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Capítulo 1

La morena respiraba agitadamente mientras se escondía detrás de unas cajas metálicas industriales que la protegían de las balas que intentaban matarla. De todas las cosas que pudieron haber salido mal; así habían sido.

Perdió la ubicación de su escuadrón cuando habían sido emboscados en su propio operativo, confirmando que había un traidor que podría haber pasado el aviso de esa misión. Por suerte suya, ya habían logrado sobrellevar la situación a pesar de la clara desventaja. Estaba en un buen grupo de personas especializadas que podrían cuidarse por cuenta propia y por lo tanto no tendría que preocuparse por cuidarles el trasero todo el tiempo.

Lo malo es que entre la balacera; ella había quedado sola.

—Sé que estás por aquí, perra estúpida —expresó una voz que le sonaba algo infantil para su gusto, pues lejos de parecer un adulto... se escuchaba a que era un mero adolescente.

La morena gruñó a lo bajo buscando la forma de someter a ese pobre imbécil que seguramente había estado queriendo jugar a ser un puto mafioso. Porque sí, ahora ella estaba en un operativo para frustrar uno de los más grandes negocios de la familia Empirio en donde gobernaba la famosa Santa Trinidad.

Criminales que usaban términos bíblicos para representarse; irónico.

Pero volviendo al punto, quería evitar que aquel adolescente cometiera alguna estupidez de la cual después pudiera arrepentirse. Pues era muy común que algunos jóvenes idiotas quisieran meterse en este tipo de asuntos para sobresalir pero la realidad era que mucho de ellos no pasaban a ser más que ratas de alcantarillas que morían como ganado según la necesidad que tuvieran los altos mandos.

Y quizás, si lo detenía ahora, podría lograr que entrara en razón para que pudiera elegir otro camino.

—Es para ti.

Sus ojos se abrieron casi fuera de sus órbitas cuando visualizó una granada que por fortuna o desgracia había caído a unos cuantos metros de ella en un ruido seco. Por puro reflejo, rodó en el suelo con rapidez para tratar de alejarse lo más que pudiera de aquella granada pero su movimiento improvisando fue aprovechando por aquel adolescente para abrir fuego contra ella.

En medio de su maniobra, Evelyn intentó tranquilizar al muchacho disparándole en algún lugar como en la pierna o brazo para que la dejara en paz un momento y a pesar de su movimiento eso no hubiera sido un problema ya que ella era excepcional en cuanto al disparo al blanco se trataba. Pero en medio de su ajetreo, olvidó completamente que se encontraba también escapando de una granada a punto de explotar y que en medio de su disparo finalmente se activó, haciendo que perdiera de vista su verdadero objetivo.

Tarde... porque ya había disparado. Y aunque su objetivo inicial había sido un disparo en el brazo o en la pierna para que el chico dejara de molestarla, lo cierto es que impactó en otro lugar totalmente diferente.

La cabeza.

Un disparo seco a la cabeza que lo tumbó al instante.

Al acercarse, la morena lo miró entre atónita y arrepentida pues su cadáver yacía tirado en el suelo, viéndose claramente como su sangre comenzaba a esparcirse en el suelo como un charco de lluvia abundante. Sus ojos grises totalmente abiertos; como si la estuvieran viendo a ella directamente para culparla de su tremendo descuido y error.

—Capitán, el sector ha sido controlado —avisó uno de sus compañeros que repentinamente había llegado a la escena después de haber buscado a su líder que se había separado de ellos de repente. Pero al llegar, frenó lentamente hasta pararse al lado de la morena y observar atento el cadáver del adolescente que había perdido la vida en ese incidente.

—¿Y este niño?.. —preguntó el contrario con cierta duda, pues su rostro se le hacia algo familiar. Solo que no sabía en qué.

—Estaba con ellos... fue inevitable —contestó la mayor con cierta lástima.

—Él... es...

—¿Qué? —cuestionó la morena que no entendía el repentino dramatismo de su compañero. No se encontraba de un humor muy bueno, pues las cosas no habían salido tan bien como lo había esperado a pesar de que finalmente pudieron superar el obstáculo.

—No... nada...

Evelyn lo miró con duda e irritación por finalmente no decirle nada al respecto, podría obligarlo o llamarle la atención por un comportamiento que podría mal entenderse en una situación tan compleja, pero ciertamente estaba demasiado cansada y malhumorada para gastar saliva en estupideces. Fue por eso y simplemente por eso que ya no preguntó nada más.

Un adolescente murió esa noche, una muerte innecesaria y que pudo evitarse, pero las cosas fueron así y ya no se pueden cambiar.

—Lo hecho... hecho está —murmulló la morena que miró por última vez el cadáver antes de girar para reunirse finalmente con su grupo.

(...)

Corrió prácticamente por los pasillos del departamento de investigaciones en donde ella prestaba servicio, algunos la miraban entre confundidos y otros con cierta lástima al haberse enterado de ante mano de lo que había ocurrido en aquella semana.

Tenían entendido que la información de los involucrados en el allanamiento de la familia Empirio se había filtrado y por ello muchos de los implicados habían estado siendo cazados. Algunos eran asesinados de formas violentas, mientras que a otros se los atacaba por el lado de sus seres queridos.

Lo cual le había ocurrido a ella.

Varios de sus compañeros intentaron frenarla en su ataque de desesperación que había tenido para ir a arremeter contra la oficina de su jefe, pero era prácticamente suicida el meterse con ella en ese estado y para la desgracia de sus compañeros, las amigas cercanas de aquella morena que quizás hubieran podido contenerla; no estaban presentes.

—Necesito hablar con usted —expresó bruscamente al abrir la puerta en repentino movimiento. Su jefe quien estaba sentado en su escritorio la miraba con seriedad y ciertamente sin ningún rastro de sorpresa en su rostro ya que posiblemente se estaría esperando una reacción parecida de una de sus mejores agentes.

—Sé lo que me pedirás, pero eso no será posible, Evelyn —respondió contundente mientras cerraba lentamente sus ojos con calma, procediendo a respirar con cansancio—. Hay un protocolo para estos casos y créeme que haré todo lo posible para...

—¡Se llevaron a mi hermana! —exclamó avanzando más en aquella habitación para encarar al mayor— ¡Lo hicieron ellos y si no hacemos algo rápido ahora, luego será muy tarde! ¡Eso lo sabes bien!

—Que tengamos que seguir el protocolo no quiere decir que no haremos nada.

—Es una pérdida de tiempo si sabemos quiénes son los reales responsable —añadió frustrada tratando de regular su agitada respiración—. Debemos ir ahora o mi hermana podría acabar en una puta caja funeraria. ¡Entiendalo!

El hombre permaneció uno segundos en silencio mientras miraba a la mujer quien esperaba expectante la respuesta de su superior, pero para sus adentros Evelyn ya podía intuir lo que venia. Porque en el rostro indiferente de su jefe, en esta ocasión, había otra cosa con la que la miraba; lastima.

—Estarás al tanto de todos los procedimientos que hagamos y te aseguro que haré todo a mi alcance para traer a tu hermana —contestó finalmemte—, lo siento.

(...)

Y a pesar de todos los esfuerzos que se habían hecho para traer de nuevo a la hermana menor de la morena, esto fue totalmente en vano. Después de todo, la familia Empirio era una de las más poderosas del país que incluso a veces llegaba a influir en la política. Una organización tan poderosa que era casi imposible para la ley el ponerlos a raya.

La familia Empirio, gobernada por la Santa Trinidad. Era casi intocable... y fue por eso que incluso luego de un año no hubo forma de localizar a la hermana de la morena que había salido afectada como un daño colateral en aquella fallida misión.

Evelyn Scarlett a sus 22 años había quedado estancada en lo que hubiera sido una prometedora carrera. Ella quien se había recibido de forma prematura por sus excepcionales habilidades y que parecía ser quien avanzaría con rapidez de rango gracias a su impecable trabajo; cayó en declive irremediablemente.

Se pasó sus días en ese año buscando pistas de su hermana y hundiéndose en la bebida que fue su único sedante ante la tremenda culpa y remordimiento que le causaba la pérdida de su hermana, sumado al dolor indescriptible que sentía mientras los días pasaban y pensaba en lo que le podría estar ocurriendo en esos momentos.

Y si, para cuando eso pasaba, ella deseaba no tener el conocimiento de las cosas que ocurrían en ese mundo. En el mundo tan oscuro en el que la morena debía entrar para hacer su oficio todos los días. Sí, porque su trabajo era en extremo riesgoso y jugar con eso podría traer grandes consecuencias.

Ella entró en un pozo totalmente cegados y no se percató de que con ella había traído un poco de oscuridad que perjudicó a uno de sus seres más queridos.

Una noche más, ella seguía tumbada en su escritorio revisando el sin fin de hojas que se encontraban esparcidas en esa mesa. A su lado claramente había un pequeño vaso en donde contenía un poco de vodka que había estado liquidando por cuenta propia. Empezó en al mañana y ahora ya iban a ser las ocho de la noche, pero ella ni siquiera lo captaba.

Su atención estaba totalmente centrada en releer todos los informes que había hecho sobre el caso de su hermana y seguir tomando ese amargo vodka que ni siquiera la gustaba. Realmente tenía un sabor horrendo.

Todo hubiera seguido así en donde seguiría bebiendo hasta posiblemente desmayarse y seguir otro día con la misma rutina si es que no la llamaban de los de su departamento para exigirle que se presentara a trabajar, pero de un momento a otro la puerta de su casa comenzó a ser golpeada con insistencia.

Pensó que podría ignorarlo y que en un buen rato se cansaría de pedir; pero al pasar los minutos el golpe se hacía más violento, logrando que incluso la muchacha fruncira el ceño con molestia ante el ruido que ya comenzaba a causarle dolores de cabeza. Así que como pudo, se levantó malhumorada para abrir la puerta y ver de quién se trataba.

—Solo espero que sea importante... si no... —gruñó abriendo la puerta de mala gana.

—¡Hasta que abres, carajo! —exclamó una castaña de baja estatura que se veía incluso más molesta que la morena antes de abrir la puerta. La joven entró por su cuenta dentro de la casa sin siquiera pedir permiso antes.

Bueno, no era costumbre suya hacerlo de todas formas.

—¿Dónde está tu jodido celular, eh? —interrogó otra chica que entró tras la castaña. Esta era más alta que las otras dos y traía su hermoso cabello rubio en una coleta alta mientras revisaba su celular con frustración—. Te llamé como unas diez veces, pensé que ya te habías matado.

—No era muy lejano a lo que pensaba hacer después de terminar mi vodka —expresó la morena con desinterés mientras cerraba la puerta tras las chicas que ya habían entrado por completo en su propiedad.

—Te patearé el trasero —añadió la rubia—, primer aviso.

—Ya andas tomando otra vez, cerda alcohólica —sumó la castaña que tomó con desaprobación la botella de vodka que se veía a punto de acabar—, mira como estas...

—Eh... ¿te puedes ir de mi puta casa, por favor? —contestó Evelyn alzando una ceja ante el gratuito insulto de su amiga.

—Venimos por una razón —declaró la rubia alta; Gianna—, tenemos información sobre tu hermana.

Por un momento, se pudo apreciar la sorpresa en el rostro de la morena que inevitablemente quedó impactada por la noticia. No había recibido ninguna información desde hacía meses y que ahora, de la nada, saliera una era inesperada.

Aunque toda esa sorpresa y posible esperanza se oscureció con amargura casi al instante. ¿Por qué vendrían sus amigas más cercanas personalmente a darle una nueva información sobre su hermana menor desaparecida?

La respuesta para la morena en ese momento era obvia.

Su mirada quedó perdida por unos segundos hasta que fue a sentarse en una silla para prepararse ante cualquier cosa.

—Y bueno, ¿dónde la encontraron?

—¿Eh? —expresó la castaña llamada Alessia.

—Pues su cadáver —contestó la morena con su sinceridad cruda quien en esos momentos se mostraba con indiferencia aunque siendo un claro mecanismo de defensa que estaba tomando para protegerse de posibles noticias desagradables.

—No es eso —expresó la rubia con rapidez—, tenemos información de donde se podría encontrar en estos momentos. Hay esperanzas de que esté viva.

—Ajá, ¿y?

—Oye, deja de comportarte como una imbécil —soltó Alessia ante la actitud tan deprimente y reacia de la morena. Que aunque era entendible, ciertamente le irritaba a más no poder. Porque Evelyn para Alessia no era alguien débil que se llegaría a decaer hasta ese punto. Ciertamente le daba asco ver que su amiga en ese estado y había sido paciente con ella pero ya era incapaz de seguir dejándola en este estado—. Estamos aquí solamente para darte esas noticias que podrían ayudar a que tu hermana regrese, al menos ponte en la situación y no actúes como una perra.

Fue solo en ese instante que poco a poco el rostro de Evelyn se fue deformando a una expresión de pura molestia ante las fuertes, pero ciertas palabras de la menor. Que aunque tendría algo de razón, la morena no estaba en condiciones de soportar cosas así, estaba demasiado destruida como para pensar correctamente o saber actuar a corde de la situación. Como ahora.

Se fue levantando lentamente y con una notable aura amenazante que fue percibida rápidamente por ambas amigas.

—¿Y como putas se supone que actue ante una información tan jodidamente inútil, eh? —contestó la morena llegando a pararse frente a la castaña quien también tenía el ceño fruncido ante el comportamiento de la contraria. Pero aún así se quedó en su sitio y con sus manos en los bolsillos a pesar de la actitud desafiante de Evelyn.

—Vamos chicas, no peleen —habló Gianna queriendo mediar entre ambas que se notaban realmente frustradas desde sus perspectivas—. Alessia, nosotras no vinimos aquí para pelear con Evelyn.

—Pero, ¿acaso no ves que ella es quien no está poniendo de su parte en esto?

—¿Parte de qué, maldición? —resopló la morena con irritación—. Aunque haya incluso un dato exacto de donde podría estar, si se trata de la familia Empirio, no hay mucho que se pueda hacer. Ni siquiera el desgraciado de nuestro jefe nos deja intervenir con una operación para rescatar a una sola persona que conllevaría a meterse con la puta Trinidad.

—Es que no tenemos información de donde podría estar tu hermana en concreto, pero si el negocio de la trata de personas que lleva uno de los miembros de la Santa Trinidad —contestó la rubia—. Lugar en donde muy posiblemente se encuentre tu hermana en este momento.

—Y ya no se trataría de una persona, sino de cientas —soltó Alessia.

—Aún así... un operativo en contra de ellos es...

—No allanaremos la red de inmediato, pues antes tendríamos que saber el lugar exacto en donde esconden a las personas y como llegar ahí para lograrlo —explicó Gianna.

—Por eso nos infiltraremos —dijo Alessia.

La morena había puesto momentáneamente una mueca de confusión ante el bombardeo de información que sus amigas le estaban dando ahora. Así que para despejarse un poco se alejó de ellas para sentarse desplomada en uno de sus sillones. Soltó un largo suspiro y llevó una de sus manos para acariciar su negro cabello.

—Déjame entender... lo que quieres es... ¿una infiltración a la mafia? —resopló.

—En resumidas palabras... sí —contestó la rubia.

—Es que... eso es complicado e incluso si lograra que el viejo me diera la autorización para hacerlo, ningún idiota querría ir conmigo para meterse en ese lugar —expresó cansada—, a la vista de cualquiera es una locura.

—Que digas que ningún idiota querría ir contigo es una ofensa muy grande, eh —bufó la castaña.

—Obviamente nosotras si iremos contigo —resopló Gianna mostrando una ligera sonrisa.

La morena había quedado irremediablemente en perplejidad ante las palabras de ambas que permanecían paradas, esperando en silencio la respuesta de la misma ante la idea que habían propuesto.

Así que habían llegado por eso...

—¿Están seguras de que quieren hacer algo así? —cuestionó Evelyn—, yo no quiero poner sus vidas en riesgo y si entramos en eso y nos descubren... podemos... pueden perder mucho.

—Estamos aquí por un motivo —expresó la castaña—. Te vimos caer en la mierda por esto y si es necesario meternos en el culo del padrino de la mafia para que vuelvas a recuperarte, lo haremos.

—Somos tus amigas y para tu suerte también agentes especializadas —añadió Gianna—, no te dejaremos sola en esto.

(...)

Y así fue como pasados otro un año, las tres agentes habían logrado avanzar lo suficiente como para infiltrarse y sobresalir entre toda la multitud de personas que pretendían meterse bajo la túnica de la familia de la mafia.

Tanto así, que ahora estaban ahí. Mordiéndose las lenguas mientras bajaban las cabezas de cuclillas a espera de algún veredicto, pues habían sido elegidas para unirse al grupo principal de la familia Empirio.

La Santa Trinidad.

Y ellos, estaban ahí, sentados cada uno en su respectivo sillón que simulaba ser un trono. Con sus piernas cruzadas, aspectos extravagantes, actitud soberbia y egocéntrica.

Frente a los altos mandos de la mafia, ellas habían llegado hasta las bocas del lobo de tres cabezas.

—Vamos, alcen sus cabezas —ordenó uno de ellos—. Esta es la Santa Trinidad.

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