Capitulo 7
Una pequeña mesa de sala fue lo primero que salió volando en aquella solitaria oficina, agradecía que su lugar de trabajo tuviera asilamiento sonoro, ya que por ello se podría tomar la libertad de hacer todo el escandalo que quisiera. Aunque lo malo de ello era que nadie vendría a verificar lo que estaba sucediendo para que aquel rubio usara eso como excusa para desquitarse con esa persona. Un buen tiro en la frente seria suficiente para calmar su estrés.
Volvió a tirar otro de los lujosos floreros que había en el lugar para finalmente soltar un gruñido frustrado que hizo que su mano fuera hasta su sedosa cabellera la cual despeinó ligeramente en el proceso. Se apoyó contra su escritorio y mandó su cabeza hacia atrás para tratar de volver a su característica forma de ser.
Pero era jodidamente complicado.
El hijo de puta de Luke lo había puesto en un aprieto muy grande el cual le hubiera costado bastante de no ser por aquella rubia que disparó a la única evidencia viviente que podría delatarlo, después, con respecto a la documentación era un poco más fácil deshacerse de esas pruebas. Se le complicaría un poco más ya que estaba bajo la vista de Ares y la intervención de Luke quien era un genio en la ciberseguridad, pero pensaba que podría despistarlos. Después de todo, no era la primera vez que lo hacía.
Debía buscar una forma de devolverle a Luke lo que le había hecho esa noche, una humillación de tal magnitud jamás lo perdonaría. Presionó con fuerza la mandíbula haciendo que la misma se marcara por la presión y que las venas de su cuello se hicieran un poco más notorias mientras que sus llamativos ojos verdes brillaban con rabia.
—Pronto me encargaré de esos dos... —murmulló para sí mismo antes de pasar nuevamente su mano pero refregando su rostro para calmar sus nervios. Soltó un sonoro suspiro y se mentalizó antes de avanzar en dirección de una puerta que daba a otra habitación privada que solía usar para descansar del trabajo.
Al ingresar sin previo aviso, las dos personas que permanecían en el lugar se sobresaltaron por su repentina aparición y el más mayor de los dos, rápidamente hizo una pequeña reverencia.
—Me honra su presencia, Trinidad Jason —habló respetuosamente el hombre de mayor edad que vestía de blanco.
La rubia que se encontraba sentada sobre un escritorio quiso apresurarse para bajarse de ese lugar y realizar la reverencia que a ella le correspondía hacer al estar en frente de la Trinidad a la que servía, pero eso llamó la atención del rubio que sonrió ladinamente antes de alzar la mano para frenar la acción de la fémina.
—Tranquila, muñeca. Estás herida, no hace falta que te muevas —expresó el rubio con tranquilidad, lo cual era todo lo contrario de su estado anterior.
Por su parte, Gianna no supo muy bien el como reaccionar a aquel gesto. Pero imaginó que podría ser peor si quería ir en contra de sus deseos, por lo que solo asintió tímidamente a la par que trataba de calmar sus nerviosismos ya que podía sentir la mirada curiosa del medico que la estaba atendiendo con anterioridad. Pues claro, una subordinada novata estaba teniendo un cierto trato especial por parte de una Trinidad y no de cualquiera... sino del mismísimo Jason Legrandt quien era considerado una de los lideres más inhumanos de la familia Empirio.
—¿Cómo se encuentra mi subordinada, doctor? —preguntó de repente mientras se iba acercando a paso lento en la dirección en donde ellos se encontraban. El mayor que antes se había quedado analizando a la rubia, volvió a sus pensamientos para contestar rápidamente a la pregunta que el de ojos verdes le había hecho.
—Ella no está en peligro, señor. Por suerte fue una herida superficial por lo que no requiere ningún tratamiento especial —informó de forma profesional, aunque ese semblante fue quedando algo de lado para mostrarse en su voz una pizca de asombro al presenciar algo que sus ojos por poco se negaban a creer—. Señor, por favor, no tiene que hacer eso usted. Justo estaba a punto de colocárselos, déjemelo a mí... —expresó igual de nervioso que la rubia al ver que la Trinidad estaba tratando de ayudar con su herida al agarrar unas vendas y empezar a colocarla en su brazo herido con cuidado.
—Dices que no requiere tratamiento especial pero eso no quiere decir que la sanación no duela —habló con seriedad ignorando la nerviosa mirada de la rubia que había entrado en un estado de pánico interno ante las acciones del mismo—, ¿No piensas que estás siendo negligente?
—S-Señor... eso...
—Desaparece de aquí y prepara los medicamentos que necesitará para los dolores antes de que me llegue a molestar... más de lo que estoy —expresó indiferente pero aquel medico pudo sentir que sus palabras eran como cuchillos que le atravesaron el cuello y fue imposible no sentir un escalofrío de terror recorrerle la espalda. No dudó ni un segundo en obedecer su palabra a lo que se apresuró para salir de ahí lo antes posible.
Cuando el medico se fue, ambos rubios y el extraño silencio en la habitación quedó. Gianna sentía que su corazón saldría corriendo de su pecho en cualquier momento por esa situación tan insólita en la que se encontraba. Estaba muy nerviosa ya que no tenía idea de cuales eran las intenciones del rubio que tampoco decía nada. ¿Y si a él sí le molestó que haya matado a aquel hombre en la fiesta? La rubia realmente solo había actuado en un acto de reflejo involuntario ante un evidente ataque, lo cual no le dejó ver las consecuencias que aquella acción podría acarrear.
¿Acaso estaba usando esta oportunidad para poder torturarla y matarla él mismo por la imprudencia que había cometido? ¿Le cortara la cabeza también? ¿Por qué tardaba tanto en ponerle la venda? Eso también la estaba poniendo descomunalmente nerviosa.
—¿Estás nerviosa? —preguntó de repente en un susurro que fue dirigido a su lóbulo cuando se acercó sigilosamente hacia ella aprovechando que la misma se encontraba sumida en sus pensamientos.
En respuesta, Gianna alejó un poco la cabeza de su cercanía producto de su sobresalto; haciendo que con ello, el rubio soltara una pequeña risa traviesa.
—Señor... es solo que me es difícil comprender el porque usted me está ayudando a sanar la herida... como dijo el medico, el podría hacerlo. E incluso yo misma —expresó desviando su mirada a la par que tragaba ligeramente su saliva en su seca garganta.
—¿Acaso solo van a cuestionar siempre mis nobles actos en vez de apreciarlo? Mira que cuando soy malo nadie dice nada. Hazme creer que lo que estoy haciendo está bien, linda —respondió irónico pero en un tono en el que la rubia entendió que el contrario no se encontraba molesto—. Además, es lo mínimo que puedo hacer por ti luego de que hayas arriesgado tu vida por mí allá afuera.
—Pensé... que podrías encontrarte molesto por lo que hice... después de todo las otras Trinidades sí se veían descontentas.
—¿Por qué estaría enojado con alguien que hizo un buen trabajo? —cuestionó en un bufido—. Querida Gianna, lo que suceda con las otras Trinidades no es asunto tuyo, tu prioridad debe ser servir a tu Trinidad. A mí. Y eso fue lo que hiciste hoy, no hay motivo alguno por el cual tu debas merecer un castigo.
—Pero la trinidad Luke...
—No puede hacerte nada mientras yo no lo permita —soltó luego de haber terminado de colocar el vendaje y para luego llevar su mano hasta la mejilla de la contraría para acariciarla con cuidado—. Nadie se atreverá a hacerte daño mientras yo esté aquí, ¿recuerdas? Hice que ninguno de los integrantes de la tropa se atreviera a hacerte algo. Haré lo mismo con Luke y lo pondré a raya.
Gianna se sintió cohibida por la repentina acción de su líder y solo pudo soltar un jadeo cuando notó que el mayor de forma sutil había recorrido su vista por su rostro hasta para a sus rosados labios los cuales sintieron unas breves cosquillas con tan solo sentir su mirada sobre ellas hasta que finalmente esos ojos verdes volvieron a retomar sus ojos café que lo miraban con timidez.
—Mientras sigas siendo leal a mí, me aseguraré de ponerte tan en alto que así puedas permanecer en todo momento a mi lado —añadió—. Como dije, hiciste un buen trabajo... asi que tomate un día libre para descansar lo suficiente.
—¿Q-Qué?
—No voy a repetirlo, querida —respondió soltando una pequeña risa desinteresada al momento que se alejaba de la fémina no sin antes dejar una pequeña caricia en su mejilla antes de romper el tacto entre ambos—. Puedes retirarte, el medico te dará lo que necesites para mejorar.
La rubia, que estaba algo confundida, no tuvo más remedio que aceptar las ordenes de su superior y retirarse de esa sala sin más, tratando de procesar lo que había ocurrido. ¿Por qué de repente se estaba comportando de esa manera con ella? Estaba realmente confundida, pero lo que sí, tuvo que sostenerse un momento por una de las paredes del pasillo por donde iba para así tomarse el tiempo de calmar sus latidos y hacer que el calor que se instalaba en su rostro comenzara a bajar.
—Solo espero no haberme sonrojado frente a él...
(...)
La castaña trataba de seguirle el paso como podía y en momentos como este, realmente odiaba medir solo 1.50 m... el desgraciado que tenía en frente debe tener una altura de 1.84 metros aproximadamente y al tener las piernas obviamente más largas que ella, la velocidad que tenía la caminar era casi como el tener que hacer un trote lento para ella. Después de todo el de ojos grises se encontraba molesto ya que su plan no salió del todo bien como había esperado y cuya culpable no fue ni más ni menos que una de sus mejores amigas. ¿Las cosas podrían ir peor? Quizás, ya que si el contrario intentaba hacerle algo a su rubia amiga... no le dejaría de otra alternativa que matarlo. Sería fácil ya que según podía analizar, últimamente el contrario estuvo bajando un poco la guardia con ella.
No tardaron mucho en llegar en la oficina de Luke en donde a penas llegó, se sacó la chaqueta que traía y la lanzó con fuerza a uno de los sofá que se encontraba ahí. En tanto la castaña solo cerró la puerta tras sí en silencio, mirando con cierta indiferencia a la trinidad que parecía querer matar a alguien.
—Maldito hijo de puta... me sorprende como esa rata siempre encuentra la manera de salirse con la suya —gruñó casi para si mismo—, aunque esta vez no la tendrá tan fácil... Alessia, ¿Tienes la información como te la pedí?
—Sí, ya está todo listo. El equipo mandará a hackear el sistema del archivo para acceder a la información que buscamos —contestó sin darle demasiadas vueltas y con su vista siguió al mayor que fue a sentarse en el mismo sofá en donde tiró su chaqueta y se desparramó ligeramente allí para mandar su cabeza hacia atrás.
—De acuerdo, ve y reúnete con Jules. Tienes encargada una misión con él —avisó sin más en un tono algo cansado mientras que teniendo los ojos cerrados su mano palpaba tratando de encontrar su cigarrillo para comenzar a fumar.
Aunque escuchó las ordenes del contrarío, la castaña aún permanecía ahí parada en medio de la habitación y Luke que todavía sentía su presencia, solo esperó unos breves segundos antes de que su frente se arrugara con frustración y abriera sus afilados ojos grises para mirar a la femina.
—¿Acaso esperas un por favor o algo así? —cuestionó sarcástico pero irritado—, muévete.
—Puede ser, pero la razón del por qué sigo aquí es que me da curiosidad la razón del por qué pelean como si ese conflicto no los afectara directamente a ustedes, en términos de asuntos internos. Es casi estúpido pelear de esa forma tan directa —expresó calmada a simple vista, pero realmente estaba jugando con fuego en esos momentos, después de todo solo se estaba aferrando a la teoría de que el contrario se estaba confiando un poco con ella. Dependiendo de su reacción ante lo que recientemente había dicho, sabría si podía avanzar un poco más para sacarle alguna información que podría servirle en le futuro.
—Si no sabes los motivos, obviamente te parecerá estúpido —contestó en un gruñido a la par que finalmente sacaba su cigarrillo y lo prendía para tomar una bocanada del mismo.
Bingo. Pensó la castaña al ver que tuvo una reacción más pacifica de lo que esperaba, estaba preparada para intentar escarbar en esa cuestión ahora que había iniciado el tema y viendo las circunstancias, seguramente el de ojos grises querría descargar su irritación hablando al respecto de ese conflicto, lo cual, beneficiaba a la castaña. A partir de ahora, solo debía hablar con cuidado.
—Como sea, solo obedece lo que te digo. Vete de una vez —interrumpió el mayor sin darle la oportunidad de intentar sacarle información alguna. Pero era una oportunidad casi única... no podía rendirse tan fácilmente.
—Claro que no sabré los motivos si no me los dices... si supiera lo que sucedió, porque así podría ayudar aún más y...
De repente, el contrario se había levantado de su asiento y a paso algo intimidante, se acercó en silencio hasta quedar frente a la castaña haciendo prominente la gran diferencia de altura que había entre ambos. La seriedad con la que la miraba con esos frívolos ojos grises la ponía algo nerviosa y fue casi insoportable aquellos segundos en donde el permaneció así... sin decir ni una sola palabra.
—A veces olvidas con quién estás hablando, Alessia —expresó en un tono sombrío—. Te he dado una orden. Obedece.
Una bola de emociones se había formado de repente en la castaña ante esas expresiones. La molestia, impotencia y humillación que estaba experimentado sumado al nerviosismo se habían unido para dejarla algo indefensa ante el contrario. Se moría por contestarle, darle un golpe o lo que fuera para no darle el gusto de sentirse superior a ella o ceder ante la autoridad que el mismo quería imponer sobre ella... pero no podía...
Sabía que si cometía un acto imprudente no solo pondría en peligro su vida, sino también el de sus amigas que no permanecerían con los brazos cruzados si algo le sucedía. Y solo por eso, después de permanecer unos segundos desafiándolo con la mirada, se tuvo que tragar su orgullo y bajar la mirada ante él.
—Me disculpo... —soltó tratando de que su voz no saliera ahogada por la rabia que le había obstruido momentáneamente la garganta— iré de inmediato.
Y en silencio se retiró mientras era seguida por la mirada grisácea del mayor. Una vez que salió de la oficina, se mordió con fuerza la mejilla interna mientras aguantaba el picor que sentía en sus ojos producto de guardar esa rabia acumulada.
—Me las pagará...
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