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SIX

La vida tranquila en Tokio no se comparaba nada al estrés constante en Londres. Después de haber estado casi cinco años, por fin había tomado la desición de regresar a su verdadero hogar.

Mientras desempacaba sus cosas, Luki pensó en todas las personas a las que tuvo que dejar desde esa vez.

Había perdido contacto con su familia, solo les hacía unas cuantas llamadas al mes. Tal vez les tomaría por sorpresa saber de su regreso a casa.

Sin embargo, aprovechó el no haber hablado con su madre sobre eso para pasar un tiempo a solas en el departamento que había comprado. Le habría gustado hospedarse en casa de su madre, pero no se sentía muy seguro de eso.

Así que decidió rentar ese pequeño hueco que le proporcionaba más espacio personal.

Desempacó las pocas cosas que había traído. Ya solo le faltaba una caja con decoraciones para que su nueva casa fuera un poco más "hogareña".

Entre todos los adornos y retratos, sacó uno que inmediatamente le provocó una sonrisa en el rostro.

-Luka, hace tiempo que no te veo -murmuró, mirando la foto de él junto a una niña pelirosa con lentes.

Su sonrisa poco a poco se fue borrando hasta que solo quedó una mueca de dolor. Por culpa de ser como era, tuvo que dejar sola a esa pobre chica durante tanto tiempo.

Tomó el teléfono y sin pensarlo mucho, marcó el número de la joven pelirosada.

Se escuchó el timbre de llamada unos cuantos segundos, hasta que finalmente se escuchó una dulce voz que Luki reconoció al instante.

-¿Hola? ¿Con quién hablo?

Luki sonrió de forma inconsciente al escucharla.

-Tonta, ya ni siquiera me hablas -dijo riendo-. Soy tu hermano, Luki.

-¿Enserio eres tú? ¿Por qué me llamas desde otro número?

-Ah, lo siento. Perdón por no haberte dicho antes, pero me mudé hace un par de horas.

-¿A dónde te mudaste?

-Regresé a Tokio -habló muy rápido para que su hermano no entendiera.

-¿Cómo? ¿Estás acá en Tokio?

-Sí.

-¡¿Y se puede saber por qué no me llamaste siquiera para avisarme?!

-Tranquila, tranquila, olvidé hacerlo, no es para tanto.

-¿Cómo de que no es para tanto? ¡No te veo desde hace 5 años!

-Bueno, bueno, nos podemos ver si quieres.

-¿Estás en casa de mamá?

Luki tragó saliva ante la pregunta de su hermana. Se quedó un rato pensando en qué decirle.

-¿Hermanito? ¿Todo en orden? -dijo Luka al otro lado de la línea.

-Sí, perdón, me distraje ordenando unas cosas. No, no estoy con mamá. Decidí rentar un departamento.

-¿Enserio? Podías quedarte en mi casa si no.

-Está bien, Luka. Ya no soy un niño, tengo que solventar mis propios gastos.

-Lo sé pero... Todo esto es muy repentino para mí.

-También lo es para mí.

-Por Dios, hay tanto de lo que necesito hablar contigo, ¿podríamos vernos después?

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2 días antes

Luka se sentía realmente abrumada por todo lo que estaba ocurriendo en su vida. Nuevamente, se había metido con esa mujer. Nuevamente había cometido el mayor pecado que pudo cometer. Pero es que ella era tan deseable.

Cada vez que estaba cerca de ella tenía el impulso de besarla, de abrazarla y tocarla.

Nunca se había sentido así en la vida, pero todas sus convicciones aprovechaban para atormentarla. Había conocido a su pequeña hija. Y vaya sorpresa que se llevó.

-Te presento a mi hija, se llama Yuki.

Era la dulce niña de la otra vez, la que la había consolado en el parque.

-Yuki, ella es...

-¡Señorita Luka! -la pequeña se avalanzó a los brazos de Luka, quien sin pensarlo mucho abrazó a la pequeña.

-¿Cómo sabes quién era, Yuki? -preguntó Miku, confundida por la situación.

