4- societas sanctorum
Ceres condujo a Dafne a la casa de una vieja bruja, por el camino encontraron una mujer llamada Kelpie o la llamada dama del amanecer; la beta no entendía por qué apareció a plena luz del día.
Cuando llegaron con la bruja, el extraño olor inundó las fosas nasales de Dafne; la capucha estaba hecha de madera y parecía estar demasiado vieja, la híbrida dio un paso al frente con el atrevimiento de entrar a ese tenebroso y oscuro lugar.
—¿Qué lugar es este? - la voz dulce de Dafne salió como una melodía.
—Esta es la casa de la bruja de la Manada, no me has dicho tu nombre.
La hija de los dos reinos suspiró profundamente dejando escapar todo el aire que contenían sus pulmones, vio a Ceres con sus ojos azules.
—Me llamo Dafne — habló la híbrida del mar.
Dafne siguió de cerca a la loba, cuando un par de deslumbrantes ojos verdes las miró fijamente al momento en que cruzaban por la zona donde se guardaban las pociones y brebajes creados por la hechicera.
—Ceres... bienvenida ¿se te ofrece algo, hija? — una voz masculina que parecía ser de un anciano ya entrado en años les llamó.
—Hechicero Sahir — habló la loba con firmeza en sus palabras —¿dónde está la bruja Kelpie? — inquirió Ceres observando de reoj o a Dafne.
—Uh... creo que salió hace una luna y tardará en regresar — informó el hombre con compasión.
—De acuerdo, luego volveremos — anunció la joven con una sonrisa —Dafne, nos vamos.
(...)
Arinia seguía una extraña combinación de olores, de sal de mar y de lobo, se encontraba con su pierna apoyada en la proa del barco observando que desde el horizonte una tormenta se acercaba.
Bien podría ser aquella mujer lobo híbrida de una sirena o una ilusión de una de éstas para confundirlos y hacerlos perder en el camino.
—¿Ven tierra? — indagó el capitán con seriedad tomando el timón del barco.
Arinia negó con su cabeza y siguió en su labor de buscar un sitio donde desembarcar en busca de suministros y por suministros se habla de sangre humana.
A cualquier incauto que puede pasar por ahí le esperaría el peor de los destinos que es ser comida de un grupo de piratas y vampiros.
(...)
En la playa donde Dafne dio a parar luego de un medio día de nadar ella observaba sentada sobre la blanca arena las olas moverse al compás del viento. El olor impregnado de la sal del mar en su cuerpo era algo que la reconfortaba bastante.
—Mi hogar es el mar ¿qué significará eso? — se preguntó confundida mirando el agua del mar.
La noche pronto iba a ser la reinante en el firmamento donde comenzaban a aparecer las primeras estrellas anunciando la llegada de la noche.
—Dafne — Ceres se sentó a su lado —lo mejor es que busques posada esta noche
—¿eh? ¿y eso por qué? — la híbrida parecía no entender nada de lo que le decía la muchacha.
—Dicen que a medianoche una procesión cruza la aldea llevándose a quien pronto morirá — explicó la licántropa.
Dafne inclinó su cabeza hacia su izquierda, no entendía muy bien lo que ella decía pero sabía que lo mejor era acatar esa recomendación.
Juntas volvieron a la aldea y Ceres le ofreció una cabaña donde se podía refugiar para la media noche, Dafne observó cada detalle de esa pequeña cabaña donde podía vivir tranquilamente.
Solamente tenía una habitación y un salón donde se hallaba la cama en la que esa chica híbrida podría dormir tranquilamente.
Observó en el firmamento donde la luz de la Luna era inexistente y en su lugar, la oscuridad del cielo era tenebrosa, la niebla poco a poco se posaba sobre el suelo del lugar mientras que a lo lejos se escuchaban sonidos de campanas y whistles que anunciaban una macabra peregrinación.
—Ese olor... — musitó Dafne mirando por la ventana —Huele a sangre y licor...
Rebuscó entre lo que había en la cabaña algo con lo que defenderse, dispersó cada cosa que encontraba por el suelo de la casa con desesperación por no hallar lo que necesitaba y era importante. Dafne soltó un suspiro resignada hasta que en una esquina que donde no buscó halló un arco con una aljaba donde habían varias flechas.
Lo tomó sin importarle si tenía dueño o no y salió de la cabaña mientras escuchaba los lamentos de los habitantes, Ceres corría hacia ella con su rostro cubierto por una fina capa de sudor.
—Hoy no morirá nadie en mi guardia — sentenció mientras tensaba la cuerda con sus manos, esos seis años le sirvieron de tiempo para hacerse más hábil con el arco.
Suspiró y dejó ir la flecha contra la procesión de asesinos, impactando directamente en la cabeza de uno que cayó al suelo donde su piel se desvaneció dejando solamente sus huesos.
—Gracias... — musitó Ceres abrazada a la híbrida.
—Aún no hemos acabado, ¿Te puedes transformar?
Ceres negó rotundamente y Dafne entendió que era por la Luna Nueva, el momento en que los lobos eran más vulnerables y al final entendió el porqué decían que si un lobo nacía en ese lapso de tiempo representaba un mal augurio pues nacía siendo muy débil.
—Quédate detrás de mí todo el tiempo — indicó la hija del mar poniendo detrás de sí a la loba.
—Sí, lo haré.
Dafne se lanzó a gran velocidad contra uno de los asesinos asestando un fuerte puñetazo en el rostro haciéndole caer al suelo, otro se le acercó por la espalda pero ella le dio un cabezazo que lo hizo retroceder.
Se giró sobre su eje, y dio una voltereta de trescientos sesenta grados y atravesó el pecho de uno que venía de frente.
Sus ojos se habían puesto de color azul marino muy brillante y, a la vez, tan profundos.
—Es muy hábil — musitó Ceres sorprendida.
Dafne pateó y rompió la cabeza de otro de los asesinos quedando este en el suelo sin poder moverse mientras su piel se desvanece dejando solamente los huesos y un rosario.
Sintió su poder de sirena recorrer su cuerpo, un aura azul marino cubrió su mano derecha mientras observaba al líder que llevaba una cruz, golpeó el aire y una onda de agua se estampó contra él pero no le hizo nada.
—¿Qué? — inquirió Dafne sorprendida.
—No esperaba menos de una híbrida de lobo y sirena, pero tus poderes aún no están completos.
Él se quitó la capa que le cubría el rostro dejando ver a un hombre de aspecto demoníaco con dos cuernos y piel roja, pelo negro y una barba de chivo preparado para una lucha que definiría si esa aldea seguiría rebosante de vida o perecería en su manos.
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