16- El misterio de Alaric Windsor y Nibiru
El viaje de Alaric Windsor por las calles de la ciudad capital de Cipango estaba siendo muy tranquilo, la paz era algo que no le desagradaba en lo más mínimo.
"Alaric, ven a mi mansión de inmediato, debo hablar contigo" la voz de Nibiru lo hizo salir de sus pensamientos.
—Chófer, cambiemos de rumbo — ordenó el hombre con seriedad.
—Cómo ordene mi Lord — respondió el subordinado.
Segundos después el chofer cambió el rumbo, los edificios iban desapareciendo a medida que se iban alejando de la ciudad capital, el verde de los campos y el olor a tierra mojada era una constante por el camino que recorrían.
Cuando llegaron a una hacienda, la puerta se abrió y entonces el chófer de Alaric Windsor entró allí. La casona era de dos pisos, construida en madera de roble, aunque fuere un lugar tranquilo en esa mansión el ambiente era tenso, sin embargo a Windsor no le afectaba.
—Joven Alaric, sea bienvenido a mi humilde hogar — saludó el hombre de pelo negro oscuro y largo.
—No has cambiado en lo más mínimo, Nibiru — reconoció Windsor —Bueno, ¿para qué es lo que me has llamado? — indagó mirando a su contrario.
—Estoy casi seguro de que has llegado a un acuerdo con Madame Lilith para poder intervenir con tu ejército aquí ¿no? — Nibiru se mostró bastante serio y bien el duque podría hacer algo para él.
—Sí... siempre y cuando sea discreto y no cause alboroto — respondió Alaric.
—Hum... bueno creo que podría hacer algo contra unos seres sobrenaturales que me están causando problemas para encontrar las gemas — comentó Nibiru tomándolo del hombro.
—Muy bien — mencionó el Lord —entonces haré lo que esté a mi alcance, primero asustaré a la población con rumores de algo y ya luego entra mi equipo.
Nibiru rió y asintió levemente tras escuchar el detallado plan que tenía entre manos Alaric Windsor, el Lord se dio la vuelta y regresó al automóvil.
—Oh, casi lo olvidaba — dijo Nibiru y le lanzó un amuleto de metal en forma de pentagrama invertido —se lo regalo, Lord
—Gracias.
Windsor regresó a su auto con la mirada fija en aquel extraño amuleto que Nibiru le regaló, de alguna manera eso emitía una extraña energía que pudo captar gracias a su vasta experiencia en ocultismo y magia.
(...)
El sonido de los pasos del mayordomo de Madame Lilith acercarse junto a una invitada inundaban la silenciosa mansión.
La mujer se levantó y vio a la persona encapuchada junto a su mayordomo quién se retiró dejándolos a solas.
—¿Me mandó a llamar, Madame? — indagó el encapuchado con una gruesa voz femenina.
—Sí, creo que conoces el templo del Dragón Negro ¿o me equivoco? — Lilith miró a la encapuchada.
—Así es, se dice que guardan una valiosa reliquia en su interior — explicó ella.
Lilith miró interesadamente a su invitada, le producía cierta curiosidad aquella reliquia tan celosamente guardada en aquel templo.
—Traeme esa reliquia, así quizá se decidan a pagar protección aunque también podría utilizarla para chantajear a Windsor, ese tipo no me da buena espina — comentó Lilith tomando un sorbo de su vino.
—Ya comprendo... iré a traerle esa reliquia — respondió y salió de la mansión.
"Windsor, ¿qué tramas?" Pensó la mujer mayor.
(...)
La mirada de Dafne se desencajó al escuchar que Tefnut y Caronete no seguirían con ellos en su búsqueda.
Ceres se mostraba algo distante, estaba frustrada por no poder ayudar a su Mate y a su amiga en una simple batalla.
—¿Por qué no vienen? Por favor, iniciamos esto juntos y lo terminaremos juntos — habló Dafne casi en súplica.
—Pequeña híbrida del mar y la Luna — Caronete se acercó y le acarició el cabello —, los Centauros no somos guerreros por naturaleza, nos gusta estar en paz con otras criaturas y...
—Entiendo tu punto — le sonrió cálidamente al Centauro —. Si necesito ayuda ¿puedo buscarlos? — lo miró dudando.
—Claro — dijo el Centauro.
Caronete le sonrió ampliamente, mientras tanto Tefnut la miraba con cierto recelo aun así no era una mirada de enfado, ahora confiaba en que Dafne y sus aliados estarán bien.
Aylin le hizo una seña a Ceres para que se acercara a ella, la loba se acercó a la sacerdotisa algo confundida por ello, siguió a la de cabellera rizada al interior del templo.
—Hum... ¿para qué me necesitas? — preguntó la licántropa con nervios.
Ceres no recibió respuesta y Aylin sacó de un cajón un arco y unas flechas la loba la miró asombrada aquello, sintió la madera y el cálido lugar a su alrededor, no entendía por qué le transmitía tanta paz. Era distinto a su manada. Luego de un rato la sacerdotisa se acercó y le entregó el arma a la loba, Ceres sintió una energía cálida recorrer su cuerpo y sin que se diera cuenta sus ojos adquirieron un color violeta muy claro.
—Escucha... pude sentir en tu interior un poder latente muy grande — mencionó Aylin —, pero no es sólo tu poder como ser sobrenatural sino que hay algo más.
—¿Algo más? — su contraria asintió levemente.
—Así es. Tú deberás utilizar tus poderes ocultos para hacerle frente a todos tus enemigos — acarició el cabello de la licántropa —tú no eres como cualquier mujer lobo, tú eres especial.
La loba interna de Ceres despertó nuevamente, luego de un par de semanas de haber encontrado su Mate y tomando posesión del cuerpo de Ceres habló, los ojos de ella se volvieron de un tono violeta muy brillante y crecieron sus colmillos. Ceres había regresado a tener a su bestia interna controlándola luego de un largo periodo de tiempo.
—Lo haremos, este es nuestro poder
Aylin ya estaba enterada de que los lobos poseen una bestia interna que, en determinados momentos, toman posesión del cuerpo de ellos.
Mientras tanto Jack y los demás estaban esperando a Ceres fuera del templo, Alexey y Kassia se retaban con las miradas y de vez en cuando miraban a Dafne.
—Señor Alexey ¿cree que ya se tardó? — dijo Ivanna.
—Lo más seguro es que esté despidiéndose de la sacerdotisa, Ivanna — respondió el hombre.
Luego de un rato, Ceres abandonó el templo despidiéndose alegremente de la sacerdotisa, ella simplemente respondió con una pequeña reverencia y una cálida sonrisa en sus labios.
Estaban listos para continuar su viaje en busca de las gemas mágicas y que ahora les restan nada más por encontrar once.
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