《CAPÍTULO 2》
"Estoy tan cansado de estar aqui
Reprimido por todos mis miedos infantiles".
Evanescence: My immortal.
Era hora de volleybol, deporte que para James había perdido el sentido desde todo lo ocurrido, pues él sentía que se convirtió en un bueno para nada.
Siendo lo malo que no podía renunciar, pues ya estaba escrito en la lista del equipo.
- Todos a sus posiciones -ordenó el entrenador.
Para peor suerte del pelirrojo, estaba del lado de los que antes habían sido sus amigos.
- ¡Oye, Casttle! -le gritó Lance- ¿Dónde quedaron tus extraordinarias habilidades?
James decidió ignorarlo, no valía la pena discutir.
A un silbatazo del entrenador inició la práctica. El de ojos verdes intentaba evitar la bola a toda costa, pero cuando fue directo a él no le quedó más que devolverla.
Con los ojos apretados lanzó el balón hacia arriba, que terminó en un golpe al jugador del equipo contrario.
- Lo siento... -se disculpó.
- Cuidado con no golpear a sus compañeros -le reclamó el entrenador.
Los murmullos de sus compañeros no se hicieron de esperar.
- Ahí está el mejor de la escuela -se burló Lance.
James intentó fingir que no le importaban sus burlas, pero en el fondo sabía que eso seria imposible. Se había acostumbrado a ser el más respetado del colegio y nunca imaginó que acabaría como un cero a la izquierda por culpa de esa desgracia.
Al salir de la clase no podía dejar de pensar en eso, en que toda su vida se había jodido ese dia, sentía miedo e impotencia, ¿podría sucederle algo peor?
Vio frente a él la imágen de su madre muerta, llenándolo aún más de miedo.
- ¡No! -exclamó asustado frotándose los ojos.
Al mirar de nuevo ya no había nada, solo quedaba ese amargo recuerdo en su mente. De pronto alguien se acercó a él.
- Hola -saludó Alex- ¿cómo has estado?
- Hola... como siempre solo quiero irme de aquí -respondió el mayor intentando alejar su temor.
- No quería molestarte -respondió el más chico- es que hace mucho que no hablamos.
- Lo se... me ha costado mucho socializar últimamente -contestó James cabizbajo.
- No quiero preguntar porqué, pero cualquier cosa sabes que cuentas con un amigo -dijo Alex con una sonrisa.
- Gracias -el pelirrojo sonrió vagamente pero de forma sincera.
- Jajaja, miren, al fin el imbécil del volley está con su amiguito -habló Lance acompañado de sus amigos.
- Cállate, nadie te pidió hablar -respondió James a la defensiva.
Se escuchó el típico "Uhhhh" por parte de los otros muchachos.
- ¡A tí fue al que nadie te pidió hablar! -Lance se acercó al de ojos verdes.
- ¡Déjenlo en paz! ¡Él no les ha hecho nada! -reclamó Alex.
- Tú no te metas, enano ¿o acaso eres su guardaespaldas?
- Miren, ándense al carajo y déjennos a ambos en paz -aclaró James.
-Ay, ¿en qué momento te volviste un cobarde que evade las peleas? -se burló el bully.
- Y a tí ¿No te da vergüenza meterte con alguien menor que tú? Estúpido.
A lo lejos alguien los observaba, su instinto de evitar que alguien que se creía mejor que el resto por poseer más "poder" lo invadió y no dudó en interferir.
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- ¡Tú no me reclamarás nada! ¡Yo soy tu superior! -le gritaba aquel militar.
- Pero eso no te da derecho a maltratarme -reclamó el joven.
- ¡Eso solo te hará más fuerte! -el hombre golpeó a su hijo y casi lo derriba en el suelo.
- ¡Deja en paz a mi hermano! -interrumpió la voz de su hermano menor- ¡Eres un salvaje!
- ¡CÁLLATE!
El menor acabó tirado en el suelo con un dolor muy fuerte que no le permitía levantarse.
- ¡Raymond! -su hermano mayor intentó levantarlo del suelo.
- ¡Que les quede claro que eso fue por haberme respondido! ¡A mí nadie me responde! ¡Soy su padre y soy su superior!
El otro gemelo los miraba de lejos con lágrimas en los ojos.
- ¡¿Qué?! -el sujeto lo volteó a ver- ¿Acaso eres un cobarde para pelear?
Ryan salió corriendo.
- ¡Tú! -el hombre señaló a Raymond- ¡Largo! Tu hermano tiene mucho qué aprender con más entrenamiento.
- Vete... estaré bien -susurraba Demian.
Con temor el menor obedecía, dejando a su hermano mayor a merced de su violento padre.
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- ¡Detente!
- ¿A tí quién te habló? -cuestionó Lance parándose en frente de Demian.
