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Capítulo 19


Al llegar el primer recreo, Jimin se dirigía al casino para comprarse un jugo, su mejor amigo quedó en verlo ahí. Mientras que JungKook salió corriendo por el pasillo en busca de Jun. Primero arreglaría el asunto de la foto y luego... luego vería qué hacer con Park.

TaeHyung vio entrar al hermanastro de su mejor amigo y presintiendo que algo haría Jeon con lo ocurrido horas antes, decidió invitarle algo más para comer a Park e invitarlo a sentarse, sólo para ver qué sucedería en un par de minutos.

—No tengo mucha hambre, Tae —comentó el mayor observando el emparedado que le compró el menor.

Caminaron hacia una de las mesas, cada uno se sentó en una silla, frente al otro.

—Come, aunque sea un poco y sabes que no te dejaré ir hasta, que al menos, la mitad desaparezca.

—Bien —bufó, dándole su primer mordisco a su emparedado.

JungKook vio a Jun, desde el pasillo, en la fila para comprar su desayuno. Corrió más rápido, con pasos decididos y largos. Cuando llegó hasta él, lo recibió una sonrisa llena de picardía, la cual desapareció cuando Jeon lo empujó tan fuerte, que terminó por caer de culo al piso.

Aquello llamó la atención de la gran mayoría de alumnos que se encontraban en el comedor. Los que estaban en la fila, se alejaron un poco, por si es que decidían agarrarse a puñetazos, lo cual no tardó en ocurrir, siendo Jun quien soltó el primer puñetazo al levantarse completamente enojado, humillado y avergonzado por caer de esa manera al piso.

— ¿Qué sucede? —preguntó Jimin al ver a los demás formar un círculo en la fila, claro está, al escuchar gritos, también.

—Maldición. Venga Jimin, vamos a detener eso o alguien cercano a ti tendrá serios problemas con mi madre, o sea, la directora.

Park no entendió nada, pero aun así se levantó junto con su mejor amigo y se acercaron al círculo.

Al mirar mejor, o más bien, al tener mejor vista de lo que ocurría, Jimin agrandó el tamaño de sus ojos por la sorpresa de lo que acababa de ver. JungKook le había soltado dos puñetazos fuertes a su hermanastro, a cada lado de las mejillas, su labio no tardó en sangrar, viendo también sangre desde su nariz. Rápidamente se acercó más, pero no para evitar que golpearan de esa manera a su hermanastro, por él, podrían partirle la madre a puñetazos y poco le habría importado, pero Jeon le importaba y sabía que eso le traería problemas.

— ¡JungKook! —rápidamente agarró los brazos del menor, poniéndose entre su hermanastro y el menor, quien lo miraba, pero sin quitar el enojo que sentía en ese momento, reflejado en sus ojos.

— ¡Suéltame! —exigió el menor tratando de soltarse, pero Park ejerció más fuerza, sin soltarlo—. ¡Joder, Jimin!

— ¡Eres un hijo de puta! —le gritó Jun a Jeon, mientras éste forcejeó más, sin tener buenos resultados—. ¡¿Qué?! ¿estás enojado por la jodida foto que le envié al bastardo? ¿acaso olvidaste lo mucho que gemiste y jadeaste ayer gracias a mi polla?

JungKook, a pesar de la rabia y enojo que sentía, pudo sentir mucha más fuerza en el agarre de Park, quien lo miraba fijamente a los ojos, dejándole ver un destello de decepción.

Los murmullos se elevaron, varios comenzaron a comentar sobre la confesión de Jun sobre él y JungKook. TaeHyung se paró frente al hermanastro de Park y lo empujó.

—Basta Jun. Vete de aquí si no quieres más problemas —advirtió.

— ¿Qué? ¿ahora todos están en mi contra? Ese imbécil me buscó, no se lo pensó dos veces en ir hasta mi casa y follar tanto como quiso.

—Vete de aquí, Jun —soltó entre dientes, Park.

Todos los presentes sintieron un escalofrío, algunos por sólo escucharlo decir aquello, otros por ver su temible mirada, y algunos, por verlo y escucharlo. El cuerpo de Jeon se fue calmando, de pasar de la rabia incontrolable a miedo, angustia e inquietud. Aunque no pudo encontrar una razón para sentir todo aquello o tal vez sí. Su respuesta estaba frente a él, mirándolo fijamente.

Su hermanastro decidió marcharse del comedor dando grandes zancadas, tan fuertes, para demostrar lo frustrado y furioso que seguía. Mientras tanto, TaeHyung comenzó a alejar a los demás alumnos, dando por finalizada el "espectáculo".

Jimin soltó el brazo izquierdo de Jeon, bajó hacia la muñeca derecha y lo arrastró hacia la enfermería, ya que vio en la mejilla del menor una pequeña herida.

JungKook se dejó arrastrar. En su mente trataba de pensar y buscar las palabras correctas, pero no sabía qué decir, por lo que decidió sólo dejar salir sus palabras. Total, no podía arruinarlo más ¿o sí?

—Hmm... ¿Jimin?

Éste siguió caminando, tratando de olvidar las palabras de su hermanastro, pero aquello seguía muy, muy fresco en sus pensamientos. TaeHyung los seguía un par de metros más atrás, tratando de no interferir, pero con la distancia necesaria como para escuchar lo que decían.

—Oye Jimin —volvió a llamarlo, pero siguió sin obtener respuesta—. Sé que me escuchas ¿podrías responder?

— ¿Qué quieres? ¿relatarme lo bien que lo pasaste follando con el imbécil de mi hermanastro? ¿lo mucho que disfrutaste de su polla metida entre tus piernas? O ¿lo bien que te la pasaste con él en esa asquerosa habitación que tiene en esa puta casa?

Cada palabra le dejaba ver y saber a JungKook lo dolido, decepcionado y enojado que se sentía Park. A pesar de que no tienen una relación seria, sin ningún tipo de compromiso, ambos sabían muy en el fondo que entre ellos había algo desde aquel día en que se conocieron y que aquello fue creciendo poco a poco y que claramente, sigue creciendo, tomando un rumbo que a ambos les causaba inquietud y tal vez, hasta miedo.

—Estás enojado.

—Para nada. Me importa una mierda lo que hagas o dejes de hacer.

—Te ves todo lo contrario.

— ¡Por supuesto que estoy enojado!

Los pasos de Park se detuvieron, pero no soltó la muñeca del menor. Giró sobre sus pies y miró a Jeon, quien le sonrió levemente, pero borró aquella sonrisa cuando vio que Jimin no se calmó.

—Ok, lo siento —terminó por decir—. Sé que me dijiste que no me metiera con tu hermanastro, pero...

—Esto no va a funcionar —al decir aquellas palabras, JungKook fue sintiendo como el agarre del mayor se fue haciendo más débil, alejándose poco a poco de él y aquello, le oprimió el pecho. Sintió una inexplicable angustia—. Ve a enfermería.

— ¡Jimin! —esta vez fue él quien detuvo al mayor, agarrando, con miedo, su diestra—. Espera... Fui un idiota, pero soy un adolescente con las hormonas muy alborotadas.

—Sí, supongo que eso es una buena excusa.

Hasta ese momento, JungKook notó la herida en el labio inferior del mayor y frunció el ceño.

— ¿Qué te pasó en el labio? —preguntó seriamente.

—¡Oh! Eso —Park le dejó ver una sonrisa llena de picardía, pero supo que no era para él, seguramente por recordar el cómo se hizo o hicieron aquella herida—. Las pelirrojas son bien salvajes y atrevidas. No había probado antes una chica así.

JungKook sintió odio hacia aquella chica que no conocía, mucho más al ver como el mayor relamió su labio y detuvo su sensual y traviesa lengua en la herida que le dejó la chica de las regaderas.

—Lo hiciste porque sabías que me iría con él ¿verdad?

—Lo hice porque ayer alguien iría animarme a mi entrenamiento, pero cambió sus planes para follar con el imbécil de mi hermanastro —soltó con veneno y mal gusto de boca, el mayor—. Y ella está buena, muy buena.

