Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37

Aflojo mi contacto con disimulo y giro a 45°, quedando de frente al mostrador.

―¿Elegiste alguno? En 5 minutos Cristian ya está disponible.

―Genial. Y sí, elegí este. ―Clava su dedo en el cristal, dejando la marca.

Karina abre la puerta de vidrio y saca la bandeja afelpada con cada modelo de perforadores; yo veo con precisión qué eligió: un bonito y delicado piercing de acero largo, con un colgante en forma de flor de un lado y una mariposa del otro, decorado con diminutos cristales incrustados.

―Es todavía más hermoso de lo que se lo veía detrás del vidrio ―lo toma en la mano como si se tratase de una gran joya.

―Es uno de los más caros que tenemos, cabe aclarar ―apunta Karina.

―No me importa, quedé enamorada de este.

―Entonces, no hay que dejarlo escapar ―Karina replica divertida, sin conocer la implicancia y profundidad de esas palabras tanto para Coni como para mí.

Si afectó a mi amiga, no lo puedo distinguir. Evidentemente, su estadía en Europa ha moldeado su capacidad de enmascarar sus sentimientos.

Puntual, Cristian sale de su box y me saluda con un gran apretón de manos. Cuando gira para ver a su próxima clienta, o sea Coni, sus cejas se elevan.

―Cris, ella es mi amiga Coni.

Se saludan con un beso en la mejilla y él le indica que pase al cubículo dos.

Antes de marcharse, Cristian intenta analizarme con sus agudos ojos.

―Dale, andá a hacer tu laburo, vos. ―le respondo sin responder.

Karina regresa después de unos segundos de estar acondicionando el lugar de trabajo de Cristian; yo me quedo en el salón a pesar de que mis pies pican por correr junto a Coni.

―Ella está casada, ¿no? ―La pregunta me sorprende viniendo de Karina. No somos amigos y más que una relación cordial cuando vengo acá o de alguna charla liviana en el bar de Jonás, no tenemos.

―Sí. Nos conocemos desde la primaria. Su marido es mi mejor amigo también ―intento poner mi cara de póker, la que me ha llevado a ganar unos buenos mangos algún que otro viernes en la casa de Quiquito.

―Oh, peor entonces. ―Teclea en su computadora, sin dirigirme la mirada.

―¿Disculpáme?

―Digo, ver a tu mejor amiga, a quien adorás en secreto, casarse con tu mejor amigo. Típico de novela de la tarde ―No sé si disfruta de ver mi desdicha o es una pequeña venganza por no darle bola. Inspiro profundo y tuerzo la boca, conteniendo cualquier respuesta que no merece ni tengo por qué dar.

Mis dedos están aferrados a su mostrador, tensos. Ella gira sus ojos y al verme tan serio, afloja su conducta.

―Uy, Zeke, perdón...en serio...lo tiré tipo en broma...no pensé que te afectaría. Siempre estás tan recto, tan imperturbable que...

―Dejálo ahí, ¿querés?

―Sí, sí, claro.

La tienda donde estoy se encuentra dentro de una paseo de compras cubierto con bastantes locales más. Necesito tomar aire y se lo hago saber.

―Vuelvo en un segundo.

―Por supuesto ―Karina se ve aturdida y culposa.

Mato el tiempo fuera, recorriendo las tiendas a lo largo de este corredor central en el cual hay vidrieras de un lado y del otro. En el medio, se encuentra una fuente central que apenas larga un triste chorrito de agua. 

Un grupo de chicas arroja monedas, como si fuera la Fontana di Trevi. Sonrío, no soy nadie para decirles que esa clase de cosas son estúpidas y lo único que hacen es que pierdan dinero generándose falsas ilusiones.

Paso delante de un local que venden cosas para mascotas, de otro con ropa masculina y un tercero, de ropa interior femenina. No pretendo ser un pervertido, por lo que ni siquiera me detengo a ver.

Decidido a pegar la vuelta, escucho que mi nombre suena desde una esquina.

―¿Zeke? ―Celeste está prácticamente a mis espaldas en cuanto giro.

―Hey, ¿cómo estás? ―Nos saludamos con un beso dubitativo en la mejilla y nos alejamos de inmediato. Ella lleva una bolsa de regalo de una reconocida marca de indumentaria infantil.

―Bien, estaba...paseando. ―Comento como lo más natural del mundo.

―Ya veo, aunque me resulta extraño que te escapes de tu laburo para "pasear" ―Entrecomilla. Sabe cuán adicto soy al trabajo y que solo un milagro me sacaría del taller.

―Vine a acompañar a Coni a hacerse un tatuaje a lo de Bengala ―Señalo el negocio de mi conocido, donde ella también ha venido a hacerse uno mientras que fuimos novios.

