslayo.

—¡Escuchen — Inuyasha tensó la cuerda del arco —, vayan al templo Higurashi y busquen a Aome! ¡Ella volverá!

—¡¡No te vamos a dejar!! — Sango le gritó.

—¡¡Hagan lo que les digo!! Yo estaré bien — el chico soltó la flecha.

Rápidamente el proyectil se envolvió de un aura morada y durante su trayecto al cuerpo de ese hombre chocó con la hoja de la espada rompiéndola y luego le atravesó de lado a lado. Furioso el Youkai se regeneró y atacó a los chicos con sus brazos extensibles, mandó a Miroku a estrellarse contra la pared de madera y a Sango al suelo quebrando varios huesos a los chicos, el Taisho recibió un fuerte golpe que lo lanzó fuera al jardín trasero, él impactó contra el muro provocando que su hombro izquierdo se dislocara.

Inuyasha volvió a lanzar más flechas, aún estando en esas condiciones, pero el monstruo las esquivaba con facilidad hasta que vio como los tentáculos de aquella criatura se acercaba a él y tan sólo unas décimas de segundo bastaron para que una ráfaga de viento y una llamarada los hicieran arder.

—Lamento la tardanza, Inuyasha — tras el humo se veía la silueta de Aome cargando una espada gigantesca y junto a ella un enorme felino de pelaje rojo y otro de color crema —¿recuerdas esa espada oxidada que viste?

No dudó un momento e Inuyasha la abrazó asustado, ella correspondió y miró a la bestia salvaje que destruía la ciudad de Tokio con su sola presencia.

—Buyo, Kirara llévense a Inuyasha y a sus amigos lejos de aquí — Aome sujetaba el colmillo de acero —, yo me haré cargo.

"Kirara" el pelilargo se sorprendió "ya entiendo porque tenía dos colas"

—¿Qué estás diciendo? — preguntó Inuyasha —¡Te equivocas si crees que me iré!

Kirara y Buyo, el felino de dos colas rojo, se llevaron a Sango y Miroku a un lugar seguro; aunque las dudas abundaban en el cerebro de la castaña y el descendiente de monjes de la era Heian no iban a dejar que su amigo muriera.

—¡Hiraikotsu, vuela! — gritó la chica.

El bumerang cortó toda la parte superior de la bestia que empezaba a adquirir una forma de araña gigantesca, Buyo escupió fuego mientras Miroku lanzaba sus pergaminos, o bueno, los de su abuelo causándole dolores a ese Youkai.

—¡Ahora! — Inuyasha exclamó soltando una flecha.

—¡Lanzas de diamante! — gritó Aome agitando el colmillo de acero.

Los múltiples fragmentos de diamante cortaron a esa criatura y pronto, cuando la flecha disparada por Inuyasha impactó en el pecho este estalló sin causar el más mínimo daño al lugar.

—Lo logramos — Inuyasha estaba incrédulo y por el horizonte empezaba a verse el sol.

—Tienes un gran talento con el arco — Aome guardó el colmillo de acero —, niña — llamó a Sango —y tú ojiazul, son muy valientes.

Durante ese día los chicos estuvieron en el hospital gracias a que Aome le habló a Izayoi acerca de varios ataques de monstruos o también conocidos como Youkai a la ciudad. La hanyou no se separó ni por un momento de Inuyasha, habían pasado casi dos semanas en los que ella cuidaba de ellos.

—Hola — saludó la chica del sengoku trayendo comida casera junto a Kaede y Kikyo —espero que estén mejor.

—Ese uniforme azul te queda bien, Aome — Inuyasha la elogió.

—Me enteré del incidente en Nerima — Kaede le habló a Inuyasha —qué bueno que sólo hayan sido heridas leves.

—¿Piensas volver a tu época? — Sango preguntó preocupada.

—No sé... pienso yo que la perla de Shikon está más segura aquí... — murmuró la peliblanca —, antes hubo una sacerdotisa llamada Kyoko a quien le encargaron cuidar de la perla pero murió a manos de una manada de lobos, ella me la encargó así que yo la protejo. Además heredé yamakajimaru, la espada del incendio forestal; y el colmillo de acero.

