5. Amor de verano
La luna yacía quieta en el oscuro cielo, iluminando la playa. Ambos se encontraban sentados en la arena. Estaban en silencio, la cabeza de ella recostada en el hombro de él, mientras admiraban las estrellas.
—¿Cuando te irás tú? —dijo Miranda, rompiendo el silencio y retomando una conversación que habían tenido acerca de los días que faltaban para que ella regresara. Se había prometido a sí misma que cuando volviera, no pensaría tanto en él, en su sonrisa con hoyuelos, en el bonito brillo que desprendían sus ojos cuando reía, en sus cuerpos juntos sin ninguna tela de por medio. Sí... trataría de no pensar en todo eso.
—Me iré el domingo, por la tarde. Y cuando llegue te escribiré por todos los medios.
—No es necesario que por todos los medios. —ella se rió.
—Prométeme que te vas a mantener en contacto.
—Mm, no lo sé. Tengo que ponerme al día con muchas cosas y empezar mi proyecto de grado —dijo ella, mirándolo de reojo. Él la miró fijamente y ella no pudo evitar soltar una carcajada—. Es broma, claro que te escribiré. Te hartarás de mí.
—Te iré a visitar.
—No exageres, Parker. —ella negó con la cabeza.
—Sé que no quieres enredar esto... lo que sea que haya entre nosotros. Pero ¿no crees que ya se enredó bastante? —Se encogió de hombros—. Además puedes verlo como si fuera un amigo visitándote. Quiero hacerlo, tengo mucho tiempo sin viajar para allá, y ahora tengo una razón para ir. Eres razón suficiente.
—Vale —esbozó una sonrisa y volvió a apoyar la cabeza en su hombro—. Gracias —susurró—, por las mejores vacaciones de la vida.
—Gracias a ti. Gracias por permitirme conocerte. Por permitir que me acercara a ti.
Él le levantó la barbilla y tomándola suavemente de las mejillas, le dio un beso en los labios.
Ella cerró los ojos y lo besó. Los días anteriores recorrieron su cabeza en ese momento. Quería pasar más tiempo con él y conocerlo. Porque hacía mucho tiempo que no se sentía de esa manera, y era bonito volver a sentirse así. A pesar de que le dejara los nervios de punta.
*****
Finalmente, había llegado el momento de la partida de Miranda. Ambos se encontraban ese día en el aeropuerto, esperando su vuelo. A Parker le llegó una llamada y ella aprovechó para ir al baño. Al salir del cubículo, vio su reflejo en el espejo y suspiró. Sin duda, en ese viaje algo dentro de ella había cambiado. No sabía qué, pero se sentía muy diferente a cuando había llegado allí. Y pensaba aprovecharlo, pensaba aprovechar el buen ánimo que tenía.
Cuando estaba llegando al sitio donde había estado un rato antes con Parker, pudo ver que él no estaba solo. Una mujer esbelta y de cabello negro a la altura de la barbilla se encontraba abrazándolo del cuello. Parker alzó los brazos y la agarró de los hombros para alejarla tanto a ella como a todos sus intentos de contacto físico.
Sintió que el estómago se le cayó a los pies. Tragó fuerte y se mordió el interior de la mejilla, acercándose.
—¿Todo bien? —dijo, aclarándose la garganta.
La mujer se separó de Parker y él la miró a ella negando con la cabeza. Estaba muy serio.
—Miranda... —dijo él.
—¿Y ella quien es, cariño? —interrumpió la chica, escrutando a Miranda lentamente.
Ella alzó las cejas y miró a Parker, luego a la mujer a su lado. Tenía los ojos color avellana y los labios carnosos pintados de rojo, la piel blanca perfectamente lisa. De todas las cosas que pudo hacer, soltó una carcajada. Sorprendiéndose a si misma, a Parker y a la mujer. Se tapó la boca para ocultar su sonrisa y respondió.
—Soy Miranda, ¿y tú eres?
—Yo soy Alexa, la prometida de Parker —lo tomó de la mano y Parker se zafó de su agarre. Tenía la mandíbula tensa. Ella no le había visto esa expresión en su rostro en ningún momento de los días anteriores—. ¿Acaso no te habló de mí?
—Ya... Claro que sí, ¿no fuiste tú quien le fue infiel estando comprometida con él? —Alzó una ceja—. ¿Qué tan poco orgullo debes de tener como para siquiera verle la cara después de lo que le hiciste? Y para llamarlo, por lo que sé, estuviste molestándolo todo este tiempo.
