8🦁
Thomas despertó en una cama que no era suya y por un breve momento entró en pánico, despertarse desorientado no era nada nuevo, lo vivió los últimos trece años y cada día era peor.
Gruñó, y se sentó mirando sus patas, ya no era humano y tampoco recordaba cómo serlo.
Bajó de la cama asustado, esto ya había pasado varias veces, su león era bastante inestable pero normalmente podía volver a ser humano, merodeó por la habitación, aún estaba en la casa principal de la manada, se detuvo, nada, no pasaba nada, gruñó mirando la puerta.
Tenía puesto el seguro para evitar que Jacob molestara, no es que le impidiera algo, pero en el momento lo hizo sentir mejor, ahora simplemente quería matarse, no podría abrir la puerta siendo un león así que saltó por la ventana.
Caminó rápido siguiendo el olor de Jacob, su conciencia yendo y viniendo, eso era malo, Thomas lo sabía, entró en la casa por la puerta principal hasta que llegó a la habitación que mejor olía, sus garras arañaron la madera hasta que el hombre le abrió finalmente, olía a paraíso así que le saltó encima.
— ¿Thomas? ¿Qué pasa?
¿Qué quería? ¿Por qué le hablaba? Él solo quería tenerlo cerca y olerlo, lamió su cuello y el hombre hizo un ruido, eso le gustó así que ronroneó feliz.
— Thomas, habla conmigo — bufó y siguió lamiendo el lugar para dejar su olor.
Tenía que llevar su marca o alguien trataría de reclamarlo.
Él era suyo, lamió una última vez y clavó sus colmillos en la piel suave, el hombre gimoteó y le clavó las uñas en el lomo.
"¿Qué haces Thomas? Por favor, para"
La orden llegó a su cabeza mientras saboreaba la sangre, ronroneó y luego cerró la herida con su saliva.
Lo miro de nuevo, el hombre no se veía bien, sus ojos oscuros mostraban dolor, había algo allí que no comprendía, no le gustó, salió de encima y saltó a una esquina, le hizo daño, pero esa no era su intención.
— Thomas — murmuró poniéndose de pie y cerrando la puerta.
Retrocedió, no quería hacerle daño de nuevo, el hombre se arrodilló y mostró una sonrisa.
— Todo está bien, mira no me hiciste daño — murmuró acercándose y enseñándole el cuello, tenía sangre, pero la herida estaba cicatrizada ahora, aun así, retrocedió con un gimoteo.
— Thomas, vuelve a mí, piensa en tus manos, tus dedos, tus piernas, Thomas...
El hizo lo que pidió, aunque no tenía sentido, dolor atravesó su cuerpo mientras regresaba a humano, se aferró al piso alfombrado y sollozó, esta vez estuvo realmente cerca.
Jacob lo abrazó y le escondió la cabeza al nivel del cuello, Thomas gimió captando su olor mezclado con el de Jacob.
— Lo siento — murmuró, Jacob lo asió más fuerte.
— Todo está bien, estoy bien — musitó en su oído tratando de calmarlo.
Thomas podía sentir el miedo de Jacob como el suyo, la mordida creó la conexión temporal que estuvo buscando.
— Lo siento, me perdí — confesó con un nudo en la garganta, Jacob lo miró preocupado.
— ¿Me lo explicarás? — Thomas asintió mordiéndose los labios, Jacob se puso de pie y le ofreció un pantalón, se lo puso con un suspiro.
Jacob se sentó en la cama sin dejar de verlo esperando que hablara, Thomas comenzó a caminar por la habitación tratando de calmarse.
— Soy inestable — empezó, Jacob hizo un gesto para hablar, Thomas no lo dejó — Estuve retenido un año y medio, mi parte animal fue la que más sufrió, fui con muchos médicos y ninguno me dió un diagnóstico positivo hasta ahora, soy una bomba de relojería.
— ¿Qué quiere decir eso? — murmuró Jacob desde la cama, Thomas sintió su ansiedad ahogándolo.
