6. Lienzo en blanco
Parker escuchó un sollozo, y luego otro. Alguien cerca de él estaba llorando, pero él sentía como si a la vez estuviese muy lejos de ahí. Sintió que alguien apretó una de sus manos. Y ese apretón, despertó todos sus sentidos.
El cuerpo le dolía por completo, sintió que cada músculo gritó cuando hizo un esfuerzo por moverse. Un dolor infernal parecía estar apoderado de su cuerpo, desde sus pies hasta su cabeza. Lo bueno de eso, era que si algo le había pasado y por eso sentía tanto dolor, era mejor soportarlo a no sentir nada.
Abrió los ojos y lo primero que se encontró fue la luz cegadora de bombillos fluorescentes. Parpadeó un par de veces y luego se dio cuenta de que era el techo de un hospital.
¿Qué le había pasado?
Él no lo recordaba.
Lo último que su mente recordaba era haberse montado en un avión directo a Cancún, luego de ahí todo estaba en blanco.
Miró a su alrededor y vio la causa del apretón que había sentido. Su madre tenía la cabeza apoyada en la orilla de la cama y estaba apretando su mano derecha con las de ella. Sus hombros se sacudían visiblemente. Estaba llorando.
—¿Ma...? —Comenzó a decir, pero la palabra no terminó de salir, sonó más como un jadeo que como otra cosa. Tenía la boca seca. Así que se relamió los labios y se aclaró la garganta, intentándolo de nuevo—. ¿Mamá? —repitió en un tono un poco más fuerte, haciendo que su madre se incorporara al oírlo.
—¡Parker! ¡Oh Dios mío, estás bien! ¡Estás despierto! ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? —Su cara estaba roja y sus ojos estaban hinchados de tanto llorar.
Parker intentó incorporarse para que ella viera que estaba bien. Pero un fuerte mareo lo invadió, obligándolo a recostarse nuevamente. Bajó la cabeza hacia su cuerpo, observando qué tan mal estaba. Sintió que los nervios se apoderaron de él en el momento en que se dio cuenta de que su brazo izquierdo estaba elevado y sujeto a su pecho, cubierto por un yeso. Sintió que la boca se le secó aún más, si es que eso era posible. Tragó el nudo que estaba empezando a formarse en su garganta y ansioso, se liberó del agarre de su madre, levantó el brazo derecho moviéndolo hacia adelante, cerrando y abriendo la mano una y otra vez. Con el corazón latiéndole tan fuerte que sentía que iba a salírsele del pecho y aterrizar en su mano izquierda, subió la mano buena hacia su cabeza y se tocó la venda que la rodeaba, cerrando los ojos y maldiciendo en voz baja.
—Parker... cariño... dime algo —habló su madre con voz ronca.
Él apretó la mandíbula y parpadeó, intentando alejar las lágrimas que comenzaban a nublarle la vista. Eso no podía ser cierto. ¿Qué le había pasado a su brazo? ¿Por qué se encontraba en esa situación? ¿Y por qué no recordaba nada?
Tenía que ser un sueño. O más bien, una pesadilla de muy mal gusto.
—Estoy... —soltó un gruñido y sacudió la cabeza, sintió las lágrimas calientes desplazarse fuera de sus ojos sin que él las pudiera controlar—. ¿Qué demonios me sucedió? —Miró a su madre, buscando urgentemente que le diera una respuesta.
—Lo siento mucho, mi amor —Alicia negó con la cabeza y arrugó la cara en un esfuerzo por no llorar—. Lamento todo lo que pasó.
En ese momento, se abrió la puerta de la habitación y entró su padre, seguido de una enfermera. Ambos se detuvieron en seco cuando vieron que Parker se encontraba despierto y la enfermera volvió a salir de la habitación a paso rápido. Más bien, corriendo. Su padre soltó una exhalación, se frotó la cara con ambas manos quitándose las lágrimas que brotaron de sus ojos y fue hasta él rápidamente.
—Estás despierto al fin —se acercó a él del lado opuesto adonde estaba su madre y se pasó las manos por el cabello rubio canoso—. No sabes todo lo que oré para que no te pasara nada malo. ¿Cómo te sientes?
—Cómo si me hubiera pasado un camión por encima. ¿Alguno me va a decir qué pasó? ¿Al menos lo saben? —los miró alternativamente—. ¿Por qué... estoy así?
—Tuviste un accidente automovilístico, Parker —respondió una voz masculina que él no conocía. Parker levantó la vista y vio al dueño de la voz. Era un hombre de estatura media y con el cabello blanco cortado casi al rape, con una nariz aguileña que sostenía unas gafas negras de pasta. Se acercó al pie de la cama y observó a Parker—. Soy el Doctor Rubio, estoy a cargo de tu caso. Nos alivia mucho que hayas despertado por fin. ¿Cómo te sientes?
—¿Un accidente automovilístico? —Parker frunció el ceño—. ¿En qué momento pasó eso? Lo ultimo que recuerdo es haberme ido al congreso, yo... —sacudió la cabeza, desesperado—. No entiendo cómo fue que termine así. No recuerdo nada.
—¿En absoluto? —El doctor alzó las cejas—. Bueno, la amnesia postraumática es muy común en estos casos, señor Miller, usted sabe de eso.
—Lo sé —Parker asintió, con los labios en una fina línea. Sabía lo que era la amnesia postraumática. Pero no quería aceptarlo. Quería saber cómo había tenido un accidente de esa magnitud. Él sabía que ese tipo de amnesia sólo borraba los recuerdos a corto plazo de su cabeza. Por esa razón podía recordar todo menos los episodios recientes. Por eso no recordaba el accidente. Y él sabía también, que recuperar esos recuerdos no estaba asegurado—. Lo que no sé y ustedes aún no terminan de decirme es qué pasó.
—Te sugiero que te tranquilices un poco, Parker. Sé que estás teniendo un momento difícil, pero debes calmarte. No sé exactamente cómo fue que pasó. Por eso no he respondido. Por lo que sé de la otra victima, te pasaste el semáforo y chocaste con su auto que venía en dirección contraria. Por otro lado, es básicamente un milagro que el choque no haya sido tan grave como pudo haber sido. La otra víctima se encuentra bien. Pero tú perdiste el conocimiento durante unos días. Te golpeaste en la cabeza, eso es el por qué de tu amnesia —el doctor suspiró y quedó en silencio por un momento—. Escucha esto, Parker. Sé que será difícil para ti asimilarlo, pero hicimos lo mejor y ahora sólo depende de ti hacer el resto del trabajo.
Parker tragó saliva, observando su brazo izquierdo. Él sabía que el doctor diría algo acerca de eso, y estaba preparándose mentalmente para lo peor.
—Tuviste una fractura en la muñeca. El radio se desplazó un poco hacia abajo durante el accidente debido al golpe. La cirugía fue un éxito. Pero ahora depende de ti. La rehabilitación una vez que salgas de aquí es sumamente importante. Es clave para tu recuperación. Podrás volver a usar tu mano como normalmente lo hacías. Sé que es difícil digerir estas cosas si usas ambas extremidades para trabajar. Si yo de joven hubiese estado en tu situación sin duda estuviese cuestionándome todo. Pero estarás bien, te lo aseguro —el doctor se acomodó las gafas y suspiró—. Te tomará quizás entre seis meses y un año recuperar por completo la movilidad, la fuerza y la flexibilidad de la muñeca. Pero, Parker, creo que es casi un milagro que no hayas perdido la mano. Básicamente es un milagro que estés vivo. Y este accidente pudo haber sido mucho peor.
Parker sintió que el alma se le caía a los pies. Sabía que el doctor tenía razón, pudo haber sido peor. Pero si eso no pasaba y no volvía a recuperar la movilidad en la mano, no sabría que hacer. La medicina era su sueño, había trabajado años para llegar al fin a donde estaba. En el caso de que no pudiera operar más, Parker no sabría cómo afrontarlo. Sintió que se le revolvió el estómago y los ojos le volvieron a picar. No le gustaba estar así. No le gustaba sentirse incapaz de moverse, o hasta de hacer un esfuerzo por recordar.
Alzó la vista hacia nadie en particular.
—¿Podrían... dejarme solo? Por favor.
—Pero, hijo... —masculló su madre.
—Alicia —le advirtió su padre con voz seria—. Vámonos.
Bajó la vista, a la espera de que cerraran la puerta de la habitación y una vez estuvo solo, rompió a llorar.
Intentó hacer memoria, intentó recordar algo, por mínimo que fuera. Pero su mente era como un lienzo en blanco. No tenía nada. Ni siquiera una imagen borrosa. Nada a lo que él pudiera aferrarse para convencerse a mí mismo que todo eso no era su culpa.
*****
Se encontraba comiendo mientras entablaba una conversación con su padre. De repente se acordó de algo que lo estaba molestando desde que despertó y tenía la curiosidad: sus padres no se habían dirigido la palabra en todo el tiempo que estuvieron allí con él, a excepción de cuando su papá convenció a su mamá de salir de la habitación. De resto, ni una mirada.
—¿Qué ha sucedido entre tú y mamá? —preguntó, dirigiéndole una mirada a su padre mientras se metía una cucharada de arroz a la boca.
Su padre negó con la cabeza y se inclinó hacia delante ahí mismo donde estaba sentado, apoyando los codos en las piernas y entrelazando los dedos de las manos.
—Eso tendrás que preguntárselo a ella.
—¿Y por qué no decírmelo tú? —Frunció el entrecejo. El dolor de cabeza que tenía se le había pasado gracias a los medicamentos, así como también se le había aliviado el dolor general que tenía. Solo un poco.
—Porque es algo que ella tiene que aclarar contigo y no pienso meterme. A menos que no te lo diga hoy, te lo diré yo. Pero quiero darle la oportunidad de que sea ella quien hable.
—Tanto misterio me causa malestar estomacal. Con ustedes todo el tiempo es así. Si es algo que tiene que ver conmigo, ¿entonces por qué estás tan enojado? ¿Es algo tan malo?
—Luego lo sabrás Parker. Por ahora, hablemos de ti. ¿Cómo te sientes?
Parker suspiró y rodó los ojos. Se llevó a la boca lo que quedaba de arroz con pollo en el plato y se tomó su tiempo en volver a hablar. No quería ser grosero con su padre, pero, ¿cómo más iba a sentirse con lo que le había sucedido?
—¿Cómo crees que me siento? —Dijo, después de beber un poco de jugo—. Para mí es como si hubiese pasado sólo un día desde que me subí al avión y llegué aquí. Y no tener recuerdos de lo que pasó es lo peor. Puedo soportar el dolor, pero no puedo soportar la carga de que dañé la vida de alguien por pasarme un semáforo. Y que, por supuesto, jodí mi propia carrera, la cual básicamente es mi vida.
—No dañaste tu carrera, Parker. Estarás bien, tardarás tiempo en recuperarte, pero lo conseguirás. Sé que lo harás. —Mathías asintió con la cabeza, pero Parker lo tomó como si estuviese intentando convencerse más a si mismo que a él—. Con respecto a lo de la otra víctima, está bien, el doctor Rubio te dijo que el hombre está bien, despertó mucho antes que tú. No va a presentar cargos ni va a demandarte porque tú fuiste quien salió peor. El auto dio vueltas por todo el pavimento según la gente que llamó a la ambulancia. En cuanto a tu memoria, sé que podrás recuperarla. No es el fin del mundo, Parker. Y tampoco es el fin de tu carrera.
—Mira... yo sé que tu posición ahora no es la de un médico cirujano, ni la del director de un hospital. Estás asumiendo tu papel de padre, pero no nos engañemos ¿sí? —Parker soltó una risa amarga—. Ambos sabemos que esto puede ir mal, muy mal. Y si el nervio mediano se llegó a dañar...
—No, hijo. Basta. Deja de especular. El nervio está bien, no sufrió daños. Y el doctor Rubio hizo un excelente trabajo, así que por favor, no digas cosas que no son. Y no te diré esto como tu padre, sino como tu colega. Ambos sabemos que todo depende de ti y del esfuerzo que hagas por recuperar la movilidad de la mano. Eres un médico grandioso, Parker. Conoces el cerebro humano, y lo misterioso que es. Tu memoria... estoy seguro de que la recuperarás. Porque mi hijo no se rinde tan fácil.
Parker asintió y luego se frotó la cara con su mano buena, suspirando.
—No se me ocurre nada que pueda hacer —replicó él.
—Comienza con lo básico. Estabas con Sam y Brett en el congreso, ellos deben saber algo. Quizás pueden ayudarte.
—Tienes razón —Parker sonrió, sentía que tenía muchísimo tiempo sin hacer ese simple gesto—. Les llamaré. Y así les aviso que estoy bien y que ya desperté.
—Estuvieron aquí el día de tu accidente, pero los mandé de vuelta. Me pareció que lo mejor era mantenerlos ocupados.
Parker asintió, comprendiendo.
—Estaba pensando... —dijo él, suspirando—, hablaré con Alejandro. Si tengo que hacer rehabilitación entonces él es el indicado para atenderme. Le tengo mucha confianza y sé que hará un buen trabajo. Además de que me golpeará en el rostro si ve que estoy decayendo o perdiendo la esperanza durante el proceso. Así que eso funciona para mí.
Su padre soltó una carcajada y sacudió la cabeza.
—De acuerdo. Apenas digan cuándo te dan de alta, arreglaré todo para el viaje de regreso.
Parker asintió y en eso una enfermera entró para llevarse la bandeja de comida y colocar en la mesa una nueva jarra de agua fría.
Parker le agradeció y ella le respondió con una sonrisa y un asentimiento.
—Por cierto, doctor Miller —le dijo ella—. Tiene una visita.
Parker alzó las cejas y su padre se incorporó de repente.
—¿Quién es? —preguntó Mathías, adelantándose.
—Es la misma señorita que vino hace unos días.
Parker miró a su padre expectante.
—Dile que espere —respondió este.
La enfermera asintió y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
—¿De quien está hablando? —Parker lo miró con las cejas alzadas.
—Es Alexa. Lleva días viniendo sin cesar.
Parker arrugó la frente.
—¿Qué es lo que quiere?
—Quiere hablar contigo. La pregunta es, ¿tú quieres hablar con ella?
—Pues ya que se ha tomado la molestia de venir, supongo que no me queda de otra ¿cierto?
Su padre se encogió de hombros.
—Le diré que pase. Si quieres abortar la misión, sólo grita —le guiñó el ojo y sonrió de forma cómplice, para luego salir de la habitación.
Parker soltó un suspiro y se recostó un poco de las almohadas que había a su espalda. Estaba cansado y adolorido, lo menos que quería en ese momento era verle la cara a esa mujer. Pero si ella estaba ahí, le parecía de mal gusto no recibirla.
Minutos después la puerta se abrió y Alexa pasó con las manos apretadas en su bolso de mano. Él no sabía si la expresión que ella tenía en ese momento era de dolor o de rabia, no supo descifrarlo. Pero sí notaba sus ojos rojos y el maquillaje un poco corrido.
Se secó las mejillas con las manos y se acercó a la silla que estaba al lado de la cama.
—Hola, ¿puedo sentarme? —Preguntó ella y él asintió—. ¿Cómo estás, Parks?
—Pues ya lo ves, estoy en una cama de hospital, fracturado y sin recordar qué fue lo que pasó.
Alexa bajó los parpados y asintió, sorbiendo por la nariz.
—Lo lamento —dijo, volviéndolo a mirar—. De verdad lo siento.
—¿Por qué? —Él alzó las cejas—. Esto no ha sido tu culpa.
Ella sacudió la cabeza y cerró los ojos, dejando ver un par de lágrimas deslizándose por su mejilla.
—Me refiero a todo lo que te hice. Lamento hacerte pasar por tantos malos tragos cuando estábamos juntos, lamento haberte engañado. Perdón por no explicarte las cosas. Aunque no lo lamento más que haberte dejado ir así.
Parker apretó los labios en una fina línea y luego miró hacia el frente de la habitación. Sin duda él había superado la relación que ellos habían tenido, no veía a Alexa como antes. No la veía como la chica que necesitaba ser salvada. No la veía como la chica de la que se había enamorado. Alexa era una mujer, sabía cada cosa que hacía. Y si alguien tenía que salvarla, tenía que ser ella misma. Nadie más. Pero él sabía que ese podía ser el momento para que se ataran todos los cabos sueltos que habían quedado colgando entre ellos. Si ella le decía con sinceridad todo lo que había pasado, podían dejarse ir por completo.
—¿Por qué lo hiciste? —Preguntó él finalmente, mirándola a los ojos. Sentía todas las emociones a flor de piel. Probablemente por el accidente, así que los ojos comenzaron a escocerle—. Alexa, siempre fui lo mejor que pude contigo. Siempre intenté que nuestra relación estuviera bien. Entonces, ¿por qué lo hiciste?
Alexa sacudió la cabeza, más lágrimas bajaron por su rostro mientras se acercaba y apretaba la mano de Parker.
—Perdóname, Parker. Sé perfectamente que no te merezco. Yo... no estaba bien en esos momentos. Me decía a mí misma que eras un buen chico, que debería de estar feliz con lo que teníamos. Pero no quería estar comprometida, nunca lo quise —ella fijó sus ojos color avellana en los de él—. Todo fue idea de mi padre. No sé si lo sabías, pero acepté por él. Te dije que sí porque mi padre me obligó. Me iba a dejar en la calle, Parker. Y simplemente pensé que si encontraba una excusa para que fueras tú el que terminara conmigo, ellos no podrían hacer nada al respecto.
Parker la miró con expresión de incredulidad. No podía creer lo que acababa de escuchar.
—Entonces me estás diciendo que además de que nunca me quisiste, me usaste. ¿Si sabes que sólo podías decirme que no querías casarte y nos ahorrábamos el drama? Yo mismo pude haber terminado con eso si me decías la verdad —dijo él, tensando la mandíbula.
—No lo entiendes. Eso era lo que mis padres querían, y por eso no me negué. Lo siento. —Su mirada era suplicante. Y él podía jurar que nunca la había visto tan arrepentida de algo como en ese momento.
—¿Así que has venido aquí a pedirme disculpas y ya? ¿Solamente eso?
—No podía soportarlo más, Parker. Estos meses me he dado cuenta del grave error que cometí al hacer que te fueras. Te amo. Sé que no me lo vas a creer, pero te amo —las lagrimas todavía recorrían sus mejillas, y por un momento él se preguntó si todo era real o ella estaba fingiendo. Pero el dolor reflejado en su rostro, en su expresión, parecía auténtico. Aunque eso no hacía diferencia alguna. Con cada palabra que decía, él sólo podía decepcionarse más de ella.
Levantó la mano y se frotó los ojos, exhalando una fuerte respiración. El dolor de cabeza estaba volviendo.
—Después de usarme como una manera para no perder tu dinero, decides que es una buena idea venir aquí justo cuando he tenido un accidente de mierda en el que... —negó con la cabeza y apretó la mandíbula—. ¿Te estás escuchando, Alexa? ¿Por qué no me lo dijiste antes? —soltó él. Quería que su voz sonara tranquila, pero era imposible ocultar el creciente enfado dentro de él.
—¡Porque no estaba lista, Parker! —chilló ella.
—Tú nunca estás lista. No estabas lista para casarte y en vez de hablarlo conmigo como una adulta simplemente montaste el mayor espectáculo de tu vida. Justo un miserable día antes de la boda. Tampoco estuviste lista para decirme la verdad y ahora mágicamente lo estás y te excusas culpando a tu padre, por el amor de Dios. No tienes idea de lo decepcionado que me siento en estos momentos. Porque pensé que debajo de esa chica mimada que todos decían que eras, había algo que salvar. Y confié en ti. Y arrojaste esa confianza a la basura.
—Parker... —ella apretó los labios—. Sé que fui una completa estúpida por todo eso. Y entenderé si no quieres perdonarme, y si no quieres volver a confiar en mí. Pero necesito que me lo digas tú. Necesito saber si tengo la posibilidad de que lo intentemos de nuevo.
—Quitando todo eso de que no estabas lista y que ibas a casarte obligada. ¿En algún momento llegaste a sentir algo por mí? ¿Pensaste en cómo iba a dolerme lo que hiciste? —Parker tragó saliva y sacudió la cabeza—. ¿En algún momento pensaste en alguien que no fueras tú, Alexa?
Ella bajó la mirada y se quedó un momento en silencio.
—Parker... —empezó ella.
—Eso pensé —le cortó él.
Por más arrepentida que estuviese ella en ese momento, él no iba a ceder. Ella nunca dejaría de pensar en sí misma, y él no volvería al horrible ciclo que una relación con ella conllevaba.
Sentía un poco de lástima por la chica que alguna vez intentó ayudar, y aunque él aún quisiera que ella fuera mejor, eso no sucedería si ella seguía viviendo su vida de esa manera.
—Lo siento, Alexa, pero creo que deberías irte ya.
—Parks...
—Dijiste que lo entenderías.
—¿Ya no sientes nada por mí?
—No. Vete, por favor. Si es verdad eso de que ahora me amas, vete. Y déjame tranquilo.
Ella asintió, secándose las mejillas con las palmas de las manos.
—Entonces supongo que de verdad todo acabó.
—Yo pensaba que ya todo había acabado. Porque así lo quisiste tú.
—Espero que puedas mejorarte, Parker. —Ella se puso en pie.
—Alexa. Si quieres un consejo de un viejo amigo, deberías dejar de depender del dinero de tus padres y hacer algo más con tu vida. Todavía estás a tiempo. Digo, nunca es tarde para liberarte de tu familia.
—No quiero tus consejos, Parker. Y no salgas con que ahora quieres lo mejor para mi.
Parker solo pudo sonreír por lo irónico que eso había sonado.
—Siempre he querido lo mejor para ti. Pero tú te empeñas en creer que todos te odian.
Ella no lo miró, se dio media vuelta y salió de la habitación.
Parker soltó una exhalación. Si bien la conversación no había sido la más pacífica que había tenido, sentía como si se hubiese quitado un peso de encima. Pero todavía le quedaba el gran problema de no recordar nada. Algo le decía que estaba pasando por alto cosas realmente importantes (a parte de lo que había aprendido en el congreso), y no saber qué cosas eran lo desesperaba.
Era horrible hacer el esfuerzo por recordar algo y que nada surgiera. Sentía como si estuviese buscando ayuda en medio de una isla desierta.
Temía que sus recuerdos nunca volviesen a aparecer y la idea de quedarse con ese borrón en la mente para siempre, lo hacía sentir mucho peor. Intentaba no pensar demasiado en su mano, y en todo el tiempo que le llevaría recuperarse por completo de eso. Iba a ser un año muy duro.
Un pensamiento acerca de lo que le había dicho Alexa le cruzó por la cabeza, pero no terminó de desarrollarlo porque su padre entró de nuevo a la habitación, rascándose la nuca. Le ofreció una sonrisa compasiva y se sentó a su lado.
—Y bueno, ¿qué tan terrible ha ido? —su padre alzó las cejas. Parker pudo notar que sus ojos azules estaban ojerosos, dando a entender que había estado durmiendo poco. O no durmiendo en absoluto.
Parker suspiró.
—Pues si lo medimos en una escala del uno al diez, creo que un cinco. No ha ido tan mal.
—¿Qué ha venido a decirte?
—Vino a disculparse —Parker suspiró—. Ya sabes, por lo del compromiso. Y sí, ha venido a disculparse tarde, pero quién cuenta. Y quería intentarlo de nuevo.
—¿Qué le has dicho?
—Acepté sus disculpas. Pero de ahí a involucrarme sentimentalmente de nuevo con ella, eso no va a pasar, papá.
Su padre asintió.
—Con razón ha salido tan enfadada.
—Le dije que dejara de depender del dinero de Bruno, supongo que no le gusta que le digan qué hacer. No sé qué más quiere de mí.
—Y pensar que tu madre aún tiene esperanzas en eso —soltó su padre, suspirando y negando con la cabeza.
—¿Mi mamá qué? —Parker lo miró arrugando la cara.
Como si la hubieran invocado, la puerta se abrió y su madre hizo acto de presencia. Tenía una bolsa de compras en una mano y la cartera en la otra. Los vio alternativamente y luego miró a Parker sonriendo.
—Hola, hijo. ¿Cómo te sientes?
Iba a empezar a ignorar ese tipo de preguntas, porque era obvio que no se sentía bien.
—Mamá, que bueno que llegas, justo estábamos hablando de ti.
—¿Y eso? —se acercó al pie de la cama y los miró inquisitivamente.
—¿Tú qué crees, Alicia? —dijo el padre de Parker. Su madre suspiró y dejó sus cosas en una pequeña mesa que había en la habitación, luego se frotó las manos. Siempre hacia eso cuando estaba nerviosa.
—No hablaremos de eso ahora, Mathías. Parker necesita descansar.
—Sea lo que sea que esté pasando, díganmelo y déjense de rodeos. No creo que pueda sentirme peor, en serio.
Mathías soltó un maldición por lo bajo y se levantó.
—Creo que los dejaré solos.
Le lanzó una mirada de enojo a su esposa y luego salió, cerrando la puerta detrás de él.
Parker miró a su madre con las cejas alzadas.
—¿Y bien? Te escucho.
—Está bien —ella se alejó del pie de la cama y caminó hacia la ventana de la habitación, abriendo un poco la cortina, se quedó viendo hacia fuera durante un momento y él se fijó en que estaba llorando. Alicia se volvió hacia su hijo con los ojos cristalizados—. Yo sólo espero que no me odies después de escuchar lo que te voy a decir —tomó una profunda respiración—. Puede que yo haya sido la culpable de tu accidente.
Sus palabras no pudieron haberlo dejado más confundido. Él se la quedó viendo un momento, esperando a que ella le dijera que era un chiste feo. Pero ella no dijo más. Sólo se quedó observando a Parker. Pero él no sabía qué decir o qué hacer. Después de unos momentos en silencio, lo único que alcanzó a decir fue:
—¿Cómo pudiste tú haber sido la culpable? ¿No se supone que me pasé la luz roja y terminé chocando con otro auto?
Ella asintió.
—Si no le hubiese dicho a Alexa que estabas aquí en Cancún, ella no te habría venido a buscar y no me hubieses llamado hecho una furia. No tenías por qué conducir mientras hablabas por celular, pero no lo hubieras hecho de no ser porque estabas enojado conmigo. Fue algo que yo causé.
Parker frunció el ceño.
—¿Mamá, qué estás diciendo? —Se incorporó, a pesar de que su cuerpo se quejó ante el movimiento brusco que había realizado—. ¿Cómo que Alexa estuvo conmigo antes del accidente? Ella acaba de estar aquí y no mencionó nada de eso.
Esta vez fue Alicia quien miró a Parker con verdadera confusión.
—¿Alexa estuvo aquí y no te dijo nada? ¿Ni siquiera se sintió mínimamente culpable?
—¿De qué estás hablando? —soltó Parker, alterándose.
—Lo que digo es que Alexa estuvo contigo un poco antes del accidente. No sé qué pasó ni de qué hablaron. Sólo sé que me llamaste mientras conducías y estabas muy alterado, me reclamaste, me preguntaste por qué le había dicho donde estabas y un montón de cosas más. Yo me enfadé contigo, y supongo que en el momento que estábamos discutiendo no te diste cuenta del semáforo y tuviste el accidente —ella sacudió la cabeza—. Cuando escuché ese estruendo tan horrible supe que algo te había pasado, y me sentí tan culpable de haber hecho lo que hice. Mi intención nunca fue que algo así te pasara. Sólo quería que arreglaran las cosas. Pero si ella estuvo aquí y no te dijo nada..., eso sólo me confirma que tú tenías razón y yo me equivoqué. Y estas fueron las consecuencias.
Parker sintió que él estómago se le revolvía. Se sentía peor que antes. Lo que su madre estaba diciéndole no tenía sentido para él, porque no podía recordar qué era lo que verdaderamente había sucedido. Y eso estaba molestándolo mucho.
—No puedo creerlo. Esto es... —Parker hizo una pausa, a ver si eso lo ayudaba a calmarse—. Esto sencillamente no tiene sentido, mamá. Quiero decir, ¿por qué Alexa no me dijo nada acerca de eso? Estuvo aquí y todo lo que hizo fue llorar y decirme que lo sentía pero... —Parker volvió a quedarse callado, procesando lo que acababa de decir. Eso era. Alexa había llorado demasiado, y había dicho muchas veces que lo sentía. Pero él había pensado que todo era por lo sucedido en el pasado, con ellos.
Qué idiota.
¿Por qué ella no le había dicho nada? ¿Por qué no le había contando las cosas como realmente fueron? Si de verdad lo quería, ¿por qué razón no decirle la verdad? Alguna pieza estaba faltando ahí, algo no encajaba. Se sintió mareado de repente.
Todo lo que su madre le había dicho era información que él no se sentía capaz de procesar. Estaba desesperado por recordar algo, por mínimo que fuera. No sabía cómo sentirse. No sabía si enojarse, o llorar. O si maldecir a todo pulmón.
Mierda. Recordaba haber dicho que no podía sentirse peor antes de que su madre le soltara todo eso.
Pero sí, estaba mucho peor.
Sentía que las cosas iban de muy mal a terribles. Como si toda su vida de pronto se hubiese convertido en una pesadilla sin fin en la que él no tenía el control.
Anhelaba que eso fuera una pesadilla.
Pero el dolor que sentía en su corazón, en su cuerpo; y el cansancio que se estaba comenzando a filtrar en su ser, le decían que todo eso era la cruda realidad a la que tenía que comenzar a enfrentarse.
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