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2🦁

Jacob se miró en el espejo y mordió sus labios, la mordida estaba desde la clavícula hasta casi la mitad del cuello, era una marca horrible y él se la dejó hacer.

Con un suspiro rasgó dos tiras adhesivas medianas y las colocó una encima de la otra tratando de ocultar la herida. Se colocó una camisa de cuello y enredó una bufanda, parecería un maldito bufón tratando de ocultar un chupetón, con suerte la gente pensaría eso.

Salió de su habitación y en cuanto vio a Anna esta se burló como si fuese un jodido perico de feria, bueno... probablemente lo parecía. Anna se limpió las lágrimas luego de reírse como un maldito hombre, torció los ojos sin saber aún cómo conseguía novios pareciendo un marimacho.

— ¿Qué es ese atuendo? — Jacob gruñó y le dio una palmada para que siguiera caminando, Anna se detuvo y arqueó una ceja — ¿Qué tienes ahí debajo?

— Nada — Anna miró a su alrededor, ya sólo quedaban dos o tres personas por lo que no tuvo reparos en empujarlo al baño, luego le gruñó señalando su cuello.

— ¿Qué diablos pasa? Tu comportamiento es extraño — Jacob suspiró.

— Debemos ir a clase — ella negó y le tocó la mejilla, su voz se suavizó un poco.

— ¿Por qué te ves como un cachorro regañado?

— Anna...

— Déjame ver tu cuello — Jacob apretó la mandíbula cuando Anna retiró la bufanda y arrancó los adhesivos, un jadeo salió de su boca — ¿Qué diablos...?

— Sólo es una mordida, no es nada de qué preocuparse — rechazó colocándose todo en su lugar, Anna pareció hervir de furia, su cara se tornó completamente roja.

— ¿Fue ese maldito imbécil de ayer?

— Sí, pero...

— Voy a matarlo ¿Cómo se atreve? Espero que le hayas hecho mucho daño — ella gruñó, Jacob negó.

— Basta, no es importante — Anna pareció molestarse aún más, la chica se comportaba como una leona cuidando de su cría, eso lo hizo querer reír, pero no lo hizo, Anna explotaría.

— ¿Y entonces por qué te ves como si hubieses cometido el mayor pecado del mundo cuando es él quien te hizo esto?

— Tenemos clases — recordó ignorando su pregunta.

— Al diablo las clases, ve a buscar a ese hijo de puta ahora y...

— No, está bien — ella manoteó exasperada, sin poder creer lo que acababa de decirle, Jacob se dijo que tenía que tener paciencia, Ana no sabía nada sobre las reglas de la manada.

— Entonces dile a tu manada, ellos harán algo.

— Nadie puede saber de esto — rizó su labio superior incrédula.

— Jacob, ese león ha peleado contigo, tu manada debería... — Jacob la interrumpió y la abrazó, ella forcejeó, pero al final se rindió.

— Yo le dejé, yo le enseñé el cuello, esto es mi culpa — Anna arrugó su camisa y miró hacia arriba, una posición incómoda para hablar teniendo en cuenta su metro sesenta contra el noventa de él.

— Pero deberías.

— No puedo decirle a la manada porque la mordida demuestra que él me dominó — su amiga se deshizo del abrazo y arqueó una ceja.

— ¿No eres más fuerte que él? Quiero decir, me has dicho que eres el futuro Alfa de la manada y...

— Anna... — murmuró rezando para que olvidara el tema, pero la conocía mejor que eso, Anna abrió los ojos y preguntó lo que más temía.

— ¿Te gusta ese hombre? — Jacob jadeó, luego le dio la espalda dispuesto a salir de ahí, ya no iría a las clases, pero podría dormir al menos.

— Anna, por favor, no hagas esto — Anna colocó su mano en el centro de su espalda y pidió su respuesta con un murmullo.

— Respóndeme Jacob

— Lo siento — murmuró recostando su frente a la puerta, ella le acarició la espalda.

— ¿Por qué te disculpas?

— Porque está mal, yo estoy mal, soy un Alfa defectuoso, por eso me alejé de la manada, porque no soporto la mirada de decepción de mis padres cada vez que me miran, porque todo es mi culpa — dejó salir con un gruñido, sus uñas se convirtieron en garras y arañó la madera de la puerta.

— Nadie debería disculparse por amar a alguien, no es malo que te guste alguien — Jacob bufó.

— Si es malo cuando eres un león y te gusta otro león — gruñó por última vez saliendo del baño, Anna volvió a llamarlo, pero Jacob no se detuvo.

Alejarse del baño no fue fácil, sabía que Anna estaba preocupada por él, pero no podía con el tema de conversación.

Jacob siempre sintió algo especial por su mejor amigo, al principio sólo fue una firme admiración y un amor de amigos, Thomas, era especial y lo supo desde el día en el que olfateó su aroma por primera vez y nadie más podía, con lo bien que se compenetraban y el amor que le dedicaba Thomas cada día.

Decidió saber cuan especial era aquel día, Jacob nunca quiso besar a una niña, pero con él nada de eso existía, Thomas era suyo desde la primera vez que puso los ojos en él y pensaba que Thomas sentía lo mismo cuando sus labios se tocaron, lo que vio en sus ojos no fue fingido.

— Jacob.

Jacob se congeló escuchando ese tono grave, estuvo tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera notó el aroma de Thomas.

Jacob lo ignoró y siguió caminando.

— Jacob, lo siento, no fue intencional

Jacob se giró quedando cara a cara con Thomas, su cabello largo por todas partes y las bolsas bajo sus ojos le dijeron que no había dormido demasiado, pese a eso Jacob pensaba que se veía hermoso y ese pensamiento lo aterrorizó.

......

Thomas suspiró mirando su reloj, demasiado tarde como para ir a sus clases, su boca se sentía amarga con el sabor metálico de la sangre de Jacob y eso lo hizo sentir aún peor, ese último gruñido que le dedicó fue devastador.

Pero la verdad ¿Qué esperaba recibir luego de que lo mordiera?

Mostrar el cuello era algo increíblemente íntimo y entre Alfas era degradante, de cachorros nunca repararon en ello y Thomas tuvo que admitir que se sintió realmente bien cuando Jacob le enseñó el cuello voluntariamente, fue cuestión de confianza y él lo jodió todo estrepitosamente.

No. Lo que hizo estuvo mal, pero Jacob también cometió un error siendo el futuro Alfa de la manada.

Sólo se disculparía, despejarían las aguas y caso cerrado.

No serían amigos de nuevo, eso nunca, se dijo con un gruñido, sólo abogaría por mantener la paz el tiempo que estuviese aquí, después de todo volvería a Australia sin pensarlo dos veces.

Se levantó de la cama, se dio una ducha rápida y se sacudió al salir, su pelo se erizó completamente de una forma cómica, se miró al espejo y agarró entre sus dedos la hebra que cayó en su pecho, ese pelo representaba todos los años que estuvo alejado, no lo cortaba por ello.

Suspiró peinándose hacia atrás, sólo dos meses más y se mantendría alejado de todos los detonadores alrededor.

Se colocó un jean desgastado junto con una camisa de mangas cortas y salió a buscar a Jacob.

Encontrarlo no fue nada difícil, al parecer Jacob decidió no asistir a clases igual que él, pero parecía ansioso por golpear a alguien, Thomas se dijo que bien podría ser a él.

Se encogió de hombros, se lo merecía, así que no importa qué, recibiría el golpe si eso era lo que hacía falta.

— Jacob — llamó tratando de no sonar tan pretencioso como siempre, eso no era nada bueno cuando planeabas disculparte por lo que su voz se escuchó un poco más grave de lo normal.

Jacob pareció congelarse y todo su cuerpo se tensó, no se giró, él siguió caminando ignorando su estado de rigidez.

