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16.

SE QUE NO TE LO DIGO PERO ESTAS PROFUNDAMENTE ENTERRADA EN MI CORAZÓN.

—¿J-Jeongie Unnie?

Nayeon baja a la planta principal, donde Yoo descansa con los ojos cerrados y la boca entreabierta.

JeongYeon está en el sillón individual, con las piernas levemente separadas, dejando ver un gran bulto y su cabeza recargada en el respaldo del sillón.

Cómo ya se había mencionado la imaginación de la alfa no era su amiga en ese momento, por lo que se encontraba pensando en Nayeon en diferentes posiciones... demasiado subidas de tono.

— ¿Qué sucede cachorra?

La voz de JeongYeon sale ronca, las palabras raspando contra su garganta y al escucharla Nayeon pierde contra su lobo, sus ojos con tonos violetas y con un brillo único, dejando salir feromonas felices y excitantes.

— A-Alfa...

La voz de la menor totalmente suave, incluso lenta, arrastrando las palabras casi en un ronroneo.

La imagen que la mayor vio realmente la hipnotizo, su linda cachorra ruborizada con sus piernas removiéndose por la incómoda humedad, sus labios rojos y brillantes por el rastro de saliva que Nayeon dejaba salir cada les pasaba la lengua por encima.

— N-Nayeon.

«Dios mío, ¿Qué me sucede? ¿Yo, Yoo JeongYeon tartamudeando por una omega en celo?»

— Sube a tu habitación, te llevaré unos supresores.

Hace el amago de levantarse, pero algo la detiene.

La omega le gruño.

Su lobo la detuvo.

Su erección se lo impidió.

— Quédate ahí.

La omega sabe cómo, cuándo y con quién actuar atrevida y sumisa, sabe lo que tiene que hacer para tener a cualquiera babeando ante sus pies rogando por dejarlos sentir la satisfacción esperada, así que una vez vio a la alfa totalmente cómoda empezó su cacería.

A pasos lentos y sensuales, cuál modelo se acercó, meneando sus caderas, de un lado al otro.

Al llegar hasta Yoo se acerca e inclina, dándole una vista muy inapropiada de todo su torso a la alfa inquieta, lleva sus labios hasta el oído de la mayor y susurra.

— Alfa, ayúdame~

Bueno, ahora entiende cómo Mina no se pudo negar.

— Cachorra, tú estás en celo y-

— Por favor~

La menor alarga la última sílaba de la oración, dejando salir un gemido bajo, algo que fue tan excitante para JeongYeon que finalmente le cede el control a su lobo interior.

Con suavidad, la alfa toma la cintura de la menor y la empuja sobre ella, dejando a Nayeon en su regazo, sin querer perder más tiempo junta sus labios en una danza lenta pero deliciosa. Ambas jadean cuando Nayeon pone sus piernas a cada lado de las de la alfa, rozando a propósito su trasero con la erección de la mayor.

Entre caricias y toqueteos delicados, chupetones y mordidas, gemidos altos y bajos, excitantes y calientes, el tiempo pasa.

De un momento a otro la omega ya se encontraba sobre su cómoda cama, totalmente desnuda y sumisa ante la preciosa alfa encima suyo.

— E-Eres tan hermosa.

Las palabras son murmuradas sobre la blanca piel del vientre bajo de la menor, Nayeon baja su mirada y nota la delicadeza con la que la alfa deposita sus besos. 

Su corazón da un vuelco cuando JeongYeon nota su mirada y se la devuelve, junto a esa sonrisa que tanto adora.

Yoo se toma todo el tiempo del mundo para disfrutar del curvilíneo cuerpo de la menor, mordiendo y besando con suavidad, temiendo lastimar a su cachorra.

La piel blanca de Im deja de serlo para convertirse en un lienzo donde los besos mojados y mordidas son las manchas de pintura, también descubre lo mucho que a JeongYeon le gustan los lunares por la forma en la que su mano izquierda acaricia el que descansa en su cadera y como su lengua adora el de su pecho.

JeongYeon comienza a lamer todo su cuerpo hasta llegar a su clítoris, la alfa toma una respiración profunda antes de pasar su lengua repetidamente sobre el pequeño e hinchado botón de placer. Nayeon arquea su espalda y lleva sus manos a la larga cabellera negra ajena, tomando algunos mechones entre sus manos y acercando más (si es que es posible) a la hambrienta mayor.

Yoo toma muy en serio su trabajo, sin permitirle un descanso a la jadeante omega. Quiere hacerla sentir todo lo que su corazón aún no le puede decir.

Quiere hacerla sentir como la omega más especial del mundo, por qué lo es en el pequeño de JeongYeon.

Cuando los jadeos son más constantes y menos entendibles, JeongYeon se separa, ansiosa de tener su liberación junto a la omega.

Mientras intenta quitarse sus ropas restantes, nota la mano traviesa de la menor ir directamente hacia su centro.

— No.

Gruñe levemente.

— No te puedes tocar, solo yo lo puedo hacer. ¿Entendido?

— S-Si alfa~

— Tan obediente, tan sumisa y lista para mí.

JeongYeon vuelve a recostarse encima de Nayeon, pasando su mano por el centro de la misma, ahogando un gemido al sentir su humedad aumentar. Lleva sus labios a su cara mientras alinea su miembro en la entrada de la omega.

— ¿Lista, cachorra?

Nayeon asiente llevando sus manos a la espalda de la contraria. Dejando ir sus palmas, ir por toda la extensión de la misma, enterrando sus largas uñas cuando la punta entra a su interior.

— ¿E-Estás bien? ¿Q-Quieres parar? No te quiero lastimar.

— N-No, bésame.

El pedido de la omega se siente como una orden de la mismísima realeza, ahí es donde JeongYeon lo nota.

Ella está dispuesta a hacer de todo para que su omega este feliz y cómoda. 

Ella incluso traería el diamante más brillante o el pedazo de oro más grande si es que ella lo quiere, cargaría la gran luna en su espalda cuando la castaña no encuentre la luz o pondría una soga alrededor del sol para acercarlo más si es que la omega apenas siente frío.

Haría todo eso y más si obtiene ese brillo de amor en esos ojos miel con destellos violetas.

Yoo dirige sus labios hacia los contrarios, besándolos con amor y pasión. Nayeon se separa del beso cuando el miembro finalmente entra completo.

A Nayeon le encanta como JeongYeon se siente adentro suyo, pero adora como esos belfos la besan con calma, sin querer apresurar el momento, adora como esas manos la acarician con delicadeza, como si temiera que con cualquier toque brusco Nayeon se rompiera y desapareciera.

La alfa comienza un vaivén lento y profundo, sacándole gemidos y robándole suspiros a la dulce cachorra.

— Dime qué eres mía, Nayeon. Por favor, dímelo.

Ruega JeongYeon entre besos y embestidas suaves, anhelando escuchar de la propia omega lo que ella misma llevaba negándose desde que la conoció.

— Soy tuya Jeongie, yo te pertenezco.

«¡Ella es nuestra! ¡Nos pertenece!»

Su lobo exclama feliz moviendo su cola. JeongYeon siente una paz y una felicidad, recorrerle todo el cuerpo, hasta ir a su pecho, un calor reconfortante yace ahí.

— Mi Nayeon, mi cachorra.

Jadea sobre los labios ajenos cuando el ritmo pasa a ser más rápido.

Im suelta un grito cuando la alfa dirige sus labios a sus pezones, ambos erectos por la atención que JeongYeon les brinda constantemente.

La omega lleva sus manos hasta las mejillas sonrojadas de la mayor, atrayendo el rostro al suyo. Café oscuro con tonos amarillos y café miel con destellos morados se encuentran, y se pierden totalmente en la mirada de la otra.

Nayeon solo puede preguntarse, ¿por qué esto se siente diferente?

No es difícil para su lobo saber la respuesta.

Todo con JeongYeon se siente diferente, y con ello más especial. Podría pasar la tarde con la mayor en un basurero y para ella aún seguiría siendo algo perfecto y precioso.

Pero admite que estar así con ella, es algo que jamás podrá comparar.

Admite que su lobo anhela con todo su ser a la alfa.

Y deja salir algunas lágrimas, porque ella está tan agradecida por haber encontrado a alguien como JeongYeon.

Sabe que ya no puede mentirse más.

Ella quiere a JeongYeon como las estrellas al espacio, como las nubes al claro cielo, como los pájaros a su canto. Ella quiere a JeongYeon y por primera vez no la asusta.

— ¿O-Omega?

— T-Te quiero Jeongyeon.

La alfa sonríe y besa a la omega una vez más, Nayeon no se siente herida al no tener una respuesta verbal, la forma en la que los labios de JeongYeon la besan es suficiente para saber que es un sentimiento mutuo.

— Y-Yo... ¡Ah! Estoy cerca.

Deja salir un gemido cuando JeongYeon al escucharla lleva su mano a su clítoris.

Yoo solo se enfoca en el placer de la omega, y eso la hace sentir tan querida.

No pasa mucho tiempo para que Nayeon sea golpeada por las acaloradas olas del clímax y la mayor, al ver su ceño fruncido, sus mejillas sumamente sonrojadas y su boca entreabierta soltando maldiciones, siente cómo su nudo comienza a expandirse en el interior de la omega.

— ¡Ah! ¡Alfa!

JeongYeon mira a la menor, nota como su ceño se frunce aún más al sentir el nudo dentro de ella. Es algo doloroso.

— Lo sé, lo sé. Lo siento, no quiero hacerte daño.

La alfa besa todo el rostro sonrojado de Nayeon, buscando distraerla del dolor pasajero.

Y lo consigue, pues segundos después Nayeon casi está ronroneando del placer.

— N-Nay...

La mencionada abre suavemente sus ojos y arrastra las palabras de boca, el celo pasándole factura y trayéndole el cansancio.

— ¿Sí?

— También te quiero.

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