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|•Sole•|

Ves tal vez — Algo en ti

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Estaba demasiado ansioso, las manecillas del reloj no avanzaban a la velocidad que él quería. Eran aproximadamente las ocho de la mañana, TaeHyung estaba sentado tras la vitrina que mostraba deliciosos postres. De vez en cuando una persona entraba y ordenaba algún dulce o sencillamente pedía un café.

Trabajar en la cafetería Vanilla Sky había sido, en un principio, un trabajo de verano para TaeHyung. Ya saben, el clásico método de un joven para ahorrar dinero para algún capricho que sus padres se negaban a pagar.

Sin embargo, el trabajo de verano se alargó al punto de trabajar medio día y en la tarde asistir a sus clases en la academia de música, todo por una razón, una que era dueña de los ojos gatunos más bonitos que había visto en su vida —y no es como si viera ojos gatunos todo el tiempo, pero ustedes entienden.

Lo vio por primera vez cuando ya llevaba una semana trabajando, el chico había entrado a la cafetería y se había acercado a pedir un café. Obviamente TaeHyung no lo atendió, hubiera muerto en ese instante. Su amigo, JiMin, él lo había hecho.

El chico pudo jurar que el tiempo se detuvo en el instante en que lo miró, el flechazo había sido inmediato. Casi al momento de sonar la campanilla que anunciaba la llegada, sus ojos se había levantado curiosos —como siempre, una cualidad muy definida en TaeHyung—, y había sentido el aire escaparse de sus pulmones cuando él entró.

Más temprano que tarde había notado que iba casi todas las mañanas por un café americano —cargado y apenas dulce—, siempre pidiendo de esas galletitas de avena y canela para acompañar. Se sentaba en la mesa junto a la ventana y sacaba su fiel cuaderno de cubierta negra.

Por cierto, usaba lentes de pasta del mismo color —los cuales eran un dolor en el corazón del chico, su atractivo debería ser ilegal.

Aunque, por supuesto, eso fue en los días de verano. Su estadía en Vanilla Sky se acortaba a solo un café en la mañana cuando las clases comenzaban. TaeHyung había hecho malabares con sus horarios, logrando al final ajustarlos para trabajar medio día en el café y la otra mitad la empleaba en sus estudios, nada complicado para un chico flechado y que no se atrevía a hacerse notar porque el amor platónico es una cosa imposible, JiMin, jamás sucederá, palabras dichas por el lado pesimista de TaeHyung claro está.

Y sí, esa era la razón por la que nuestro amigo se encontraba ansioso en ese momento. Su amor platónico se estaba demorando, su lado paranoico no dejaba de pensar que se había ahogado con un osito de goma como Charlotte en Ghost girl, o que tal vez se había convertido en un insecto de un día para otro y su familia lo tenía encerrado en una habitación y lo matarían de hambre.

También llegó a pensar que tal vez le había pasado lo mismo que a Santiago Nasar y lo estaban esperando para matarlo. Pero cuando la campanilla del café sonó anunciando la llegado de un cliente —específicamente ese cliente— estaba más que claro que TaeHyung debía dejar de obsesionarse con todos los libros que leía porque acabaría más loco que el propio Van Gogh —y no es que estaba loco, pero TaeHyung iba acabar con sus uñas si no paraba de morderlas, vamos.

Pronto sus ojos se vieron dilatados al mirar a esa persona acercándose. Su piel blanca como la nieve, su cabello negro como la noche. Su mochila colgada en un solo brazo, cosa que solo hacía que se viera aún más atractivo ante los ojos del chico —el roba suspiros, le llamaba él.

La forma en la que muerde su labio cuando se inclina en la vitrina como si realmente pensara elegir un dulce cuando solo revisaba si había de esas galletas que tanto amaba. Y, por supuesto, no podían faltar sus audífonos, a veces uno colocado, a veces los dos y muy pocas veces ninguno —y no es como si TaeHyung lo acosara, aunque pensándolo bien, no hay forma de defenderlo, la verdad sí que lo acosa.

Y siempre, siempre vestido de negro, ya sea verano, invierno, primavera u otoño, la ropa negra era la que lo identificaba. Cuando utilizaba ropa de otros colores TaeHyung pedía un deseo —algo así como: por favor que me note, por favor que se gire a verme— pero vamos, el chico no hacía nada para hacerse notar, los milagros necesitan un poco de ayuda ¿eh?

A todas estas, hoy era un día diferente, el chico de cabello rosa que siempre lo atendía —JiMin, lindo chico de cabello rosa, o eso murmuraba un moreno de hoyuelos que siempre compraba pastelitos de merengue de fresa— había faltado.

TaeHyung sabía que su día había llegado, estaba escrito en todos lados esa mañana cuando su jefe, SeokJin, le avisaba que su amigo había enfermado. El dios del sueño se lo había advertido también. Había soñado con su amor platónico, había sido un sueño lindo —se tomaban de las manos— y había despertado de un humor increíble.

Había salido de su casa dando brinquitos y casi bailando por toda la calle, pero toda esa emoción tuvo una metamorfosis casi inmediata luego de la noticia. La ansiedad y los nervios lo atacaron, su pierna no dejaba de moverse y ahora el momento había llegado.

Tenía que atender a su amor platónico, y si moría, había dejado una pequeña nota en su delantal para que, cuando lo llevaran a la morgue, la encontraran. La nota decía algo así como:

"Dejo todas mis mangas de One Piece al museo que pronto se abrirá —primera edición mamá, tendrás mucho dinero.

Chico bonito de ojos gatunos por favor nunca me olvides —aunque solo sea mi imagen moribunda.

SeokJin, los pasteles que prepara tu lindo "Kookie" son la cosa más empalagosa que probé en mi vida.

Viví bien, se despide:

TaeHyung."

Creo que se nota que nuestro chico es algo, para no decir bastante, dramático.

Pero ya era momento de la acción:

— Bienvenido a Vanilla Sky, ¿Desea algo? —el castaño se dio unas palmaditas mentales en su espalda, no había tartamudeado. Wso era de antología, juraba que lo primero que haría al hablarle seria todo un show de manos nerviosas y palabras enredadas.

— Hola...

TaeHyung se paralizo, su sonrisa se congeló, todo él se convirtió en una estatua dejando de entender —pero no de escuchar— lo que salía de la boca del chico. Demonios, no dejaba de pensar en lo genial que sería abrazarlo, tomarle la mano, dejarle millones de besos en sus mejillas, esconderse en la curvatura de su cuello. La adrenalina de solo imaginar que le regalaba una sonrisa a él y solo para él, su voz lo hipnotizaba y lo llevaba a otras galaxias.

Cielos, podría morir y revivir entre sus brazos en tan solo un instante. Su corazón iba a explotar, lo sabía, sus ojos no dejaban de escrutar cada parte de su rostro, como sus labios se movían en cámara lenta —así lo sentía TaeHyung.

Sabía que había algo en él que lo convertía una bola de gelatina andante, sentía como sus rodillas se debilitaban y tuvo que sostenerse de la vitrina para no caer. Dioses, sabía que estaban hechos el uno para el otro, la piel de TaeHyung era verano mientras los ojos del chico podrían ser el sol que lo quemarían con solo mirarlo.

Infiernos, había algo en él que lo volvía loco, de verdad, loco:

— ¿Quieres ir al cine conmigo? —soltó de pronto TaeHyung— Porque debes saber que soy el amor de tu vida —añadió con rapidez— Lo siento si te sorprendí, pero tenía que decirlo —no podía detenerse. Sentía la adrenalina recorrer todo su cuerpo, las ganas de tomar su mano pálida y sostenerla junto a la suya. La sensación de hormigueo no se alejaba.

Realmente no sabía de donde habían salido las agallas para soltar aquella declaración, tan directa y atrevida —al menos para él:

— ¡Guao! —soltó con los ojos abiertos de par en par— Espera ¿Qué? —la sorpresa no se disimulaba en los rasgos del pelinegro, todo lo había tomado desprevenido.

Él solo iba a pedir un café cargado y sus fieles galletas de avena y canela. Definitivamente no esperaba que el chico al otro lado de la vitrina le invitara a salir y ¿el amor de su vida?:

— Sé que no me conoces, pero eso se arregla fácil. Soy TaeHyung.

¡Vamos, chico! ¿De dónde había llegado toda esa confianza que desbordas?

El castaño se veía realmente decidido a conseguir esa cita, mientras el otro seguía mirándolo asombrado. Para ser honestos, nunca le habían coqueteado — ¿se le puede llamar así? — tan directamente en todo lo que lleva de vida, estaba en una especie de trance en la que no sabía que contestar:

— Soy YoonGi... ¿Qué? —volvió a repetir sin salir de su estupor, ¿de qué otra manera podría reaccionar?

