24. La química del amor
Si alguna vez le preguntaban qué entendía él por amor, estaba seguro de que su respuesta sería simple y concisa: química.
El amor no era más que química pura. La vida en sí misma lo era.
La forma de ser de una persona, su conducta, sus impulsos, sus actos racionales, su comportamiento irracional. Todo aquello que caracterizaba a un ser humano, era el resultado de un conjunto de reacciones químicas producidas por el cerebro.
Y una de las reacciones químicas favoritas de Parker era el amor. Le gustaba sentir los latidos de su corazón al compás de los de Miranda cuando se abrazaban. Cuando estaban tan cerca que podía escuchar su respiración. Y los escasos segundos de tensión, los cuales solían sentirse eternos, antes de unir sus labios en un beso. Pero lo que más le gustaba a Parker, era escuchar a la chica hablar de lo que la hacía feliz. Y la felicidad también era producto de una reacción química.
Dos de los principales neurotransmisores encargados de esa reacción eran la serotonina y la dopamina, imprescindibles para el organismo. No solo se encargaban del estado de ánimo, sino de muchas otras funciones importantes.
Por eso cuando Parker escuchaba a alguien decir que dos personas tenían química, él no podía evitar sonreír. Algunas personas no tenían ni idea de todo el sentido literal que tenía esa simple frase.
El cuerpo humano era maravilloso. A él nunca dejaba de sorprenderle.
Le parecía fascinante como cosas tan simples como un recuerdo feliz podían activar ciertas hormonas y hacer que el estado de ánimo cambiara por completo. Cosas simples como reír, escuchar una buena canción y ejercitarse, podían generar la suficiente dopamina para mejorar el humor.
La vida estaba compuesta por cosas simples que formaban parte de un gran todo. Y por más insignificantes que parecieran, podían marcar una gran diferencia al unirlas todas en una sola. Por eso, Parker intentaba que su vida estuviera llena de buenas pequeñas cosas.
Como un rompecabezas, la vida dependía de cierta cantidad de piezas para estar completa y significar algo. Cuando perdió la memoria, estuvo mucho tiempo preocupado por esa pieza restante que impedía que su vida tuviera sentido. Y cuando la recuperó, todo volvió a su lugar. Y cada parte encajaba perfectamente con la otra.
Sus recuerdos habían vuelto. Uno a uno, Parker recordó todo lo que parecía haberse esfumado de su cabeza. Y por eso, el cuerpo humano nunca dejaba de sorprenderle. Justo como en ese preciso momento.
Estaba de pie frente al cráneo de un paciente de cincuenta y ocho años con enfermedad de Parkinson que se hallaba completamente consciente. Dana, la residente que había asistido a Brett en la operación de Bianca se hallaba a su lado, asistiéndolo, mientras él manipulaba con sumo cuidado un electrodo con el que enviaba estímulos eléctricos a los núcleos neuronales del paciente.
Su mano no temblaba en absoluto y él estaba actuando natural, pero por dentro estaba lleno de pánico. Conocía al paciente que le había confiado su cerebro, había querido que Parker lo operara y todos lo habían apremiado a hacerlo. Esa operación era un gran regreso después de lo que le había pasado. Al principio había tenido ciertas dudas, pero recordó todo lo que Miranda le había dicho aquella noche y ella tenía razón.
Tenía que hacerlo. Tenía que tomar lo que le había pasado y convertirlo en algo bueno. Convertirse en alguien mejor. Así que ahí estaba. Intentándolo. Y estaba muy aterrado, pero no iba a permitir que su miedo lo venciera. Tenía que pensar en cosas buenas.
Parker recordaba el seminario de las cirugías con el paciente despierto.
"El cerebro es el encargado de procesar el dolor. Interpreta las señales del cuerpo mediante las terminaciones nerviosas y alerta al organismo, poniendo en marcha mecanismos para solucionarlo. Pero el cerebro mismo no siente dolor.
Debido a esto, podemos realizar craneotomías con el paciente despierto, usando solo anestesia local. Para algunas de estas cirugías, necesitamos registrar la actividad eléctrica de las neuronas, y para ello el paciente debe estar consciente. Necesitamos ver las reacciones del paciente a ciertos estímulos, ya que esto puede darnos indicios de cómo va la intervención y si va de manera correcta."
Esas habían sido las palabras de uno de los profesores a cargo de dictar los seminarios en Cancún. En aquel momento, Parker no había hecho algo así, hasta ahora.
La falta de dopamina podía causar una anomalía en la actividad cerebral, lo que provocaba la aparición de algunos de los síntomas del Parkinson. Ya que la deficiencia de dicha sustancia causaba que los movimientos de la persona afectada se ralentizaran o se volvieran descoordinados.
Los estímulos eléctricos que le estaban provocando en el cerebro al paciente, ayudaban a detener ciertos temblores e incluso la rigidez de algunas partes del cuerpo que la enfermedad provocaba.
Brett se hallaba interpretando las señales neuronales frente a un monitor. Le dio unas coordenadas a Parker y él movió con pulso perfecto el electrodo. Se sintió tan bien que no pudo evitar sonreír detrás de la mascarilla.
—¿Puede flexionar los dedos de la mano derecha, señor Barraud? —Le dijo Parker, indicándole a Dana con un asentimiento de cabeza que se acercara al hombre—. La doctora García lo ayudará.
—Tomaré su mano y usted intentará apretar la mía —ella se le acercó al mayor y le extendió la mano—, ¿está bien? Como un saludo amistoso.
—Llámeme Louis —habló el hombre. Parker no podía verlo debido al aparato metálico que le rodeaba la cabeza y a que él estaba plenamente enfocado en su cerebro. Brett se colocó a su lado y lo ayudó con los electrodos, entonces, Parker pudo ver la reacción del hombre.
Louis estiró los dedos y luego los envolvió alrededor de la mano de Dana. Le costó un poco flexionarlos, pero lo logró. Entonces Dana apretó su mano y le hizo flexionar el brazo unas cuantas veces, en dirección hacia su hombro y luego lo estiró completamente. Pudo notar que los temblores habían disminuido. Y fue casi inevitable recordar sus sesiones posoperatorias con Alejandro.
El mayor soltó una pequeña risa nerviosa pero feliz al notar que con cada flexión de sus dedos, la rigidez en ellos iba desapareciendo poco a poco. Los ojos de Dana se volvieron más pequeños, señal de que la chica estaba sonriendo y Parker asintió.
Él y Brett compartieron una mirada que dijo más que mil palabras, luego Parker supo que su amigo estaba sonriendo también. Los pliegues que se formaron en las comisuras de sus ojos lo delataron.
—Muy bien, Louis. ¿Podría intentarlo con la mano izquierda ahora? —preguntó Brett.
—Ahora inténtelo usted solo —lo animó Parker.
—Pruebe hacer esto —Dana movió los dedos, abriendo y cerrando la mano de forma rápida. Louis la imitó con bastante esfuerzo. Sus movimientos eran lentos, pero lo estaba logrando.
—Excelente, Louis.
Parker sacudió la cabeza de forma afirmativa. Visiblemente satisfecho.
—Hemos terminado por hoy—miró a su residente—. ¿Quieres cerrar?
Dana asintió y se posicionó en el pequeño orificio abierto en la cabeza de Louis Barraud. El francés había acudido a su padre debido a que luego de ser diagnosticado con Parkinson, los medicamentos no lograron surtir un efecto muy eficaz en su cuerpo, teniendo en cuenta que era chef y necesitaba sus manos. La enfermedad estaba avanzando rápido y él quería probar la cirugía, así que Mathias Miller lo había llevado al Departamento de Neurocirugía donde luego de conversar acerca de la operación, se le realizaron una serie de pruebas para corroborar si era apto para la cirugía.
—Muy bien —Parker se acercó a Louis y lo miró a los ojos—. Las enfermeras te llevaran a la UCI cuando la doctora haya terminado. En un par de días concluiremos con la segunda parte de la operación, ¿vale?
Louis estuvo de acuerdo.
La segunda parte de la cirugía consistía en dormir al paciente por completo y colocar por debajo de la piel desde la clavícula hasta la cabeza, los cables junto con la batería que suministraría la estimulación eléctrica. Tal cual funcionaba un marcapasos para el corazón.
Brett se acercó hasta Parker para hablarle por lo bajo.
—¿Qué tal?
Sabía a qué se refería su amigo con esa pregunta.
—Nunca había estado mejor —respondió él.
*****
—Creo que iré a descansar un rato —le dijo Parker a Brett cuando salieron del quirófano.
—¿No vendrás a almorzar?
Parker bostezó.
