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PACIENTE 3: DEMIAN CONNOR

Nombre completo: Demian Samuel Connor.
Edad: 18 años.
Fecha de nacimiento: 27 de enero del 2003.
Lugar de nacimiento: Los Ángeles, California.
Cita: 30 de mayo del 2021.

Color de cabello: Negro.
Tez: Clara.
Color de ojos: Café.
Estatura: 1,79cm.
Conflexión: En forma.

Historia
(Narrada por Demian)

Nací en una familia normal, tenía a mis padres y cuatro años después de mí llegaron mis dos hermanos, ellos son gemelos, iguales en apariencia pero distintos en personalidad, Raymond es muy introvertido y Ryan es más extrovertido.

Mi padre era un militar del ejército LA, quería que yo siguiera sus pasos, cuando cumplí 15 años me sometió a mi primer entrenamiento.

- Ya verás, hijo, que ésto te gustará.

Después del primer entrenamiento terminé fatal, y peor, mi padre no usó un entrenamiento liviano, si no uno común de cualquier soldado.

Poco a poco me fui adaptando y acostumbrando.

Me entrenaba después de clases. Mi rutina consistía en:
Asistir a clases.
Llegar de la escuela.
Entrenamiento.
Comer algo.
Seguir entrenando.
Descansar 15 minutos.
Hacer mis tareas.
Cenar e ir a dormir.

Obviamente con tanto entrenamiento me empecé a cansar muchísimo, pero mi padre era demasiado estricto y quería que siguiera sus instrucciones al pie de la letra.

Cada que no lo hacía, me aplicaba un castigo, eran varios, como entrenar lo doble de duro, dormir en el lugar donde entrenábamos, pero el castigo que me marcó es cuando me encerraba en una habitación oscura y estrecha como por tres horas, durante ese tiempo... no lo se... me sentía agitado, mareado... con miedo.

Cuando me sacaba le juraba que iba a seguir sus indicaciones lo mejor que pudiera.

Un entrenamiento se hacía más duro que el otro para mí, mi madre intentó convencer a mi padre de que me dejara en paz, pero él no la escuchó, al contrario, le dijo que no se metiera en sus asuntos.

Eso me hizo sentir mal, mamá intentaba ayudarme, pero no podía hacer nada gracias a papá, además, cabe recalcar que ella le temía, y cómo no, su esposo era un militar que había ido a varias guerras y no había tenido piedad con sus enemigos.

Mis hermanos estuvieron dandome apoyo, Ryan siempre me abrazaba cuando me veía mal y Raymond siempre me decía que no me preocupara, que debía ser valiente y enfrentar a papá.

Yo no aguanté más y me paré firme frente a aquel militar.

- Yo no quiero ser como tú.

- ¿Y qué quieres? ¿Ser un debilucho como tus hermanos?

- Ellos son solo niños, y el hecho de que no sean duros y fríos como tú no los hace débiles -odiaba que alguien me dijera algo de mis hermanos.

- ¡Yo intento forjar tú carácter y asegurarte un buen futuro!

- Yo no te estoy pidiendo que lo hagas -lo encaré- Tú estás moviendome a tu manera.

No supe ni cómo, ni en qué momento, pero luego de mi última frase me encontraba de rodillas en el suelo, con la boca sangrando y un dolor fuerte en la cara.

- ¡Demian! ¡¿Esa es la forma en la que te enseñé que me respondas?!

No quise responder, si lo hacía me llevaría un golpe peor.

- Creo que de nuevo tendré qué emcerrarte hasta que aprendas a respetar a tu padre.

Me agarró de la nuca y una vez más estaba en esa especie de calabozo, volví a sentir escalofríos, sudor, agitación, me faltaba el aire, y volví a sentir un pánico terrible.

Golpié la puerta con todas mis fuerzas intentando salir, lo logré, el seguro de la puerta se rompió y caí de manos al suelo, me sentí aliviado, pero con un gran dolor en el pecho aún por el pánico.

Papá me vió y dijo que vería qué tan bien entrenado estaba, así que tendría un combate con él.

Comenzó, esquivé varios de sus golpes, pero los que recibí fueron bastante fuertes, no tuvo piedad con su propio hijo, eso me llenó de ira y frustración y sin pensarlo yo también comencé a atacar.

