21. Confesiones peligrosas
Antes de su conversación con Miranda, la cabeza de Parker era una telaraña de frustración, rabia y tristeza. Luego de escucharla, fue como si ella se hubiera encargado de desenredar esa maraña de pensamientos con sus propias manos.
Se había ido a intentar dormir en uno de los cuartos del hospital, pero no había logrado pegar un ojo en toda la madrugada, a pesar de eso, el cansancio todavía no lo había golpeado. Él lo atribuía a que ya estaba acostumbrado a estar despierto treinta y seis horas seguidas. No era nada nuevo.
En la mañana decidió ir a reunirse con su papá. Se encontraba en su oficina, sabía que se lo debía. Y que tenían que hablar acerca del estado del hospital. La cirugía de Bianca había hecho que Bruno explotara, lo que quería decir que en serio las cosas iban mal.
—¿Entonces? Dímelo sin anestesia. ¿Van a vender el hospital?
Mathías se pasó la mano por la mandíbula, con aire pensativo.
—No. Espero que no. Tu madre está haciendo lo posible. Como te dije, Alexa vendió sus acciones, pero aún no conocemos al comprador. Ella dice que es alguien bueno, que invertirá en el hospital. Pensé que podías quedarte a conocerlo.
Parker se echó hacia atrás y suspiró.
—De eso quería hablarte. Estaba... pensando en que podía vender las mías también.
Mathías lo miró con incredulidad durante un momento que pareció eterno. Comenzó a negar lentamente con la cabeza.
—¿Por qué harías eso?
—¿Por qué Alexa lo hizo?
—Bueno —su papá resopló y se enderezó—, no lo tengo claro. Quizás sea de mucha ayuda que lo haya hecho. Pero Bruno no está nada contento con esa decisión.
Parker sonrió amargamente.
—Por supuesto que no. Bruno controla a su familia. Y si su querida hija vende las acciones que él mismo le otorgó, es como si le dieran una patada en las pelotas.
—Parker.
—Sabes que estoy en lo cierto —Parker se inclinó y miró a su padre con expresión seria—. Sé que los Foyle han sido socios de nuestra familia por años, y amigos de ti y de mamá. Pero los negocios, todos ellos, los hace Bruno. A su esposa y a su hija las trata como a títeres, lo cual es una mierda y siempre me ha molestado. Me alegra que Alexa haya hecho algo sensato por una vez en su vida —negó con la cabeza y se relamió el labio inferior—. No lo sé, papá. Ayer algo me dio mala espina. Bruno estaba muy evasivo. Y muy a la defensiva.
Su progenitor asintió en acuerdo.
—Lo noté. ¿Crees que él...?
—¿Esté haciendo algo malo? No lo sé. Es tu subdirector. Si lo pusiste en ese cargo fue porque confiabas en él, ¿no es así?
—Sí.
—¿Sigues confiando en él?
—No lo sé. Ha estado raro, estresado. Pero lo relacioné con todo lo que está pasando.
—Yo estoy recién llegado y solo hablo de lo que vi. No tienes por qué empezar a sospechar por mí. Pero ve con cautela.
—¿Por qué me dices esto?
—No lo sé. Que Alexa haya hecho eso por una causa noble se me hace extraño. Ella siempre hace lo que Bruno le pide, y está claro que no lo hizo para tenerlo contento.
—¿Un acto de rebeldía como el que quieres hacer tú?
—Lo mío no es un acto de rebeldía. Piénsalo, si consigo un buen comprador, podríamos salvar esto.
—No voy a arriesgarme a que el hospital deje de ser tuyo. Así que no voy a permitirte que las vendas. Deja de querer deshacerte de lo que es tuyo. Quédate y conoce al comprador de la parte de Alexa, llegaremos a un acuerdo con él. Y es importante que tú estés aquí.
—¿Cuánto tiempo tendría que quedarme? Mira, pedí la semana. Pero para la siguiente debo estar de vuelta y seguir con mi trabajo. Tengo dos secciones que dependen de mí para ver clases. Y ya sabes que lo digo en serio. No pienso abandonar mi nuevo trabajo.
—Le preguntaré a Alexa.
Parker asintió y en ese momento su celular emitió un sonido que avisaba un nuevo mensaje.
—Atiende. —su padre suspiró.
Él sacudió la cabeza.