—No lo creo. Comeré algo luego de echar una siesta. En un par de horas es la reunión con el señor Irizarry. Debo estar ahí.
—Ya te sabes el apellido. Eso es algo. Hay demasiado misterio con ese comprador.
—No sé por qué. La verdad. Espero que valga la pena tanta espera.
—Yo también. No quiero dejar este hospital —su colega se cruzó de brazos y le dio una mirada de admiración—. Gracias por incluirme en tu cirugía. Fue bueno volver a operar contigo, me alegra que estés de vuelta.
Parker soltó una exhalación, sintió que estaba botando todo el aire que había contenido mientras estaba en el quirófano.
—No pensé que sería capaz, ¿sabes? Si algo salía mal...
—Nada salió mal. Está bien. Te dije que estabas listo.
Parker asintió.
—No pensé que lo estuviera tan pronto.
—Fue una buena recuperación —Brett asintió, de acuerdo con él—. Alejandro es bueno en lo que hace. Y tú también. ¿Cuándo te irás?
—¿Cómo sabes que me iré?
—Es obvio que no vas a quedarte.
—Me iré cuando terminemos con la cirugía de Louis —Parker observó alrededor y luego volvió a mirar a Brett—. Encárgate de enseñarle bien a Dana, ¿de acuerdo? Tiene madera de neurocirujana.
Brett sonrió.
—Estaba esperando que me lo dijeras. Lo hizo fantástico en la cirugía de Bianca. Tiene bastante paciencia, buen comportamiento y es medio engreída. Como nosotros.
Parker soltó una risa y alzó las cejas.
—Así que la conoces bien, por lo que veo.
—Mira, no —Brett abrió los ojos en señal de alarma—. No. No es lo que piensas.
—¿Que pienso? Yo no estoy pensando nada.
—No lo hagas.
Parker alzó las manos en señal de rendición.
—Olvídalo. Me iré a dormir.
Cuando se volvió dispuesto a irse, una mujer castaña que conocía se acercaba a ellos sonriendo.
—¿Qué haces por aquí, mamá? —le dijo Parker luego de que ella le diera un beso en la mejilla.
—Te he traído el almuerzo. ¿No me piensas pedir la bendición?
—Bendición.
—Dios te bendiga, hijo. —Alicia se puso de puntillas y le acomodó el cabello—. Te hace falta un corte —le pasó las manos por la barba—. Y afeitarte.
Brett sonrió y se cruzó de brazos, viéndolos alternativamente.
—Mi madre ni siquiera viene a visitarme.
Alicia tomó la mandíbula de Brett con el pulgar y él índice y se la apretó.
—Tú también necesitas afeitarte. Parece que cortaras leña en lugar de cuerpos.
Brett se acarició la barba.
—Voy a ir por comida grasosa a la cafetería —dijo—. Fue un gusto verte, Alicia.
—Aféitate —respondió su madre en forma de despedida.
—Gracias, no tenías por qué —Parker señaló la lonchera negra que tenía su madre en las manos.
—Tienes que estar alimentado y despierto para la reunión de hoy —le extendió la comida y Parker la tomó—. ¿Tendrás tiempo de almorzar con tu madre?
—Claro que sí. Vamos a la sala de adjuntos.
Después de todo lo que había sucedido, la relación de Parker y su madre no era mala, pero sí un poco incómoda. Su última discusión todavía colgaba entre ellos como un cuchillo bamboleándose de un lado a otro, sin cortar, pero haciendo muy tensa la situación.
Él estaba feliz por ella y su padre, pues ambos estaban llevando mejor su relación. Pero a Parker a veces le llegaba a la mente lo que le había dicho su madre en aquella llamada. Después de recordar esa conversación, parecía no querer salir de su cabeza.
Estaba consciente de la cantidad de problemas que sus progenitores habían tenido debido a la profesión de su padre. ¿Era eso razón válida para que su madre le fuera infiel tan descaradamente a su padre? ¿O solo le había dicho eso en un arrebato de ira? Él no quería saber cuál parte era cierta y cuál no.
Pero sí quería que esa especie de pared que los separaba desapareciera. Y para eso había que hablarlo. Por más incómodo que fuera.
Cuando llegaron a la sala, se sentaron en la pequeña mesa uno frente al otro.
Parker sacó la comida de su estuche y miró a su madre.
—¿No íbamos a comer juntos?
Su madre se frotó las manos.
—De hecho... —suspiró, pero no continuó la frase.
