➳ [ 044 ]
Dicen que la tristeza viene acompañada de la melancolía y que se vuelven mejores amigas, pero cuando la Depresión aparece, separa a la tristeza, llevandosela con ella, dejando en el olvido a la melancolía.
No sabía exactamente que era lo que me pasaba, no tenía ánimos de absolutamente nada. Tenía tres días en cama, desde que mi madre se enteró de mi embarazo y situación, gracias a qué papá tuvo una larga y extensa charla con ella en su despacho. Cuando mamá se enteró, se mostró muy emocionada por el nuevo miembro de la familia Min, claramente lo tomó muy bien.
Y aquí estaba yo, siendo enterrado por las millones de frazadas que me cubrían, mi mirada estaba puesta en el reloj de mi mesita de noche. Solté un suspiro al escuchar que tocaban la puerta de mi habitación.
—¿Se puede?— Jackson asomó su cabeza entre la puerta y el marco.
—Sí— Respondí, él sonrió y entró, cerro la puerta detrás de sí y camino hasta mí.
—Te ves terrible— Dijo, tomando asiento en la orilla de mi cama, a la altura de mi estómago.
—Gracias.
—Yoongi, no puedes quedarte aquí, encerrado y deprimiendote para siempre— Empezó. —Tenemos que ir al médico, el chequeo de tu embarazo tendrá que llevar algún control médico y eso aún no lo has hecho, ¿Me equivoco?— Lo miré y negué, mientras mi labio inferior formaba un puchero. —Sé que puede ser difícil, pero lo lograrás, siempre voy a apoyarte en todo, como antes, ¿Recuerdas?
—Jackson, ya no somos dos cachorros en busca de nuevas aventuras.— Respondí.
—Lo sé, pero... ¿Porqué no dejar a un lado las tristezas y seguir nuestra vida?— Solté un suspiro, lo pensé.
Jackson tiene razón, debo de seguir, porque tal vez en un futuro alguien más que Park, me necesite. Porqué estoy dispuesta a no rendirme ante Park Bogum. Y se lo voy a demostrar.
—Bien, vayamos al médico.— Me senté de golpe, causando que Jackson pegara un pequeño brinco.
Él salió de mi habitación y yo me encargue de bañarme y vestirme decentemente. Claro, si a eso se le puede decir a una camisa azul y un jeans, junto con unas Vans blancas.
Salí y me reuní con Jackson en la sala.
Mientras más caminábamos para dirigirnos al consultorio médico, más me atacaba la melancolía, muchos recuerdos de cuando Jackson y yo éramos pequeños, venían a mi mente.
—Jack, ¿Recuerdas cuando tú papá no te dió dinero porque estabas castigado y tuviste que cantar en la calle para pedir un poco de dinero?— Él sonrió y asintió.
—Recuerdo que ese día tú me habías pedido una paleta de fresa, y no quería regresar a casa sin ella.— Sonreí. Era verdad, Jackson siempre me había tenido como su principal opción, siempre se encargaba de hacerme feliz y de que nadie me molestará.
Incluso cuando en la secundaria, me golpearon con un balón y él golpeó a esos chicos.
—¿Qué pasa? ¿Porqué estas de esta manera Jackson?— Su camisa blanca de botones, estaba ensagretada por culpa de la sangre que escurría de su nariz.
—Nada, tranquilo.
—¿Cómo quieres que esté tranquilo si estás desangrándote? ¡Joder!— Levanté mi mano y entre mis dedos agarre fuertemente su oreja. —¿Qué mierda paso?
—¡Auch, auch, auch, duele, suelta, suelta suelta!— Trato de soltarse de mí, pero no pudo, al contrario, apreté más su oreja. —¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Golpeé a los chicos de ayer!
Mi boca se abrió sorprendida, solté su oreja y él aprovecho para sobarla y hacer caras de dolor.
—¿P-Porqué lo hiciste?— Pregunté.
—Porqué te lastimaron, y yo jamás permitiría que alguien te hiciera daño, eres mi mejor amigo y en el que más confío, eres el Omega más precioso del mundo y no puedes ser lastimado ni mucho menos, despreciado. Yoongi, mientras yo esté a tu lado, prometo que jamás vas a sufrir por nada, ni mucho menos, nadie te podrá lastimar. Es una promesa.
Sonreí.
—¿De que te ríes?— Preguntó, yo dirigí mi mirada hacia él y dije:
—De la promesa que me hiciste en Secundaria— Sonríe. —Tengo curiosidad.
—¿Sobre qué?
—Sí aún mantienes esa promesa.
Ambos detuvimos nuestros pasos, bueno, yo lo hice porque él lo hizo. Se giró a verme y se acercó de repente a mí, causando que diera unos pasos hacia atrás, chocando con una pared.
Sus ojos conectaron con los míos, empezó a acercarse, mi pulso incremento. ¿Qué iba a hacer? Instintivamente cerré los ojos e hice un poco mi cabeza hacia atrás, tratando de evitar lo que mi mente había pronosticado, pero... nunca llegó. En su lugar, sólo llegaron unas palabras, que no supe cómo interpretar.
—Mi promesa sigue en pie, incluso mucho más fuerte que antes.
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