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𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖈𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔



Según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de la Salud de Corea del Sur, los supresores de feromonas han sido clasificados en función de su eficacia y duración, adaptándose a las necesidades de cada individuo en diversas situaciones fisiológicas y emocionales. Un supresor básico bloquea la emisión de feromonas en un 90%, permitiendo una liberación residual del 10% únicamente en condiciones de estrés elevado, lo que puede desencadenar una respuesta inesperada en ciertos entornos sociales o laborales. Para estos casos, se utiliza el supresor moderado, diseñado para contener las feromonas restantes incluso en situaciones de presión. Por otro lado, el supresor de emergencia, disponible en formatos portátiles, ofrece un bloqueo total por un máximo de veinticuatro horas, contrastando con las 72 horas estándar de los otros. No obstante, los avances en biotecnología han impulsado el desarrollo de un supresor experimental, que promete mayor efectividad y adaptabilidad, pero que actualmente se encuentra en fase de prueba debido a los riesgos detectados, tales como desequilibrios neuroquímicos, agotamiento crónico y potenciales efectos secundarios a largo plazo.

Hyunjin se removía incómodo en la silla, clavando la mirada en la pantalla de su teléfono. Había pasado horas navegando por páginas de salud, buscando respuestas a una pregunta que lo inquietaba profundamente: ¿por qué Jeongin podía percibir su aroma?

El médico que esperaba en la sala contigua parecía confiable, o al menos eso decía la placa bordada en su bata blanca. Pero confiar no era una opción.

No ahora.
No con la posibilidad de que sus supresores estuvieran vencidos.

Siempre llevaba consigo aquellos supresores moderados. No los necesitaba tanto, o eso creía; nunca había sentido la tan temida oleada de emociones que la doctora Ahn le había advertido que podría experimentar si algún día su condición cambiaba.

🌊

─ ¿No recuerdas ni un solo número de teléfono?

Jimin no podía creer lo que veía. Frente a ella estaba un omega increíblemente hermoso, pero a simple vista era evidente que algo no andaba bien. Su aspecto desaliñado y el hecho de que solo estuviera cubierto por una toalla añadían un aire de vulnerabilidad a su presencia. Sin embargo, Jimin intuyó que debía actuar con discreción. Sin decir nada, comenzó a rebuscar en los guardarropas cercanos, buscando algo que pudiera servir como ropa. Después de unos minutos, encontró un camisón andrajoso que, aunque desgastado, sería suficiente por el momento.

Jeongin, mientras tanto, se encontraba recostado entre las sábanas estampadas con el dibujo de una bola blanca que parecía tan confusa como él mismo. Jimin se había arrodillado junto a la cama, casi encima de él, observándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación.

─ ¿Dónde está tu familia? ─Preguntó nuevamente la beta, sin darse cuenta de que era la segunda vez que lo hacía.

Jeongin desvió la mirada, agotado. ─ ¿Tengo derecho a descansar hasta mañana?

No había podido descansar bien luego de que el mar le arrastro hasta la descendencia, estaba exhausto.

Jimin, por su parte, había comenzado a recopilar la información que el chico dejaba entrever en sus respuestas. Mientras procesaba todo, una imagen comenzó a formarse en su mente: un niño que lo había perdido todo. Sus padres, probablemente víctimas de un accidente marino, y él, el único sobreviviente, ahora con amnesia.

Mientras lo examinaba más de cerca, notó las heridas dispersas por el cuerpo del joven. Algunas parecían superficiales, pero otras parecían más agudas. Al cargarlo, se había sorprendido de lo ligero que era. No lucía desnutrido, pero su peso no correspondía a su apariencia.

¿Habría intentado quitarse la vida?

Su mente le ofrecía varias posibles explicaciones, pero en todas, el resultado era el mismo: amnesia.

¿Qué importaba cómo hubiera llegado a ese punto? Lo único claro era que Jeongin necesitaba ayuda, y pronto.

─No te preocupes, Innie. Ya llamé a un doctor muy bueno. ─Las palabras suaves de la chica de cabellos negros fueron lo último que él escuchó antes de hundirse en un sueño profundo, envuelto en la calidez de las colchas acolchonadas de aquel lujoso aposento.

Después de asegurarse de que el omega descansaba cómodamente, Jimin se sentó en el borde de la cama, mordiendo su labio con frustración. Había logrado encontrar el número del chico pecoso de su clase, pero ahora enfrentaba el verdadero desafío: convencerlo de que llamara a su padre.

No sería tarea sencilla.

¿Cómo pedirle a Yongbok que interrumpiera a su padre en medio de sus ocupaciones para que acudiera a una playa privada? Y, por si eso no fuera suficiente, explicarle que era para atender a un chico omega menor de edad que debería estar bajo la supervisión de sus padres... Sin que todo sonara terriblemente sospechoso.

¡Ah!

Era demasiado complicado decirlo con honestidad. ¿Tendría que mentir? Tal vez podría persuadir a Yongbok de que trajera a su padre sin revelar toda la verdad. Sí, quizá eso funcionaría. Si fueran amigos, sería más fácil. Pero apenas eran compañeros que se hablaban de vez en cuando en clase.

Piensa, Karina. Piensa. Ahn Jimin, piensa.

Mientras caminaba de un lado a otro en la habitación, Jimin sentía que su cerebro estaba por sobrecalentarse. Si al final de todo esto Hwang no la recompensaba por la gran salvada que estaba a punto de darle, bueno, ya encontraría cómo cobrarse. Aunque, siendo sincera, no lo hacía solo por ese estirado aristócrata de ranchería. De alguna manera, el omega le había movido algo en el pecho, tal vez su sentido de humanidad... o la culpa, porque creía en los dioses y, si un día a ella le pasaba algo similar, esperaba que alguien igual la ayudara a volver con su familia.

─ ¿Bueno? ¿Este es el número de Lee Yongbok? ─Preguntó con cautela.

La respuesta no fue la esperada. Un carraspeo grave en la otra línea le hizo fruncir el ceño. ¿Se había equivocado al conseguir el número?

Lee Felix ─corrigió una voz suave pero firme al otro lado. La confusión se disipó de inmediato al escuchar el tono del omega peliteñido.
>>Sí, soy yo, ¿qué necesitas?

─ Ah, verás ─comenzó, ajustándose el cabello como si eso ayudara a sonar más creíble─. Tengo una duda. Ya varios compañeros me han comentado sobre la maqueta de energía limpia que nos encargó el profesor Demian... digo, el profesor Son ─ se corrigió rápidamente, esforzándose por parecer profesional─. Como jefa de clase, quería asegurarme de que los informes sean entregados antes del martes. Ya sabes, el martes que viene en tres días.

─Ve al punto ─ Felix no tenía tiempo para rodeos, y su tono cambió notablemente al escuchar el nombre del profesor Demian, quien, por casualidad, era el esposo de su padre.

─ Bueno, ya varios me han dicho que el único prototipo de maqueta que funcionó fue el de mi equipo, ─murmuro con algo de orgullo contenido. Era cierto, y todo gracias al padre ingeniero de Jisung. De no ser porque esto era una emergencia, jamás habría considerado ayudar a alguien más.

No pudo ver la expresión de Felix, pero algo en el silencio que se hizo al otro lado de la línea le dio a entender que había captado su atención.

─ ¿Tu foco prendió?

─ Ajá ─respondió Jimin, tratando de sonar casual─. Somos pocos integrantes en mi equipo. Si te juntas con nosotros, podrías sacar un diez en lugar de un siete... ya sabes, por ese promedio que siempre anda medio tambaleante.

Felix permaneció pensativo por unos instantes. Jimin se arrepintió de no estar usando un teléfono fijo, porque le habría gustado tener un cable para enrollarlo en su dedo y calmar sus nervios. Finalmente, la voz del otro lado habló:

─ ¿Qué es lo que buscas?

─ Quiero a tu papá.

─ ¿Qué?

─ Me refiero... ─tosió, tratando de recuperar la compostura─. Requiero sus servicios. Necesito que traigas al doctor Yu Barom a la playa Hwang en Kyonggi. Es una emergencia. No te diré más hasta que esté aquí, pero te prometo que nadie saldrá perjudicado.

Silencio. El tipo estaba procesando lo que acababa de escuchar. Jimin, mientras tanto, rezaba internamente porque la física fuera suficiente para convencerlo.

Al final, nunca supo si Felix aceptó por la amenaza velada o porque el diez realmente era demasiado tentador. Claro, también estaba el hecho de que, según decían, su madre era un poco estoica cuando se trataba de boletas de calificaciones. Pobre tipo.

🌊

─ Quédate aquí, cámbiate de ropa. ─ Hyunjin habló con calma antes de darse la vuelta y salir, dándole a Jeongin el espacio que necesitaba.