Celeste mira por sobre su hombro y asiente débilmente con la cabeza, perdida en sus pensamientos. Relame sus labios e intuyo qué es lo próximo que dirá. O al menos, qué es lo que piensa. No tarda mucho en notificármelo.

―Te extraño ―lo susurra como si fuera un secreto que nadie tendría que saber.

―Cecé...yo...

―Escucháme, no hace falta que digas nada. Te lo dije porque pintó y porque es la verdad ―Veo su mano acercarse a mi mejilla. Sus deseos por tocarme y darme un beso exceden su mirada. La esperanza que crece en sus ojos y el terror del rechazo en su respiración agitada es un sentimiento con el que no quiero lidiar.

―Cecé, no. No nos hagamos esto. Te quiero mucho, pero volver a estar juntos sería un error.

Ella detiene el camino hacia mi rostro y guarda la mano. La tristeza domina cada parte de sus músculos y maldigo no tener los huevos suficientes para dejarme de ilusionar con Coni y aceptar a esta increíble mujer.

―A menudo pienso que no debería haberte abrumado con la idea de irnos a vivir juntos y pensar en dar el siguiente paso ―Puede que hayamos empezado nuestra relación con algo de ligereza, pero el tiempo consolidó nuestro vínculo. Y cuando las cosas se volvieron más que serias, preferí hacer estallar la bomba.

Sin embargo, no eran sus planes los que me asustaban. No. Era trazarlos con alguien a quien no podía amar lo suficiente.

―No digas eso. Sé que me comporto como un completo idiota a veces, pero me conocés. Sabés que la idea del compromiso y tener un familia no me resulta nauseabunda en absoluto ―Sus hombres se aligeran dándome un respiro. Asiente con la cabeza, sin mirarme ―. Cecé, no me siento en el momento exacto para dar ese paso ―trato de serle lo más honesto posible. La diferencia de edad está siendo un obstáculo, o mejor dicho, un acelerador de cosas.

Ella supera los 30 años, tiene una posición consolidada en la clínica y me dio a entender en numerosas oportunidades que sería una pérdida de dinero seguir alquilando un lugar propio cuando podríamos vivir juntos a tiempo completo.

Quiere avanzar y no la juzgo. Soy quien todavía se debate cuánto más quiere hundirse en el fango de la autocompasión.

―Ya lo sé, nunca modificaste tu discurso ―no sé si es resignación o aceptación lo que sale de su boca y a punto de preguntarle, levanto la vista ante un destello de pelo rojo que se detiene a la salida de la tienda de tatuajes.

Doy un beso en la frente a Celeste y le prometo que todo va a estar bien. Promesa estúpida viniendo del tipo que no puede darle lo que necesita y se merece.

Coni permanece dura, aferrada a su cartera cruzada, esperando.

―Ahí salió Coni ―Indico a mi ex. Ella voltea y agita su mano, floja, sin convicción de saludar.

―Suerte, Zeke. ―dice y sigue su camino, opuesto al mío, un paralelismo absoluto de esta etapa de nuestras vidas.

En cuanto veo a Coni noto su incomodidad. No sé qué pudo haber apreciado a la distancia ya que ni siquiera hubo un beso cerca de la boca o un toque profundo de nuestros cuerpos, pero con ella, puedo esperar cualquier tipo de situación.

De hecho, el malentendido en mi oficina había sido el disparador de nuestra separación antes de intentar siquiera un acercamiento más íntimo. Asumir cosas es la especialidad de Coni.

―¿Todo bien? ―pregunto frotando mis manos.

―Sí, ya pagué ―asomo mi cabeza y saludo a Karina, quien retribuye con un cálido "espero verte pronto". Estoy seguro de que me sonrojo porque soy así de vergonzoso ―. ¿Y Celeste? Pensé que se nos sumaría―Esquiva mi mirada.

―¿Por qué tendría que venir con nosotros? Ya no estamos juntos.

―Bueno, sí...pero...capaz que...

―¿Capaz que, qué?

―Nada, no me hagas caso ―Agita su mano y da unos cuantos pasos hacia la salida de la galería, escabulléndose.

La historia de nuestras vidas.

En la vereda, le doy el casco y hace todo lo posible para ignorarme.

―¿Te dejo en casa de tu mamá?

Niega con la cabeza.

―Dejáme en lo de Jose, por favor ―más me hubiera gustado que dijera mi casa. Reprimo mis ansias ya que hemos lo suficiente de la cuerda por el día.

Al cabo de unos minutos, estamos frente a la casa de su hermana. Muero por preguntarle qué es lo que tanto está pensando, pero me comporto inteligentemente y evito caer en mi propia trampa mental. Eso, quizás, destaparía la caja de Pandora.

―¿Salís esta noche? ―Su voz sale delgada.

―No, mañana me tengo que levantar temprano. Tengo que terminar un encargo ―respondo jugueteando con las correas de mi casco ―. ¿Por qué?