—¿La comida fue solamente una excusa? —aventuró él. Dejó a un lado su plato y miró fijamente a su madre. Si ese era el momento de hablar, no quería estar comiendo mientras tanto.
—Me gustaría que hablemos. Hay muchas cosas que decir y quiero empezar disculpándome. —Alicia bajó su mirada verdosa hasta las manos de su hijo y luego las tomó entre las suyas—. Lamento todo lo que te dije ese día, no sé si lo recuerdas...
—Ya te habías disculpado conmigo, mamá. Y ahora que todo se aclaró, sabemos que el único culpable es Bruno. No tienes que disculparte conmigo por eso, sin embargo... sí creo que debes hacerlo con mi padre.
Ella lo miró a través de sus pestañas.
—Ya me he disculpado con tu padre. Pero creo que te debo una disculpa más general. Eres mi niño, a pesar de lo mucho que crezcas, siempre lo serás. Además, eres mi único hijo. No me lo perdonaría nunca si algo malo te pasa. —Alicia se enderezó, pero sin soltarle las manos—. Ambos, Mathías y yo, nos sentimos muy mal por lo que sucedió. ¿Cómo fuimos tan ciegos para no ver a quién teníamos como amigo y socio? Y debido a eso, casi te perdemos.
—Mamá... —Parker negó con la cabeza suavemente—. Está bien. Ya pasó. No fue tu culpa. Ni de mi papá. No podíamos adivinar lo que pasaría. Estoy aquí, y estoy bien. Es lo importante.
Ella le dio un asentimiento de cabeza.
—Con respecto a lo que dije de tu padre...—resopló—. Verás, no he sido buena esposa, ni de cerca. Tampoco he sido muy buena madre, y lamento muchísimo que hayas pasado la mayoría del tiempo enojado conmigo por imponerte tantas cosas. Eres un adulto, debería confiar en ti y dejar de creer que sé qué es lo mejor para ti.
—Eres una excelente madre. Siempre sabes qué es lo mejor para mí. Nunca te equivocaste respecto a Alexa. —Parker soltó una risa seca—. A pesar de que nuestra relación no fue la mejor, ella me ayudó más de lo que pude pedir. Y siempre le estaré agradecido por eso.
—Eres un buen hombre, Parker —una lágrima corrió por la mejilla de su madre a la vez que curvaba sus labios en una sonrisa—. Siempre ves el lado bueno de las personas. En eso te pareces mucho a tu padre, entre otras cosas —su madre rió—. La verdad es que te pareces más a él de lo que me gusta admitir, pero eso está bien. Cuando me dijiste que querías estudiar medicina no me alegré demasiado, pero ahora... me hace muy feliz que hayas podido seguir tus sueños a pesar de todo. Y quería que lo escucharas salir de mis labios. Estoy muy orgullosa de ti.
Desde luego, Parker no esperaba que ella dijera todas esas cosas. Apretó las manos de su madre y abrió la boca para decir algo, pero ella lo interrumpió.
—Escucha. Escúchame. He tenido todo esto guardado dentro de mí mucho tiempo. Ese día realmente pensé que iba a perderte. Cuando te fuiste de viaje estuve discutiendo mucho con tu padre, y pensamos seriamente en divorciarnos. —Su madre tragó saliva—. Verte inconsciente en esa camilla de hospital me hizo entrar en razón. No podía perder a las únicas dos personas importantes en mi vida de un solo golpe. Me sentí tan miserable, Parker. Y cuando por fin despertaste me prometí a mi misma que haría lo posible por recuperarlos a ambos.
››Quiero aclarar que Mathias y yo hemos hablado. Mucho. —su madre hizo una pausa y sonrió como una adolescente. Y él no quería imaginarse la razón de esa sonrisa. Le alegraba mucho, pero no gracias—. Las cosas están bien entre nosotros. La cosa es que nos gustaría... —una risa escapó de su labios—, y sé que suena ridículo porque ya somos viejos, pero nos gustaría renovar nuestros votos.
Parker sonrió. Nunca se había sincerado tanto con su madre. Se daba cuenta de que siempre había estado enojado con ella por alguna razón, pero eso se había acabado.
—No me parece ridículo, mamá. Me parece grandioso.