— Jacob, lo siento, no fue intencional — dijo como último intento, eso le sacó una reacción, Jacob se giró quedando cara a cara con él, su Jacob, tan hermoso como prohibido, Jacob lo miró de arriba abajo y apretó la mandíbula, evidentemente algo le molestaba a parte del encuentro anterior.

— ¿Lo siento? — repitió con una ceja arqueada — ¿Crees que eso arreglará algo?

Jacob arrancó la bufanda de su cuello junto con las curas enseñándole la mordida, no se veía bien, sus dientes formaron un arco desde la mitad de su cuello a la clavícula y los colmillos perforaron la piel profundamente, la coloración rojiza se veía realmente mal.

— Puedo curarla por ti, déjame hacerlo, yo... realmente fue un error — Jacob chasqueó la lengua.

— No te preocupes, después de todo fue mi culpa, no debí olvidarme de lo gilipollas que eres.

— Jacob, no quiero ser tu amigo, eso ya no es tema entre nosotros, pero puedo ayudarte, lo sabes, no puedes presentarte en la manada con una mordida y sé que tendrás que ir mañana — Jacob pareció pensarlo, la saliva de un león podía ayudar a cicatrizar la herida con más rapidez y puesto que la había hecho él mismo aceleraba el proceso al doble.

— No te preocupó demasiado ayer — Thomas suspiró y dio la espalda, Jacob no se movió.

— Vamos a mi habitación — dijo caminando hacia allí, ya era la decisión de Jacob seguirle o no.

Jacob no lo defraudó, caminó tras él más fastidiado de lo normal, pero lo hizo.

Finalmente abrió la puerta y Jacob aspiró con los ojos cerrados, Thomas lo comprendía, se sentía realmente igual cuando se trataba de su aroma, por eso no se permitía relajarse demasiado.

Jacob miró a su alrededor, probablemente lo mismo que su cuarto, siendo cambiaformas debían tener su propio espacio, nadie lo sabía, pero la manada tenía sus influencias.

— Recuéstate en la cama, será más cómodo de esa manera — Jacob dejó salir el aire de sus mejillas hinchadas y se acostó sobre el colchón, Thomas se recostó sobre él colocando las rodillas a ambos lados de sus caderas y los codos cerca de su cabeza.

Jacob lo miró a los ojos y Thomas no pudo apartar la mirada por un momento hasta que un carraspeo lo hizo volver.

— Si, lo siento — murmuró un tanto cohibido, Jacob se puso rígido y ladeó su cuello, Thomas no podía imaginar lo difícil que fue hacer eso después de lo que le hizo.

— Adelante — dijo con un gruñido, Thomas bajó la cabeza y todo su pelo cayó interrumpiendo el proceso, Jacob lo peinó con su mano derecha y finalmente agarró sus hebras con una delicadeza que lo desarmó — No demoremos más.

Thomas asintió y bajó a su cuello, su aroma más fuerte de lo común le dio la bienvenida y aún tan lejos de su piel podía sentir el calor.

Jacob hizo un sonido necesitado y jaló su cabello levemente, Thomas sacó su lengua y lamió la primera herida, Jacob indudablemente gimió, luego quiso alejarlo.

— Está bien, ambos sabemos que el cuello es un lugar importante, sólo lo aguantaremos — Jacob suspiró resignado y volvió a gemir cuando su lengua lo rozó.

— Esto es tan malditamente humillante — lloriqueó Jacob acariciándole el cuello, Thomas no contestó, tenía suficiente lamiendo y mordisqueando su cuello de vez en cuando, ambos estaban ridículamente excitados y lo sabían, en ocasiones sus caderas se rozaban y los hacía gemir con fuerza.

Thomas se levantó sentándose sobre su cadera y directamente sobre su erección, eso lo hizo estremecer por el mal recuerdo, pero lo suprimió en segundos. Su cuello se veía muchísimo mejor ahora y para mañana sólo tendría una ligera coloración rojiza, los ojos de Jacob titilaron con dorado y eso hizo que su propio león se asomara a la superficie, luego hizo algo que no debía hacer, algo que le enseñaron a rechazar, simplemente lo besó como un hombre hambriento.


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