JeongYeon despertó de la mejor forma posible.

«Esto es el maldito cielo.» Pensó.

Una suave brisa contra su desnudo cuerpo, el oleaje del cristalino mar de fondo y Nayeon en el balcón, tomando un café.

— Buenos días, cachorra.

Saluda pasando sus brazos por la cadera de la menor mientras deposita un beso en su marca.

— Mmm... buenos días, alfa.

La omega se da la vuelta y enrolla sus brazos alrededor de su cuello. Nayeon inicia un beso lento, lo suficiente para que el corazón de JeongYeon comience a palpitar a un ritmo más elevado.

Bueno, sin importar si la menor está sonriéndole, besándola o ignorándola ante una pequeña pelea, el corazón de la alfa siempre late por y para su dulce cachorra.

— Me vas a matar omega.

Murmura con voz ronca, adorando como las mejillas de la contraria se pintan de rojo y como sus labios muestran sus dientes de conejo.

— ¿Lo dice quién está desnuda?

Ahora es el turno de la alfa de sonrojarse.

— Oh vamos, Nay. Eso nunca te ha causado molestia.

— Nunca dije eso.

La mano de la omega se arrastra por todo el vientre hasta llegar al miembro, al cual le deja un apretón.

JeongYeon deja salir un gruñido cuando es empujada al querer acercarse más a la traviesa omega.

— No me gruñas. Ahora, vamos a bañarnos.

Yoo no pone ninguna objeción, siguiendo los pasos de su omega, cuál perro detrás de un hueso.

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Nayeon siente que su corazón está a punto de padecer una sobredosis de amor, incluso sin ser médica puede percibir sus niveles de glucosa subir hasta el nivel del cielo.

Yoo JeongYeon está ahí, con un bonito retrato en su lienzo.

Habían ido a tomar una clase de pintura que el hotel en el que se hospedaban daba cada tres días (Solo irían a esa, ya que JeongYeon había hecho una exagerada búsqueda sobre qué cosas podrían hacer en la isla en la que encontraban.)

La lista ya contenía unas cosas tachadas, como nadar con unos delfines (a pesar del miedo que JeongYeon les tiene, todo por el amor a su omega y esa mirada brillante que rogaba que la acompañará), o preparar sus propias bebidas, en específico fueron tres, la de JeongYeon llamada "Bastarda" (porque al beberla te quemaba tanto la garganta que solo podías insultar a su creadora), la de Nayeon llamada "Miel de Mar" (ya que se trataba de una bebida dulce que al primer sorbo te transportaba al océano) y la última, hecha por las dos, llamada "Sweet Hell" (por lo azucarada y caliente que era la habitación del hotel cuando las dos entraban).

Pero ahora, la tercera en la lista es la clase.

Y JeongYeon simplemente no sabe concentrarse.

El profesor dijo que todos tenían que pintar o intentar retratar una obra de arte, podía ser un cuadro ya reconocido o una escultura. Solo algo que tuviera que ver con el arte.

Nayeon después de algunos minutos consiguió algo muy parecido a la noche estrellada por Van Gogh, mientras que JeongYeon ocupo una musa más íntima.

Sí, en el lienzo de la alfa, un retrato casi idéntico a la verdadera persona descansaba.

Yoo Nayeon.

La pintura logró impresionar a varios ojos curiosos, la mezcla entre diferentes tipos de morado, azul y rosa parecía haber sido creada con precisión y no con una brocha simple.

— Yo hice a mi esposa Yoo Nayeon, ya que todos esos defectos, habilidades, deseos, miedos, debilidades y destrezas la hacen ser algo digno de admirar. A mis ojos las obras de arte no son especiales por su precisión o diseño, lo son por lo que transmiten. Nayeon a mí me transmite amor y apoyo, ella es todo lo que necesito.

Parece ser que JeongYeon disfruta hacer llorar a Nayeon por lo amorosa que es.

La alfa le roba un beso a la omega con el ruido de los aplausos de fondo.

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— Mira lo que me has hecho, cachorra.

JeongYeon susurra sobre los labios ajenos cuando la espalda de Nayeon toca el suave colchón.

— Mira lo que has causado en mí.

La alfa toma la mano de la coreana y la lleva a su pecho, exactamente donde su corazón está. Nayeon siente como está a punto de morir ante lo fuerte que late el órgano.

— Todo por ti.

La omega le arrebata las palabras de los labios, besándolos con pasión y amor.

Ambas se encargan de desnudar a la otra con paciencia, repartiendo besos y leves mordidas por cada extremo de la piel de su amante.

JeongYeon se toma especial tiempo en cada uno de los lunares que la omega tiene por todo su cuerpo, mientras que Nayeon se tarda más en las cicatrices de la alfa.

— Te amo tanto mi cachorra.

Susurra Yoo cuando entra en la omega, la misma deja salir un suspiro de placer y lleva sus manos a la cabellera negra de su esposa, dejando caricias por toda su extensión.

JeongYeon va un ritmo específicamente lento, como si quisiera que nunca se acabará la noche. Dejando a sus labios ir por todo el blanquecino cuello y los pequeños hombros de su omega.

Las olas a sus espaldas, la luz de la luna iluminándolas, siendo la principal testigo de su amor y los jadeos soltados por ambas, crean la perfecta armonía.

Pues Nayeon no tarda mucho en llegar al orgasmo y con ello hacer que su esposa logré anudarla una vez más.

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JeongYeon deja salir gemido al cerrar la puerta de su apartamento.

Graduada en *artes auditivas y musicales, había conseguido el trabajo de sus sueños, detrás de un escritorio en su estudio, donde grababa canciones, de otros grandes artistas o suyas.

Sin embargo, el trabajo, incluso si era con el que habías soñado desde mocoso, algunas veces se tornaba pesado.

Cómo el día de hoy, en un error, un ayudante de la compañía había eliminado tres canciones accidentalmente al confundirlas con las bases musicales, lo cual atrasaría el lanzamiento del álbum de Solar un mes más.

Había visto carne propia a una muy enojada Kim YongSun y a su novia MoonByul intentar calmarla.

Su jefe le dio el resto del día libre al notar que la furia de la artista no parecía calmarse sin importar cuando su pareja lo intentará.

Dejo sus zapatos en la entrada y se sentó en el sofá, frunciendo un poco su ceño al notar como el olor a cerezas de su omega era muchísimo, más fuerte y dulzón que de costumbre.

— ¿Cachorra?

Su omega aparece rápidamente en su campo de visión, vistiendo un suéter azul suyo que le queda dos tallas más grandes y un pantalón holgado color rosa.

No pasa desapercibido su evidente nerviosismo, pues se balancea sobre sus pies y esconde algo detrás de su espalda.

— Hola corazón.

Saluda primero.

— Hola alfa, ¡te tengo una noticia!

JeongYeon deja salir una sonrisa ante lo adorable que es su esposa.

— impresióname cachorra.

Nayeon finalmente se acerca a ella y le extiende algo blanco y largo.

Oh por Dios.

De ninguna manera.

— ¿A-Alfa?

La omega cuestiona más nerviosa al ver qué la nipona se queda en blanco.

— ¿E-Es verdad?

— Lo es, nunca jugaría con algo-

Nayeon es interrumpida por los brazos de su alfa alrededor suyo, JeongYeon la abraza con fuerza, haciéndola girar por los aires.

— ¡JeongYeonri! ¡Espera!

Cuando la alfa finalmente la baja, unos labios contra los suyos la toman por sorpresa.

— ¡Seremos madres! ¡Oh por Dios! ¡Un cachorro viene en camino!

JeongYeon comienza a dar vueltas por todo el apartamento, ignorante la suave risa que Nayeon deja salir.

No se esperaba menos de su alfa.

— ¡Gracias, mi amor! ¡Gracias! ¡Gracias!

Vuelve a los brazos de su esposa, quién no deja de depositar besos por toda su frente, mejillas y nariz.

— Te amo tanto, ¡los amo tanto!

Yoo la acuesta en el sofá y baja su cara hasta su estómago.

— Hola frijolito, soy tu mami JeongYeon. Te estaremos esperando ansiosas mi pequeño bebé, ven con calma y salud cachorro. Te amo muchísimo.

Los labios de JeongYeon se pasean por todo el estómago (aun sin abultar) de la omega, Nayeon deja salir algunas lágrimas, conmovida por la escena.

— Seremos las mejores madres del mundo, lo respetaremos, cuidaremos y amaremos como a nadie. Mi cachorra, gracias por darme tanta felicidad.

Sus labios se vuelven a unir y no se separan hasta que JeongYeon decide hacer una llamada a cada persona que conoce para contarle que será madre.

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Nayeon creía que su embarazo sería diferente.

Que ella tendría antojos raros y que JeongYeon se los conseguiría, o que tendría vómitos y mareos y su alfa la apoyaría.

Pero no.

Subestimo la conexión que Yoo tiene con su pequeño bebé (como suele decirle).

JeongYeon es quien tiene todos los síntomas de su embarazo.

De verdad, solo falta que su abdomen comience a hincharse para que todos crean que realmente fue Yoo Nayeon quién embarazo a Yoo JeongYeon.

— Subí dos kilos.

La alfa se posa delante de ella, con el rostro triste y la espalda inclinada.

— Si sigo a este paso ya no me querrás y te encontrarás a otro alfa, alguien con un estómago formado y músculos prominentes, con una sonrisa de comercial Colgate y que sepa diferenciar entre azul rey y azul marino. No como yo, ¡pero no es mi culpa! ¡Son tan parecidos, maldita sea!

Las lágrimas ya comienzan a brotar sus oscuros ojos cafés.

Sí, JeongYeon también se había vuelto bastante sensible.

— Claro que no mi amor. Yo te querré incluso si suben aún más de cien kilos.

Nayeon se acerca al borde la cama y se sienta en el regazo de su esposa, dirige sus manos a las sonrojadas y mojadas mejillas de la alfa y conecta sus miradas.

— Yo y mi loba te amaremos toda la vida.

JeongYeon al estar sensible, también necesitaba que constantemente le reafirmara su amor.

— ¿M-Me lo juras?

El corazón de la omega arde de ternura.

Yoo JeongYeon tiene un puchero en sus labios.

— Te lo prometo. Tú y yo para todas nuestras eternidades, amor.