—Iré a leer el manga hoy a casa de Hoseok.

Jimin no consintió el atrevimiento del menor al decir aquello. Claro, pensaba que con eso se le calmaría el enojo y decepción, pero no, Park no era un chico que se dejaba hacer y deshacer. Jamás lo permitió de sus amoríos o polvos momentáneos, Jeon no sería el primero.

—Ve, pero no estaré ahí y tampoco en casa de mi padre —miró tras del menor. Aquella silueta, con curvas definidas y sensuales, le interrumpió la razón y concentración, sacándole una sonrisa y mirada cargada de lascivia—. Estaré ocupado.

El menor giró un poco su rostro y cuerpo para ver hacia donde miraba el mayor, viendo a una hermosa chica, pelirroja, con grandes ojos color marrón, pelo largo y de piel blanca, pero no pálida, una falda corta, dejando ver sus maravillas y tentadoras piernas, sus deliciosas curvas. Desde entonces ya sabía cuál rostro era el que debía odiar al ver la herida en el labio de Jimin.

JungKook siguió con la mirada afilada, los pasos decididos, seguros y hasta chulos de Park. Éste se dirigía hacia la pelirroja, quien llevó su dedo índice a su labio, de manera coqueta y muy sensual. El menor observó cómo el mayor se acercó al rostro de la desgraciada, porque sí, en ese momento era una desgraciada para él, y luego hacia su oído. Ella sonrió traviesa. Seguro y le dijo alguna guarrada el muy idiota, pensó Jeon.

Cuando regresó su mirada hacia adelante, frente a él tenía a TaeHyung con una sonrisa burlona en el rostro. El menor dijo:

— ¿Qué? ¿Qué es tan gracioso para ti?

—Tu rostro. Por mis años de experiencia, aunque no son muchos, pero sí los suficientes como para saber con certeza que, uno; estás celoso de la pelirroja de curvas sexys y dos; quieres arrancarle las tetas a ella y a mi mejor amigo, sus bolas.

—No iré a ninguna puta enfermería.

Enojado, ya que TaeHyung tenía la razón en todo, pasó por su lado, hacia cualquier lugar, pero lejos de ese pasillo, sobre todo donde no estuviera un caliente Jimin con ganas de follarse a una pelirroja delante de sus jodidos ojos.

Siguió caminando, chocando con varios alumnos, sin siquiera disculparse con ellos. Le importaba una grandísima mierda si les chocaba, simplemente quería alejarse más y más. TaeHyung dejó de mirar hacia Jeon cuando éste se perdió por el pasillo, luego giró sobre sus pies y se encaminó hacia su mejor amigo.

—Bien Jimin, termina tu cachondeo, tenemos cosas que hacer —le cortó el rollo, ganándose un bufido por parte del mayor.

—Nos vemos luego, preciosa —le guiñó un ojo, segundos después miró a su mejor amigo—. ¿Qué asuntos tenemos tú y yo, Tae?

—Ven conmigo —agarró la diestra de su amigo, se despidió de la pelirroja, quien por cierto no dejaba de observar el bien formado, levantado y duro trasero de Park.

Siguieron caminando por el pasillo. Kim se detuvo cuando llegó a la escalera que llevaba hacia el segundo piso.

— ¿Qué pasa?

—Primero que nada, esa pelirroja es muy atrevida. Es como una versión tuya, pero en mujer.

— ¿Verdad que sí? Por eso es por lo que ha llamado mi atención. Es tan hija de puta como yo.

—Hasta hace poco quien llamaba tu atención era JungKook ¿o me equivoco?

—No quiero hablar de él —molesto, subió por los escalones, siendo seguido por su mejor amigo.

—Estaba celoso hace rato, lo he visto en su mirada.

— ¿Y cómo era su mirada, según tú?

—Prácticamente estaba asesinando a la chica de curvas sexys.

—Espero mantenga sus garras lejos de ella.

— ¿Qué? ¿es que acaso la vas a defender? ¿tanto te ha sorprendido y maravillado como para que estés tan a la defensiva por ella?

—Me impresionó, sí, pero que él quiera lastimarla por mi culpa, es algo que jamás permitiré. Sabes muy bien que no apoyo ese tipo de violencia... por ya sabes quién —lo último lo dijo con tristeza y odio. Pensar en que JungKook podría golpear a la chica o a cualquiera por celos le causó repulsión.

No quería volver a pasar por ese tipo de situación, no de nuevo. Mucho menos con él, quien se convertía en alguien especial para él y su vida.

—Va, entiendo Jimin. Lo siento.

TaeHyung se disculpó inmediatamente al notar la mirada de su mejor. Aquella que deseó no haber provocado después de tantos años. Mejor que nadie sabía qué significa exactamente eso para él y se arrepintió de sólo insinuar que, tal vez Jeon, llegara hacer algo así.

—Como sea. Me voy a clases.

Park dejó solo a su mejor amigo en medio del pasillo. Siguió sus pasos hacia su salón recordando involuntariamente aquellos días de angustia, miedo, tristeza, soledad, horror. Las lágrimas que muchas veces lo atacaron y traicionaron por las noches, lo atacaron en ese momento, por lo que cambió la dirección de sus pasos y se apresuró a llegar al baño de hombres.

Ahí se miró en el espejo. Sintió desprecio por sí mismo. Se maldijo una vez más, llegando a perder la cuenta de cuántas veces se maldijo en cinco minutos, tal cual hizo años atrás, cuando no hizo nada para evitar aquellos momentos. Si tan sólo hubiera sido más fuerte... Más valiente, quizás todo sería diferente.

Abandonó el baño de hombres. Pensó en si ir a su primera clase, pero con el rostro que seguro tenía por sus lágrimas, sueño, mal humor (a causa de Jeon) prefirió dirigirse al gimnasio, ponerse su uniforme de entrenamiento y chutear un par de veces contra el arco, desquitandose de alguna manera de su pasado.


***



Sus pensamientos lo estaban traicionando. Quería abandonar su salón e ir en busca de Jimin. Odiaba sentirse de esa manera, mucho más por él. Recordar como coqueteaba con esa zorra (para él había comenzado a serlo desde que puso sus sucias manos en Park) le causaba enojo, recelo, furia y celos, sí que sí, estaba hirviendo de los celos y se detestó por reconocer aquellas emociones en su ser, ya que jamás antes lo había sentido.

El bolsillo de su pantalón vibró en ese instante y lo sacó de sus pensamientos. Deslizó la pantalla y leyó:

Chico extraño ha enviado un mensaje.

— ¿Qué diablos quiere ahora TaeHyung?

Suspiró molesto y se dispuso a leer el mensaje.

"No quería recurrir a ti, ya que en parte eres una de las causas por las cuales mi amigo está mal, pero ¿podrías ir al gimnasio y acompañarlo? Digamos que dije algo y terminé de cagar el día de Jimin"

El mensaje le pareció raro, pero en la última parte. Se supone que Kim es su mejor amigo, por lo que debería de ser la última persona en cagar el humor de Jimin. Sea lo que sea que le dijera, seguro había sido algo "grave".

Respondió:

"¿En dónde está?"

Chico extraño ha respondido a tu mensaje:

"Ahora mismo en el gimnasio, ya te lo mencioné antes, donde suelen entrenar. Gracias JungKook, puedes ir a casa de Hoseok y elegir un tomo del manga de One Piece, pero SÓLO UNO".

Inmediatamente se levantó de su asiento. La profesora de lengua lo observó, éste se acercó y le comentó que le dolían las heridas en su rostro, no muchas, pero que le dolían y que no pudo ir antes a enfermería. Ella no dudó en dejarlo ir, por lo que, a pasos rápidos, abandonó su salón y se dirigió, casi corriendo, hacia el gimnasio.

JiMin perdió la cuenta de cuántas veces había chuteado la pelota hacia el arco. Las enfilaba cada una, siendo seis en total y las chuteaba con toda la fuerza que podía. Con cada patada, sentía que su enojo crecía más y llegó a preguntarse si en algún momento se le acabaría la fuerza y energía.