Mientras tanto, en el primer piso, el doctor Yu seguía en la sala, probablemente preguntándose por qué lo habían dejado allí solo con una taza de té que ya se había enfriado. Hyunjin decidió que lo llamaría después, cuando el omega estuviera "más presentable".

Antes de salir, dejó a su alcance suficientes provisiones, lo justo para que no sintiera la necesidad de escabullirse afuera en busca de problemas.

Mientras tanto, en la habitación, Jeongin observaba las prendas con ojos críticos.

─ ¿Son todos los humanos tan guapos? Con esa cara, incluso si es inexpresiva, puede hacer que cualquiera se enamore... ─ Jeongin tomó una camisa elegante, haciendo un gesto de duda. Ponérsela debería ser fácil... al menos en teoría. Sus brazos funcionaban perfectamente desde siempre, pero el problema no era eso, sino que todo le quedaba enorme. Parecía un niño jugando a vestirse con la ropa de su papá.

>>Ese alfa estirado no me dejó usar las blusas de Jimin. ¿Qué tiene de malo un croptop? ¡Habría sido mucho más sencillo! ─refunfuñó

Los humanos eran complicados, pensó. Había demasiadas tallas, etiquetas y términos para la ropa. ¿No sería más fácil decir "blusa que cubre mucho" o "blusa que cubre poco"?

Luego tomó los pantalones y los miró con cansancio, deteniéndose en sus piernas inertes.

─La estructura del cuerpo humano es extraña... ─musitó, resignado.

La única ventaja que ve es el efecto de protección que le proporciona, de lo contrario, frente a otros machos terrestres, su pequeño... cuerpo no sería suficiente de mirar.

A pesar de sus limitaciones, logró ponerse los pantalones con cuidado. Sus piernas no obedecían, pero al menos podía sentir el tacto al tocarlas y doblarlas ligeramente. Eso sí, no tenía la fuerza suficiente para sostenerse de pie.

Con esfuerzo, intentó cerrar el zíper, rememorando vagamente las advertencias de su tío Yongguk.

<<Yanie, no te acerques a la orilla. Es demasiado peligroso allí. Y, sobre todo, no te acerques a los humanos. A ellos les gusta comer hoe... ¿Sabes qué es eso? ¡Pescado! Especialmente si eres un pececito tierno y hermoso como tú. Ay, qué bello es mi pequeño nereida...>>

Jeongin se estremeció, recordando los molestos pellizcos de su tío en las mejillas.

Hoe... Sashimi... Agujjim... Aunque Hyunjin parecía poco interesado en comer pescado, ¿quién podía saberlo? Los humanos eran impredecibles. Y si alguien descubría su verdadera identidad, ¿qué garantía tenía de que no terminaría siendo el plato fuerte?

Si realmente no puede regresar, debe esconderse en el mundo humano. ¿Qué pasa si realmente lo comen después de revelar su identidad?

Estaba solo, e incluso los miembros de su clan no sabían que estaba partido en ocho pedazos.

Mientras meditaba en sus miedos, el zíper finalmente encajó en su lugar, pero no sin consecuencias. Un pequeño pellizco lo hizo soltar un chillido que resonó en la habitación. En su sobresalto, perdió el equilibrio y cayó al suelo con un estruendo.

La pequeña mesa junto a él, que sostenía una partida de ajedrez, no sobrevivió al impacto.

─ Ay, mi pobre cintura...

La puerta de la habitación se abrió lentamente desde afuera, y unos pasos firmes resonaron en el suelo. Los impecables zapatos Oxford de Gaziano & Girling se detuvieron justo frente a él.

Jeongin levantó la vista con esfuerzo, encontrándose con el hombre azabache que lo observaba desde lo alto. La nereida, acostumbrada a mantener una postura fría e indiferente, sintió de repente un calor incómodo en las mejillas. Vergüenza.

─ Ja, ja... ¿qué? ¿Podría, por favor...? ─Intentó articular algo, pero el tartamudeo le ganó la batalla. ¿Qué demonios se suponía que diría? "¿Levántame de esta pila de autocompasión y vergüenza, por favor?"

El hombre, con su porte impecable y un aura que parecía bajar la temperatura de la habitación un par de grados, no dijo nada. En lugar de ello, se inclinó y, sin previo aviso, lo levantó con un solo tirón.

Intentó sostenerse sobre sus piernas, pero estas no respondieron; se doblaron inútilmente bajo su peso. Sintió el agarre firme alrededor de su cintura antes de ser llevado hasta la cama. Allí, el hombre lo recostó con cuidado, asegurándose de que estuviera cómodo.