—Quizás... podrías traer a tu novia. Tú no me has contado sobre ella, pero tu padre sí me ha dicho un par de cosas. Me gustaría conocerla, ya que no pude conocerla cuando estuvo aquí. Ni siquiera me dio tiempo de pasar por la habitación de su madre para ver cómo estaba. Soy pésima en esto.
—Bueno, estuviste bastante bien cuando le cantaste a Bruno sus errores.
—Se merecía más.
Parker no quería hablar más de Bruno, así que se limitó a responder lo que importaba.
—Quería presentártela cuando estuvo aquí. A Miranda. Pero no se pudo debido a todo lo que pasó. Si me dices cuándo será la renovación de votos, prometo comentárselo a ver si puede venir.
—Será la misma fecha de nuestro aniversario, así que aún faltan unos cuantos meses para eso. Y... ¿a ver si puede? —su mamá alzó las cejas.
—Es una chica bastante ocupada.
—Entonces son tal para cual. Pregúntale si tiene un espacio en su apretada agenda para venir a compartir con nosotros.
—Lo haré.
*****
El nuevo dueño de las acciones de Alexa parecía todo un hombre de negocios. Alto, de piel oscura, el cabello al estilo militar y la expresión más adusta que Parker había visto en su vida. Cuando lo vio entrar, lo primero que pensó fue ‹‹Bien. Otro Bruno›› pero lo cierto es que terminó sorprendiéndolos a todos.
Julio Irizarry era todo lo que el hospital necesitaba. Y era tan diferente a Bruno que Parker tenía que aplaudírselo a Alexa. De donde sea que lo conociera, había hecho un buen negocio.
—No sé qué tanto la señorita Foyle haya conversado con ustedes acerca del negocio que hicimos pero...
—No conversó demasiado —aclaró Alicia—. De hecho, usted era un completo desconocido para mí hasta que hablamos por teléfono.
Él sonrió.
—Bueno. Tenía que dejar unas cuantas cosas resueltas en Puerto Rico antes de venir aquí, en parte por eso alargué tanto esta reunión. Verán, está claro que de ahora en adelante el dinero de este hospital me concierne tanto como a ustedes. Estoy al tanto de lo que sucedió con su antiguo subdirector —los miró alternativamente—. Y estoy aquí para ayudarlos a arreglar eso. Tengo una fundación con mi hermana, está destinada a brindar ayuda a niños de bajos recursos.
—Eso es excelente —dijo su madre, claramente sorprendida y maravillada.
—La verdad es que lo estuve conversando con ella, y ambos llegamos al acuerdo de que queremos donar una suma de dinero a este hospital para la parte de pediatría. De hecho, mi hermana estaría feliz de trabajar con ustedes.
—¿Su hermana es pediatra? —preguntó Parker.
—Es neonatóloga. Quería acompañarme hoy. Pero le prometí que intentaría conseguirle una entrevista con el director del hospital —Julio miró fijamente a Mathías, esperando una respuesta.
—Estaré encantado de recibirla. Y sin duda estaremos encantados de recibir la donación.
—En efecto —su madre sonrió—. Gracias por pensar en nuestro hospital.
—Si queremos levantar este hospital y llevarlo nuevamente a la cúspide, hay que invertir en departamentos importantes. Y quiero comenzar ayudando a los niños. No solo hay que reconstruir la parte económica, también hay que recordarle a las personas que somos un centro de primer nivel en todos los ámbitos. No es porque sea mi hermana, pero es excelente en lo que hace —Julio se enderezó en el asiento—. Nuestra fundación es conocida en su mayoría en Latinoamérica. Fue nuestro punto de partida, y nos gustaría seguir extendiéndonos. También me gustaría que hablemos de un programa de investigaciones. Una vez que esté completamente instalado, me gustaría reunirme con sus especialistas y conversar un poco acerca de eso.
Parker escuchó en silencio cada palabra del hombre y no pudo evitar que una idea se le pasara por la cabeza.
—¿Estarías dispuesto a invertir en un centro de investigaciones en Latinoamérica? —le preguntó.
Él lo miró con ojos brillantes.
—Por supuesto. Esa es la idea de todo esto. Pero primero me gustaría empezar con este hospital.
Su madre le lanzó una mirada interrogativa y él se encogió de hombros. No mencionaría nada hasta que estuviera completamente seguro de la idea que estaba surgiendo en su mente.
—Será un placer trabajar con usted, señor Irizarry —su madre se levantó y le extendió la mano.
—Por favor. Soy Julio. Para todos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro