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Lee hasta el final.


Al costado de un viejo camino, vivían un viejo matrimonio.

De jóvenes cuidaron sus sembradíos, pero la vejez y las sequías se habían llevado todo. A veces no tenían ni un pan para comer.

Así pues con frecuencia iban al bosque para recoger bellotas, con su poca fuerza el anciano subía al árbol para sacudir sus ramas y la viejecita se encorvaba para levantarlas. solo así podían comer algo por varios días

Sucedió que un día mientras comían bellotas una cayó de la mesa, y rodó hasta irse por un hoyo en la duela, el viejito estaba muy cansado para levantar el piso y sacarla

"Ya la comerá un ratón" rio junto su esposa

Pasaron los días, y tras las primeras lluvias desde el agujerito en el piso se asomó un brotecito, asombrados y divertidos a los viejecitos les dio pena cortarlo. De hecho, lo cuidaron con meticulosos, recordando sus años de siembra y juventud

Pero la cosa no paró allí, poco a poco el brote fue creciendo hasta que fue necesario romper el suelo

"Viejecito, abre el piso un poco para que crezca el encino grande y hermoso, así ya no tendremos que ir al bosque por bellotas"

Tan ilusionada estaba la viejecita que su esposo le hizo caso, con cuidado le hizo al árbol un lecho y conforme pasó el tiempo abrió poco a poco un hoyo en el techo para que el árbol sacará sus ramas. Como en un parpadear fuera de la cabañita el encino extendió su copa brindando sombra y protección a la anciana pareja

Un dia mientras el viejito sacudía las ramas del tupido árbol de bellotas, llegó a posarse cerca un negruzco zanate, cansado y hambriento les pidió:

"Por favor, me podrían dejar descansar en las ramas de su árbol, tengo mucha hambre y vengo volando desde muy lejos buscando donde hacer mi nido"

Los viejecitos se miraron apenados, pues es sabido que los zanates hacen mucho ruido al trinar, sin embargo el pobre pájaro se veía muy cansado, seguro corrido de cualquier otro lugar

"Claro, descansa, come bellotas si quieres, y si gustas tu nido aquí puedes tejer" le invitó la viejecita

Del gusto el zanate cantó emocionado

"Muchas gracias abuelitos, un día de estos se los voy a pagar"

Ciertamente el sonido del ave era ruidoso pero al paso del tiempo se empezaron a acostumbrar, podría decirse que hasta le tomaron el gusto. Además cada que había bellotas era el avecilla que saltando de rama en rama sacudía el árbol

Pero, un día mientras el zanate rasqueteaba la tierra, buscando piedritas para su buche, dio con algo tan duro como su pico pero mucho más dorado. Curioso por el brillo lo desenterró apurado y tras verlo maravillado lo llevó a la pareja de ancianos

"Es tan brillante y gracioso que se los quiero regalar"

Asombrados los viejecitos vieron largo rato el dorado molino de mano, que el zanate les había regalado

"Es de oro puro" dijo el viejito aun incrédulo

"No, que va" río la viejecita, más interesada en su funcionamiento "Seguro es solo el color ¿Quien haría un molino de oro, si solo granos debe moler? Mira que suerte viejito ¿Con esto cuanta harina podremos hacer?"

Con alegría y esperanza la viejecita giro la palanquilla, como si granos moliera, soñando en pan fresco poder comer, cuando de repente pasteles y flanes cayeron a la mesa en vez de harina

Como si fuera un sueno los viejitos y el zanate comieron hasta saciarse, sin comprender que acababa de pasar

Así cada vez que tenían hambre iban a la mesa del molino de mano, y pensando en bocadillos o guisados, giraban la palanquilla sacando del mágico mecanismo toda clase de alimentos y manjares. Así no volvieron a pasar hambre

Pero una noche, cuando una fuerte lluvia cubría el campo llegó a su puerta el carruaje de un noble, que tan pronto abrieron la puerta pidió algo de comer

"Buenos viejos, ¿No podrían darme algo de comer?"

Ellos lo invitaron a pasar y ante sus ojos le sirvieron los mejores platillos que el molino de mano podía dar

Perplejo el noble ofreció comprar el molino de mano por todo el dinero que traía en su bolso, un pequeño costalillo de tela, que lleno y pesado dejó reposar ante la mirada de la pareja de viejitos

"No, jamás podríamos venderlo" dijo el viejito

"Es un regalo de nuestra hijo, el zanate" se disculpó la viejita, dejando al hombre terminar de comer

"¿Su hijo es un zanate?" al punto de las risas el noble no parecía comprender la situación

"Si, no compartimos sangre pero entre nosotros nos cuidamos como una familia" la viejita sonrió convencida de lo que decía

"Ah... pues bien, bueno... perdone mi rudeza, tal vez ¿Podría conocerle?" pido el noble, más amable

Convencida la viejita se acercó a la ventana para llamar al ave, que dormía cómodo en su nido, en cambio, el noble tomó bajo su brazo el molino de mano y salió corriendo a su carruaje. El viejo lo intento parar pero ni sus años ni piernas le ayudaron

Un grito de pena y pesar se oyó mientras el carruaje del noble huía del lugar. Pero el zanate bajo de su nido

"No se preocupen, ni lloren, mis viejitos, volando yo lo alcanzaré y lo haré pagar"

Saliendo entre la lluvia el zanate trato de alcanzar al carruaje, pero los caballos corrían a todo galope sin descansar, y con las plumas mojadas y el frío el ave le tomó su tiempo llegar hasta el palacio del noble

Afuera oyó la palanca ser girada y las piedras moler, así que se sentó a la puerta del palacio y cantó a todo pulmón:

"¡Señor! ¡Señor! ¡Mi padre y mi madre lloran, porque en tu apuro te ayudaron y tú los fuiste a mal pagar! ¡Devuélvenos el molino de oro que nos robaste! ¡O el rey la cabeza te ha de cortar!"

El sonido de su canto llegaba hasta lo más profundo del palacio, y en cuanto lo oyó el noble mandó a sus sirvientes, desesperado, atrapar al ave y lanzarla al pozo

"Amarren sus alas y pico y después tapen el pozo"

Treinta hombres hicieron falta para atrapar al zanate y lanzarlo atado del pico y alas, pero ni uno recordó el pozo tapar

Y muy al fondo del se oyó un leve trinar

"Bebo y bebo, pero mi sed no se ha de saciar, dos pozos llenaran las lágrimas del ladrón y sólo entonces podré parar"

Poco a poco se bebió toda el agua del pozo, y desatando los nudos de sus amarres salió volando otra vez al palacio del noble, se posó en el balcón y empezó a cantar:

"¡Señor! ¡Señor! ¡Mi padre y mi madre lloran, porque en tu apuro te ayudaron y tú los fuiste a mal pagar! ¡Devuélvenos el molino de oro que nos robaste! ¡O el rey la cabeza te ha de cortar!"

El zanate cantaba de día y noche, sin que nadie le pudiera hacer callar. Sin poder dormir o comer el noble casi se vuelve loco, y desesperado salió a llamar al cocinero

"Mete a esa condenada ave al horno, esta misma noche se la sirvo al Rey"

Cien hombres faltaron para atrapar al zanate. Y con la seguridad de que el ave sería horneada el noble armó un banquete, para presumir su maravilloso molino de oro ante el Rey

Con las prisas el cocinero lanzó al ave a la olla, sin siquiera desplumar, preparando a la vez una salsa para acompañar

Pero desde el fondo de la hoguera, por debajo del tronar del carbón se oyó

"El llanto de mis viejitos, estas flamas no las pueden secar. Dos pozos llenaran las lágrimas del ladrón y sólo entonces podré parar "

Y el agua comenzó a salir por borbotones del horno, apagando la lumbre y llenando la cocina. Saliendo de la olla el zanate voló todo el camino al salón principal, cantando a viva voz:

"¡Señor! ¡Señor! ¡Mi padre y mi madre lloran, porque en tu apuro te ayudaron y tú los fuiste a mal pagar! ¡Devuélvenos el molino de oro que nos robaste! ¡O el rey la cabeza te ha de cortar!"

Ante el Rey, con bombo y platillo el noble presentaba el dorado molino de mano cuando el escandaloso canto llegó a ellos, todos los invitados quedaron impactados tanto por la voz como por sus palabras, Y antes de que el noble la palanquilla girara llegó el zanate ante su majestad, posándose sobre el culpable

"¡Señor! ¡Señor! ¡Mi padre y mi madre lloran, porque en tu apuro te ayudaron y tú los fuiste a mal pagar! ¡Devuélvenos el molino de oro que nos robaste! ¡O el rey la cabeza te ha de cortar!"

Mirando los amarillos ojos del ave y su filoso pico cerca de su rostro el noble escapo a la primera oportunidad, dejando solos a sus invitados, el Rey y al molino de mano. La chicharra tampoco lo pensó y haciendo una reverencia tomó lo que era suyo y salió volando por la ventana

Voló y voló hasta volver a su casa, en la vieja cabaña de donde brotaba un hermoso encino lleno de dulces bellotas, el hogar del matrimonio de amorosos ancianitos que lo esperaban con los brazos abiertos. Reunidos de nuevo la familia disfruto de su molino de mano sin volver a pasar hambre.



˖˖˖˖˖˖˖˖˖˖—》✧ FIN ✧《—˖˖˖˖˖˖˖˖˖˖˖




Moraleja: Ahorra para tu pensión.

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