- Una voz irritante que se dedica a molestar a otros estudiantes, o sea la tuya -Demian no se dejó intimidar.
James y Alex lo miraron extrañados.
- Que te quede en claro que solo los cobardes se aprovechan de otros.
- ¡Vuelve a decírmelo! -retó el bully.
- ¡Eres un cobarde por aprovecharte de los demás! -repitió Demian.
Lance levantó su puño intentando golpear a Demian pero éste lo detiene.
- Escúchame bien, idiota, no quiero pleitos, así que mejor lárgate y no te metas conmigo -advirtió el mayor.
Los bullys se fueron dándole una mirada de odio a los tres chicos.
- Gracias -habló Alex.
- No hay de qué -contestó Demian.
- ¿Porqué nos ayudaste? -cuestionó James- no nos conocemos.
- No iba a permitir que el idiota ese se aprovechara de ustedes, eso sería muy injusto e indiferente de mi parte -respondió Demian.
- Pues muchas gracias -insistió el menor- puedes considerarte mi amigo ahora -sonrió- soy Alex.
Demian sonrió, aquel joven le recordó a su hermano Ryan, si se conocieran definitivamente se llevarian bien.
- Díganme Demian.
- James, un gusto.
Los tres se quedaron juntos un rato más hasta que sonó la campana.
- Tengo clase libre, me quedaré en el patio -comentó James.
- Nos vemos pronto -dijo Demian mientras se alejaba.
- Te veo en un rato -se despidió también Alex.
El chico de ojos verdes se quedó en el patio de la escuela caminando por sus alrededores.
Pensaba en Alex, ese joven que tanto insistia en ser su amigo. Pensaba en Demian, que los había defendido a pesar de no conocerse.
La imagen de su madre se hizo presente de nuevo, pero ésta era una imagen muy preciosa de ella.
- No temas en hacer amigos -la escuchó decir.
Ella fue quién lo insitó a hacer amigos desde que era niño, y de adolescente su espíritu le insistía en volver a intentar entablar amistades.
Pero tenia miedo, tenia miedo de volver a tener una vida normal y que se arruine de nuevo.
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Era la hora de salida en Middle School. Raymond, Ryan y Freya caminaban por el pasillo.
- Yo me quedaré hoy al club de escritura -informó Ryan- ¿segura que no quieres venir?
- No, esperaré a mi hermano -respondió la chica con tranquilidad.
- ¿Te importa si te acompaño? No tengo nada qué hacer -dijo Raymond.
Freya se quedó pensativa, normalmente no querría compañía, pero no rechazó la propuesta de Raymond.
Ryan entró al salón donde se realizaba el club de escritura mientras los otros dos chicos se sentaban en una banca.
Freya sacó su cuaderno y se dedicó a escribir sus versos.
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Te extraño
No hace mucho que te fuiste
Sin embargo puedo sentir la soledad de una eternidad sin tí.
Tengo la fe de que me cuidas desde donde estás.
A pesar de que no estás físicamente te siento en mi corazón.
Siento la buena vibra que me hacias sentir cuando estabas a mi lado.
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- Oye... ¿Porqué no quieres inscribirte al club de escritura? -preguntó Raymond- se te dan muy bien los poemas.
Freya cerró su cuaderno con timidez- No creo que a nadie le guste cómo escribo.
- ¿Estás bromeando? Todos en la clase admiraron tu poema de Literatura.
- Tal vez... pero... no me siento lo suficientemente capaz de compartir mis escritos con el resto -explicó.
La joven se quedó callada, su padre siempre le había insistido en mostrar su talento, pero él era quién podría motivarla.
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Una pequeña niña rubia regresaba a casa con desánimo, le habia ido mal en la escuela, sus compañeros se burlaron de su composición por considerarla muy deprimente y aburrida.
- No escuches lo que otros te digan, ellos no saben el gran talento que tienes -animaba Andrew, su padre.
- Pero tal vez tengan razón, a lo mejor no escribo bien -se cuestionaba Freya.
- No digas eso, tú eres una niña con mucho talento y corazón para la escritura -animaba el hombre.
Freya bajó la cabeza.
- Hija, en la vida siempre habrá gente que quiera hacerte sentir menos que otros, pero la opinión que importa es la de la gente que sí aprecia tu trabajo. Y desde luego, importa tu interés y pasión por lo que amas.
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Comprendió que lo que la detenía de hacer lo que le gustaba era la opinión que pudieran tener de ella. No quería vivir de nuevo con las burlas de sus compañeros.
No se trataba de que no fuera buena con la poesía, ella reconocía ese talento, pero lo que la detenía de compartirlo era el temor a ser juzgada por sus ideas.
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Espero que les haya gustado, no olviden votar, comentar y compartir.
Intentaré enfocarme un poco más en ésta historia, no es que me olvide de ella, si no que a veces tengo bloqueos creativos.
Violett User
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