―Porque me quedé pensando en el tatuaje. No quiero arrepentirme justo ahora que tomé coraje. Quisiera definir el diseño lo antes posible.

―Me parece bien ―No entiendo hacia dónde vamos.

―Quiero que diseñes algo para mí ―Larga como si no fuera un problema, tomándome por sorpresa. Me señalo con los ojos bien abiertos ―. Sí, ¡tonto! Vos. Dibujás como los dioses y sé que me harías algo único y especial. Tal como quiero.

No articulo palabras; que tenga algo creado por mí en su cuerpo, exclusivo y muy personal, es más de lo que mi corazón puede soportar.

―¿Estás segura? Es una gran responsabilidad.

―Confío en que sabrás qué hacer. Estoy dispuesta a pagarte por todo el tiempo que pierdas dibujando.

―¿Vos estás loca? ¡De ningún modo te cobraría! ―no hay manera en el infierno. Aunque sea tortuoso para mi sistema nervioso.

―Entonces, ¿es un trato? ―extiende ridículamente su pequeña mano. Ladeo la cabeza y estrecho la mía, dándole un tibio apretón.

―Dale. Dejáme que vea qué se me ocurre y te aviso.

―Bueno, pero no te tardes tanto. No quiero volver a España sin haberme tatuado ―su confesión cae como una tonelada de ladrillos sobre los hombros y debe de haber notado mi escepticismo, puesto que me quedo inmóvil y perdido ―. Mejor entro a la casa; ya tenés tarea para mí.

Es evidente que ha tomado una decisión con respecto a su futuro. Irse a Europa está en sus cartas, parece tenerlo claro.

¿Había hablado con Juani y no me dijo nada al respecto?

Él, en cambio, estuvo mensajeándome y no hizo más que hablar acerca de su pase y los beneficios económicos que este le traería. Sabe que Coni y yo estuvimos viéndonos, obviamente, en calidad de amigos. Me ha repetido infinidad de veces que "la cuide", que la "lleve por el buen camino" y que la "convenza" de regresar.

De no ser por esto último, me mantuve a raya, porque mi lado egoísta no quiere rendirse, en mi fuero interno no pretendo tirar la toalla pese a lo delicado del caso.

¿Egoísmo o masoquismo? Muchas veces cuestiono mi sentido común, algo en falta desde que conocí a Coni y no pude dejar de pensar en ella ni un solo día de mi existencia.

***

Por la madrugada, el sueño me resulta esquivo. Debería estar descansando, preparando los primeros mates del día y sentándome en el puto banco de trabajo para terminar mis pedidos pendientes.

Estamos teniendo una buena racha de laburo: mi casa paterna se vendió hace unos meses y los arquitectos que la compraron están construyendo un pequeño edificio de tres pisos con dos departamentos por nivel. Al poner la firma, me aseguré – de palabra, ya que era gente de bien y confiable – que me tuvieran en cuenta a la hora de fabricar el mobiliario de cada unidad.

Ese momento llegó y tuve que duplicar la cantidad de personal para hacerlos en tiempo récord.

Ese dinero viene más que bien; con los ahorros que dejó la venta de la casa, estuve actualizando algunas máquinas y herramientas de trabajo. Les di un cheque a los chicos más que jugoso para fin de año y pude rotar los horarios con mayor flexibilidad.

Además, Ariel está terminando (por fin) la F-100 con la que traslado los muebles.

Otro deseo es comprarme un departamentito en la Sierra, algo chiquito pero que sea mi refugio lejos de todo y de todos. Cerca de un río. Con mucho verde alrededor.

No suelo tomarme vacaciones, sino más bien fines de semana largos.

Enciendo la luz del comedor y voy a la cocina. Pongo la pava a calentar y me siento con un vaso de agua y una aspirina en la mano.

Miro de lado y me enfoco en la novela que Coni agarró esta tarde. La tomo entre mis manos y la hojeo. Es un libro demasiado usado que encontré en una vieja librería del centro porteño, un día de entrega de muebles.

―"Cuando se ama a una persona se la ama tal como es, aunque no sea como uno quisiera que fuese". ―Leo en voz alta, con la ironía pegándome un bife en la mitad de la cara.

Cierro el libro y tomo un block de hojas blancas del cajón de la biblioteca. Tengo varios dispersos por toda la casa, dada mi afición al dibujo y a la creación espontánea.

Esbozo unas pocas cosas hasta que escucho que la pava silba.

¡Mierda! Se me hirvió el agua para el mate.

Bloqueo la llave de gas de la hornalla, le quito la tapa a la pava y dejo que salga el vapor esperando porque se enfríe. Mientras tanto, regreso a mis hojas y mis lápices, buscando inspiración.

Buscando una nueva razón para estar cerca de Coni.

Aunque más no sea, un recuerdo eterno en su piel.

************

Pava: tetera donde se calienta agua.

Bife: cachetada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro