Después de enterarme que había una cafetera en la misma planta que la oficina de mi estúpido jefe, tuve que regresar y entrar al pequeño cuarto de preparado. Sentí mi teléfono empezar a vibrar como loco en el bolsillo de atrás de mi pantalón.

Puse la cafetera y en lo que preparaba el café, conteste la llamada de mi amigo Hoseok.

—Hey, ¿Qué tal?

—Lo mismo me preguntó yo, ¿Cómo te está yendo con Don mal humor? 

Reí.

—Mhm... pudo haberme ido peor, pero dime, ¿Qué tal en la empresa Kim?

—Encontre a un Omega súper encantador, casualmente es hermano de mi CEO, y no sabes lo hermoso que es, realmente quiero ofrecerle mi corazón en una bandeja de oro.

Volví a reír.

—Eres todo un Romeo— solté un suspiro. —¿Cómo te trata tu CEO?

—Ni que lo digas, el señor Kim es de lo mejor, incluso ahora estamos yendo a almorzar, ya que nos ha invitado la comida.

El café termino de prepararse, lo serví en una taza, y tomé la leche, echándoselo mientras escuchaba parlotear a Hoseok de lo bueno y espléndido que era su jefe. Tomé el mando de la taza y solté un suspiro.

—Tienes mucha suerte, el CEO que me tocó, es un estúpido Alfa que se cree mejor que los demás, incluso me arrojó algunas carpetas, es un total imbécil. Quiero cambiar de CEO.

—¿Qué soy un qué?— al escuchar y sentir su aroma, me hice hacia atrás, pegando un brinco, con el cual hice que el café me cayera en el pecho.

Tiré la taza haciendo que se rompiera en pedazos, mi teléfono también termino en el suelo, mis lágrimas se hicieron presentes, el fuerte y horrible ardor que sentí en mi pecho y parte de mi abdomen me hizo querer gritar, llorar y salir corriendo.

Pero apreté mis labios, le dí una sonrisa forzada a mi CEO, que se encontraba mirándome preocupado. Sus brazos estaban en el aire, a la altura de mi abdomen, tal vez pensó en ayudarme.

—L-Lo siento, y-yo... i-iré a-al b-baño— pase por su lado y salí corriendo, necesitaba echarme agua o algo que me quitará el ardor.

POV JIMIN.
Paso por mi lado y se fue corriendo.

Estaba preocupado, no pensé que se iba a asustar y peor aún, que terminaría quemándose con el café. Solté un suspiro y talle mi cienes con preocupación.

Desde que lo ví entrar a mi oficina, mi lobo simplemente alzó las orejas y lo miro atentamente, después de que el neutralizador perdiera su efecto, su aroma a chocolate y fresas, simplemente me envolvió, mi lobo empezó a brincar descontrolado, mientras que mi lado humano se negaba a cualquier posible acción.

Me dí la vuelta y regrese a mi oficina, me senté en mi silla y me quedé un momento mirando a la nada.

No, él no puede ser...¿Verdad?

Negué repetidas veces con la cabeza, preste total atención a la computadora y seguí con mi trabajo.

Media hora después, lo ví entrar por la puerta, su camisa aún estaba húmeda, sus ojos estaban hinchados y su cabello asentado. Camino hasta el sofá y continuo revisando algunas carpetas, sin prestarme atención.

Me levanté, me quite mi saco y lo deje en sus hombros, sin mirarlo y decir nada, regrese a mi silla.

—Ve al doctor— dije, tecleando algunas cosas en mi computadora.

—N-No es necesario, yo...

—No fue una pregunta, fue una orden— él bajo la cabeza y asintió.

—De acuerdo— dejo las carpetas en mi escritorio, y se fue, con mi saco en sus hombros, dejando su aroma a tristeza en mi oficina.

—Maldición.