No sabía de dónde había salido eso, pero una creciente llama de enojo empezó a surgir de su interior. Miró a Parker, estaba atónito, con la mandíbula tensa. Ella podía ver el enojo de él, pero no entendía por qué no lo dejaba salir. No entendía por qué estaba ahí de pie sin gritar. Ella tenía ganas de gritar.
A Alexa se le desencajó la mandíbula y esbozó una sonrisa torcida, sin gracia alguna. Eso le dejó en claro que había dado justo en el clavo.
En ese momento, empezaron a llamar a los pasajeros de su vuelo.
Miranda suspiró y negó con la cabeza, tomando su maleta con una mano y a Parker de la otra y caminando lejos de esa mujer.
—Oye, Miranda —él negó con la cabeza—, no tengo ni idea de por qué ella está aquí o...
—Tranquilo. Creo que ambos tenemos cosas que solucionar en estos momentos —movió la cabeza hacia donde se entregaban los boletos—. Tengo que irme y tú tienes que averiguar qué hace ella aquí. Aunque no debería sorprenderte, ¿cierto?
Él negó con la cabeza.
—No me gustaría que te vayas así. —Apretó los labios.
—Está bien. —ella intentó sonreír, aunque no sabía cómo sentirse en ese momento.
—¿Estás segura? —Él tragó saliva y la miró. Sus ojos estaban rogándole que se quedara, pero no podía. Tenía que irse.
—Mucho. —Ella asintió y se alzó para darle un abrazo, estuvieron así un momento y luego ella le dio un pequeño beso de despedida. Cuando se alejó, apretó las manos de él con las suyas.
—Fue muy lindo haberte conocido, Parker. —Y con eso, se soltó de su agarre y avanzó en la fila para entregar su boleto. Dejándolo ahí, y sin volverse, porque tenía la sensación de que si miraba hacia atrás, no podría irse.
Parker vio a Miranda entregar su boleto sin siquiera voltear una última vez. Ni una vez. Lanzó una maldición por lo bajo y se pasó una mano por el cabello. Se sentía terrible. Tan sólo había querido una buena despedida, sólo eso. Pero Alexa había arruinado esa posibilidad. Quería montarse en ese avión e irse con ella, o por lo menos pedirle que se quedara un momento más. Pero no podía, y lo único que hizo fue quedarse ahí parado, observándola. Tensó la mandíbula y cerró los ojos un momento, asimilando la situación.
¿Qué demonios acababa de pasar?
—Cariño...—Alexa se acercó por detrás.
—¿Podrías dejarlo con eso? Tú y yo no somos nada, Alexa. —Parker se volvió hacia ella y la miró con expresión seria. La mujer ni se inmutó al verlo, y sólo le sostuvo la mirada—. ¿Se puede saber qué haces aquí? —apretó los labios y respiró profundo. No quería tratarla mal, a pesar de todo lo que ella le había hecho, él no solía ser demasiado duro con las personas.
Una tremenda debilidad en momentos así.
—Yo... —ella bajó la vista y luego volvió a mirarlo con ojos cristalizados.
—Tú ¿qué? —él soltó una fuerte exhalación y frotó su rostro con ambas manos, mirando a su alrededor. Definitivamente ese no era un buen lugar para iniciar una discusión. Así que la tomó del brazo y la llevó a la salida sin que ella se resistiera—. ¿Qué haces aquí, Alexa?
—Tu madre me dijo que habías venido aquí por algo del trabajo, y quise venir a hablar contigo, a arreglar las cosas, ya que no tuviste la decencia de contestar mis llamadas. Y tus amigos tampoco pudieron decirme dónde estabas. —Ella se acercó a Parker extendiendo las manos hacia sus hombros, él dio un paso hacia atrás y ella se tensó, cerrando sus palmas abiertas en dos puños apretados—. Pero te consigo aquí, con ella. ¿Por esa fue que no me contestaste? —dijo en tono despectivo, como si quisiera vomitar—. Vaya reemplazo que quieres buscarme.
Parker no podía creer lo que acababa de salir de la boca de Alexa.
—Momento —Parker sacudió la cabeza, incrédulo—. ¿Quien te crees que eres cómo para averiguar dónde estoy y venir aquí sólo porque quieres? No te contesté porque no quise. Y Brett y Sam no te dijeron dónde estaba porque les dije que no lo hicieran. No tuviste que haber buscado a mi madre y mucho menos venir aquí. No sé qué pretendías lograr al abalanzarte así sobre mí. Ni siquiera estamos juntos. Hace bastante que terminamos, y supongo que tú lo superaste primero que yo, teniendo en cuenta que acabó por tu culpa. Y no te refieras a Miranda como tu reemplazo, porque ella es mucho más que eso. Créeme.
—Parker, por favor, hablemos.
—Alexa, termina de decir lo que vas a decir. Y no me hagas perder el tiempo. Ya me hiciste perder mis últimos minutos con Miranda antes de que se fuera.
—Sólo... quería venir a arreglar las cosas, estoy muy arrepentida de lo que pasó —sacudió la cabeza—. De verdad lo siento mucho, Parker, te amo.
Él no pudo evitar reírse ante esa declaración.
—¿Y has decidido decírmelo justo ahora? Después de lastimarme como lo hiciste.
—Yo... no sabía cómo decírtelo, además de que necesitaba pensar —negó nuevamente con la cabeza—. Lamento haber tardado tanto en decirlo.
—Ya —dijo él, asintiendo—. ¿Qué necesitabas pensar? Resulta, Alexa, que no puedo creerte. No puedo creer nada de lo que me dices. Porque lo cierto es que si me amaras, no hubieras hecho lo que hiciste, para empezar. Y si realmente me amaras, no habrías esperado tanto para decir que lo sentías. No piensas en nadie más que en ti, sólo intentas quedar bien delante de todos para que sepan que al menos intentaste arreglar las cosas y echarme la culpa a mí, ¿o me equivoco?
—Parker...—susurró.
—No soy tan mala persona como para no aceptar tus disculpas, pero sabes que lo nuestro no volverá. De verdad, te deseo una buena vida. Pero por favor ya no me busques más, Alexa. Déjame seguir sin ti. Sé que tú puedes continuar sin mí. No me hagas esto, por favor. No cuando ya logré recuperarme de lo que me hiciste.
Parker se volvió, dispuesto a dejar aquella estúpida conversación hasta ahí. Era la manera más sana de terminar todo eso, pero Alexa soltó una risa ronca.
—Todo esto es por esa tipa con la que estabas ¿cierto?
—No. Esto es por mí. Porque ya he tenido suficiente de ti.
—De seguro la acabas de conocer y ya te estabas haciendo ilusiones con ella. Nada más te hice un favor. De seguro la olvidarás pronto.
—Basta —él la miró—. Quería terminar esto por lo sano, pero contigo no se puede. No me puedo quedar más, tengo cosas que hacer. Y ya que estás aquí, aprovecha y aborda un vuelo de regreso, porque no pienso hablar contigo de nada más. Solo... aléjate de mí.
Esta vez, ella ni siquiera lo intentó detener. Una vez en su auto, condujo fuera del aparcamiento, intentando poner su mente en blanco. ¿Cómo es que ella había tenido el descaro de decirle que lo amaba? Comenzaba a pensar que nunca lo había hecho.
Recordó cuando se conocieron en una reunión familiar, debido a que los padres de ambos eran socios y realizaban fiestas de vez en cuando. Ella era realmente una joven hermosa, y claro que lo seguía siendo, pero a veces no bastaba con eso. Alexa era mimada y consentida. Estaba acostumbrada a recibir todo de sus padres y a quejarse demasiado.
Ahora que Parker lo recordaba, no entendía cómo había pasado por su cabeza el creer que podía salvarla de eso.
Ella solía creer que todos estaban en su contra, aún lo hacía, y a pesar de que sus padres siempre le proporcionaban todo lo que pedía, de alguna manera intentaba reemplazar el cariño que ellos nunca le dieron con otras cosas. Parker supuso que a su yo de unos años atrás le atraían las causas perdidas y quiso ayudarla, de verdad lo había intentado.
Lo que Parker no descifraba aún era por qué ella lo había engañado de esa manera, porque él estaba consciente de que ella lo había hecho con la finalidad de que él la descubriera.
Durante los meses después de que terminaron, esa preguntaba rondaba su cabeza. ¿Por qué lo había hecho? ¿Y si de verdad quería arreglarlo, por qué esperar tanto tiempo? ¿Por qué aparecer justo en ese momento, cuando él había conocido a Miranda? Cuando había salido de ese lugar tan terrible donde ella lo había dejado.
