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7- Bir macera için bir tekne


Ceres y Dafne abrían sus ojos con dificultad mientras la fuerte lluvia caía sobre el claro del bosque, Jack se acercó a Ceres quien se sonrojó fuertemente sintiendo el frío tacto de aquel vampiro. La híbrida no podía con el ridículo que protagonizaba su amiga pues estaba completa y perdidamente enamorada de ese vampiro, suspiró y los dejó allí dirigiéndose en camino a la playa. Dejó a los dos mates muy juntos sin esperar algo importante entre ambos, el vampiro poco le importaba lo melosa que podía ser la loba y sólo se encargaba de sentir la lluvia.

—Sabes que esto de los mates es muy extraño, vale — mencionó el vampiro con cierta incomodidad.

—Ay vamos, nos casaremos cuando todo esto acabe — dijo la loba siendo prácticamente por su loba interior.

—Y a mí me decían que era dulce — murmuró Dafne con un toque de aburrimiento pues sin duda quería tener la dicha de encontrar un mate —me voy, no hagan nada tortolitos — anunció comenzando a caminar.

En el lugar donde la playa y el bosque se juntan, observaba Dafne la inmensidad del agua salada, rememoró aquel día en el que fue despiadadamente expulsada de su manada, decidió que era momento de recuperarla tras encontrar su hogar en el océano, un olor a sal inundó sus fosas nasales, giró su cabeza y sobre una roca del arrecife estaba una sirena muy hermosa sentada y contemplando la luna llena.

—Oye, marina — llamó Dafne a la sirena, ella solía llamarlas así porque vivían en el mar.

—¿Eh? ¿buscas algo? — respondió la sirena con voz dulce.

—No, sólo quería saber por qué estás fuera del mar — contestó Dafne con seriedad.

La sirena rió levemente entre dientes, pero no era una risa alegre sino que demostraba amargura en ella. Dafne la miró con seriedad, no estaba de humor para que le jueguen bromas de esta magnitud, luego escuchó el sonido de los galopes de un caballo acercarse a la playa. Giró su cabeza en la dirección que venía el galope encontrándose con Caronete y Tefnut quienes venían apurados por ver a Dafne.

—Eso que hiciste fue muy peligroso, tonta — gruñó Tefnut sin dejar hablar a la joven híbrida.

—Ya basta, Tefnut — ordenó Caronete con seriedad —sabemos que hay algo mal en ti.

La sirena que estaba sentada en la roca del arrecife contemplaba esa discusión con curiosidad, era la primera vez que interactuaba con seres de la superficie y le encantaba tener la compañía de aquellos seres los cuales no pertenecían precisamente a su mundo subacuático, concentró su energía convirtiendo su cola de pez en un par de piernas, puso sus pies descalzos sobre la blanca arena de la playa y se acercó a Dafne y los centauros. 

—¿y esta chica? — inquirió Tefnut enarcando una ceja.

—A ustedes no les tengo que rendir cuentas de lo que hago o dejo de hacer y ella es una "marina" o sirena, como les llamen ustedes dos — mencionó Dafne con seriedad. 

—Jeh, como si me importaras mucho, chiquilla — refunfuñó la centaura mirando a otro lado, no iba a rebajar su orgullo por estar a la altura de aquella híbrida.

—Me preocupa porque hay una profecía — explicó Caronete posando su mano sobre el hombro de la chica —oye, por cierto, ¿dónde quedó tu escudera? — cuestionó el centauro mirando hacia la híbrida.

 —Ella se quedó con su mate — respondió Dafne con tranquilidad —por cierto... ¿a qué demonios de te refieres con una profecía?

—Una que dice que la manada de aquella que es hija de los dos reinos, la luna y el mar, será la más poderosa de la tierra y si consigues las trece gemas mágicas serán completamente invencibles — comentó el centauro con una sonrisa —así que si gustas podemos acompañarte — agregó de forma seria.

Dafne frunció el ceño, no estaba para bromas de esa magnitud, le dio la espalda al centauro comenzando a caminar hacia el mar, Tefnut empezó a reír pues sabía que aquella híbrida no dejaría convencerse así de fácil con las dulces palabras de Caronete. 

La sirena observaba fijamente la conversación entre los allí presentes no obstante cuando quería aportar algo su voz no salía y no entendía el porqué de aquello si hace unos minutos cuando estaba sentada en la roca del arrecife podía hablar con tranquilidad mientras que ahora no podía emitir sonido alguno, miró atemorizada a la híbrida y tocó su hombro para llamarle la atención.

—¿Te sucede algo? — preguntó Dafne preocupada y su contraria asintió pues había perdido el don del habla —Oye, centauro, ¿qué le ocurre a esta niña? — ella miró al centauro con seriedad.

—Tal como los lobos se debilitan en las noches sin luna y los vampiros se vuelven vulnerables, las sirenas pierden su voz cuando están fuera del agua ya sea de ríos, lagos y mares — explicó el mitad caballo sin inmutarse mientras le jalaba una oreja a Tefnut.

—Gracias, sabes bastante sobre criaturas sobrenaturales y ahora que lo pienso por esta región no he visto humanos — mencionó la mitad sirena con cierta extrañeza —en la manada de Ceres vi a algunos siendo entrenados como arqueros pero nada más — añadió confundida.

—Si viajas al oeste, hallarás la isla de Cipango donde hay una gran cantidad de humanos sin embargo suelen haber bastantes guerras — explicó señalando al horizonte donde el mar se juntaba con el cielo.

—Estás demente, no planeo ir nadando y mucho menos sola — replicó la chica.

La sirena sonrió ampliamente y tiró del brazo de Dafne guiándola al mar donde ella se lanzó al agua y allí pudo volver a hablar soltó un sus piro de alivio, miró a su contraria con una sonrisa tierna. Dafne imitó el salto de aquella sirena y sufrió su transformación que fue indolora, la chica de la mar no creía lo que veía una mujer que era híbrida entre dos mundos. 

—¿Eres híbrida? Es fantástico — comentó la sirena observando con una sonrisa a Dafne.

—Eh, sí, ¿por qué tanto entusiasmo? — cuestionó Dafne con curiosidad.

—Es que, tal como lo dijo el señor centauro nosotras somos débiles fuera del agua por perder nuestra principal arma que es nuestra voz — informó la habitante del mar con tristeza —por eso, nuestra especie suele buscar ayuda en habitantes de la superficie tanto humanos o seres sobrenaturales — añadió con tristeza —, aunque nos cueste el destierro.

—No eres la única... — habló buscando algún nombre para la sirena.

—Me llamo Kassia — la chica le sonrió de vuelta.

—Qué bello — halagó la hija de los dos reinos —a mí me desterraron ó ser precisamente un híbrido —  Dafne añadió con frialdad y mucho enfado.

—Y a mí... por haberme enamorado de un humano que fue asesinado por los marineros del barco calavera roja, de no ser por un tritón yo no estaría contándote esto — murmuró triste Kassia.

—Wow... qué trágica historia de amor — Dafne le dedicó una sonrisa mientras la abrazaba. 

—Tal vez necesites un barco y yo puedo ayudarte — mencionó la sirena con una dulce sonrisa.

Dafne inclinó su cabeza observando a Kassia subirse a una roca comenzando a cantar una melodía que hechizaba a los marineros que navegaban cerca de aquella región, gracias a sus agudos sentidos Jack, Ceres y Pancracio llegaron al lugar quedándose maravillados con la exhibición de talento de aquella joven del mar.

Frente a la costa un barco de velas azules y de inmensas proporciones atracó a su vez que Jack se lamía los labios sintiendo el olor de la sangre pero sabía que debía controlarse porque su pareja estaba a su lado y sólo estaba permitido beber de aquel líquido rojo de con quién comparte su eterna vida.

—Ya veo, conque su canto es utilizado para atraer los barcos — murmuró Tefnut.

—Te digo que te falta demasiada experiencia — Caronete palmeteó su cara tras oír las palabras de la centaura.

Los marineros cayeron a la arena de la playa hipnotizados mas no muertos, y Kassia mostró el barco para que todos pudieran subir en él y partir en busca de Cipango, Dafne saltó convirtiendo en el aire su cola en unas piernas. Jack cargó a Ceres y Pancracio e imitó a la híbrida, los dos centauros optaron por subir por la rampa de abordaje preparándose para su aventura.

—Yo iré con ustedes pero necesito crear un vínculo con Dafne para poder comunicarnos — informó la chica.

—Por mí no hay problema — respondió la híbrida sin inmutarse.

Kassia saltó del agua con alegría  y convirtió su cola en un par de piernas, tocó el maderamen de aquel navío con sus pies descalzos y sonrió al ver a la híbrida posarse en el alto mástil del barco, con los remos Pancracio y Jack retrocedieron la nave y fijaron rumbo a mar abierto.

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