Y entonces fue como si algo hiciera finalmente clic en la cabeza de TaeHyung y de repente los colores dejaron completamente su rostro. Toda la valentía que se había apoderado de su cuerpo había disminuido de un sopetón al darse cuenta de lo que había hecho. Sentía como su alma había caído al suelo y el peso de la vergüenza no la dejaba levantarse de nuevo.

¡Rayos y centellas!

¡¿Qué había hecho?!

Sin pensarlo dos veces se escondió tras la vitrina, muy lejos de la vista de su amor platónico. Dios, quería llorar, iba a morir de la vergüenza ¿qué demonios había sido eso?

Maldiciones y groserías en mil idiomas, eso era lo único que pasaba por la cabeza de TaeHyung en ese momento. No podría verlo a la cara de nuevo. Iba a convertirse en un ermitaño y no iba a salir de su habitación, iba a sobrevivir a base de cereales y comida rápida, entonces se transformaría en una bola andante de grasa y de esa manera podría rodar hasta el pacífico y flotar todo lo que le reste de vida.

Sí, ya lo había decidido, eso era lo que haría definitivamente.

Y como el cobarde que era, gateó hasta llegar a las puertas que daban entrada a la cocina —obviamente YoonGi notó como el bulto abría y cerraba las puertas, perdiéndose en el interior.

Ahí estaba SeokJin, haciendo ruidos extraños mientras hablaba por teléfono con quien seguramente era su "Kookie". TaeHyung aun muerto de la vergüenza, le golpeo en las pantorrillas para llamar su atención y cuando la obtuvo comenzó a hacer señas con sus manos, tratando de decir algo como: Allá afuera. Amor de mi vida. Yo morir. Por favor, sálvame.

Y entonces se acostó en el piso a patalear silenciosamente, golpeando su cabeza una y otra vez contra el suelo, tratando de abrir un hueco y esconderse allí hasta el final de los tiempos. Mientras, SeokJin lo veía desde su posición, observando las muecas de llanto exagerados que hacía, como se agarraba el cabello y lo halaba.

Cuando contrató a TaeHyung no pensó que sería tan extraño, pero le agradaba, era el hermanito raro que sus padres se habían negado adoptar.

Con un suspiro se despidió de su chico y salió para ver qué había sucedido. Se encontró con uno de sus clientes frecuentes, ese que vestía siempre de negro:

— Buenos días, YoonGi. ¿Puedo ofrecerte algo? —el pelinegro frente a él dio un saltito, estaba un poco perdido en sus pensamientos.

— Ah... sí. Un americano con poca azúcar, cargado y media docena de galletas de canela y avena —respondió distraído. Su mano dirigiéndose nerviosamente a su nuca para rascarla un poco antes de sacudir levemente la cabeza.

SeokJin se movió hábilmente preparando las cosas, lanzando de vez en cuando una mirada sospechosa hacia el chico:

— Aquí está —el pelinegro sacó el dinero correspondiente y tomó el café y las galletas— ¿YoonGi, estás... estás sonrojado?

— ¡¿Qué?! ¡No! —gritó para después aclararse la garganta— Seguramente es el calor.

— Aquí hay aire acondicionado, YoonGi.

— ¡Es el calor! —repitió intentado convencerse de lo mismo también— No importa, me voy —bufó— ¡Increíble! ahora uno no puede sonrojarse en esta vida, ¡Increíble! —masculló mientras iba de camino a la salida. Hoy no se quedaría como siempre hacía en vacaciones, pero eso no tenía que ver con cierto castaño, nada que ver. Sí claro.

Salió de sus pensamientos al casi chocar con este sujeto de cabellos morados que iba entrando, pero le restó importancia y siguió su camino. Sus pensamientos desviándose, inevitablemente, una y otra vez al chico de antes.

¿Amor de su vida?

Por otro lado, SeokJin observó a otro de sus clientes frecuentes acercarse a la vitrina y mirar a todos lados con el ceño fruncido:

— Bienvenido a Vanilla Sky. ¿En qué puedo servirle?

— ¿JiMin? —preguntó extrañado al no ver rastros del chico bonito.

— JiMin no está hoy, se ha enfermado —la mirada que SeokJin tuvo en respuesta debió haberse fotografiado.