-Una vez nos encontramos en el parque, ¿verdad?

-Sí. Nunca imaginé que volvería a verte -. Luka sonrió y miró al frente de los hombros de Miku. Se dio cuenta de que ahí estaba el joven niñero de Yuki, si no mal recordaba, su nombre era "Len"-. A ti también, Lenny.

"Lenny" hizo una clara mueca de disgusto, por lo que Miku sonrió.

-Supongo que nos conocemos entonces. Subamos al auto, iremos a comer. ¿No vienes, Len? -preguntó la peliaqua al rubio.

-No creo poder. Tengo exámenes parciales muy pronto, así que debo estudiar. ¡Nos vemos!

El joven se despidió y se fue a toda prisa.

-Siempre se va así. Trabaja demasiado -murmuró Miku, mirando al muchacho rubio-. Le he dicho que debe de aprovechar ahora que es joven, pro no me hace caso. En fin, ¿qué les parece ir a comer pizza a la plaza?

-¡Sí! ¡Donde están los jueguitos! -exclamó Yuki, estirando los brazos y caminando al lado de su madre.

Luka sonrió y les siguió el paso. Observó con mucha ternura a aquella joven mujer que tomaba de la mano a la niña. Le habría gustado tener una hija para tratarla así.

-Llegamos. ¿Qué sabor de pizza van a querer? -preguntó Miku con una sonrisa en el rostro.

-La que le guste a Yuki estará bien -comentó Luka.

Luka acarició la cabeza de la pequeña, quien la miró con una adorable mueca de alegría.

-Quiero la de peperoni -señaló la pequeña-. La quiero con doble queso.

-Sabes que solo será por hoy, Yuki. Tienes que evitar las grasas.

-El doctor dijo que puede ser una vez al mes. No es para tanto, mamá. No voy a morirme.

Miku entristeció su mirada pero al darse cuenta de que Luka la estaba observando fijamente, cambió la cara y se dirigió a pedir la comida al mostrador.

Cuando tomaron la orden, las tres se sentaron en una de las mesas a lado de los juegos infantiles. Había mucho ruido en el lugar, como era de esperarse. Sin embargo, estaban pasando un buen rato charlando.

Pasados unos minutos, Yuki se fue al área de juegos, dejando solas a las dos mujeres.

-Lamento el lugar al que venimos, me habría gustado llevarte a un restaurante más elegante -dijo Miku.

Luka negó con una sonrisa y solo se limitó a agradecer.

-Estoy muy feliz de poder convivir con ustedes. De verdad, gracias.

Hubo un ligero silencio entre las dos en el que solos e limitaron a mirarse a los ojos. La pelirosa no pudo evitar apreciar la belleza de Miku. Se veía radiante. Incluso si su cabello estaba algo desordenado, Lucia muy elegante. Se había quitado el saco para entrar al lugar y salió a relucir su ligero escote.

Luka inmediatamente se ruborizó y desvió la mirada, pretendiendo que no la había observado de manera lujuriosa. Sin embargo, Miku se dio cuenta de eso.

-La vez que tú y yo tuvimos relaciones era tu primera vez con una mujer, ¿cierto?

La pregunta descolocó un poco a la pelirosa. La de coletas era totalmente impredecible, eso fue lo que pensó.

-No tiene nada de malo admitir eso, Luka. Es natural.

La mencionada tragó saliva. Eso era cierto, no tenía nada de malo. Pero en la cabeza de Luka, por supuesto que no era para nada normal. Lo que se esperaría, es que fuera un hombre y una mujer.

-Yo no debí hacerlo.

La cuenta llegó, Miku agradeció y pagó y el mesero se fue.

Silencio sepulcral.

-¿Por qué crees que no debiste hacerlo?

-No está bien. No se supone que las mujeres deban tener relaciones con...

-Luka, no digas eso. ¿Por qué estaría mal realizar el acto más básico de supervivencia? Es un instinto natural, independiente de nuestro género.

Aunque era una explicación más que lógica, Luka no pudo estar conforme. Le costaba creer que una relación así fuera normal.