Inuyasha la observó con calma, ella dudaba de quedarse en la era Reiwa o volver al Sengoku, época en la cual las guerras eran el pan de cada día. La hanyou observó a la anciana Kaede quien con la tranquilidad de sus años encima tomó la perla entre sus dedos y la examinó.

—Oí sobre el colmillo de acero en mi infancia ¿esa no era la espada de un Youkai perro muy poderoso? — indagó Kaede.

—Eso se debe a que tuve dos maestros: mi padre y el gran Inu no Taisho — la chica dijo con calma —, al morir ellos en batallas me entregaron sus espadas.

—Ya entiendo — la anciana asintió.

—Pensándolo bien... este lugar es muy tranquilo aunque lleno de cosas que me estresan — murmuró la hanyou, nerviosa por todo lo que veía a su alrededor —podría quedarme si viviera en el campo.

—Y también necesitarás un celular e internet para hablar con nosotros — Sango se burló.

—¿Celu- qué? No entiendo nada — Aome ladeó la cabeza confundida y Kikyo se rio.

Las siguientes semanas Aome volvió por el pozo a su época, allí sólo tenía a un par personas pero en especial sus mejores amigas. A las cuatro les llamaban "princesas mitad demonio" pero de entre todas ellas Aome era la más poderosa.

—¿Así que te irás al mundo del otro lado del pozo? — Eri le preguntó observándola con sus ojos azules.

—¿Un chico? — Ayumi la olfateaba —eso parece.

—No es por eso... allá estará más segura la perla de Shikon — mencionó Aome caminando por la villa mirando todo con nostalgia —, ¿saben algo? Me gustaría pedirle a la perla de Shikon que nos vuelva a reunir, pues para que conozcan a Inuyasha. Es algo torpe pero es muy buena persona

—¿Inuyasha? Que nombre tan curioso — Yuka le dijo mientras estaba cruzada de brazos.

—Espero que la perla de Shikon me cumpla ese deseo, que nos vuelva a reunir quinientos años en el futuro.

Finalmente Aome volvió a su época, y al parecer la perla de Shikon escuchó su petición. Cerca de un pueblo costero ella observaba el mar calmando sus pensamientos; agradeció a Izayoi por la cabaña en ese lugar y que estuviera lejos de tanto ruido y la congestión de la ciudad de Tokio.

—¡Oye Aome! — llamó Inuyasha entrando a la montaña en su bicicleta.

—Inuyasha — saludó la chica sin separarse de sus espadas —¿todo bien?

—Decidimos mudarnos — el muchacho le respondió —, de hecho casi todos nos mudamos menos abuela Kaede porque le gusta el templo.

—Ya comprendo — Aome se mantuvo tranquila.

—De hecho... — el pelinegro la miró —, he pensado mucho y creo que me gustas tal como eres. Créeme que aunque muchas chicas estuvieran interesadas en mí en la preparatoria jamás les puse atención, hasta que te conocí. Eres distinta.

—¿En qué sentido? — ella se sonrojó.

—Me da igual que seas una hanyou. Es parte de tu encanto — Inuyasha se acercó a ella —y me gustaría preguntarte ¿quieres ser mi novia?

—¿Estás pidiéndome matrimonio? — Aome se volvió roja como un tomate —¡Eres un pervertido! — fingió enfado pero estaba feliz.

—Oye... sólo te propuse que seamos novios — exclamó el pelinegro —si no entiendes te explico...

—Acepto, tonto — ella respondió y lo abrazó.

Ambos viendo el horizonte lleno de edificios caminaron sobre la arena del mar, Inuyasha y Aome, ambos solían cruzarse con Sango y Miroku. Al año siguiente tuvieron que encerrarse por una pandemia mundial, ese tiempo lo aprovechó Inuyasha para hacer lo que a él le gustaba más: cultivar.

Con los equipos modernos de ejercicio que Toga Taisho le compró a su hijo, ambos se mantenían en forma durante el encierro. Inuyasha entró a la universidad y los problemas jamás molestaron, a nadie de esa familia curiosa.

Una viajera del tiempo y un chico que apenas iba a entrar a sus veintes, que sólo los separaba quinientos años y un pozo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro