Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24

Hace un par de semanas que Zeke lleva saliendo con la nueva chica; él suena bastante entusiasmado cada vez que habla de Celeste.

"Que Celeste tuvo una noche difícil en la guardia. Que Celeste es de Chascomús. Que a Celeste le gustan las películas de Terminator..."

Que Celeste, Celeste y más Celeste.

Odio pensar en cuánto me molesta escuchar su nombre y todos los atributos que lo acompañan.

Odio pensar en que pueda ser la indicada.

Odio darme cuenta de que soy una pésima amiga; él ha estado desde tiempos inmemorables junto a mí, escuchando mis lamentos, soportando mis desavenencias con Juan Cruz.

Él estuvo a mi lado después de perder a mi bebé.

Odio sentirme celosa.

Odio haber descubierto que es la misma chica que vi en su taller el día que fui a llevarle las croquetas de verdura.

¿Estarían juntos desde antes de que tuviéramos sexo? La idea me repugna y la bloqueo de mi cabeza.

La clase de Morfología termina y estoy dispersa. Mi cuaderno de apuntes ha quedado en blanco y gruño suplicando que el profesor Sayam no haya explicado nada relevante.

Estamos en época de parciales y me lamento con anticipación; es más que probable que haya despejado todas las dudas sobre el próximo examen y que yo haya viajado a la luna de Valencia, ida y vuelta, tres veces.

Bajo las escaleras de la facultad a toda prisa con la ilusión de ver la moto de Eze y a su dueño. Nada de eso sucede; es lógico, ahora tiene a quien ir a buscar por las noches.

A quien caliente su cama.

A quien le lleve el almuerzo y llene su agenda de fin de semana.

Una vez en casa, prendo la PC y abro el MSN. La pestaña de diálogo que ayer mantuve con Juani sigue abierta. Él figura como desconectado; hemos hablado hasta tarde. Nos mandamos algunas fotos subidas de tono y disfrutamos descubriendo que la conexión entre ambos sigue estando allí. Intacta.

Puede que las relaciones muten, se acomoden, pero continúan vigentes.

Me pongo mis pantalones de jogging y un buzo más grueso sobre la remera desgastada de Evanescense. Comienzo a remarcar mis apuntes con fibrón fluorescente, para cuando el ruido de un nuevo mensaje me saca de contexto.

Me acerco a la computadora y mi corazón aletea cuando veo que es Zeke.

ZekeMZ: Hola, extraña.

Muero por decirle que la distancia es la misma en ambas direcciones, pero no arranco con una batalla dialéctica que no podré sostener.

GypsyRed: Hola, extraño. ¿Cómo va?

ZekeMZ: En paz. Inaudito.

GypsyRed: ¿Ya cerraste el taller?

ZekeMZ: Sí, estoy molido.

Muerdo mi uña. ¿Solo el taller lo dejará cansado? Recuerdo la transpiración en su cuerpo mientras me empotraba contra el colchón y me pongo colorada. Agradezco no tener esas nuevas camaritas de transmisión que se colocan en la PC. Caso contrario, vería mi vergüenza.

Toco mis mejillas calientes y respiro profundo, borrando esas estúpidas imágenes de mi mente.

ZekeMZ: Coni, te iba a hacer una pregunta. Sé que laburás los sábados, pero quizás tengas un tiempito...

GypsyRed: Si aviso a Juana con anticipación, puedo hacer que ella me cubra unas horas o el día entero. Claro, se lo debería y ella es muy cruel cobrándose los favores.

ZekeMZ: jajajajja

Yo no me reiría tanto. Es una guacha cuando se trata de devolverle favores.

ZekeMZ: El caso es que me gustaría que conozcas a Celeste y ella te conozca a vos. Son dos personas importantes para mí.

Mis dedos se congelan sobre el teclado; la ha puesto en el mismo escalón que yo. Ella YA es IMPORTANTE como yo.

Quiero pegarle una trompada al monitor, arrojar el teclado por la ventana.

Sin embargo, me calmo.

GypsyRed: Eso sería genial. ¿Tenés algo en mente?

Apuñalo las teclas, ofuscada.

ZekeMZ: ¿El bar de Jonás no cuenta?

Pongo los ojos en blanco ante su obviedad.

GypsyRed: si soporta estar en ese tugurio, es más que cantado que te quiere.

¿En serio le dije eso?

Demasiado tarde para eliminar el mensaje, espero por su respuesta, la cual se dilata teniendo en cuenta la fluida conversación que estamos manteniendo.

ZekeMZ: pensé lo mismo.

Mierda, ya quiere que lo quiera.

Mastico bronca y entierro mi dedo en cada letra.

GypsyRed: ¿Tenías pensado invitar a alguien más o solo sería salida de tres?

ZekeMZ: los de siempre; Quique y su novia y Julito y una "invitada". Parece que está saliendo con una piba de la facultad de veterinarias.

GypsyRed: ¿Julito está de novio? No creí estar viva para cuando llegara el momento.

ZekeMZ: No seas mala, todos tarde o temprano terminamos cayendo.

¿Él estaría cayendo?¿Celeste sería la causante de su caída?

GypsyRed: ¿Te dijo Juani que prometió venir para mi cumple?

Sonrío, maléfica.

ZekeMZ: Genial! Podríamos salir los cuatro para ese entonces.

O sea que piensa que la chica va a durar, teniendo en cuenta que falta un poco más de un mes para mi cumpleaños.

GypsyRed: por supuesto, pero no iríamos a lo de Jonás, claro.

ZekeMZ: jajajajaj.

Por los próximos minutos, él me habla sobre un nuevo proyecto que lo entusiasma – ha retomado la vieja idea de su padre de construir casas en los árboles, lo cual es asombroso y un gran negocio – en tanto que yo le digo que no tengo ganas de estudiar.

ZekeMZ: ¿Todavía no sabés qué vas a hacer cuando te recibas?

GypsyRed: Tengo como mínimo, seis meses de plazo. No me atosigues de antemano.

ZekeMZ: Apuesto a que vas a terminar viviendo en España, yo sé lo que te digo.

Es la primera vez que tocamos el tema "España" después de que le mencioné que Juani se mudó solo y queríamos volver como pareja.

GypsyRed: no sé, la idea de marcharme tan lejos no me convence del todo. Mucho menos ahora que Jose está embarazada.

ZekeMZ: ¿Embarazada? Fua, ese sí que es un notición. ¿Estás contenta con ser tía?

GypsyRed: Entusiasmadísima. Nos enteramos ayer por la tarde.

En efecto, Jose y su marido cayeron con tres docenas de facturas, muchos paquetes teniendo en cuenta que éramos solo cinco personas las que estaríamos presentes: mamá, ellos dos, Fidel y yo. No dudamos de que todos comiéramos lo suficiente, pero cuando notamos la voracidad de mi hermana, nos peguntamos qué pasaba.

Su corrida al baño tres segundos después terminó por confirmar cualquier sospecha: Josefina iba a ser mamá.

Nuestra madre se largó a llorar, la besuqueó toda y felicitó a Facundo con una emoción que jamás le vi. Pensar en cuánto rechazó mi estado años atrás, me puso un tanto celosa y nostálgica.

No obstante, las condiciones no podían ser más antagónicas: yo, con apenas diecisiete, cursando el último año del secundario, sin una mínima idea de lo que quería en esta vida y con un novio en shock, versus Jose, cerca de los 30, con un matrimonio feliz y un trabajo independiente, pero en constante despegue.

ZekeMZ: Mandále mis saludos, porfa. Hace mucho que no la veo.

Muchas veces, Jose y él se encontraban en el colectivo; él de regreso del colegio y ella, de trabajar en una tienda de ropa en el centro. Sus cursos de joyería y platería requerían de muchos materiales y costos extras y mamá no podía costeárselo.

Nunca se lo dije a Juani, pero mi hermana siempre tuvo especial debilidad por Zeke. Su dura historia familiar, su tenacidad para reponerse ante la adversidad y el talento para crear cosas con sus manos que ambos compartían, inclinaron la balanza a su favor.

Intercambiamos unas líneas más de charla hasta que su novia llega y tiene que abrirle la puerta.

Miro la hora en la parte inferior de la pantalla; son más de las 8 de la noche. Seguramente él la espera con un plato caliente para la cena y ella se quedará toda la noche teniendo sexo desenfrenado.

Me golpeo la cabeza con el canto de la mano, enfurruñada conmigo misma.

Últimamente, esto sucede mucho.

***

Aparezco en el bar de Jonás con mis mejores jeans y un sweater liviano con cuello buche. Después de unos cuantos días de lluvia, esta noche no se ha despejado del todo, dejando rastros de humedad en el ambiente. La vereda está cubierta por una película pegajosa típica de nuestro otoño, hay algo de neblina en la superficie y no dudo que mañana se largará a llover otra vez.

Ayyyy mayo, mayo.

Entro y saludo a la mesera que suele atendernos y silba por lo bajo.

―¿Te vestiste así para venir acá? ―Sí, puede que me haya puesto un pelín más de maquillaje y que mi estilo esté un poco más elegante que las zapatillas de siempre y el buzo con capucho que uso para venir.

―De acá me voy a un cumple y no me da el tiempo de volver a casa. ―me excuso.

No digo que conoceré a la novia de Zeke, a la primera que presentará a su grupo de amigos. A la que lo tiene babeando y con el pecho inflado de orgullo.

―Los chicos están al fondo.

―Gracias. Lo sospeché desde un principio. ―Esquivo las mesas repletas de gente y agito la mano en dirección a mi amigo en cuanto lo veo. Él eleva el chop de cerveza a medio consumir, pero no amaga con venir en mi búsqueda a pesar de dejar la bebida en un taburete cercano. En ese momento, entiendo el por qué: la chica que vi en su taller está colgada de su brazo, dándome la espalda. Él baja el cuello y la besa como si no hubiera un mañana.

Asqueada, fastidiosa, sigo caminando como si estuviera en una pasarela de moda; la mano libre de Zeke está plantada sobre la espalda baja de su novia en tanto que la otra deambula por su cabello largo y negro.

Intento no llorar de desesperación mientras me aferro a la correa de mi cartera cruzada.

―¡Hola Coni! ―Julio interrumpe mi tortuoso contacto visual con la escena de amor que me retuerce las tripas ―.¿Cómo va? ¡Tanto tiempo!

―Hola Julito, ¿bien y vos? ―exagero mi saludo, enmascarando el fino pinchazo.

Pero ¿por qué duele tanto?

Zeke y yo somos amigos. Tuvimos sexo grandioso, sí, pero eso no bastó para que ninguno de los dos avance en la misma dirección. Yo, porque confío en que tarde o temprano me decepcionará dado su historial amoroso de cama en cama – de hecho conoció a esta chica apenas se enfriaron sus sábanas – y él...porque es él. Un picaflor de manual. Inquieto por naturaleza, siempre buscando una flor diferente en la que meter su pico.

―Ella es Sofía, mi chica. Sofi, ella es Coni. Nos conocemos desde hace mil años ―dice mi excompañero de curso. La palabra novia le debe dar urticaria.

―Hola, mucho gusto. Constanza ―la saludo y a simple vista, "su chica" parece amable.

No es ni de casualidad como me la imaginaba; Julito siempre anduvo detrás de supermodelos que pesaban treinta kilos mojadas y esta chica no solo es pequeña de altura, sino que tiene pronunciadas curvas con las que entretenerse. Me gusta de inmediato.

Continúo saludando al grupo habitual hasta que llego a la ubicación de Zeke y su novia. Ambos se entrelazan las cinturas con los brazos, en clara demostración de pertenencia.

Nunca había vivido una situación semejante; es recontra sabido que Ezequiel es un mujeriego. Siempre besando a una distinta, siempre quedándose en casas ajenas, pero hasta ahora jamás lo había visto con alguien deliberadamente, profesando ante la vista de todos su completo cariño.

Las veces que celé a Juani, no fueron más que tonteras. Manos que apenas se apoyaban en su brazo, palabras que sonaban fuera de lugar o miraditas impropias.

Ahora mismo, mi sangre hierve.

Trato de convencerme de que no son celos amorosos, sino cualquier otra cosa. ¿Cuál? No tengo ni la más pálida idea.

―Hola Coni, ¿cómo estás? ―el beso de Ezequiel es más frío que si hubiera caído en paracaídas en la Antártida.

―Bien, ¿y ustedes? Hola, ¡soy Coni! ―Plantificando una sonrisa truchísima en mi cara, saludo a la "invasora".

―Hola, soy Celeste. Zeke me habló mucho de vos.

―¿En serio? Espero que bien.

¿Te dijo que nos acostamos?¿Te dijo que tuvimos un sexo estupendo?¿Te dijo si le quedaron ganas de repetirlo?

―Sí, me contó algunas anécdotas de ustedes cuando eran chicos. Es re lindo que conserven esta amistad después de tantos años. ―Lo mira embelesada, con afecto genuino.

―Hacíamos toda clase de travesuras. Él y Juani eran terribles ―menciono a mi novio con el afán de afirmarme a mí misma que no me importan sus manos cariñosas ni sus miraditas de enamorados.

¡Basta Coni, cortála!¡Vos decidiste seguir con Juani!

Responsable de mis actos, esclava de mis palabras y mis deseos, paso una de las peores noches de mi vida quedándome entre ellos.

Celeste es simpática en su medida justa, un poco ácida en sus comentarios y demostrativa sin exagerar. Confirmo mis sospechas de que nos lleva un par de años, lo cual me cae peor: cuenta con una experiencia amorosa que yo no tengo y, por supuesto, es una profesional de la medicina que salva niños. Más altruista imposible.

Interviniendo muy poco en las charlas, es más lo que escucho que lo que hablo a tal punto que mis tragos se vacian con frecuencia.

La música es fuerte y drena parte de los diálogos, haciendo que me encuentre un poco perdida y fuera de sintonía.

―Mierda, no ahora...―Celeste mira el aparatito que llevaba colgado en su cintura. No lucía despampanante, pero sus jeans blancos y su blusa azul le quedaban de maravillas. Eran de una reconocida marca local.

―¿Qué pasa, Cecé?

¿Cecé? ¿Acaso es la actriz de "La Niñera"?

Me río como chanchito de mi estúpida broma y cuando dos pares de ojos me miran buscando la gracia del asunto, me hundo en mi trago.

―Mi jefe me está pidiendo que vaya a la guardia. Parece que hubo una intoxicación en un club y hay muchos chicos involucrados.

―¡Eso es terrible! ―el buen Zeke no le pierde pisada a su novia. La ayuda, incluso, a ponerse el abrigo ―. ¿Querés que te alcance? ―escucho que le dice y ruego por su negativa.

―No, dejá, un taxi va a hacer más rápido. Además vos estás acá con tus amigos.

Él se rasca la nuca sopesando las opciones. No es nuestro niñero ni es su cumpleaños, por lo que podría irse sin recibir reproches de nuestra parte.

―Bueno, llamáme cuando llegues a tu casa.

―Dale. Mañana date una vuelta, ¿sí?

―Por supuesto ―apenas comienzan con la danza de sus bocas miro de lado, perdiéndome en las mesas de pool y en el ruido de los tacos contra las bolas de colores.

Al regresar mi vista a la mesa, suspiro profundo.

Miro la hora. Son las dos de a madrugada. Me duele mucho la cabeza y la cantidad de bebida ingerida no fue inteligente.

Me pongo de pie y, de golpe, todo se mueve como si estuviera presenciando un terremoto de escala 10.

―Wowowo, carrusel...¡pará un poco!―Afirmo mis manos en la mesa, buscando equilibrio. No hay nadie a quien pedirle que me acompañara a hacer pis ya que los chicos conocidos están entretenidos en las bocas de sus parejas. Tomo aire, cierro los ojos y cuando creo que todo vuelve a su lugar, los abro.

"Bien, la barra del fondo está quietita y las sillas no se mueven".

Camino despacio procurando no tropezar con vasos cargados de bebida o mesas atestadas de gente. Este sucucho alberga más personas de lo legalmente posible, estoy segura de ello.

En el baño, la cola es interminable. ¿Por qué no me puse un pañal de adultos? Carcajeo como idiota ante el pensamiento, aunque triste porque nadie lo festejaría de haberlo dicho en voz alta.

Cruzo mis piernas y contengo mis ganas de orinar; pienso en la próxima visita de Juani y fantaseo con su cuerpo, con su cara bonita y sus ojos preciosos. Eso me distrae un rato hasta que consigo entrar al cubículo sucio al que nunca me terminaré de acostumbrar.

Siempre que vengo intento no tener que usar este sector; hoy, la urgencia es deprimente y como es de esperar, no hay papel higiénico. El cilindro de cartón se ríe de mí.

―A vos también te odio ―Hablo con el rollo vacío. Estoy oficialmente ebria. O loca.

Escabullo mi mano dentro de mi cartera y rescato un paquete de pañuelitos descartables. Agradezco a los dioses de lo desechable y me limpio. Tiro la cadena y suspiro de felicidad.

Ahora podré caminar con normalidad.

Uso otro papel para secarme la traspiración en mi rostro, buscando un pedacito de espejo libre. La mayoría está siendo usado por otras chicas que también buscan arreglarse.

Cuando salgo, choco con un torso duro y ancho. No hace falta levantar la cabeza para saber a quién pertenece.

―¿Coni? Menos mal que te encuentro ―las manos de Zeke se aferran a mis brazos.

―Vine a hacer pis, ¿por qué te preocupas? ―Acuso.

―Volví a la mesa y no te vi. Ninguno de los chicos vio cuando te fuiste y me asusté.

―Estoy bastante grandecita y conozco de memoria este lugar. ¿Seguro que no exageraste? ―Pongo las manos en jarra.

―No me importa la edad que tengas, siempre me voy a preocupar por vos ―dice, rompiendo mi corazón y mis barreras.

Por un instante que suena a poco pero dice mucho, miro fijamente su boca. La misma que hizo cosas grandiosas en mi entrepierna. La misma que dejó en carne viva mis labios y con ganas de una segunda, tercera y cuarta vuelta en la cama.

¿Por qué tuve que encontrarlo con Celeste?

―Coni...―Su jadeo sale cansado.

No respondo a su queja con palabras sino con arrebatadas acciones. Me cuelgo de su cuello con ambas manos, atrayendo su cara a la mía, estampando un beso en su boca. Al principio, me la pone difícil. Se resiste, quedándose quieto y con los ojos abiertos.

Pero cuando mi lengua busca la apertura de sus labios, accede, y lo que era aprehensión, ahora es ofrecimiento. Contra la pared del pasillo de los baños, me acorrala sin dejar distancia entre ambos. Sus manos amasan mi culo y mi pierna izquierda se monta en su cadera derecha, buscando fricción, buscando placer.

Despeino su cabello largo y arqueo mi espalda buscando su calor, su respuesta.

―Eze ―murmuro, desilusionada porque él ya es de otra y yo, de otro.

Mi amigo no habla, pero la realidad lo choca de frente. Es como si un rayo lo hubiera fulminado, dejándolo tieso.

Sus manos se alejan de mi cuerpo y rechazan mi pierna. Sus ojos se revelan, mostrando agotamiento.

―Perdón...tomé...mucho...―me excuso cuando noto su shock. ¿Qué esperaba que sucediera? Ha sido un error grosero saltarme encima de él.

¿En qué clase de puta me convertí?

Me cubro la cara con las manos y sacudo la cabeza.

―Perdón, perdón ―repito y me escapo de él. De una eventual persecución.

Salgo al exterior del bar a trompicones, encontrando algo de humo y olor a marihuana de los que fuman en la vereda. Hay voces y risas que se pierden en el ambiente. El escape de motos que se encienden buscando otro horizonte.

―¿Estás bien? ―el muchacho de seguridad se acerca. Debo verme horrible.

―Sí, sí. Estoy bien. Me voy a pedir un taxi...―estoy un poco aturdida. Y borracha. Y avergonzada.

Zeke aparece por detrás de mí, agitado.

―Uffff, estabas acá.

El chico se seguridad se va cuando ve que mi amigo se me acerca.

―Coni, no te vayas así.

―Es lo mejor, en serio. Bebí mucho más de lo que mi cuerpo aguanta. Hip. Me pasé de la raya. ―No puedo mirarlo a los ojos, no si no quiero volver a colgarme de él.

―¿Me besaste porque tenías ganas o porque estás en pedo? ―su pregunta crítica me desnuda.

―...no...no sé...probablemente lo segundo...o porque hace mucho que me besaste...y Juani está por venir...y....¡grrrrrrrrrrrrr! soy una tonta ―Protesto al aire, con mis manos agitándose como las de los muñecos inflables que hay en algunas estaciones de servicio.

Zeke se mantiene estoico, de pie, y la distancia que pone entre ambos es moralmente aceptable.

―Chau Zeke, hablamos después―me zambullo de cabeza a la calle cuando veo un taxi vacío a paso lento.

Esta vez, Ezequiel no me detiene. No golpea la puerta de mi auto pidiendo que me baje ni que me quede a su lado.

Esta vez, soy yo la que perdí la oportunidad de luchar por él.

Y es justo que me conforme con lo que elegí.

**************************

Guacha: mala.

Truchísima: muy falsa.

Sucucho: cuarto pequeño.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro