Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Glenn

Faltaban tres minutos para las siete cuando abrí la puerta. Como siempre, la habitación estaba sumida en la oscuridad. Con sigilo, me acerqué a la gran cama y me senté al lado de su ocupante el cual continuaba durmiendo. Me incliné hacia él y lo besé. Él se removió, pero no se despertó. Sonreí.

Aquella se había vuelto nuestra rutina desde hacía dos semanas y media. Cuando se acercaba la hora en la que él solía despertarse, entraba en su habitación y esperaba, sin dejar de observarlo, a que despertara. En un principio, que yo acudiera a su habitación era para que Misha se alimentara de mi sangre, pero pronto tomó un significado distinto. Más profundo. Al menos por mi parte.

La manda y yo no tardamos en acostumbrarnos a nuestra nueva vida. Mientras estuviéramos todos juntos, las manadas podemos aclimatarnos a lo que sea. Además, vivir con aquel aquelarre de vampiros no estaba tan mal. Para nada.

A pesar de que algunos de ellos no acababan de estar conformes y se limitaban a tolerarnos, otros habían comenzado a relacionarse con nosotros. Con el trascurrir del tiempo nuestros lazos se iban estrechando. Resultó que Rena era una amante de la moda y congenió con Tara y Lehanna desde el primer momento. Pasaban mucho tiempo juntas hablando de las nuevas tendencias humanas y mirando catálogos por internet. Josh, por su inocencia natural, era querido por todos, pero con quien más le gustaba pasar el tiempo era con Lyonya. Verlos juntos era como un milagro, porque era la primera vez en la historia que un vampiro y un lobo se hacían amigos como si no existiera diferencias entre ellos.

Incluso a Maya y Valerio, los más reacios, les gustaba unirse a Vladimir y Nikolai. A la pareja de hermanos les encantaba competir con la pareja de vampiros en cualquier cosa y se pasaban casi todos los días en el gimnasio o en la sala de tiro. Incluso competían haciendo crucigramas. Era algo digno de ver.

Carter y Derek iban de aquí para allá con Grigoriy, el encargado de la seguridad de la mansión. Recorrían el perímetro, se aseguraban de que todo estaba en orden y recogían los pedidos de comida y sangre que llegaban. En algunas ocasiones, se les unía Galina, vampira que, si bien no estaba en nuestra contra, tampoco se quería relacionar demasiado con nosotros.

Zara, por quien más había estado preocupado, era la que mejor se había integrado. Todas las vampiras estaban pendientes de ella y habían comenzado a acondicionar una habitación para el bebé. Y, de todas ellas, Dariya era quien le prestaba más atención y cuidados.

― Me contó que su mejor amiga murió con catorce años por un mal parto ―me explicó Zara una semana atrás ―. Al parecer, el director del orfanato solía violar a las niñas y muchas quedaban embarazadas. Algunas abortaban, pero la mayoría morían al ser demasiado pequeñas para poder gestar a un bebé en tan malas condiciones.

― ¿Crees que le recuerdas a esa chica? ―le pregunté.

Ella se encogió de hombros.

― Creo que más bien quiere evitar que pueda ocurrirme algo así. Supongo que no podría soportar revivir una situación que todavía le sigue causando dolor.

Era posible, pero algo me decía que Dasha quería proteger a Zara por algo más, un algo que creía saber qué era.

Y, por su parte, Liam... Bueno, él había tenido desde el principio una extraña relación con Dimitri y así seguía siendo. Aunque ambos no se buscaban, al ser las manos derechas de los líderes de sus respetivos grupos, debían verse, hablar y estar de acuerdo para que todo marchara bien. Podría decirse que había algo extraño entre ellos, sobre todo por el hecho de que Liam solía buscarlo con la mirada cuando los vampiros se reunían con nosotros a la hora de la cena. Dimitri no acudía todas las noches, a diferencia de su hermana, pero cuando lo hacía, Liam era incapaz de no estar pendiente del vampiro. Si no fuera porque lo creía imposible, diría que Liam estaba igual de enamorado de Dima que yo de Misha.

