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Jacob prácticamente corrió a su habitación, cometió una locura al buscar a Thomas, pero fue imposible seguir ignorando a su león lloriqueando en su cabeza, lo más probable es que Thomas estuviese demasiado confundido todavía tratando de entender que había pasado.
Su mirada cuando se marchaba le trajo tantos recuerdos que su corazón se estrujó, anhelaba esa mirada, siempre lo hizo, pero decidió irse para evitar ver el odio arremolinarse en sus ojos cuando se diese cuenta de lo que permitió hacer y pidió.
Jacob sacudió su cabeza y retiró su ropa, en cuestiones de segundos fue un león caminando de un lado a otro.
Ninguno estaba feliz con la decisión que tomó, pero no estaban en posición de hacer algo más que ceder ante las peticiones del concejo.
Jacob era fuerte, por supuesto, pero no más que su manada entera, si ellos decidían que no valía la pena quedarse con él estaba seguro de que no se lo pensarían dos veces antes de expulsarlo.
El león gruñó con inquietud y fijó su atención en la ventana, era lo suficientemente oscuro como como para pasear en la noche sin provocar algún susto de muerte así que saltó por la ventana y caminó calmadamente por toda la hierba.
Casi ronroneó al ver a Thomas abrirse paso hacia él, su mirada no decía nada bueno y Jacob se permitió sentirse mal por ello sólo los segundos que le costó detenerse frente a él, lo sabía, tomó la decisión correcta.
¿Por qué no te has aprovechado de mí antes?
Escuchó en su cabeza, Jacob gruñó.
"Te lo dije, me odiarías de por vida"
Las palabras no tardaron en llegar y Jacob tuvo que morderse la lengua por la pulla.
Ya te odio
"Por lo menos puedo sobrevivir a este odio, no creo que lo haga al otro"
Thomas lo rodeó y gruñó, luego lo empujó con la cabeza.
Tú me alejaste, carga con las consecuencias, todo lo que pasé en ese lugar fue tu maldita culpa.
"¿Crees que te alejé? Necesitaba otro tipo de conexión, pero es una pena que no te sintieras igual"
Esto es estúpido, tu sólo eres un cobarde, y yo odio a los cobardes.
Thomas se alejó como mismo llegó y Jacob de pronto necesitó algo más allá de todo lo que tenía, sus patas se movieron casi inconscientemente, su cerebro entumecido, entonces un picor en el cuello lo hizo detenerse completamente y luego cayó en la oscuridad.
......
Jacob gruñó saltando de la cama como si estuviese llena de hormigas, pestañeó varias veces tratando de enfocarse, no, no había hormigas, pero su cabeza latía dolorosamente, peor que una resaca.
Jacob detuvo el pensamiento, los leones no se emborrachaban, tenían un metabolismo mucho más rápido que los humanos así que ¿Por qué dolía su cabeza?
Olió su piel y su corazón repiqueteó aún más fuerte, ese aroma era inconfundible, hizo una mueca y lo dejó ir.
Luego de darse un baño se desplazó a la habitación de Anna, ella parecía estar en la ducha así que Jacob se metió debajo de las sabanas aun quejándose del maldito dolor de cabeza.
— ¡Jesucristo! — gruñó Anna agarrándose el pecho, su toalla casi cae al piso así que los próximos cinco minutos fue un duelo entre ella y el jodido trozo de tela, Jacob suspiró y cerró los ojos — ¿Qué carajos haces aquí?
— Te he visto desnuda más veces de las que puedo contar ¿Cuál es el pudor? — Anna chasqueó la lengua, le tiró la toalla a la cabeza y comenzó a refunfuñar mientras se colocaba la ropa.
— Debo aprender a bañarme más tarde.
— Me he levantado con un dolor de cabeza terrible — murmuró Jacob.
Anna le tiró una camiseta que agarró en el aire, frunció el ceño y se colocó un jean.
— No vuelvas a tomar — Jacob bufó.
— Recuerdas que soy un cambiaformas ¿verdad?
— ¡Oh! El pequeño detalle milagroso de que no tienes resacas, ¿Cómo olvidarlo? Es la única cosa que envidio de eso — parafraseó Anna sentándose a su lado con una sonrisa, Jacob asintió.
— Genial ¿no?
— Entonces, ¿Por qué duele tu cabeza?
— No tengo idea — murmuró sentándose y encogiendo sus rodillas entre sus brazos.
La humana hizo una mueca y le ladeó el cuello colocando su mano debajo de la barbilla.
— ¿Qué es eso en tu cuello?
— ¿Uh? — murmuró levantándose y abriendo la puerta del armario donde estaba el espejo, una marca rojiza se dejó ver y Jacob gruñó — ¿Qué rayos?
— Parece un pinchazo
— Dios mío, mi padre probablemente es el responsable.
— ¿Por qué?
— Ha estado molestando con lo de la sucesión.
— ¿No quieres heredar?
— La verdad es que no lo sé ahora que Thomas está aquí.
— ¿Me hablarás de ello?
— Somos pareja, lo descubrimos ayer.
— ¿Pareja? ¿Es lo que me has contado? Eso de que es especial y sólo existe uno, demasiado difícil de encontrar.
— Sí, pero aún más difícil que sean dos leones machos.
— No te vuelvas loco por ello, lo amas ¿no? Eso debería ser lo único que te importe.
— Los leones somos criados de forma distinta a los humanos y ambos somos Alfas, eso sería un jodido problema, estaríamos peleando todo el tiempo.
— ¿Pero no crees que el destino hizo que fueran pareja por algo?
— Yo... no lo sé
— Muy bien, piénsalo, iré a desayunar.
......
Jacob gruñó y tiró la almohada de su cama al suelo, su ansiedad crecía a medida que pasaba el tiempo, una hora después de hablar con Anna y su león estaba jodidamente inquieto como si estuviese esperando que pasara algo.
Abrió la puerta dispuesto a hablar con Thomas, pero ni siquiera fue necesario buscarlo, Thomas venía hacia él con cara de pocos amigos.
Jacob suspiró y lo dejó pasar, olfateó a su alrededor, pero su aroma no estaba ahí, le frunció el ceño.
— ¿Qué pasa con tu aroma?
— No te importa una mierda, ahora me vas a escuchar — gruñó Thomas tomándole de la camisa.
— ¿Qué te pasa? — masculló, Thomas mostró una risita irónica.
— ¿Qué... Me... Pasa...? ¿Por qué carajo le dijiste a mi padre que seré tu beta?
Jacob frunció el ceño, no hizo nada parecido, apenas hablaba con su padre, mucho menos con el actual beta, ese hombre le erizaba el pelo por completo.
— Thomas...
— Cállate, estoy cansado de que todos me maltraten y después quieran que haga lo que quieran como si fuese un jodido cachorro — gruñó, sus ojos brillaron de un dorado intenso, eso le dijo a Jacob que estaba en su límite.
— Yo no dije nada.
— No te creo, tu sólo quieres arruinarme la vida, no fue suficiente con lo que me hiciste, no, ahora tú quieres que sea tu segundo ¿Te has vuelto loco? Si me obligan a permanecer aquí te juro que arrancaré tu garganta mientras duermes ¿me has escuchado?
Escupió con ira, por alguna razón Jacob no dudaba de sus palabras, nunca esperó ver una mirada como esa, mucho menos viniendo de Thomas.
— Hablas y hablas, pero tu tuviste la culpa, yo no te dije que te fueras, tu decidiste irte — gritó enojado.
No era justo que él fuese el único culpable y después de todo fueron dos en esa jodida habitación mientras Thomas respondía a sus avances.
— ¿No me dijiste que me fuera? — gruñó con furia, sus ojos completamente dorados.
Jacob se sorprendió genuinamente por ello lo que al parecer hizo que Thomas riera a carcajadas, no había nada de humor ahí, la carcajada hueca le heló la sangre y su león gruñó inquieto.
— ¿Qué es tan gracioso?
— Oh, sí, lo siento, es graciosa la forma en la que te cubres la espalda. Lo sé todo Jacob. No finjas, pensé que eras mejor que eso.
Jacob dio un paso atrás, evidentemente Thomas creía que había confabulado en su contra.
— ¿De que estás hablando?
— ¿Yo decidí irme? Tenía diez años, diez ¿crees que tuve una decisión? Sin embargo, tu si la tuviste, le mentiste a tu padre y como resultado yo terminé en el infierno.