El color se fue del rostro del más alto y una mueca de pura preocupación apareció en cambio. El moreno pidió unos pastelitos de merengue de fresa y se retiró mientras sacaba el teléfono y comenzaba a llamar a alguien, lo último que escuchó el rubio antes de que su cliente se fuera fue un "¡¿Park JiMin, estás enfermo?!" antes de que se cerrara la puerta. SeokJin se encogió de hombros y volvió a sacar su teléfono:

— ¡Kookie!

Por primera vez TaeHyung no se quería levantar de la cama para ir a trabajar. Sabía que YoonGi —había gritado demasiado contra su almohada cuando se dio cuenta de que sabía su nombre— volvería a la cafetería hoy.

Así como también sabía que él no tendría el coraje para verlo de nuevo a la cara después de lo que había hecho el día anterior, aun quería morirse de la vergüenza que le invadía cada vez que lo recordaba.

Pero debía hacerlo, aunque era un vago de primera —su cuarto desordenado era la prueba—, no podía dejar sus responsabilidades de lado.

Con pesadez se levantó de la cama. Esa mañana no tenía ganas de peinarse, así que se puso un gorro, un suéter que le quedaba un poco grande y unos jeans cómodos.

Cuando llegó a la cafetería, SeokJin estaba abriendo. JiMin sí estaba ahí esta vez. Entraron y luego de organizar un poco, dieron vuelta al letrerito que anunciaba "Abierto". Los clientes comenzaron a llegar de a poco. Las mañanas no eran muy movidas que digamos y aún menos en vacaciones.

A las ocho con quince, la campanilla volvió a sonar y en ese momento TaeHyung quiso desaparecer, era YoonGi. El castaño vio hacia todos lados alarmado buscando a su peli rosa amigo. Suspiró aliviado cuando lo vio acercarse al pelinegro.

Su corazón se detuvo cuando él le saludo con la mano y le dirigió una tímida sonrisa.

¡Caramelos y piruletas! Le había sonreído.

TaeHyung movió su mano tímidamente antes de aparentar que revisaba algo en la computadora. Estaba demasiado nervioso, no pensó que lo saludaría, creía que hasta lo ignoraría más de lo que había hecho anteriormente.

Al poco tiempo vio cómo se sentaba en la mesa que siempre ocupaba en sus días libres, y no es que TaeHyung sea paranoico —está bien, si lo es un poco—, pero sentía una mirada pesada sobre él y quería creer que eran ideas suyas porque cuando las buscaba siempre se encontraba con esos ojos gatunos que lo habían hipnotizado desde un principio.

Todo se confirmó cuando un divertido JiMin se acercó y le susurro un "Tu querido amor platónico no deja de mirarte". Lo que sucedió el resto del día constó en un TaeHyung torpe y nervioso, además de distraído y que se arrepentía a cada momento de haberse ido vestido de aquella forma mientras que un sigiloso YoonGi no dejaba de mirarlo en ningún momento.

La hora de salida había llegado, era el momento de irse. TaeHyung comenzó a recoger sus cosas, hacia una media hora que YoonGi se había ido. Le había extrañado que ese día se hubiera quedado mucho más tiempo del que acostumbraba generalmente.

Se despidió de sus amigos y salió. Cuando iba cruzar la esquina sintió como alguien lo tomaba de la mano, el castaño estuvo a punto de golpear a la persona que había osado tomar su mano cuando notó de quien se trataba. Podía jurar que el color de sus mejillas no era algo normal justo en ese momento de lo sonrojado que estaba:

¾ Entonces ¿Qué película veremos? —habló YoonGi sonriéndole tímidamente. Después de haberlo consultado con su almohada toda la noche, había decidido intentarlo, después de todo, el chico frente a él se veía agradable.

TaeHyung rió nerviosamente viendo sus manos entrelazadas. Su corazón latía más rápido que el de un colibrí. Mordió sus labios en tanto asentía, dispuesto a llevar a YoonGi con él al cine más cercano y bonito que conocía.

No sabía que iban a ver, pero definitivamente no perdería esa oportunidad ¡Había ocurrido un milagro!

¿Ves que solo faltaba una pequeña ayudadita?

Ambos vieron una película de comedia. Sus manos no se habían soltado en ningún momento, YoonGi no lo había hecho y a TaeHyung no le molestaba en lo absoluto. Habían reído y bromeado sin parar, se habían mirado a los ojos unas cuantas veces, los dos hipnotizados de algún modo —la magia del cine diría yo.

