
Capítulo 20: Muerte.
"Tal como después de la luz sigue a la oscuridad
Así como coexisten el bien y el mal
La vida no puede existir sin la muerte."
****
Todo sucede muy rápido. Las personas a mi alrededor corren de un lado a otro, las luces incandescentes ciegan mis ojos y el olor a cloro hace que otra vez regrese a la realidad.
Mi abuela ha muerto.
Recibimos la noticia cuando llegamos al hospital, ya no hubo mucho que los médicos pudieran hacer por ella. Recuerdo vagamente el resultado de la necropsia: hemorragia interna. Una enfermera encontró su cuerpo tumbado en el suelo. Por una crisis nerviosa quiso huir del sanatorio y se lanzó por la ventana de su habitación. Cayó desde el sexto piso.
Desde que recibimos la noticia, Miles se ha encargado de todo. De reconocer el cuerpo, del papeleo, de avisar a los amigos y familiares, todo lo que yo tendría que hacer si pudiera salir del shock en el que me encuentro.
Y es que aún todo se siente muy irreal. En mi corazón todavía está la esperanza de que al llamar a mi abuela, ella me conteste. La veo sentada en su mecedora leyendo el periódico o cociendo vestidos para mis muñecas, riendo por mis ocurrencias y regañándome por llegar tarde de una fiesta. Ella era la única persona con la que contaba en la tierra, ahora sin ella ya no tengo familia.
Cuando Miles termina de hablar con la funeraria se acerca a mí.
-¿Quieres descansar? Ya he separado una habitación.
Niego con la cabeza.
-Quiero ir al mar.
****
Después de que mis padres murieron, mi abuela empezó a desaparecer. En las madrugadas ella se dirigía al mar y se quedaba ensimismada observándolo hasta el anochecer. A pesar de que no tuviéramos comida o que las olas hicieran un ruido ensordecedor, ella las admiraba fielmente todos los días.
-¿Por qué haces esto?- Le pregunté una vez mientras estábamos sentadas en la arena.
-El mar me ayuda a olvidarlos. A tus padres no les gustaba venir aquí, así que este es el único lugar en el que no tengo recuerdos con ellos.
-Pero, ¿por qué quieres olvidarlos?.- Le pregunto con tristeza mezclada con decepción.
-Recordar algo por mucho tiempo es lo más doloroso. Después de que ellos fallecieron todas las cosas malas que hice volvieron a mí. Necesito borrarlos de mis recuerdos para seguir viviendo.
-¿Cuándo tú mueras también quieres que te olvide?.
-¡Claro!.- Responde con una sonrisa.- ¿De qué me sirve estar en tus recuerdos si ya estoy muerta? Aprovéchame ahora que estoy viva y no te lamentes cuando ya no lo esté.
****
Caminamos por la playa y poco a poco voy sintiendo como mi pecho empieza a relajarse y respiro normalmente. Sé que el dolor no desaparecerá de la noche a la mañana y que los próximos días serán un calvario pero estar aquí hoy me da la confianza de que aunque cueste mucho, podré salir adelante.
Suena el teléfono de Miles y él lo contesta.
-¿Aló? Sí, está bien ahora voy. No, no creo que ella pueda. Claro, gracias.
-¿Quién era?.- Le pregunto.
-Los del sanatorio, estaban preguntando si podíamos recoger las pertenencias de tu abuela. Ya les dije que voy a ir yo, no te preocupes.
-No, quiero ir contigo.
Mientras caminamos hacia el sanatorio recuerdo con nostalgia la anterior vez que vine con Miles. Lo único que me preocupaba en ese momento era poder hacerlo sentir, ahora solo quisiera que mi abuela estuviera viva.
Entramos a su habitación y todo está tan ordenado que parece que ella nunca estuvo aquí. Su ropa sigue en el armario intacta y aún está impregnada el aroma de su perfume. Observo el viejo álbum de fotos y lo abro, pero cuando lo hago una hoja doblada cae.
Miles ve la escena y susurra:
-Léela tranquila yo voy a seguir con los trámites.- Cierra la puerta y aprovecho la privacidad para abrir la nota.
Por la caligrafía sé que fue escrita recientemente, mi abuela fue empeorando su escritura con el paso de la enfermedad.
A la mujer que siempre recuerdo.
No sé quién eres pero sé que te amo. Constantemente sueño contigo, a veces te imagino como una niña pequeña jugando en mi pollera, otras eres una adolescente y luego te conviertes en una adulta responsable. Tengo la sensación que fuimos felices juntas, aunque a veces peleábamos y pasábamos tristezas, una sonrisa tuya tenía el poder de curar mi alma. Todos aquí me dicen que estoy enferma, que no puedo recordar, pero no les creo. Tú eres lo único que sigue rondando por mi cabeza, a pesar de que aveces no sé ni mi propio nombre, el recuerdo de tu mechón blanco está perennemente dentro de mí.
Quiero encontrarte pero primero tengo que salir de este lugar. Realmente lo odio.
No sé tu nombre pero sé que existes y si llegas algún día a leer esto recuerda que siempre estás en mis pensamientos.
Rosa (Insertaré aquí mi apellido cuando lo recuerde)
Termino de leer la nota y veo que varias lágrimas mías han caído encima suyo. La seco inmediatamente, quiero conservarla por mucho tiempo.
****
Termino de organizar y me doy cuenta que el momento que estaba tratando de evitar se ha acercado: el funeral de la abuela de Eleonor.
Todos conocemos en qué consiste ese ritual, acercarse al cajón funerario, presentar las condolencias a los familiares y por último conversar con los demás sobre lo bueno que hizo el fallecido. Simplemente no puedo hacerlo.
No me duele que ella haya muerto. No la amé cuando estuvo viva y tampoco la extrañaré ahora que ya no está. ¿Cómo podría mentirle a Eleonor? ¿Cómo podría decirle que lo siento? Es obvio que no merezco estar en el funeral.
Me dirijo al hotel donde nos hospedamos y empiezo a empacar mis cosas.
-¿Miles?.-Eleonor toca la puerta y entra porque estaba sin seguro.- Quería pasar para agradecerte por todo lo que has hecho, realmente lo aprecio.
-Está bien.- Le digo. Ella asiente y está lista para irse cuando nota mi mochila lista.
-¿Ya estás alistando tus cosas? ¿Por qué no lo haces después del funeral?
-Ya me estoy yendo. Ya solucioné todo el problema así que no tengo nada más que hacer aquí.- Le respondo.
-¿Eso es lo que su muerte fue para ti? ¿Un simple problema que debías solucionar?
-Sí.- Digo sincero.- La muerte es algo común. Ciento cincuenta y cinco mil personas mueren al día, tu abuela solo fue un número más en la cifra.- Sé que no es el momento adecuado para decir eso pero mis palabras salen antes que las piense.
Ríe amargamente. -Tienes razón, yo fui la tonta que esperaba algo de ti.
Termina de hablar y Eleonor sale dando un portazo. Yo sigo acomodando mis cosas y cuando termino me dirijo a la estación de autobuses. En el camino a casa siento como mi corazón casi se sale del pecho, quiere quedarse junto a ella.
****
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro