Capítulo 13
Quedó pasmada unos segundos cuando repentinamente su trayectoria cambió de la nada. Había estado corriendo a la par que su amiga para ir a la ayuda de la morena, que según la información de Jules, esta estaba en grandes problemas relacionados con la Trinidad psicópata, como Alessia solía llamarle.
La castaña miró rápidamente el lugar en donde estaba entre su ansiedad y ajetreo, dándose cuenta que tenía una mano puesta sobre su boca para evitar que formule algún ruido y que se encontraba dentro de una habitación del lugar mientras que su captor se mantenía apoyado detrás de ella, recostado en la puerta en parte para evitar que ella se acerque a la misma.
Alessia ni sabía de quién se trataba y mucho menos le importaba en ese momento, lo cierto era que una furia incontrolable le había envuelto de repente gracias a ese acontecimiento. ¿Quién carajos le estaba jodiendo ahora?
¡Tenía que ir rápido para ayudar a Evelyn!
Frunció el ceño con irritación y se pensó la llave más dolorosa que conocía para ese sujeto quien se atrevió a interponerse en su camino. Antes de irse de ahí mínimo se aseguraría de romperle un hueso o golpear sus huevos para que aprendiera a no interrumpir asuntos ajenos. Pero no obstante, justo cuando iba a empezar su accionar, aquel sujeto la soltó rápidamente empujándola de paso hacia el frente hasta hacerla caer bruscamente contra la cama del cuarto.
La castaña no perdió el tiempo y giró con prisa para ver de quién se trataba, al menos para no estar en tanta desventaja. Pero al ver de quién se trataba, sus ojos se abrieron con sorpresa y su agitación se templó ligeramente para reemplazarlo por los nervios que la hicieron quedarse inmóvil.
Esos ojos grises tajantes la miraban desde arriba con la característica soberbia que lo representaba, eran gélidos cuando la miraban y este se veía con una clara confusión cuando alzó una de sus cejas mientras la veía con cierto desdén.
—¿Qué se suponía que ibas a hacer, demente? —cuestionó el mayor al haber notado que la fémina estuvo a punto de hacerle una llave, fue por eso que la empujó lejos de él antes de que alguno pudiera salir afectado por el mismo.
—Pues iba a romperte un hueso, mínimo —respondió la fémina sin pensarlo demasiado. Tenia tantas preocupaciones en la cabeza que no le cabía la de tener cuidado en la forma en la que se refería a él.
—Y eso parecía una gran idea en tu cabeza, ¿no?
—Bueno, fuiste tú el que arrastró de repente en una habitación. Cualquiera hubiera reaccionado así —respondió en un bufido. Miró a su costado y se dio cuenta de que se encontraba sentada en la cama, haciendo que se sobresaltara rápidamente de ello pues se sentía incómoda en esa situación al estar a solas con él en ese lugar. Y por supuesto, no se olvidaba de la morena quien seguía en peligro. Tenia que deshacerse de él e ir por ella—. Pero como sea, ahora tengo que hacer algo urgente.
Alessia avanzó rápidamente en dirección de la puerta, queriendo esquivar al chico que estaba frente a ella para pasar, pero este, pronto se había movido para volver a bloquearle el camino. La castaña lo miró indignada pero quiso volver a esquivarlo por el otro lado hasta que él repitió nuevamente la misma acción.
—¿Te puedes mover? ¡Tengo que irme! —comentó exasperada tratando de estirar su mano hacia la manija de la puerta sin importarle que con ello estaría empujando ligeramente al contrario.
Pero este, rápidamente volvió a tomarle de los brazos y a empujarla nuevamente para los adentros de la habitación evitando que pudiera salir. Para ese entonces la castaña ya estaba más que enojada, pero el contrario estaba impasible.
—Si quieres ir hasta Evelyn para ayudarla, no puedes —habló.
Alessia que iba a empezar a forcejear para que el mismo soltara sus brazos, quedó pasmada al oír sus palabras.
—¿Ya sabes que Evelyn..? ¿¡Por qué no puedo ir!? —exclamó la castaña volviendo a forcejear— ¡Ese lunático la va a mandar a matar! ¡Tengo que ayudarla!
—¿Y como se supone que la ayudaras tú? Si vas en contra de la voluntad de la Trinidad estarías en contra de todos sus seguidores —cuestionó el mayor que sostenía a la menor con firmeza—. Los hombres de Jason no sólo te superan en números, armamentos y poder. Sino que Jason por si solos, si no tienes cuidado, podría matarlas a las tres sin escrúpulos.
—¡Pero para eso estás tú! ¡Dijiste que nos ayudarías!
Luke sonrió de puro cinismo a la par que se le escapaba una pequeña carcajada ante el descaro y lo sinvergüenza que podía ser la castaña. Ahora mismo no sabía si quería asesinarla o simplemente reír de sus estupideces.
—Ni siquiera he obtenido ni un solo beneficio de ustedes, ¿Y ya pretendes que me sacrifique por ti? —soltó bufando—. De verdad eres simpática cuando quieres. A mi no me corresponde salvar a tu amiga.
—¡Entonces déjame ir de una vez si no piensas ayudar! —exclamó safandose de su agarre para dirigirse hacia la puerta con rapidez.
—¿En serio irás sin importar que Jason descubrirá que ustedes tienen relación? —cuestionó cansado a la par que giraba hacia la castaña que quedó inmóvil dándole la espalda. Ella estaba a punto de abrir la puerta hasta que él habló—. Irás a atropellar la oficina de Jason y evitarás que mate a una chica que supuestamente no tiene nada que ver contigo, ¿por qué? Jason las devorará vivas después independientemente si se libran de él ahora. No pude detener a tu amiga rubia, pero mínimo piensa con la mente fría tú.
—¿Qué se supone que haga entonces? ¿Quieres que las deje morir? —preguntó enrrabiada. La sensación de impotencia que se iba plantando en su interior era insoportable para ella, pensar en hacer las cosas a la fuerza era más fácil que reflexionar sobre las futuras consecuencias de ello.
Por esas razones era que acabó ahí, implicada con putos mafiosos de los que difícilmente podría zafarse.
—Dije que a mi no me corresponde salvarla ni a ti tampoco, porque es a otro a quien le toca hacerlo.
—¿Qué? —soltó la castaña confundida.
—Ares ya está enterado de la situación —respondió indiferente—, y está en camino.
(...)
Corrió a todo lo que sus pies le daban y a pesar de que no le habían dicho dónde se encontraba la morena, sabía muy bien de qué habían muchísimas probabilidades de que la misma se encontrara en la oficina del rubio. Pues era bien sabido que estando allí nadie podía encontrar como si nada si es que no estaba preparado para morir. Quizás una Trinidad podía hacerlo, pero sería un problema también.
En ese momento Gianna no pensaba en ninguna consecuencia, incluso no se había dado cuenta de que hacer rato la castaña ya no la seguía para ir con la morena. Si bien quería formular algún plan que las sacara de ese aprieto, ciertamente no se le ocurría nada y ya era muy tarde cuando llegó hasta la dichosa puerta y la abrió sin escrúpulos.
—¡No lo hagas, Jason!
Los presentes en la oficina habían girado a mirar hacia la rubia que había entrado repentinamente en la oficina de la Trinidad, y uno de ellos, era el mismo Jason que tenía un pie sobre la cabeza de la morena que se encontraba con la cabeza apoyada contra el piso a la fuerza mientras era sujetada por dos hombres más. Y el rubio que sostenía su katana hasta arriba había estado listo para blandirla sobre el cuello de su víctima de no ser por aquella fémina que no contenta con interrumpirlo con su escandalosa aparición, también se acercó rápidamente hacia él para agarrarlo de los brazos y hacer que el mismo dejara de pisar a su amiga.
Todo ante la atónita mirada de esos dos subordinados, Evelyn e incluso el mismo Jason que no podía creer la osadía de la contraria y se mantenía callado observando sin dar crédito a la mujer que parecía a punto de caer en la desesperación.
—¡Por favor, perdonale la vida! —expresó nerviosa mientras tomaba con fuerza las manos del rubio que aún sostenía la Katana pero esta estaba hacia abajo mientras que él seguía observandola en silencio—. Si quieres matame a mí en vez de ella... pero perdonala.
Jason quiso abrir la boca para formular alguna palabra, pero eso se vio interrumpido cuando de la nada había llegado alguien que se plantó en la entrada de la puerta, llamando por completo la atención de todo el mundo.
Y Ares ya había llegado en el lugar.
—Pero que tenemos aquí, mejor me hubieran avisado que vendrían de visita, así me hubiera arreglado un poco más —expresó Jason con ironía al ver que el rubio mayor se iba adentrando en el lugar con una expresión seria.
—¿Qué pretendias hacer, Jason? —interrogó Ares.
—Bueno, ya que me preguntas, pensaba degollarla —respondió cínico, formando una ligera sonrisa a la par que veía como la mandíbula del contrario se endurecia más—. Pero claro, no lo haría sin razones, ya me conoces. Ella mató a dos de mis hombres, sabes cómo solucionamos estas cosas aquí.
—¿Sabes las razones del por qué lo hizo? —cuestionó el contrario al saber ya la personalidad de la morena, quien realmente no haría algo tan imprudente sin tener motivos de por medio.
—¿Acaso eso importa? —respondió Jason con cierta malicia.
—Como sea —añadió el mayor en un suspiro cansado—, no puedes matarla a ella. Esto lo solucionaremos de otra manera, me la llevaré.
—Hazlo, da igual —contestó el de ojos verdes, llevándose una mirada de sorpresa por parte de la rubia que sin darse cuenta aun seguía aferrada a su brazo y que este soltara de repente la katana haciendo que la misma cayera al suelo antes de mirarla a ella con una ligera sonrisa—. De todas formas, mi adorada subordinada me pidió que le perdonara la vida. Iba a hacerlo de todas formas.
Ares no hizo caso a las palabras del rubio y solo dirigió su mirada hacia los hombres que seguían sosteniendo a la morena, estos al sentir la afilada mirada del líder, rápidamente soltaron a la chica que poco después se fue levantando con una clara expresión de irritación y sed de venganza en su aura. Por su parte la morena memorizó el rostro de aquellos sujetos con la promesa de que en algún momento debía devolverles la humillación que había pasado, al igual de que a ese rubio hijo de puta.
Solo que ahora no podía. Pero pronto debía de hacerlo.
—Debo reconocer ciertamente que eres afortunado al tener una subordinada tan impecable —habló Jason mientras intercambiaba una corta mirada con la morena que fue al lado de Ares—. Antes e incluso ahora sabe como actuar y que no hacer en situaciones que no le convienen, a pesar de que tiene una expresión en la que pareciera que me quiere descuartizar. Si tan solo yo la hubiera visto antes...
—Igual ella seguiría siendo mía —contestó Ares—, la vieras antes o no.
Ante su respuesta, Jason dejó escapar una risita divertida mientras era dejado atrás junto a la rubia y sus subordinados. Ares junto con la morena fueron ambos sin decir ni una sola palabra camino a la oficina del mayor quien la dejó ahí un momento puesto que él debía atender unos asuntos antes.
Evelyn se sentía sumamente irritada en esos momentos pero realmente no era lugar para dejar mostrar sus emociones, cosa que la llevó de tragarse todas esas emociones hasta dejarla con un cansancio mental producto de todo el estrés que tuvo que pasar. Habían sucedido demasiadas cosas que no había tenido un solo instante de pensarlo con detenimiento.
Había estado a punto de morir recientemente, como otras tantas veces desde que llegó en ese lugar.
Se sentó en un sofá cercano y dejó salir todo el aire que guardó en sus pulmones. No había podido dormir correctamente desde hace unos buenos días al sobre pensar cada una de las cosas que estuvieron sucediendo y al parecer, todo eso le estaba tomando factura en ese momento.
Estaba arriesgando demasiado ahora y aunque realmente no le tomaría importancia si se trataba de ella sola, había implicado a sus amigas en ello. Se arrepentía profundamente de eso en estos últimos días, siendo una de las razones por las cuales ya no podía conciliar el sueño últimamente. Como hoy, pudo sucederle algo parecido a una de sus amigas en cualquier momento.
Si realmente una llegara a morir en ese lugar por haberla ayudado, jamás podría perdonarse. Había tantas cosas que tenía que hacer mientras seguía ahí sentada con sus ánimos hasta los suelos, pero sin darse cuenta el silencio del lugar al igual que ese aroma tan particular que abrumaba el lugar por alguna razón la hacia sucumbir más al sueño que la iba embargando de repente.
Sin darse cuenta ya se había quedado dormida en ese sofá, un lugar impensable para dejarse tan inofensiva. Pero misteriosamente se sentía en paz ahí, como si estuviera a salvo aunque sea por un solo instante.
Instante en donde se había dado paso para soñar y por lo tanto, ver una de las cosas que más anhelaba. Una de las personas que más anhelaba ver en ese momento.
—¿Mari?
De repente Evelyn se encontraba en un lugar totalmente oscuro, pero a diferencia de la reacción que cualquiera hubiera podido tener de confusión o incluso temor, la morena realmente no le dio importancia. Sino toda su atención se encontraba en la persona que tenía frente suyo.
Y un fuerte sentimiento de tristeza golpeó fuertemente su pecho mientras miraba a su hermana que se mantenía frente a ella en silencio; pero manteniendo una pequeña sonrisa cálida en su rostro. Una sonrisa que en realidad Evelyn sentía que no se merecía.
—Lo siento por tardar tanto —expresó a la par que luchaba para que la voz no saliera temblorosa de su garganta, pero era casi imposible mantener la compostura frente a la otra por la vergüenza que sentía y la culpa que la inundaba—, te prometo que estoy haciendo todo lo que puedo. Me esforzaré aún más, pero lo siento tanto. Yo... esto es mi culpa, tú ni siquiera tenías nada que ver... lo siento de verdad.
A medida que la morena seguía hablando, sentía la voz le fallaba cada vez más y que se iba haciendo cada vez más pequeña hasta ahogarse en la culpa. Pero sin darse cuenta, sintió como una mano cálida le acariciaba la mejilla para limpiar una lágrima que recorrió su mejilla sin aviso.
Mari le había limpiado esa lágrima y Evelyn se derrumbó completamente cuando más lágrimas comenzaron a salir, cerrando los ojos para dejarse consolar por su subconsciente en un intento por no caer complemente en su autodestrucción. Al abrir nuevamente los ojos ella ya había despertado, pero una calida mano seguía acariciando su mejilla para limpiar sus lágrimas.
Ares ya había llegado y era él quien estaba sentado a un lado de ella.
—Parece que tuviste un sueño triste.
(...)
—Lo siento tanto, Jason... realmente no quería causar todo eso —expresó la rubia apenada estando a solas con la Trinidad que se mantenía colocando en su sitio aquella katana que solía utilizar para degollar a las personas.
No había dicho ni una sola palabra después de haber echado a sus subordinados para quedar a solas con aquella chica que lo había interrumpido escandalosamente. Y desde ese instante, la contraria no había parado de pedir disculpas y agradecer al haber dejado ir a su amiga sin más.
Obviamente Gianna no había mencionado que ambas eran amigas y mucho menos conocidas, pero ahora que las cosas estaban calmas, la rubia se había puesto a pensar que su reacción pudo haberla dejado en evidencia de su relación con la morena ante su Trinidad.
Había estado pensando en una justificación al respecto, pero cada resultado era más estupido que el anterior.
—Te lo recompensaré, de alguna manera —volvió a decir la rubia.
—Oh, claro que lo harás, cariño —dijo el chico que giró en dirección a la contraria luego de terminar de arreglar sus cosas. Se fue acercando a ella hasta que quedaron frente a frente y Gianna fue obligada a mantenerse firme nuevamente—. He perdonado a esa chica solo porque tú me lo has pedido y al parecer le tienes demasiado aprecio como para dar tu vida a cambio de la de ella...
—Es que... yo... me ha ayudado un poco al estar aquí y...
—Hum... entiendo —expresó analitico mientras miraba fijamente a la contraria con sus llamativos ojos verdes—. Parece ser que mi niña me ha comenzado a mentir, eh.
—No es eso... solo... le tengo algo de aprecio al ser una de las pocas mujeres que hay en esta organización junto conmigo...
Jason formó una mueca en sus labios que quiso simular una sonrisa al darle cierta gracia el hecho de que cualquiera podría darse cuenta de que lo que estaba diciendo aquella rubia era ni más ni menos que una verdad a medias. Había algo más entre ello, lo sabía muy bien y de cierta forma le divertía e irritaba el hecho de que ella pretendía engañarlo a él.
—Pero dejando ese hecho de lado, aún debes compensarme —expresó en un murmullo mientras acortaba la distancia entre ambos y ponía más en alerta a la contraria que de forma inconsciente comenzaba a retroceder hasta que su cuerpo chocó contra el escritorio de la oficina y eso fue aprovechado por el rubio para subir su mano hasta el cuello de la menor y sostenerla desde ahí mientras acercaba su rostro al de ella.
De forma hábil el mayor había puesto su rodilla entre las piernas de la fémina para lograr apegarse lo más posible a ella. Gianna quiso resistirse en la poca razonabilidad que le quedaba en darse cuenta de que estaba a punto de cruzar la línea de no retorno, pero Jason fue más astuto en adelantarse y tomar sus labios de forma vivaz para evitar que ella se diera marcha atrás.
Gianna solo pudo aferrarse al contrario mientras que el tomaba sus labios con suma posesión y se hacía camino en ella como si fuera uno de sus tantos tesoros de su pertenencia.
Había cruzado la primera línea.
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