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Capítulo OO3

Como era de costumbre quisimos ir a por un helado en nuestro tiempo libre, curioso porque trabajábamos en una heladería, solo que no nos gusta tanto como en una heladería que está bastante lejos, habíamos pensado en ir a por un café pero luego de que Sana dijera que tiene valor entonces decidí que mejor a por el delicioso, cremoso y frío helado de la señora Song.

— ¿Crees que si nos ven comprando helado en otra parte nos van a botar? —. Ya lo habíamos hecho muchas veces y nadie nos ha descubierto, la verdad es que es una de las cosas que nos había prohibido al entrar no podían vernos comprando en otra parte sobre todo si era en la hora de descanso porque no estadía bien visto y lo entiendo hasta cierto punto solo que me gusta la aventura.

— Si eso pasa me echo la culpa y así no tendrás problemas —. Niega con la cabeza, es adorable cuando hace eso así que me le quedo mirando, ¿hay alguien tan hermoso como ella?. No lo creo, Sana es única una chica tan hermosa que provoca que sienta mariposas en el estómago y la verdad es que creo que en cualquier momento me desmayare por las sensaciones que ella me hace sentir, son tantas que me agobian.

— Ya somos adultas como para comenzar a aceptar la culpa, las dos —. Asiento un poco. — Recuerda que ya tenemos veinte y que en poco tiempo la universidad también será un recuerdo pasajero de lo que hemos vivido juntas —. Veo como acomoda su largo cabello negro y suspiro, me gustaría poder acariciarlo.

Siento que estoy lejos de ella pero a la vez tan cerca que me estoy ahogando, quiero estar pegada a su lado y saber con quién está a cada segundo, eso no está bien pero es lo que siento y necesito estar a su lado para poder controlar que todo esté bien y no le pase nada malo, tal vez estoy enloqueciendo o solo es el amor el que está hablando, cualquiera de las dos está haciendo que me quedé sin oxígeno en cada paso que damos.

— Tienes toda la razón, la pequeña Sana ya está creciendo —. Sonríe tanto que sus ojos se achican. — Recuerdo la primera vez que te vi como si fuera ayer —. Murmuro y meto las manos en los bolsillos del pantalón. — Hasta la primera vez que hiciste un helado y todos se asombraron porque era perfecto —.

— Solo fuiste tú la que te emocionaste y estaba horrible tanto que la jefa dijo que debía mejorar o si no me echaría en un chasquido de dedos —. Ahora que lo recuerdo si fue hace, hay veces en las que la admiro tanto que se me olvidan algunos sucesos. — Y la verdad es que te agradezco que siempre hayas estado para aplaudir la mínima cosa que hacía eso me daba fuerzas para poder seguir —. Justo volteamos a vernos y nuestras miradas se conectan, esto es más difícil de lo que creía.

Cuando te gusta alguien crees que podrás aguantar cada una de las cosas que pasen con esa persona pero no es así muchas veces nos descontrolamos a tal punto en el que solo quieres besar o abrazar hasta quedarte sin aliento.

— Si es cierto —. Bajo la mirada y suspiro no quiero sonrojarme porque va a ser muy obvio que fue por ella que lo hice, es que el estar cerca para mi es lo mejor y lo peor del mundo porque la tengo pero no como quisiera.

— Momo... —. Hago un sonido para que sepa que puede seguir. — ¿Alguna vez te has enamorado? —. Y en ese momento cuando esa pregunta sale de sus labios y mis palabras se trancan se tropieza contra algo, mis reflejos son tan rápido que la tomo de la espalda con una mano sin pensar que ella pesa demasiado y que tengo mucho tiempo sin hacer ejercicio, ambas caemos, yo arriba de ella, mi rostro contra su pecho y un quejido de su parte me alerta.

— ¿Te encuentras bien? —. Pregunto y cierro los ojos al escuchar los latidos de su corazón, es que son tan hermosos como ella en sí.

Estoy escuchando exactamente en donde quisiera poder estar.

— Tal vez si te levantas puedo comprobarlo —. Abro los ojos como platos y me siento, veo que se queja y se toma la cabeza, enseguida la ayudo a sentarse y la inspeccionó además de estar despeinada no parece gener algún tipo de herida.

— Vamos a un doctor —. Antes de que me levante niega con la cabeza.

— No —. Se levanta con cuidado. — Estoy bi-bien —. Dice con dificultad al intentar dar un paso.

— ¿Ves? —. Apoyo una rodilla en el suelo y me pongo frente a ella.

— ¿Me vas a pedir matrimonio al revés? —. Suelto una risita, ya quisiera.

— No, solo quiero que te subas a mi espalda —. Quisiera poder ver la reacción que hizo, es de las cosas más lindas que hay. — Vamos, apresúrate —. Me quejo porque ya está haciendo más calor de lo habitual.

— Está bien —. Cuando siento que sus piernas rodean mi cuerpo es cuando me levanto. — ¡Maldición! —. Grita con fuerza.

— Sana silencio, nos están viendo —. Siento su mentón en mi cuello y como se hunde contra el.

— Perdón —. Entre abro los labios y asiento, no diré nada más porque sé que las palabras se quedarán en mi garganta tan cerca de ella, como quisiera que las pudiera escuchar pero el miedo me consume una vez más así que camino. — Hueles muy bien, luego me dices cómo se llama tu perfume —. Trago saliva. — ¡Hey! Sentí eso —. No digo nada solo me apresura un poco más, quiero llegar para ver qué fue lo que le pasó para que no pudiera caminar además de que aunque me encanta la cercanía me urge estar un tiempo lejos comiéndome un helado y gritando internamente por lo que me acaba de pasar.

Me gustaría poder llamar a alguien y contarle todo pero sería algo raro si me alejo solo para hacer eso, ya tendré tiempo.

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