Siguió chuteando, hasta que una mano tocó su hombro derecho. Como estaba de espaldas a la entrada del gimnasio no veía si alguien entraba o salía, ni siquiera sintió o escuchó los pasos de quién sea que estuviera detrás suyo.

—Jimin —lo llamó y su cuerpo se tensó.

—Deberías estar en clases —dio dos pasos para quitar la mano sobre su hombro.

—También tú. He estado viendo cómo chuteas la pelota. Debes estar muy enojado.

—Lo estoy... entre otras cosas.

Volvió a patear la pelota, con la misma fuerza que la anterior o tal vez, con un poco más de fuerza. Caminó en busca de las pelotas que estaban cerca del arco. Agarró la primera y cuando quiso agarrar la segunda, JungKook ya la tenía en sus manos, frente a él.

—TaeHyung te dijo que vinieras ¿verdad? La ha cagado conmigo y sabe que no querría verlo y te envió a ti.

—Puedes hablarlo conmigo y no descargarte con estas pobres pelotas.

—No es algo de lo que quiera hablar... contigo.

—Ya, sé que la he cagado últimamente, pero soy un adolescente con las hormonas muy aceleradas —suspiró molesto—. Me interesas ¿sí? Y mucho, por eso no pude concentrarme en clases y al leer el mensaje de TaeHyung, no dudé en venir, porque me interesas y quizás, me importas... un poco.

El mayor notó la sinceridad en el tono de voz de Jeon, como también vio honestidad en aquellos ojos que tanto le gustaban. No pudo evitar sonreír, pero es que escucharlo decir que le interesaba y que le importaba, le gustó. Incluso su humor mejoró bastante.

— ¿Y si mejor nos acostamos sobre el piso y finges que lees alguno de tus mangas, dejándome apoyar mi cabeza en tus sensuales muslos?

—Me parece.

Ambos dejaron los balones de fútbol sobre el piso y se tendieron en el lugar donde antes estuvieron de pie. Jimin apoyó su cabeza tal cual dijo y el menor simplemente lo dejó hacer.

—No fuiste a enfermería.

—Me fastidió verte coquetearle a esa zorra pelirroja y preferí marcharme.

—Sobre eso, no quiero que, la llames de esa manera ni que sientas ganas de querer golpearla o algo así.

—Jamás he golpeado a una mujer y dudo hacerlo alguna vez. Mi madre y padre me dejarían huérfano si alguna vez hiciera algo así.

—Estoy de acuerdo con ellos.

—Pero me molestó mucho que coquetearas con ella.

—Tú te acostaste con el idiota de mi hermanastro y no sólo una vez.

—Fueron mis hormonas.

—Bien, entonces también fueron las mías y terminé follando a la pelirroja sexy.

El menor bufó, causando otra sonrisa en el mayor.

—Y estoy seguro de que volverás a follar con el imbécil de Jun.

—Y tú con la pelirroja.

Se formó un silencio incomodo entre ellos, pero ninguno dijo nada, hasta minutos después, siendo Park quien rompió el silencio.

—Mis padres se "separaron" varios años atrás —inició, sintiendo amargura en sus palabras—. Cuando nací estuve llenó de amor, pero al pasar de los años, a medida que fui creciendo, la relación de ellos fue... cambiando. No fue hasta mis ocho años cuando me di cuenta de que nada marchaba bien.

JungKook giró un poco su cuerpo, sin quitar la cabeza del mayor de sus muslos. Apoyó su codo derecho en el suelo y su cabeza sobre su diestra, mirando el cabello de Jimin, y parte de la punta de su nariz y labios.

—Mamá no era feliz y lo veía cada día. No era agradable verla llorar ni mucho menos con alguna marca o herida en su rostro o cuerpo.

— ¿Marca? ¿herida?

Entonces, Jeon entendió todo...

—Mi madre me decía que se había caído o golpeado con algún mueble, pero yo sabía que mentía para no asustarme. Un día cuando llegaba de clases escuché gritos, así que me despedí de mis amigos, quienes vivían cerca de mi casa. Al entrar, corrí escaleras arriba y vi a mi padre golpear a mi mamá. Su nariz sangró inmediatamente y ya tenía el ojo morado.

—Jimin...

—Cuando me vio, corrió abrazarme. Me cubrió con sus brazos y evitaba llorar para que no la escuchara. Mi padre le gritó que era una puta, perra y toda palabrota para su mujer.

—Si te duele hablar de esto, no tienes porque contarme...

—Quiero que escuches mi historia, JungKook —levantó un poco su rostro para verlo—. Siguieron de esa manera varios años más, en donde ya ni siquiera ella alcanzaba a cubrir mi rostro para no verla llorar, sangrar o con heridas. Mi padre era un maldito alcohólico. Celaba por todo a mi madre, jamás confió en ella... Y se desquitaba con su mujer cuando ningún colegio quería aceptar sus servicios como profesor de educación física o entrenador de algún club.

— ¿Cómo llegó a este colegio?

—Mi amistad con Tae llevaba muchos años y no sé cómo él se enteró que era hijo de una directora de instituto, entonces habló con ella y pues, aquí está.

—Tu mamá...

—Nos abandonó y traté de no odiarla por ello ¿sabes? Pero se marchó, me dejó al cuidado de mi padre. No tienes idea de todo lo que sucedió después de que ella se marchara —secó una lagrimas que quiso deslizarse por su mejilla, pero, aun así, JungKook la notó—. Me dejó. Me abandonó y he tenido que vivir un infierno a causa de eso.

— ¿No te ha buscado en todo este tiempo?

—Mi padre me dijo que ella me odia. Que está mucho mejor sin mí en su vida con su nuevo esposo y familia. Cuando intenté buscarla, recibí una carta de ella, donde me dejó en claro que estorbaría en su nueva vida si llego a ella.

—Maldición Jimin...

Hacía mucho tiempo que Jeon no abrazaba a otra persona que no sean su madre o padre, pero con la necesidad de hacerlo, de querer darle fuerza emocional a esa persona. De querer proteger y dar cariño, demostrando cuán importante es esa persona para él con aquel abrazo. Entonces, rodeó en un movimiento rápido, se sentó junto al mayor, atrayendo su delgado, pero musculoso cuerpo contra el suyo.

Jimin no lloró, pero si se aferró al abrazo del menor. Correspondió con fuerza y anhelo. Sonrió en el pecho de JungKook y aprovechó a oler el aroma del cuerpo del contrario. Lo guardaría para siempre en su memoria.

Minutos después, se levantaron del piso y ambos comenzaron a patear los balones de fútbol. JungKook no volvió a preguntar nada, pero podía ver la mirada triste en el mayor. En ese momento se prometió hacer lo que sea que fuera necesario para nunca más volver a ver ese destello de tristeza y soledad en los hermosos ojos color café de Park.

Ya cansados, con sus cuerpos llenos de sudor se encaminaron hacia las regaderas del gimnasio.

—Tengo recuerdos de este lugar —soltó el menor con cierto tono pícaro.

—Yo también —y no sólo con el chico parado a su lado, sino que, también con una sensual pelirroja.

—Quiero tener más recuerdos de este lugar.

Jimin miró hacia el menor y no pasaron ni minutos cuando éste atrapó sus labios en un fogoso y necesitado beso. Sorpresivamente, lo hizo retroceder hasta quedar de espaldas contra la pared. Sonrió con lascivia mientras el menor devoraba sus labios. No tardó en reaccionar y su cuerpo se movió por inercia.

Sus manos viajaron hacia la cintura del menor, siguió bajando hasta llegar a las nalgas de éste. Las apretó con fuerza y el gemido proveniente de la boca de Jeon lo excitó. Volvió apretar con más fuerza y el segundo gemido fue mucho más fuerte y potente, siendo lo suficientemente sexy y tentador como para que su polla creciera bajo sus pantalones.

—Fóllame en la regadera —ordenó JungKook.

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