—Es solo un mensaje. —Tomó el celular mientras pronunciaba esas palabras y miró lo que estaba escrito en la pantalla.
Era Miranda. Al principio no le sorprendió porque habían quedado en ir a comer. Pero al leer el mensaje, frunció el entrecejo, estaba pidiéndole que se vieran cuanto antes porque tenía algo que decirle.
*****
Miranda le había mandado la dirección de una cafetería cercana donde se encontraba, y a él le parecía extraño ese mensaje dado que Miranda no solía escribir de esa manera. Sentía que algo malo estaba sucediendo, pero confirmó sus sospechas cuando la observó sentada en una mesa en compañía de Alexa.
Ese era un escenario que Parker no se habría imaginado ni en sus más locas pesadillas, sin embargo, estaba sucediendo. Pudo divisar que Miranda se hallaba tensa y con la espalda demasiado recta, y Alexa no tenía muy buena pinta.
Esta última fue la primera en verlo.
—Hola, Parker —dijo ella, antes de que él pudiera preguntar qué estaba pasando allí. Buscó enseguida a Miranda con la vista para encontrarse con que ella estaba observándolo callada y con ojos llorosos.
—¿Qué hiciste? —volvió la mirada hacia la pelinegra, ella sacudió la cabeza mientras apretaba los labios.
Sin embargo fue Miranda quien respondió.
—Te escribí porque tienes que escuchar lo que tiene que decirte. Es... importante.
Alexa volvió a negar con la cabeza.
—¿Ves por qué te lo conté a ti? Sabía que él no iba a escucharme. Me retiro para que puedan hablar —ella se levantó e hizo ademán de recoger sus cosas pero Parker se interpuso.
—No sé de qué están hablando. Pero si es tan importante, te vas a quedar y me lo vas a explicar.
Su ex-prometida soltó una risa sin gracia.
—Así que ahora sí quieres escuchar lo que tengo para decir.
—No tengo tiempo para tus juegos, Alexa.
—Parker... —Miranda intervino y lo tomó de la mano haciendo que la mirara—. No es momento. Siéntense los dos y mantengan una conversación como los adultos que son.
Parker suspiró, tomando asiento al lado de Miranda. Hasta ese momento no se había fijado en una carpeta que estaba puesta sobre la mesa llena de un montón de papeles.
Estaba confuso con toda la situación, así que se limitó a observar a Alexa a la espera de que dijera algo.
—¿Por dónde empezar? —Alexa apoyó las manos frente a ella sobre la mesa y empezó a frotarlas, nerviosa. Clavó la vista en Miranda—. Por alguna razón fue fácil contártelo, pero... no tengo el suficiente tacto para decírselo. Por favor, ayúdame.
Miranda se relamió el labio inferior y luego deslizó la carpeta que estaba en el medio de ambas hacia él y se lo quedó viendo. Tenía los ojos rojos, por alguna razón había estado llorando.
—Desde hace meses que estás lleno de frustración, preguntándote qué pasó el día de tu accidente, preguntándote cómo fue. Y aquí están las respuestas.
Parker arrugó la frente, sosteniéndole la mirada.
—¿Qué quieres decir?
—La razón por la que te busqué en Cancún... —empezó Alexa y él la miró entonces—, fue porque quería advertírtelo. Te llamé a todos lados, llamé a tus amigos y la única capaz de decirme dónde estabas fue tu madre. Le dije que quería hablar contigo pero no le dije de qué ¿cómo podía? Y cuando te vi por fin, sentí tanto miedo de perderte —La voz se le quebró un momento y sus ojos se humedecieron, ella ahuyentó las lágrimas parpadeando—. Quería convencerte para que te quedaras conmigo y así impedirlo sin tener que decírtelo, Parker. Pero supongo que no fue la mejor manera.
—¿Advertirme qué, Alexa? ¿Qué es lo que querías impedir?
Parker sintió que Miranda entrelazaba su mano con la de él por debajo de la mesa y le daba un ligero apretón.
—Lo que te pasó fue planeado, Parks. Eso no fue un accidente, fue un intento de asesinato —dijo Alexa.
Parker sintió que su cuerpo se congeló. De repente dejó de sentir la mano de Miranda acariciando la suya, dejó de ver hacia los ojos llorosos de Alexa porque lo único que veía en ese momento era a si mismo dando vueltas dentro del auto porque alguien lo había chocado desde el costado.
Vio una y mil veces, como un video repetido, el momento en el que ambos autos colisionaron y su cabeza había pegado a un lado del automóvil. Era como estar ahí de nuevo, sentía los latidos de su corazón ir extremadamente rápido debido a la adrenalina de cuando intentó frenar el carro para no chocar, sentía la sangre derramándose por el lado izquierdo de su cabeza y volvió a sentir cómo se había sumido en la oscuridad de un momento a otro, perdiendo el conocimiento.
Cuando volvió en sí, Parker se hallaba sacudiendo la cabeza con vehemencia.
—Eso es imposible —respondió, tragando saliva—. Discutí con mi madre, porque te había dicho dónde estaba... —Parker sintió que los ojos empezaban a picarle—. Me salté la luz roja y... eso fue lo que pasó. ¿No?
Alexa apretó los labios y lo miró con expresión triste. No le gustaba que lo mirara de esa manera.
—El que te hayas saltado la luz roja solo contribuyó a que pareciera un accidente causado por ti mismo. Pero si eso no hubiese pasado, igualmente habrías terminado en el hospital. O quien sabe si en la morgue.
—¿De qué estás hablando? ¿Cómo sabes que querían asesinarme? Y si tanto querías decírmelo ¿qué te detuvo?
—¡No sabía cómo decírtelo! Esperaba convencerte de que te quedaras conmigo y así no tenía que decirte que mi padre estaba planeando matarte...
Esta vez Parker no se congeló, más bien sintió como si le hubieran echado encima un balde de agua, no sabía si fría o caliente, pero lo despertó de la pesadilla que parecía estar atrapándolo.
—Ya va. Párate ahí. Explícame todo desde el comienzo porque creo que no estoy siguiéndote.
Ese momento estaba siendo un poco surrealista, y de alguna manera todo lo que le estaba diciendo Alexa parecía tener sentido, le daba las respuestas al accidente tan extraño del que no recordaba nada hasta ese momento, al hecho de que ella había llegado al hospital disculpándose con él, al hecho de que la otra "víctima" del accidente no había presentado cargos y se había ido así como así. Todo estaba cobrando sentido pero de una forma extremadamente cruel.
Alexa tomó una bocanada de aire, momento que él aprovechó para ver a Miranda, pero ella estaba en silencio, sosteniéndole la mano. Ya ella sabía todo, y parecía costarle demasiado volver a escucharlo de nuevo. Pero estaba quedándose. Por él.
—Cuando te fuiste a Cancún, nuestros padres tuvieron una reunión. Al parecer Mathías le dijo a mi padre que planeaba darte todas sus acciones a ti, y que en algún momento tú dirigirías todo eso. Mi padre cree que es nepotismo. Pero eso es una idea estúpida teniendo en cuenta lo bueno y capaz que eres.
››En fin. Sé que sabes que a mi padre siempre le ha gustado el puesto que tiene el tuyo. Es un envidioso de primera, se ha abierto paso durante todos estos años gracias a la falsa amistad que tiene con él; cuando lo único que quiere es dirigir el hospital a su manera para seguir haciendo desastre con el dinero, como ha hecho hasta ahora.
››Mi padre no quiere que tú dirijas el hospital, Parker. ¿Cómo permitirlo? Según él eres débil y no sabrías cómo hacerte cargo. Su plan principal era que me casara contigo y como la cagué, quiso deshacerse de ti de una manera sucia. La razón por la que no te lo dije luego del accidente fue porque me amenazó con que me culparía a mí si presentaba el caso a las autoridades, usando como excusa que estuve en Cancún contigo. Y luego me di cuenta de que no puedo vivir para siempre de la manera en que él quiere, no puedo permitir que se salga con la suya. No puedo dejar que me odies para siempre, no sin saber la verdad. Así que busqué las pruebas suficientes para que quede tras las rejas por el tiempo que le queda de vida. O al menos durante un buen tiempo.
Era tanta información la que ella le estaba revelando que Parker se sintió mareado por un momento, luego cayó en cuenta de que él mismo había sospechado de Bruno un rato antes con su padre. Pero no había sospechado que Bruno fuera capaz de recurrir al asesinato. Sentía la cabeza saturada de información. No podía creer que una persona fuera capaz de hacer tanto daño, de lastimar a otros de esa forma, solo por dinero. Y menos de una persona que era tan cercana a su familia.
Pero ahí estaban las pruebas, justo frente a él, señaladas por la misma Alexa.
Abrió la carpeta y comenzó a ojear el montón de facturas y papeles que había dentro.
—Malversación —dijo Alexa—, recibos falsos para justificar la pérdida del dinero del hospital, incluso las pruebas de tu intento de asesinato. Hay un registro de llamadas. Todo lo que necesitas para confirmar lo que acabo de decirte. Mi padre no es el buen amigo que tu padre cree que es, tampoco es un buen socio. Poco a poco está dejando al hospital en la ruina, y seguirá haciéndolo si no lo detenemos.
—¿Por eso fue que decidiste poner tu parte en venta?
—Fue el primer paso para declararle la guerra. Si no puede manipular mi parte, es algo menos a lo que no le puede meter sus cochinas manos.
Parker alejó la vista de los papeles y miró a Alexa a la cara, por primera vez en todo el tiempo que llevaba conociéndola, vio determinación en sus ojos, y vio honestidad.
—¿Por qué ahora?
Ella le lanzó una mirada furtiva a Miranda y luego lo vio directamente a él.
—Me di cuenta demasiado tarde de que te amo. Y también tardé mucho en amarme a mí misma, Parker. Soy más de lo que mi padre me hizo creer durante toda mi vida, no puedo seguir más a su sombra y mucho menos cuando está llena de engaños, traición y crueldad. Fue capaz de amenazarme a mí, su propia hija, con culparme de intento de asesinato; fue capaz de enviar a alguien más a matarte porque además es un cobarde que tampoco quería ensuciarse las manos.
—Alexa...
—Lamento todo lo que te hice. Y a pesar de que creo que ahora puedes comprender mejor la razón de mi infidelidad, que fue porque quería que rompieras conmigo para que mi padre no se saliera con la suya, sé que sigue siendo una excusa de mierda para justificar todo el daño que te hice. Y lo siento. No fue la mejor manera de detener a mi papá, ni siquiera funcionó. Y tampoco borra todo lo que sufriste por eso. Pero tenías que saberlo.
››Creo que después de todo también soy una cobarde al igual que él, por no enfrentarlo cuando debía y por no decirte la verdad a tiempo. En parte es culpa mía lo que te pasó. De verdad espero que puedas perdonarme algún día, y espero que no sea demasiado tarde para reparar todo el daño que mi familia te ha causado.
—Creo que te juzgué muy mal, Alexa —la voz de Miranda le llegó desde su lado y él volteó a verla. Agradecía que ella estuviera ahí, porque no estaba seguro de cómo afrontar toda esa situación él solo—. Y también creo que todos merecemos perdón por lo que hicimos en el pasado, al fin y al cabo, eso no define quienes somos ahora.
››La decisión que has tomado me demuestra que eres más que tu papá, no siempre es fácil decir la verdad y muchas veces duele. No puedo imaginarme lo que te costó conseguir todo esto —Miranda señaló el montón de papeles en la mesa— y venir a decírnoslo, sabiendo que estás condenando a tu padre a la cárcel, y aún así lo hiciste porque sabes que es lo mejor.
Él asintió lentamente.
—Todo esto es una mierda, Alexa. He estado meses intentando buscar respuestas a lo que sucedió y tú por fin me las das, y aunque son peores de lo que esperaba, te agradezco que lo hicieras. Sé que quizás fue difícil para ti, pero me alegra que hayas seguido el consejo que te di en el hospital ese día.
—Salí con el corazón roto, pero me ayudó mucho. Así que gracias —por primera vez en todo el rato que llevaban sentados, Alexa se permitió curvar los labios en una sonrisa y luego deslizó sus ojos color avellana hacia Miranda—. Eres una buena chica, lamento haberte juzgado mientras estaba ciega de celos. Y ustedes dos... —los miró alternativamente—, espero que sean felices juntos. Pero primero, debemos hablar de cómo vas a proceder con esto, Parker.
—Espera —dijo Miranda de repente—. Si el crimen se cometió en Cancún, al menos uno de los que cometió... ¿No debería ser juzgado ahí?
—No —Alexa negó con la cabeza y le dio unos golpecitos a la carpeta con el dedo—. Presentaremos las pruebas aquí, además, como tú dices, no fue el único crimen que cometió. Y los demás, todos fueron en este país.
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