—Señor Park, los embajadores de Rusia están en la sala de juntas— Yoongi avisa mientras sonríe hacia él.

—De acuerdo, en un momento voy— Le devuelve una sonrisa tenue, pero significativa.

—¿Quiere que lo acompañé?— Pregunto.

—No, tú puedes continuar revisando los papeles, tienes mucho trabajo hoy y no quiero que te entretengas en otras cosas— Yoongi asiente con una sonrisa y camina a el sofá, para volver a sentarse y revisar y organizar los papeles en silencio. —Por cierto— Yoongi lo mira. —Mañana temprano, tendrás tu propio escritorio en esa esquina, para que dejes de estar en el sofá y puedas trabajar cómodamente— Informa.

—Oh, muchas gracias jefe Park— Hace una reverencia, le sonríe y vuelve a su trabajo.

El día de hoy, el Omega vestía una camisa celeste de manga larga, unos jeans azul marino y unas zapatillas del mismo color, el Alfa había llevado al Omega a su casa para cambiarse y recoger algunas cosas que necesitaba para el día de hoy. Después del encuentro de ayer en el auto del Alfa, Yoongi tenía dudas.

¿Qué había significado eso? ¿Park quería algo con él? ¿Sólo habrá sido un acoston? ¿Qué somos? ¿Qué iba a suceder ahora? 

El Omega tenía muchas dudas, pero no sé atrevía a preguntarle por miedo al rechazo, y él ya no quería sufrir por cosas de esa manera. Soltó un suspiro cuando vió marcharse al Alfa, quedando el solamente en la oficina, con ese sonido estresante de las manecillas del reloj.

La puerta volvió a ser abierta y Yoongi pensó que el Alfa entraría y le diría que lo acompañará, pero en vez de eso, una cabellera verde entro, cerrando la puerta detrás de el y mirándolo fríamente.

—¿Qué haces aquí, Taemin?— Yoongi se levantó, evitando que aquel Omega lo intimidara.

—Sólo venía a decirte unas palabras— Lo miró de arriba a abajo.

—Te escuchó— Soltó.

—Deja de ocupar un lugar que no te corresponde— Soltó molesto, a la par que daba un paso hacia él, Yoongi frunció el entrecejo. —Ahora pareces su secretario, cuando no es así, así que deja de tratar de ocupar mi lugar.

Yoongi quiso reír.

—Mira Taemin, aquí, puedo hacer lo que quiera porque estoy haciendo pruebas para mí Universidad, no lo hago para quitarte tu estúpido y miserable empleo, así que, baja el tinte de tu cabeza y ubícate— Yoongi se dió la vuelta, dispuesto a regresar a su trabajo, pero la voz de Taemin lo detuvo.

—Que pobre iluso, ¿No me digas que también le abriste las piernas al jefe Park?— Yoongi se detuvo en su lugar, se giró hacia él y lo miró molesto. Empezaba a ser un dolor en el culo.

—¿Qué dices?

—Eso. Verás, Park no es hombre ni Alfa de un solo Omega, así que sí le abriste las piernas, déjame decirte que lo siento mucho por ti— Taemin le sonrió.

—No sabes nada— Espeto.

—¿Sabés? Para ser Omega y su secretario, sé más de lo que debería, como por ejemplo, que ahí— Señaló el sofá dónde Yoongi estaba sentado. —Me metió su polla hasta dentro— Yoongi lo miró sorprendido. —O allá— Señaló su escritorio. —Me hizo el mejor oral de mi vida para después follarme tan duro que incluso, puedo sentir aún sus manos en mi cintura— Yoongi no podía creerlo. —O en su casa...— Yoongi lo miró, Taemin camino a paso lento hacia él, para llegar a su oreja y susurrar. —Cuando teníamos proyectos que terminar, y me follaba en su cama, en la cocina, en la sala e incluso, en el baño; como sí no hubiera un mañana.

Yoongi se separó bruscamente de él y lo miró molesto.

—Largate, maldito mentiroso— Señalo la puerta y Taemin rió.

—Bueno, sí no me crees... puedes preguntarle— Sonrió con mucha burla, se dió la vuelta y salió de la oficina, dejando a un Omega inseguro y sintiéndose la peor basura de todo el mundo.

—No puede ser... no puede ser cierto— Se decía una y otra vez.

Yoongi no podía creer en esas palabras llenas de veneno que Taemin le había dicho, quería preguntarle a Park, pero no sería bueno ya que ellos no tenían nada oficial.

¿Qué debería hacer?