Jeongin sintió el peso de una mirada que lo examinaba de pies a cabeza. ¿Debería decir algo? ¿Agradecer? ¿Pedir disculpas por ser tan inútil? Al final, decidió que lo mejor sería fingir estar inconsciente. Cerró los ojos con fuerza y esperó.

El sonido de la puerta cerrándose le indicó que el hombre finalmente se había ido. Ahora solo, Jeongin dejó escapar un suspiro, cubriéndose el rostro con las manos.

Los tres adolescentes esperaban con nerviosismo en el pasillo, observando cómo la figura imponente del Dr. Yu emergía finalmente de la habitación donde había estado evaluando al omega.

─ Hicieron bien en trasladarlo a una habitación en el primer piso ─comentó el alfa con voz firme, asintiendo brevemente. En el camino, les había indicado que evitaran espacios con escaleras para garantizar la seguridad del paciente, dado su estado físico incierto.

>> A simple vista, no parece haber ninguna afección visible en las extremidades inferiores. Sin embargo, será necesario realizar un diagnóstico más exhaustivo para descartar lesiones internas, como fisuras óseas o daño en los ligamentos. Según lo que Yongbok me comentó en el trayecto, parece que sufrió un episodio disociativo, probablemente como resultado de un traumatismo craneoencefálico. Por las heridas externas que pude observar, es evidente que el paciente sufrió una caída considerable o, en su defecto, fue arrastrado por una corriente marina. Las laceraciones superficiales son compatibles con el impacto contra una superficie rugosa. ─El alfa de cabellos azabaches carraspeó con sutileza, luchando contra la sequedad que amenazaba con cerrarle la garganta─. Dicho esto, será necesario realizar estudios de neuroimagen, como una tomografía computarizada o una resonancia magnética, para descartar hemorragias internas, inflamación cerebral o cualquier daño estructural. También sería prudente realizar análisis de sangre para monitorear posibles alteraciones en los niveles de electrolitos o signos de deshidratación severa.

Hizo una pausa, evaluando las expresiones ansiosas de los jóvenes.

─Por ahora, lo único que puedo realizar con el equipo que traje es un chequeo clínico general. Pero si la situación lo permite, deberíamos trasladarlo a un centro médico más equipado lo antes posible.

─Hyung, lo mejor será hacerle caso a mi padre y llevarlo a un hospital. Así, los servicios sociales se encargarán de todo. ¿No le parece ridículo meterse tanto en este asunto? ─Felix, el pecoso de turno, rompió el silencio con un tono más diplomático, tratando de no mirar demasiado al alfa que tenía justo enfrente.

─Nos metimos en problemas desde que Hyunjin decidió recoger a ese omega en la playa ─respondió Jimin, cruzando los brazos con algo de resignación─. Me compadezco del chico, pero lo mejor será seguir su caso hasta que encuentre a sus padres. Aunque estoy de acuerdo en llevarlo al hospital, no me confiaría tanto en los servicios sociales. Hay que vigilarlo, por si acaso.

Felix asintió con cierto alivio al oír esas palabras, aunque la decisión final recaía en el dueño de la villa.

─Increíble. ¿Todo eso supo con tan solo verlo? ─Fue lo que se escuchó pronunciar al alfa que esperaban el veredicto.

─No es seguro, claro. Por eso les recomiendo llevarlo a una clínica cercana. Si les sirve de algo y prefieren no cambiar de doctor... trabajo en un hospital particular en Kyonggi.

Felix soltó un leve suspiro. Claro, ahí estaba el clásico estilo Christian Yu.

─Soy el indicado para tratar estos casos ─añadió el doctor, ajustando su camisa con un aire de importancia─. Así que, con toda sutileza, les diré que no hay mejor doctor para esto que yo.

¿Sutileza? ¿Dónde quedó la sutileza?

─ ¿Trabaja cerca de aquí? ¿Por eso fue tan fácil para Felix convencerlo? ─preguntó la chica de cabello oscuro, entrecerrando los ojos con un toque de sospecha.

─El sábado es mi día libre, pero Yongbok fue insistente ─admitió Barom, encogiéndose de hombros. Luego, con una mirada que no se molestó en disimular, dirigió sus ojos hacia el alfa más alto de la sala─. Supongo que hay algo más que lo motivó a traerme hasta aquí.

Felix sintió cómo su rostro comenzaba a arder. De repente, la idea de meterse debajo de la alfombra o fusionarse con la pared no sonaba tan mala.

Después de poner a su hijo en una situación embarazosa, Yu Barom dejó escapar un suspiro apenas perceptible. Con un gesto hacia Yongbok, pidió el portafolio médico que el joven había cargado diligentemente durante todo el tiempo que llevaban ahí. Felix, que hasta ese momento había sostenido el portafolio a favor del padre, lo entregó sin decir palabra.

─Señor Yu, me gustaría agendar la cita para... eso. ─Dijo Hyunjin, esforzándose por recordar de qué habían hablado anteriormente, aunque el término preciso se le escapaba.

Barom no respondió de inmediato. Con movimientos precisos, comenzó a guardar nuevamente el instrumental mientras marcaba un número en su teléfono móvil.

─ ¿Vas a esperar hasta llegar a tu consultorio para hacerle un chequeo? ─cuestionó Yongbok, cruzándose de brazos.

─ La doctora juguetes lo hacía ver más sencillo ─Murmuro la beta.

Sin perder la compostura, Barom los mandó a callar con un simple movimiento de la mano, alzándola con la autoridad de quien está acostumbrado a ser obedecido.

─ ¿Aló? Mi vida, ¿cómo andas? ¿Los niños bien? ─La calidez en su tono de voz desconcertó a los presentes, que esperaban una llamada estrictamente profesional. Barom, sin embargo, no había marcado a su asistente.─ ¿Podrías pedirle a Eunbi que me abra el consultorio? Sabes que si se lo pido yo, se molestará. Dile que es una emergencia... Sí, sí, ya sabes, soy médico y sé dónde escondió su solicitud de empleo. ─Sonrió levemente ante la respuesta del otro lado de la línea. ─Está bien, cuídate, te amo... Adiós.

Cuando colgó, Hyunjin se atrevió a preguntar:

─¿Hay algún problema, doctor?

─Para nada... Oh, espera un momento ─El teléfono volvió a timbrar, y Barom atendió con la misma serenidad. ─¿Bueno? Ah, claro. Cuando llegues al consultorio, prepara una silla de ruedas. ─Y colgó.

─ ¿Silla de ruedas?

─Por supuesto. De nada sirve cargarlo con los brazos.

Rina y Hyunjin intercambiaron miradas. ¿Cómo no se les había ocurrido antes?

🌊

Por la noche, Hyunjin abrió la puerta de la habitación de invitados con la expectativa de encontrar a un omega aburrido, tal vez mirando el techo o contando las fibras de la alfombra de sisal. Sin embargo, lo que vio fue a Jeongin contemplando la puesta de sol desde la ventana.

Hyunjin no pudo evitar arquear una ceja.

No fue hasta que pisó la alfombra que Jeongin se dio cuenta de su presencia.

─ ¿Cuándo entraste?

Hwang dijo a la ligera:─Justo ahora.

>>Es tu último día aquí. Mañana iremos a una consulta y...

─ ¿Nos vamos mañana?

Tenía que hacer algo. ¡No podía alejarse cada vez más del mar!

Hyunjin lo miró con algo de incredulidad.─ ¿Aún quieres quedarte aquí? ¿No quieres volver a tu vida normal? Curar tus piernas y esas cosas...

¿Su vida normal? Jeongin bajó la cabeza, observando los nuevos elementos que ahora tenía su cuerpo. Movió la comisura de su labio y dijo hipócritamente: ─Sí, por supuesto que quiero curarme.

─Será mejor si puedes cooperar. He conseguido un médico.

Jeongin no pudo evitar preguntarse si esta era la primera vez que Hyunjin interactuaba con él. ¿Por qué este tipo estaba siendo tan amable con él? Si las cosas fueran al revés, y un desconocido apareciera en su territorio, lo primero que haría sería... bueno, golpearlo, observarlo desde una distancia segura y luego evaluarlo como su tío Yongguk le había enseñado.

Pero Hyunjin parecía haber saltado todo eso y decidido que eran amigos en cuestión de horas. ¿Qué clase de persona creía en hacer amigos tomados de la mano con extraños? Tal vez era huérfano. Eso explicaría por qué nadie le había enseñado a desconfiar de los demás.

─ ¿Son ustedes los alfas tan amables con los omegas?

Hyunjin se encogió de hombros. ─Depende de la situación.

─ ¿Cuál es mi situación? ─pregunto con una inocente curiosidad.

Hyunjin no respondió de inmediato. En cambio, sus pupilas se estrecharon, atrapando la luz tenue del sol que se reflejaba en ellas.

Hyunjin no respondió su pregunta, pero respiró lentamente.

─ ¿Lo sientes?

─ ¿Sentir qué? ─ respondió Jeongin mientras su torso giraba sobre sí mismo y se tocaba los brazos, el pecho y hasta el cabello, esperando algún tipo de revelación que nunca llegó.

La atmósfera en la habitación de invitados pareció cambiar de inmediato. Jeongin resopló, frunciendo el ceño, hasta que sus ojos se iluminaron de repente.

¡Ese olor! ¡Era el mismo que había sentido en el camino a la villa!

─ ¿Lo sientes? Una cantidad tan pequeña de feromonas ni siquiera debería percibirse por un omega promedio, pero tú... tú ya tienes las fosas nasales llenas de ese olor, y eso que ni siquiera he dejado escapar una fracción. ─Hyunjin lo miró con una mezcla de incredulidad y un tinte de desdén. Su tono se volvió aún más serio─: ¿Entiendes lo que digo, Jeongin?

El pez en cuestión frunció el ceño mientras su mente daba vueltas a lo que acababa de escuchar. Tras unos segundos de reflexión, parpadeó lentamente antes de contestar, visiblemente molesto:

─ ¿Acaso me estás llamando fenómeno?

Hyunjin se llevó una mano al rostro, cerro los ojos y un suspiro cargado de fastidio escapó de sus labios.

Jeongin lo miró, percibiendo al instante el cambio en la expresión del otro: una ceja arqueada, los labios tensos, y la clara amenaza de impaciencia que flotaba en el aire. Una alarma interna se activó en su cabeza. Cuidado. Deseo de supervivencia activado.

─ ¡Oh, no, no te enojes! ─se apresuró a decir ─Entonces... ¿por qué me dices todo esto?

─ No me gusta discutir, y mucho menos con alguien que no puede defenderse. Pero debes saber algo importante: no hay posada gratis en este mundo. Ahora mismo no tienes un centavo, has perdido toda tu memoria, y, francamente, estás comiendo más de lo que produces.

Jeongin se enderezó nervioso, sintiendo que algo serio se avecinaba, mientras Hyunjin continuaba:

─Puedo seguir pagando tu costoso tratamiento por ahora, pero hay una condición. Mientras recuperas tu memoria y tu cuerpo se estabiliza, ¿dónde planeas vivir?

─ ¿Qué? ─preguntó Jeongin con cautela, frunciendo el ceño. No tenía idea de hacia dónde iba todo eso.

─Vive conmigo y ayúdame con mi tratamiento. Yo te ayudo a volver con tu familia, y tú me ayudas a llevar una vida... normal.

Jeongin abrió mucho los ojos, su rostro mostrando una mezcla de incredulidad y creciente horror. Su boca formó lentamente una "O" mientras balbuceaba:─ ¿De verdad me vas a comer?

─ ¿Comerte?

¿Qué demonios estaba pasando? ¿Qué tenía que ver todo esto con comer? Hyunjin tragó saliva mientras intentaba no explotar. ¿Acaso este omega pensaba que era un caníbal? ¿Tan mal aspecto tenía?

Antes de que pudiera aclarar las cosas, Jeongin cerró rápidamente la boca y, con manos temblorosas, comenzó a desabotonar la camisa blanca que Rina le había enseñado a abrochar con tanta paciencia.

─No voy a comer tu comida, ni vestiré tu ropa, y mucho menos seguiré tu tratamiento ─dijo con determinación, evitando mirar al alfa─. Volveré al lugar donde me encontraste. De todos modos, es imposible regresar a mi hogar...

El omega recordó el momento en que lo había encontrado; su piel dura y áspera le había parecido extraña, pero ahora estaba convencido de que no sería fácil devorar a alguien así, al menos no lo suficientemente rápido como para que nadie lo notara.

No podía regresar a su hogar nadando, no con esas piernas. Pero tampoco se quedaría ahí para convertirse en el plato principal de alguien tan arrogante y frío.

Hyunjin no esperaba que Jeongin se negara tan simplemente. En su opinión, la otra parte debería aceptarlo con gratitud.

─Tírame donde quieras, pero no me iré contigo. ─Insistió Jeongin con obstinación. Incluso comenzó a imaginar cómo podría arrastrarse de vuelta al mar, a pesar de estar en lo alto de un cerro.

Hyunjin respiró hondo, intentando mantener la calma. Había olvidado que los omegas, incluso en situaciones extremas, podían ser sorprendentemente obstinados.

─ Parece que no entiendes lo grave de este asunto ─dijo, esforzándose por sonar autoritario─. Soy un alfa. No sé si captaste la parte donde mencioné que yo también necesito tratamiento. Un alfa, yo, no debería necesitar ayuda médica. ¿Entiendes lo que eso significa?

>> Mira, te dejaré descansar hoy ─suspiró Hyunjin, dándose la vuelta para salir de la habitación─. Has tenido un día largo y... lleno de rutinas agotadoras.

Antes de cerrar la puerta, añadió:

─Mañana revisaremos tu cerebro.

Jeongin tocó su cabeza, confundido, mientras trataba de entender cómo demonios revisarían un órgano que estaba dentro de su cráneo.

Tardó un momento en reaccionar y, lleno de indignación, gritó hacia la puerta cerrada: ─ ¡Tú eres quien debería echar un vistazo a su cerebro!

Odiaba que lo trataran como si tuviera algún retraso mental. No entendía lo que decían, pero eso no era por falta de capacidad, sino porque eran de especies distintas. ¡No tenía nada que ver con aquella ola que lo había arrastrado!

¡Agh!

Por supuesto, hacer berrinche no era una opción. Ya lo había intentado, pero terminar en el suelo sin poder levantarse había sido la humillación final. Así que, en un ataque de enojo, agarró una almohada y empezó a ahogarse en ella mientras pensaba en todas las injusticias del universo.

¡Inaceptable!

Temprano a la mañana siguiente, alguien llamo a la puerta de la villa de vacaciones.

Jimin, que todavía estaba medio dormida, bajó las escaleras mientras trataba de alisarse el cabello y abrió la puerta. Frente a ella, un chico de piel pálida y cabello negro se encontraba con una expresión tranquila. Sin más preámbulos, el recién llegado preguntó:

─Buenos días, ¿está Hwang aquí?

─Bueno, ¿has traído las cosas que te pedí? ─Hyunjin apareció detrás de Jimin, bajando las escaleras con una sonrisa ligera

Minho dijo con dedicación:─ Todo está listo. Anoche recorrí más de una docena de tiendas y seleccioné los productos de mejor calidad y comodidad. No merezco menos reconocimiento, ¿verdad?

Hyunjin sonrió, siguiéndole el juego, mientras Minho señalaba la silla de ruedas que llevaba consigo. ─Entra primero, todavía no se ha levantado.

─ ¿Primer piso? ─preguntó Minho mientras entraba, visiblemente sorprendido. ─Hombre, ¿cómo esperas que alguien confíe en ti si lo mandas al piso de los empleados?

Antes de que pudiera seguir hablando, Hyunjin le dio un ligero golpe en la cara para hacerlo callar. No era el mejor plan ponerse a discutir frente a Jimin, que todavía estaba ahí, mirándolos con una ceja levantada.

─Jeongin está en el primer piso por su condición. No queremos más accidentes. ─Explicó Jimin, lanzando una mirada entre desconfiada y acusadora al alfa desconocido.

─ ¿Jeongin? Qué bonito nombre, me imagino que ha de estar descansando, no debemos de hacer un escándalo. ─ Comentó Minho con una sonrisa conciliadora. ─ Apenas lleva un día aquí, ¿no? Es una lástima que no podremos conocerlo verdaderamente, pero bueno, son vacaciones de invierno, próximamente navidad, próximamente año nuevo. ─ Antes de entrar del todo, Minho dio un par de palmadas amistosas en el hombro de Jimin, quien se limitó a observarlo con cautela

Como le había explicado Hyunjin, lo había sentido como si lo que recogió era un pez y no una persona de la playa.

Minho soltó una carcajada mientras se dejaba caer en uno de los sillones del porche con vista al mar.

─Esto es increíble. ─declaró alegremente mientras se sentaba. ─Por favor, trabaja más duro y trata de caerle bien a ese chico lo antes posible.

Hyunjin sonrió y su voz salió un poco sarcástica: ─Claro, Minho. Porque lo único que me importa ahora mismo es que todos estén cómodos y felices. Una solución perfecta, ¿verdad?

Desde el otro lado de los cristales, Karina observaba la escena con recelo. Aunque no podía escuchar con claridad lo que decían, algo en la actitud relajada de Minho la incomodó. Sin decir una palabra, empujó la silla de ruedas hacia la puerta, sumida en sus pensamientos.

Hyunjin no había convivido con un omega en tantos años. Claro, en su escuela y salón había cientos, pero pasar más de veinticuatro horas con uno era un terreno completamente desconocido. Ahora que había conocido a uno tan de cerca, era inevitable que se sintiera desorientado, como si todo a su alrededor avanzara a un ritmo distinto.