Al salir de allí, fueron a un puesto de comida que había al aire libre y charlaron durante horas, sorprendiéndose al saber que tenían varias cosas en común. TaeHyung estaba seguro que si se levantara ahora, haría ese baile del sombrerero.

Y es que no podía evitarlo, le encantaba saber más de su amor platónico. Como, por ejemplo, amó el hecho de saber que esa libreta que siempre llevaba el pelinegro a la panadería-pastelería era para escribir canciones y que las galletas que siempre pedía eran sus favoritas porque le recordaban a su abuela.

YoonGi, por otro lado, se sorprendió al saber que al otro también le gustaba la música y que tocaba el saxofón. Nunca había conocido a alguien que lo hiciera. Además, que había empezado a trabajar en Vanilla sky por ocio antes de que le gustara de verdad.

Sin embargo, había algo que les encantó a los dos por sobre todo lo demás, y era que, a pesar de haberse soltado de las manos, sus ojos no dejaban de encontrarse una y otra vez durante todo el tiempo que pasaron juntos.

Cuando terminaron de comer, decidieron ir a caminar a un parque, extendiendo el tiempo juntos un poco más. TaeHyung podría decir por sí mismo, justo en ese momento, que se había enamorado definitivamente del chico de ojos gatunos.

En cambio, YoonGi podía decir que comenzaba a gustarle la sonrisa cuadrada del contrario, la forma en la que se expresaba y como podía hablar de cosas serias y luego cosas estúpidas de un minuto a otro. No pensó que esa persona que se hacía llamar el amor de su vida, realmente lo estuviera haciendo considerarlo.

No quería apresurarse, pero el castaño comenzaba a agradarle más que un poco.

La noche estaba cayendo y estaba llegando el momento de despedirse. Desde que comieron no habían vuelto a tomarse de la mano, pero eso no duraría mucho tiempo. Tímidamente, YoonGi fue acercando su mano a la de TaeHyung, sus dedos entrelazándose primero y luego, finalmente, sujetarla por completo entre la suya.

El corazón de uno no dejaba de dar brinquitos emocionados, mientras el del otro comenzaba a agradarle demasiado la calidez que emanaba naturalmente la persona a su lado. No obstante, el momento de separarse había llegado. Se detuvieron justo en la esquina de la calle —TaeHyung seguía derecho y YoonGi cruzaba a la izquierda.

De sus bocas no salió sonido alguno, sus ojos fueron los únicos que hablaron en ese momento, en mudo acuerdo a volverse a encontrar al día siguiente. El castaño, haciendo gala de esa confianza que había obtenido de cada sonrisa que sacaba del pelinegro, se acercó lo suficiente como para dejar un beso en su mejilla con rapidez:

— Nos vemos luego —se despidió con torpeza, apresurando sus pasos para evitar que viera el sonrojo que comenzaba a pintar sus mejillas.

TaeHyung casi se creía caminando sobre las nubes al recordar todo lo que había pasado en el transcurso del día. De pronto, el flujo de sus pensamientos se vio interrumpido cuando sintió como volvían a tomarle de la mano y tiraban de ella.

No le dio tiempo de protestar cuando unos labios sellaron los suyos. Solo eso. Un contacto cálido e inocente de labios. Cuando el castaño logró enfocar sus ojos, tuvo que parpadear muchas veces, la sonrisa abierta de YoonGi lo había cegado completamente. El pelinegro se mordió los labios antes de volverlos a juntar con los de él para separarse después de unos segundos y luego salir corriendo.

¡Pasteles y chocolates!

¡Bendita suerte muchacho! Habías sido correspondido.

TaeHyung tuvo que hacer un gran esfuerzo para ahogar el profundo grito de emoción que quería salir desde su corazón emocionado. Sin embargo, no se privó en comenzar a saltar de un lado a otro mientras corría su casa, ahora sí que lo tacharían de loco —uno muy, muy, muy feliz y enamorado, por cierto.



"..."

Hello!

Es la primera vez que escribo un TaeGi ggg c^:

Y espero que les haya gustado a los demás también, a mi me gustó.

Buenas noches/días/tardes

Dani_Jess del 2017

Hola, es Dani_Jess del 2020, editando y resubiendo

Gracias por todo

Sigue estando dedicado para un linda y adorable personita. 

¡Hasta luego!


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