No medí mi fuerza ni mi agresividad, así que supongo que sí llegué a hacerle daño, intentaba pararme, pero supongo que mi nivel de ira y frustración era tan alto que no lo hice, sentí un golpe y todo se oscureció.

Cuando abrí los ojos estaba en mi cama siendo curado por mi madre, mis hermanos me veían con preocupación, ahí estaba papá también, me explicó que no tuvo alternativa más que noquearme, ya que estaba realmente fuera de control.

Días después escuché a mamá decirle a papá que lo mejor era separarse y ella llevarnos a nosotros. ¿Adivina qué sucedió? Sí, él se enfureció y dijo que de esa casa nadie saldria, intimidó a mamá hasta acorralarla a una pared y yo, muy enojado me acerqué a defenderla. Me llevé otro golpe que me sacó la sangre, pero preferí que el golpe me lo llevara yo a que mi mamá se lo llevara.

Mi madre los siguientes días estuvo sintiéndose mal, su brazo izquierdo le dolía y a veces decía que su corazón no estaba latiendo normal. Supongo que el vivir con un hombre que explotaba a su hijo y la amenazaba para no separarse causándole miedo era demasiado para ella.

Como el viejo se rehusaba a separarse de mamá y a dejar de utilizarme como experimento de sus tácticas militares, mis hermanos, mi madre y yo ideamos un plan, escaparíamos de la cuidad.

Por suerte, mi tío Walker (el que me trajo aquí), hermano de mamá, supo de la noticia y decidió apoyarnos, nos hizo el favor de reservarnos un vuelo, alistamos todo y nos preparamos para la huida.

Todo estaba perfecto, papá había salido sin mi (por mismas cuestiones del ejército), y ya nos encontrábamos en el aeropuerto, al fin iba a dar un paso afuera del infierno, pero ocurrió lo peor.

Mi padre llegó al aeropuerto y tomó a mi madre con violencia, le gritó mil cosas y le soltó un golpe.

Yo me enojé de nuevo y en un arranque de ira me lancé encima de él, mis hermanos me miraron con miedo e intentaron pararme, pero yo no podía permitir que ese tipo le pusiera una mano encima a mamá.

La seguridad llegó y se llevaron preso a mi padre, pero él en una de esas se logró soltar y me tiró otro golpe, los guardias lo sujetsron de nuevo, con más fuerza y se lo llevaron, cuando voltié a ver a mis hermanos, mi pobre madre, con la mano en su pecho, cayó al suelo.

La urgencia llegó y fuimos al hospital, los médicos dijeron que había sido víctima de un infarto por la presión que sintió ese rato.

Sí, ella... nos dejó.

Mis hermanos estaban devastados, pero no creo que más que yo, yo debía protegerla y no lo hice.

Unas horas más tarde, mi tío Walker llegó para el funeral, demandó a papá, el juicio lo ganó él y también se quedó con nuestra custodia y nos trajo a vivir a NY con él y mi tía Elizabeth.

Semanas después... me siento... nervioso, no he vuelto a Los Ángeles a ver a mi madre al cementerio, siento miedo de que ese hombre llegue a salir de la cárcel y venga por mí y mis hermanos, que pueda hacerles algo, golpearlos, maltratarlos... matarlos... todo el tiempo tengo esas ideas en mi cabeza, por eso trato de protegerlos a toda costa.

Es algo estresante... cada vez me imagino pensamientos peores, y para desahogarlos siempre me empeño en que siempre esté haciendo alguna cosa ¿qué? ¡Lo que sea! Todo con tal de estar ocupado y evitar pensar cosas horribles.

Y aunque mis hermanos aseguren estar bien, yo nunca voy a bajar la guardia.

Fin de la historia

Diagnóstico: Trastorno Obsesivo-Compulsivo y Claustrofobia.
Tratamiento: Terapia mental.
Días de sesión: Martes y Sábado.

El psiquiatra hizo pasar al señor Walker, tío de Demian y le comentó que sus otros sobrinos deberían asistir a terapia también, pues si bien ellos no presentaban comportamientos por los que habría de qué preocuparse, era necesario también que ellos tuvieran una sesión.

- Siguiente...

Ahora será turno de Winston.

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Espero que les haya gustado, coméntenme qué les pareció para saber si sí les gustó o no les gustó y motivarme a continuar con la historia.

Violett User

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