— Fuiste tú quien me envió ese maldito mensaje, eso fue cruel — dijo, Thomas bufó.
— Yo no te envié ningún mensaje. No mientas. Me voy, he perdido el tiempo como siempre.
— Thomas — murmuró, pero era demasiado tarde, Thomas se había ido, junto con el niño al que conoció.
......
Jacob bajó de su auto y se encaminó a su antigua casa, todo el jodido concejo estaba ahí y ni siquiera les dedicó una mirada mientras veía a su padre, quería respuestas y estaba seguro que este hombre podría responder cada una de ellas.
Aún no podía dejar de pensar en el Thomas tan lleno de resentimiento hacia él y no sabía por qué.
— Necesito hablarte.
— ¿No ves que estoy ocupado?
— La verdad es que me importa una mierda esta gente, si quieres que estén aquí escuchando puedes dejarlos — gruñó.
Su padre hizo una mueca desdeñosa y echó a sus visitas con un movimiento de su mano.
— Nos vemos en una hora — dijo, luego se giró hacia Jacob y gruñó — Ahora ¿Qué carajos fue eso?
— ¿Qué pasó hace trece años? — su padre alzó las cejas y se acarició el mentón.
— No lo sé, ya soy viejo
— ¡Y una mierda! — espetó dando una palmada en la mesa — No juegues conmigo porque no estoy para eso.
— ¿Qué quieres saber ahora? — Jacob caminó de un lado a otro, dejó salir el aire y finalmente habló.
— El día que me presenté ¿Qué rayos pasó con Thomas? — su padre torció los ojos como si se lo hubiese esperado o probablemente pensando que era un imbécil.
Jacob apretó la mandíbula esperando la respuesta, no le importaba lo que pensara de él.
— Oh, debí imaginar que tanto escándalo era por el pequeño león maricón — dijo sin importancia.
Jacob sintió su león despertar, un gruñido se precipitó por su garganta.
— ¿Qué acabas de decir?
— ¿Eso te ofendió? — preguntó su padre con una sonrisa — Lo envié a donde merecía, de alguna manera había que quitarle la maldita perversión — Jacob se sentó, definitivamente necesitaba una silla para no dejarse caer al suelo.
— ¿Lo enviaste? — murmuró sin saber muy bien a que se refería — ¿Qué hay del mensaje que él me envió?
— ¿Qué hay con eso?
— No hubo ningún mensaje de su parte ¿verdad? — su padre resopló y se cruzó de brazos — Tú y sus padres planearon toda esta mierda, hicieron que nos odiáramos ¿Por qué?
— Porque tú vas a heredar esta manada — gruñó tan fuerte que los vasos en la mesa repiquetearon.
Jacob se levantó, de ninguna manera iba a quedar por debajo mientras su padre intentaba someterlo.
— ¿Y Thomas interfería con tus planes? — el viejo chasqueó la lengua y dio un paso atrás, un movimiento en falso y ambos leones lo tomarían como una pelea.
— Y al parecer aun lo hace, parece que no aprendió nada en esa jodida escuela.
— ¿A dónde lo enviaste?
— Con profesionales en Alemania, ellos se encargaron de sacar todo lo malo — Jacob lo empujó, sus colmillos y garras salieron.
— ¿Dejaste que lo torturaran?
— No lo torturaron, le enseñaron las cosas que están mal — respondió con sorna.
— Yo tuve la culpa de lo que pasó ese día ¿Por qué no me castigaste a mí?
— No hay nada malo contigo, tú tienes mi sangre circulando por tus venas — Jacob gruñó — Adelante, sé que quieres pelear, ¿Por qué no lo hacemos formal?
— No pelearé contigo, no voy a tener a la manada, vas a tener que buscar a otro jodido Alfa — Afirmó, su padre se acercó, su sonrisa no vaciló ni un segundo.
— Jacob, tú naciste para esto, no importa cuanto lo niegues, terminarás cediendo.
— Eso nunca.
— ¿Seguro? Porque creo que ya tengo una ventaja — un brillo de maldad se vio en sus ojos, Jacob no retrocedió.
— ¿Ventaja? No me hagas reír.
— Tengo a Thomas, Jacob.
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