Iba a besarlo de nuevo cuando Misha abrió los ojos. En su boca se dibujó una sonrisa ladina y nos observamos unos segundos antes de que nos fundiéramos en un beso. Misha me atrajo hacia él, colocándome contra la cama. Yo me dejé hacer, aceptando que él fuera quien tomara el control y colé mis manos por debajo de su camisa de seda. Él, como era habitual, me dejaba hacer siempre y cuando no fuera más allá.

No es que lo hubiéramos hablado o que me lo hubiera dicho específicamente, pero sabía que tocarle más allá de la cintura era zona peligrosa. Cuando intenté colar mis manos por sus pantalones y acariciarle los muslos y el trasero, él se tensó y yo me aparté. Tampoco es que Misha reaccionara demasiado a mi visible excitación, algo que incluso los míos y los otros vampiros podrían oler a kilómetros. Por una parte, su falta de reacción me molestaba y me entristecía. Estaba más claro que el agua que yo le atraía, que nuestros tonteos iban más allá del intercambio de sangre y que él buscaba en mí algo más que mi fluido vital. Pero, por otra, no quería pasar de los besos y de las caricias que no terminaban de ir a ninguna parte salvo a volverme más loco por él.

Como en aquel momento.

Su boca succionó la mía y lo aparté cuando sentí que iba a enloquecer. Pero lo hice con demasiada fuerza y sin que él se lo esperara. Misha cayó de la cama y yo me incorporé rápidamente con el pánico pintado en el rostro. Iba a preguntarle si estaba bien, pero cuando vi su rostro me quedé mudo. Sus ojos negros, inyectados en sangre, me miraban con aquella frialdad glacial que solía tener cuando dejaba de ser Misha para ser el líder de aquelarre Mikhail Morozov.

Con elegancia y dignidad, se levantó sin apartar la vista y sin abrir la boca. Se dio la media vuelta para marcharse hacia el baño, pero fui lo suficientemente rápido para aferrarlo del brazo antes de que alcanzara la puerta.

― Misha.

Él se sacudió el brazo y, al ver que no lo soltaba, volvió a fulminarme con la mirada.

― Suéltame ―me amenazó más que pidió.

― Lo de antes...

― ¿Lo de antes? ¿Qué quieres decir? ¿El empujarme? Tranquilo que he entendido el mensaje ― y volvió a intentar zafarse y yo tuve que agarrarle con más fuerza.

― No, no lo has entendido.

Me dio un manotazo en el pecho.

― He dicho que me sueltes, chucho.

― Y yo que no te he apartado por lo que piensas.

― ¿No? Yo creo que sí. Me preguntaba cuándo te cansarías de mantener este juego absurdo.

― ¿Absurdo? ― repetí. Se me había hecho un nudo en el estómago ―. ¿Eso es lo que piensas de lo nuestro?

Misha alzó el rostro para mirarme con suficiencia antes de sonreír con ironía.

― ¿Lo nuestro? ¿Acaso tenemos algo? Porque, de ser así, yo no me he enterado.

Sus palabras, como una puñalada certera, se clavaron en mi pecho.

― Esto, sea lo que sea, significa algo para mí.

― ¿Sí? Pues no lo parece.

― ¿No? ―solté con sarcasmo llevando su mano a mi entrepierna. Misha se sorprendió al sentir mi incipiente erección ―. ¿Qué es esto entonces? ¿Crees que apartaría a alguien que es capaz de hacer que mi cuerpo se vuelva loco de deseo?

Misha apartó la mano y yo se lo permití.

― ¿Entonces por qué...?

― Porque te quiero, por eso.

Se hizo el silencio entre nosotros, siendo mi respiración agitada lo único que se escuchaba en la habitación.

― ¿Cómo dices?

Has empezado esto, Glenn Linheart, y ya no puedes echarte atrás.

― Que estoy enamorado de ti.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro