ocho
A veces siento que Sierra me está buscando.
Escucho cómo tocan el espejo.
El naranjo dice que me esconda bien.
Y yo lo quiero.
Que me digan:
"¡Te encontré!"
Para contestar:
"¡Me encontraste!"
Pero callo. Dejo la ventana abierta, siempre la he dejado abierta.
Y no es suficiente para que mi hermana vuelva.
Ni los nombres.
Ni los trozos de carne.
Ni la sangre.
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