Exhaló una fuerte respiración al pensar en Miranda. El conocerla había sido lo mejor que le había pasado en mucho tiempo. Pensó en lo preciosa que era, en su sonrisa arrebatadora, en sus hermosos ojos cafés. Pensó en todo lo que habían hecho juntos esos días y se sintió frustrado por cómo había terminado todo.
Podía llamarla, todavía tenía su número. Tomó su celular y presionó la tecla de llamar mientras introducía el auto en el tráfico mañanero. El celular sonaba apagado. Por supuesto, claro que lo había apagado. No debía hablar mientras conducía, eso Parker ya lo sabía. Pero estaba tan frustrado, que no le importaba en lo más mínimo.
Suspiró, igual tenía otra llamada que hacer. Marcó el número de su madre y ella contestó al tercer tono. Pero Parker puso el celular en altavoz y lo dejó a su lado.
—Hola hijo, ¿y ese milagro que llamas a tu madre? ¿Me extrañas?
—¿Por qué le dijiste a Alexa dónde me encontraba? —dijo él, yendo directo al grano.
—¿Se encontraron? —Expresó con un tono más alegre del que a Parker le hubiese gustado oír en ese momento—. Que buena noticia ¿está contigo?
—No. Dime, ¿por qué lo hiciste?
—Pues ella vino a verme, charlamos un rato y me preguntó por ti ¿cómo iba a mentirle? Yo sé que las cosas entre ustedes no terminaron bien pero... parecía alarmada, como si realmente le urgiera hablarte. Y como me comentó que no le habías contestado sus llamadas, le dije dónde estabas.
—¿Y por qué se lo dijiste? ¿No pensaste en que no le contesté porque no quise hacerlo? Si estás planeando que ella y yo volvamos... no pasará.
—Parker, entiendo que estés molesto. Pero te estoy diciendo que la vi muy alterada. Si está la posibilidad de que arreglen las cosas...
—¡Mamá!
—Escucha, Parker, sé que te rompió el corazón. Pero quizás fue un momento de debilidad por su parte, quizás...
—Detente ahí. Y no te atrevas a justificar lo que hizo. No hagas eso, porque eres mi madre. No la suya. Tienes que defenderme a mí, no a ella.
—Los momentos de debilidad existen, Parker. Hay veces en las que simplemente... suceden.
—¿Estás loca? ¿Acaso estás escuchándome un poco? —Gritó—. No sé por qué sigues empeñada en que arreglemos algo que no tiene reparo. ¿Tanto quieres conservar el negocio que tienes con su familia? Te recuerdo que mi vida privada no es un negocio, mucho menos lo son mis sentimientos. Pero supongo que eso es todo lo que te importa. No te importan mis sentimientos, ni los de mi padre por lo que estoy escuchando. Alexa y tu han sido cortadas con la misma tijera, ya veo porqué se llevan tan bien.
—¡Parker! ¿Cómo te atreves a faltarme el respeto de esa manera? ¡Soy tu madre! —Parker giró la vista hacia el celular a su lado, dispuesto a colgar. Su madre seguía gritando al otro lado de la línea y su voz le llegó acompañada por el sonido de la bocina de un auto.
Demasiado tarde, Parker levantó la cabeza. Estaba avanzando por un cruce, con el semáforo en rojo y un auto venía hacia él desde la otra dirección. ‹‹Tonto, tonto, tonto›› Se dijo. No había reparado en el semáforo. No había reparado en el cruce. Con prisa, intentó doblar hacia un lado, pero no le daba tiempo, el auto estaba demasiado cerca.
Haciendo un sonido estruendoso, el otro automóvil chocó contra la parte del copiloto y Parker comenzó a dar vueltas dentro de su propio auto, golpeándose en la cabeza, el hombro y toda la parte izquierda de su cuerpo, aplastándola con su propio peso.
Hizo un ruido extraño con su garganta cuando un dolor agudo se filtró en su mano izquierda como unas punzadas eléctricas y tuvo la sensación de que la cabeza le iba a estallar.
Escucho un crujido, quizás algún hueso roto. No podía pensar bien con todo el dolor que se estaba cerniendo sobre su cuerpo. Tenía la vista nublada de puntos negros y sentía un líquido caliente bajando por su frente. Cerró los ojos y se sumió en la oscuridad que estaba envolviéndolo.
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