Cuando Jimin abrió la puerta de la habitación, se encontró con Jeongin completamente vestido y sentado al borde de la cama. Sus manos descansaban en su regazo, y sus ojos permanecían cerrados, como si estuviera al borde de caer dormido.

─Solo tírame ya. No podré quedarme en tu mundo por mucho tiempo. Tarde o temprano me echaras o me escapare. ─Sugirió Jeongin sin rendirse.

Sus labios se movieron más rápido que su mente. Para cuando se dio cuenta de que quien había entrado no era el alfa estirado, ya era demasiado tarde. Jimin había escuchado todo.

Jimin se sintió incómoda al oír eso. Pensó que Jeongin se refería a la brecha en su estatus y capacidades.

¿Cómo es posible que este omega no parezca un niño lamentable y angustiado, sino que hable y se comporte como un joven maestro que ha sido constantemente mimado?

─Tú eres el omega que traje en mis brazos. ¿Quién se atrevería a menospreciarte? ─La voz profunda de Hyunjin resonó desde el umbral, obligando a Jimin a girarse. Los dos alfas estaban detrás de ella, a pesar de que hacía apenas un momento los había visto afuera, mirando el mar.

Jeongin respondió: ─No, te arrepentirás de haberme recogido. ¡Será difícil comerme!

─Si es difícil tratarte o no, no lo sabré si te vas. Más allá de lo que mencioné ayer, mi educación no me permite abandonar a un omega indefenso, especialmente en un lugar que está lleno solo por vacaciones.

Su tono se volvió más frío, sus palabras cargadas de una firmeza que parecía perforar las paredes de la habitación. Los ojos de Hyunjin reflejaban un peligro contenido, uno que Jeongin no deseaba, pero inevitablemente comenzaba a reconocer.

─Te sugiero que pienses detenidamente en las cosas que mencione antes y no saques conclusiones precipitadas.

La tensión en la habitación era tan espesa que parecía materializarse en forma de un pesado nubarrón. Desde el pasillo, Minho observaba la escena con los brazos cruzados, disfrutando del drama como si fuera una función de teatro gratis.

Jimin no dijo nada. Aunque ella había tenido tanto tiempo como Hyunjin para conocer al omega, la situación parecía demasiado personal.

Jeongin, por su parte, no sentía que estaba atrapado entre la espada y la pared. No, él sentía que la pared lo estaba empujando poco a poco hacia la espada.

─Tu propuesta... ─Murmuró, inclinando la cabeza mientras su voz se quebraba con un leve temblor.

Aunque ningún alfa allí presente hubiera liberado sus feromonas, el omega podía sentir las emociones contenidas, especialmente las de Hyunjin. Eran como un cúmulo comprimido de energía, asfixiante, imposible de ignorar.

El aroma de Hyunjin, que en otro momento le habría resultado reconfortante, ahora le provocaba un leve desasosiego. Pero no podía pedirle que dejara de emitir algo que, técnicamente, nunca había salido a flote.

Hyunjin, que permanecía a pocos pasos de distancia, avanzó con cierta torpeza. Su rostro traicionaba la inseguridad mientras buscaba las palabras adecuadas para explicar la situación.

─Jeongin me compartió sus inquietudes ayer, pero le expliqué que no tenía nada que temer. Por eso... por eso está un poco reacio ahora.

Jeongin, con la cabeza gacha, evitaba cualquier contacto visual con los presentes. Cuando se dio cuenta, ya lo habían sentado en una silla con ruedas, sus piernas cediendo al leve empujón que lo acomodó en su lugar.

─ ¿De verdad tenemos que irnos? ─susurró, mirando de reojo a Jimin ─Me gusta mucho estar aquí.

Jimin, que había estado conversando con él en un tono calmado para suavizar la tensión, sonrió con calidez.

─ ¡Oh! Si te gusta estar aquí, puedes volver cuando quieras. Ya somos amigos, ¿no crees? No creo que a Hwang le importe. ─Sonrió con complicidad antes de añadir─: Pero tu familia debe de estar preocupada. Por eso queremos que vuelvas con ellos sano y salvo.

Una criatura delicada, como un omega, necesita ser tratado con palabras dulces y un cuidado especial. Hyunjin, sin embargo, había sido demasiado brusco. Tal vez era eso lo que tenía a Jeongin tan asustado, pensó Jimin. 

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