— Puedo convertirme en un león salvaje en cualquier momento — Jacob se puso de pie asustado.
— ¿Qué? ¿No se puede hacer nada?
— No — murmuró, Jacob acarició sus mejillas.
— Thomas...
— Lo de hoy puede volver a repetirse en cualquier momento y puede que sea una de las últimas veces — su compañero gruñó.
— Conmigo a tu lado no pasará.
— ¿No me has oído? — negó deshaciéndose de su agarre — ¿Cómo puedes decir eso? Tienes una manada ahora, yo soy un hombre, un Alfa inestable, no vale la...
— No te atrevas a decirlo — gruñó callándolo con un pequeño beso — Eres mi compañero, vales cada minuto, cada segundo y todo el dinero del mundo, no me importa la manada ¿quiero conservarla? Si quiero, pero te quiero a mi lado más que eso, podemos intentarlo.
— Nadie puede saberlo — dijo, su corazón latiendo más rápido de lo normal, todos sus instintos diciéndole que se alejara, Jacob gruñó.
— Thomas...
— No, lo intentaremos, pero nadie puede saberlo — Jacob frunció el ceño.
— ¿Por qué? ¿Nos ocultaremos toda la vida?
— Yo...no — dijo, pensando en ello, no se iba esconder siempre, sólo quería que todo fuese bien — Esperaremos a que funcione y la manada cree lazos contigo.
— ¿Estás hablando en serio? - Thomas suspiró.
— Sí.
— ¿Qué hay de lo que pasó ayer?
— No te mentiré, no será fácil — Jacob sonrió y lo agarró de la cintura, sus alientos chocaron.
— Estoy feliz con que estés dispuesto a intentarlo ¿Puedo besarte? — Thomas ni siquiera respondió solo lo besó.
......
Jacob estaba rebosante de felicidad, debía estar soñando y si lo estaba él no quería despertar, Thomas besándolo era el placer más exquisito que podría esperar alguna vez.
Sintió unas manos temblorosas escurrirse debajo de su camisa, Jacob sabía que Thomas estaba aterrado.
— ¿Realmente estás bien con esto? — murmuró, Thomas se sonrojó y mordió sus labios.
— Yo... uh, si — Jacob gruñó y lo tiró a la cama.
Thomas enseñó los colmillos por reflejo, calma, con un suspiro caminó hacia él lentamente y volvió a besarlo.
— Lo siento, iré con calma — Thomas gimoteó, le arrancó la camisa y el pantalón con las garras extendidas, Jacob vio su ropa hecha jirones y sonrió, esto estaba pasando, realmente pasando.
Jacob besó su cuello, la clavícula y chupó más abajo hasta arrancarle varios gemidos.
Thomas le devolvió una mirada anhelante así que siguió adelante, bajó su pantalón dejando al descubierto su erección y volvió a mirarlo en busca de algún arrepentimiento, Thomas no estaba arrepentido.
Su boca se cerró sobre la erecta cabeza roja y le sacó un gimoteo, Jacob probó el salado liquido pre-seminal y gimió.
Thomas lo agarró del pelo y lo instó a seguir, su boca recorrió todo el camino hasta la base, se atragantó y subió avergonzado, Thomas lo vio con una sonrisa.
— No tienes que tomarla toda, pero por favor, has eso otra vez — gruñó con las mejillas completamente rojas.
Jacob lamió la punta una vez más y chupó, los gemidos cada vez más fuertes y entrecortados lo hicieron ganar la confianza suficiente como para tragarlo hasta la mitad, su compañero gimió roncamente.
Jacob se alejó y Thomas gimoteó de infelicidad, con una sonrisa volvió a besarlo.
— ¿Qué haces? — gimoteó.
— Tu mano — pidió.
Thomas se veía confundido con el pedido, pero aún así le tendió su mano derecha sin dudarlo siquiera, Jacob lamió cada dedo como hizo con su polla dándole una demostración de lo que se estaba perdiendo, Thomas gruñó.
— Eres un jodido calientapollas — maldijo, Jacob lo besó.
