Hacia el norte, la dirección a la que Dafne se había dirigido habían rumores de la existencia de unos licántropos que cuando llegaba la luna nueva no perdían su fuerza y quedaban desprotegidos. Ella ha tenido que cruzar los más complicados accidentes geográficos y lidiar con los estragos que causa la altura, pero aunque por más valiente que sea aquel que decida cruzar la cordillera divisoria, no sabría con qué se enfrentaría.

—No siento ningún olor... ni tampoco oigo nada y me cuesta respirar — susurró para sí misma y se apoyó en sus rodillas —, no quiero fallarle a Alexey... a Ceres o a los lobos de todo el mundo.

Detrás de ella la niebla y la nieve volvió a cubrir los pasos que dejó la híbrida sobre la escarcha de hielo que había detrás de ella, sin embargo sus sentidos del olfato y el oído poco podían hacer dado a que el frío congelaba sus fosas nasales y no había ningún sonido hasta que vio una silueta acercarse desde el frente.

—¿Sabes por qué no puedes oler ni escuchar nada? — era una voz de un anciano que cada vez que se acercaba a ella más visible era —eso es porque aún no reconoces cómo olfatear el lugar.

Dafne observó fijamente al desconocido que poseía un yelmo de hierro, y emitía un olor a madera recién cortada y un aura de calidez y fraternidad. Ella se puso nuevamente de pie cuando la ventisca le hizo mover su cabello negro, sus ojos se tiñeron de un celeste muy claro señal clara en las sirenas de que estaban frente a alguien de confianza.

—¿Quién es usted? — cuestionó la joven.

—Simplemente soy un hombre que ha vivido más de ochocientos años — ese comentario dejó sin habla a la híbrida —me gustaría ver si son ciertas tus proezas ¿es verdad que lograste zafar y obtener "la espada de Váruna"?

—Sí, creo que es esta — Dafne desenfundó su espada lista para el combate —¿ahora qué quiere que haga?

—Atácame y si veo que eres digna te daré un entrenamiento especial — dijo el hombre.

Como antaño los ojos de Dafne volvieron a cambiar de color a un azul mucho más intenso y oscuro, blandió su espada intentando cortarle la máscara de hierro a su contrincante pero justo antes de cortarlo, el hombre desapareció del pobre rango de visión que tenía la joven para luego ella darse cuenta que sus pies estaban congelados impidiéndole cualquier movimiento. Su esfuerzo era en vano ya que no conseguía romper el hielo que cubría sus pies, le era imposible.

—La fuerza física no siempre es la que vence — explicó el hombre —, debes tener tu mente en paz y dejar que tu cuerpo actúe por sí solo... ¿eres mitad lobo?

—Sí, soy mitad lobo mitad sirena ¿qué tiene que ver lo uno con lo otro? si se puede saber.

—Que sea tu bestia interna la que tome el control de tu cuerpo y tú mantengas tus emociones en paz — el anciano le descongeló los pies a la muchacha.

—¿Eso siquiera es posible? — indagó Dafne.

—Sí, claro, pero es muy difícil... y dudo que puedas conseguirlo — dijo el anciano —la doctrina de las dos conciencias.

—No importa — sentenció la híbrida —yo lo conseguiré. No he venido desde tan lejos para darme por vencida ¿o sí? 

Su loba interior, es decir, Aysel se sintió emocionada al saber que así podrán ayudar a sus amigos y vencer a Nibiru para frustrar sus planes, junto al anciano Dafne siguió su camino durante un par de horas hasta que llegó el anochecer, pero gracias a que la niebla se hizo más delgada pudieron ver su camino hasta encontrar una aldea en medio de un valle entre dos montañas.

(...)

En las afueras de la ciudad Ivanna y Henkikoira practicaban un poco con las armas del chico de cabello bicolor a sabiendas que pronto deberán enfrentarse, así sea sin ayuda de Dafne, a Nibiru y Alaric Windsor. Ivanna por su lado tenía una motivación mucho más grande, Mustakuu era su manada y justo por eso mismo le mentía a Alexey.

—Loba, estás muy desconcentrada ¿qué rayos te pasa?

—Es mi manada — murmuró —, cuando fuimos a investigar las cenizas de Mustakuu recordé parte de mi infancia. Ese sombrero que vi quemándose era el sombrero de mi abuelo.

—Tienes un motivo bastante válido para partirle la cara a esos malditos — murmuró Henkikoira —pero ¿por qué la híbrida quiere luchar? que yo sepa ella no tiene nada que ver con Nibiru.

—Eso lo dices porque no la conoces bien — mencionó la loba dándose un respiro —Dafne se ha caracterizado por su fuerza y por querer defender a los que tienen menor fuerza. El señor Alexey parece que tiene algo especial con Dafne y peleará con ella... pero ¿Ceres y Jack? 

—Hmpf... la verdad es que creo que Ceres al ser la beta de Dafne irá donde su Alfa vaya ¿o me equivoco? — preguntó Henkikoira.

Ivanna simplemente le sonrió y él volteó su mirada a otro lado, era obvio que les gustaba estar el uno con el otro, ambos se fueron caminando por las calles de la ciudad pero algo hizo saltar alarmada a la bestia de Ivanna, Henkikoira la miró y estaba paralizada. Sobre un tejado de una casa en llamas estaba un hombre pálido, con ojos amarillos y cabello negro corto mirándolos fijamente.

—Hasta que los encuentro 

—¿Quién eres tú? — vociferó Henkikoira —lárgate que asustas a Ivanna.

—Aww... qué tierno ¿asusté a tu novia? — se mofó el hombre.

—Yo no soy su novia — Ivanna gritó enfadada —ya dinos quién eres tú.

—La legión gris me ha revivido para deshacernos de unos molestos mosquitos que fastidian los planes de Nibiru — mencionó el hombre —así que les dolerá un poco pero su muerte será rápida.

Aquel misterioso sujeto atacó a Ivanna y a Henkikoira para intentarlos matar a ambos, el chico guerrero sacó su espada y cortó el brazo a su enemigo quien lo regeneró rápidamente. Ivanna logró salir de su trance para incorporarse a la pelea, los ojos de la loba cambiaron repentinamente a un tono amarillento mientras su cuerpo comenzaba a sufrir una transformación bajo una fuerte lluvia que empezaba a caer en la zona de batalla, Ivanna volvió a usar tras mucho tiempo su forma de lobo el cual era blanco con partes negras en su cuerpo y tenía un propósito el cual no es más que ser de apoyo a Henkikoira en su batalla.