-Estás pasando por un momento difícil. Pero créeme que te entiendo. Yo he pasado por una situación similar.

-En realidad, siento comos si mi vada se estuviera derrumbando poco a poco. Ni siquiera entiendo del todo lo que siento.

-Linda, tienes que tranquilizarte. Nada de lo que te está pasando es bueno, pero debes ordenar bien las cosas en tu cabeza.

Luka asintió y se levantó de la mesa.

-Gracias por la invitación de hoy, pero ya tengo que volver a mi casa. Fue un gusta conocerte, me despides de Yuki.

Justo cuando se dirigió a la salida, Miku la detuvo jalándola levemente de la mano. Al voltear, Luka observó los ojos azules que le imploraba quedarse.

-No puedo estar más tiempo contigo. Tenemos que dejarlo hasta aquí.

-Al menos permíteme llevarte a tu casa. Es lo menos que puedo hacer por ti, después de todo.

La pelirosa sabía que Miku no la dejaría en paz, así que caminó a su lado, adentrándose en el restaurante otra vez.

Pasaron unos cuantos minutos hablando sobre sus vidas. Yuki estaba muy entretenida en los juegos, por lo que no querían irse tan pronto.

Miku le contó a Luka que Yuki no asistía a la escuela porque le asustaba, debido a que en el pasado solían hacerle bulliyng.

-La cambié muchas veces de escuela, pero simplemente no funcionaba. Yuki quedó muy traumatizada con eso. Ni siquiera puede acercarse a los otros niños.

Luka miró el área de juegos, donde la pequeña construía una torre de bloques. Ella estaba alejada de los otros niños.

Cuando la conoció, le pareció ser una niña totalmente normal. Sin embargo, ahora parecía muy claro el hecho de que la niña no sabía socializar; no se había acercado a ningún niño en todo el tiempo que la había visto en el parque, ni siquiera en el área de juegos.

-¿Está yendo al psicólogo?

-Sí. Aunque no sirve de nada. La he llevado con muchos especialistas, y nunca me han ado un diagnóstico en concreto. Para ser honesta, ya me estoy hartando.

-Te entiendo.

-Es horrible no poder hacer nada para ayudarla porque no me dicen qué es lo que tiene. Me han dicho que puede ser ansiedad, pero luego me dicen que es TOC o me han dicho que hasta autismo. Todos han concluido que es estrés postraumático debido al acoso que recibió por parte de sus compañeros, pero ninguno me ha podido ayudar a tratarla.

Miku tenía la mirada perdida en su hija, quien ordenaba los bloques y los guardaba en una cajita.

-¿Estás sola en esto?

La peliazul giró la mirada para ver a los ojos a Luka.

-¿Sola?

-Me refiero a que si no hay nadie más que te ayude, algún familiar o...

-No hay nadie además de mí.

-¿No tiene padre?

Miku solo se quedó mirando sus manos pensativa.

-Perdóname, no contestes si no quieres.

-Está bien, está bien -respondió Miku con una sonrisa, restándole importancia-. Bueno, su padre se fue unos cuantos meses después de que di a luz. Desde ese entonces solo se aparecía de vez en cuando y me pedía que le prestará dinero o cosas así. Un cretino, en resumen.

-Él... ¿Solía lastimarte?

-No lo he visto desde hace tres años, la verdad está mejor así. Yuki ni siquiera debe acordarse de él. Lo dejó de ver a los dos años porque yo se lo prohibí a ese idiota.

Luka asintió y observó su celular de reojo. Eran las 6:30 de la tarde. Ya debería de estar preparando la cena.

-Creo que ya es un poco tarde. Te llevaré a tu casa, ¿está bien? -. Miku se levantó de la silla y le habló a Yuki para que regresara.

-No hay problema. Gracias.

La pequeña Yuki llegó y caminó en medio de las dos.

-¿Quieres pasar a algún lado, Luka? -preguntó Miku mientras conducía.

-Así está bien, gracias.

-Agradeces demasiado~.

Créditos a MariaNemesis7 por el dibujito precioso :3







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