— Tu boca está muy sucia hoy.
— ¿Te quejas?
— No joder, ahora utiliza tus dedos para algo útil — Thomas le dio una sonrisa preocupada mientras agarraba su trasero.
— ¿Estás seguro de esto? Eres un Alfa y...
— Thomas, mírame — murmuró agarrándole el rostro, Thomas se veía terriblemente espantado por lo que estaban haciendo — No importa que sea un alfa, tu eres mi compañero, no hay nada de humillación aquí ¿correcto?
— Lo siento.
— Está bien, lo sé, ahora trae tu mano, lo intentaremos de nuevo.
Jacob remojó sus dedos con especial cuidado asegurándose de que sus ojos volvieran a encenderse como antes.
Thomas no lo decepcionó, sus ojos centellaron de oro puro mientras metía un dedo en su interior, Jacob gimió de incomodidad.
— ¿Estás bien? — gruñó moviendo su dedo y acariciándole su erección con la otra mano.
— Perfecto, desliza otro — ordenó, Thomas le arqueó una ceja burlonamente.
— Se supone que yo estoy a cargo — dijo utilizando dos dedos esta vez.
— Pues actúa como tal — gruñó removiéndose.
Thomas los giró y dejó contra el colchón con un simple movimiento, sus dedos tocaron un lugar que lo hizo gemir de necesidad.
— Me gusta más cuando gimoteas de esa forma — Jacob gruñó con una ceja arqueada.
— Yo no gimot... — se interrumpió con otro gemido, Thomas mostró una sonrisa de suficiencia.
— Necesitamos algo más que saliva si planeas que yo entre — murmuró.
Jacob dejó salir el aire y señaló a su lado.
— Cajón de la derecha.
Su compañero se alejó por un momento y llegó a él con los dedos húmedos, esta vez la intrusión de sus dedos no fue tan brusca como antes ayudado del lubricante.
Thomas lo besó de nuevo, un beso que lo hubiese puesto de rodillas si no estuviesen ya en la cama.
Thomas le rozó el cuello sensible por la mordida con los colmillos y se estremeció de placer.
— Dime que nos aparearemos como es — Thomas gruñó, un sonido tan bajo y gutural diciéndole que la idea le gustaba.
— Lo haremos, lo mantendremos oculto bajo la ropa y neutralizadores, pero en unas semanas toda la maldita manada verá a quien perteneces.
— Me parece más que bien — respondió medio gimió cuando un tercer dedo lo exploró.
Thomas se tomó su tiempo hasta el punto en el que lo tenía completamente delirante y rogando por ello, Jacob debía aceptarlo, no era su mejor actuación, pero ¿a quién diablos le interesaba?
— Thomas, vamos — gruñó, su compañero le mostro una sonrisa mientras se deslizaba en su interior.
Jacob se tensó, era malditamente extraño tener algo deslizándose en su interior de esa forma.
Thomas lo besó y acarició su polla con más ímpetu, tomó una bocanada de aire y se relajó colocando las piernas a su alrededor.
Thomas mordió sus labios, luego lo besó con hambre mientras se movía, el chasquido de sus cuerpos, el resbaloso lubricante haciendo las cosas más fáciles, las caderas chocando la una contra la otra y los gemidos placenteros fue lo único en lo que pudo pensar por un tiempo.
Gruñó y arqueó su espalda con los ojos cerrados, el cabello largo de Thomas cayó sobre él y eso lo hizo aún más sexy.
Jacob agarró la maraña de pelo y lo jaló para ladearle el cuello, Thomas de buena gana se ofreció a él y Jacob mordió la inmaculada piel.
El gemido de Thomas lo hizo llegar al momento y Thomas aprovechó eso para renovar la marca en su cuello, lo que lo hizo volver a correrse aún estando atrapado en la bruma de su primer orgasmo, la conexión se completó uniendo ambas mentes, haciéndolos uno y Jacob no podía preocuparse por nada más que seguir teniendo a este león sólo para él.
Por el momento que durara.
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