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Capítulo 13: Northville (Parte I).

Llegamos a el pueblo natal de Eleonor, Northville. Intento despertarla después de que haya dormido todo el viaje, pasan algunos minutos hasta que por fin lo logro. Bajamos del autobús y ya puedo escuchar las olas golpeando las rocas del mar. Eleonor todavía está adormilada así que se estira y yo la imito. De repente, voltea hacía mí y su rostro se torna serio.

-Tengo algo importante que decirte: Existen tres reglas antes de conocer a mi abuela: 1) No menciones ningún tema de política o religión, ella es muy devota en sus convicciones. 2) No la toques, realmente lo odia y la regla más importante: 3) Nunca la contradigas.

-Tu abuela es muy especial, ¿verdad?- Le digo mientras vamos caminando.

-Ya sabes por quién soy así.

Eleonor me guía por las pequeñas calles del pueblo, todo me parece muy bello. A decir verdad, es mi primera vez saliendo de la ciudad, mis padres siempre estaban ocupados, uno intentado hacerme sentir y el otro intentado quitarme todas mis emociones.

Seguimos caminando y no puedo evitar preguntarme en cuál de todas las casas ha crecido Eleonor. Me la imagino de pequeña riendo y jugando, ¿qué habría pasado si la hubiera conocido en ese entonces? ¿me hubiera curado?

-Aquí es.- Dice señalando un sanatorio.

-¿No vamos a ir a tu casa?

-Esta lo es ahora.- Entramos y nos dirigimos al último piso, las habitaciones aquí son muy grandes y hay varias enfermeras cuidando a los pacientes.

-¿Cómo puedes pagar todo esto? Parece caro.

Piensa unos segundos y al final contesta:

-Ahorros de toda la vida.

Está a punto de tocar la puerta de una habitación, cuando una enfermera sale visiblemente molesta.

Eleonor se acerca a ella y le pregunta: -¿Cómo está?

-Ya no la aguanto, está insoportable. No solo se mete en la habitación de los demás pacientes masculinos a hacer sus fechorías sino también organiza partidas de naipes y les quita sus cosas a los que participan. Habla con ella. Tampoco quiere tomar sus pastillas.

-Y, ¿qué dijo el doctor?

-Por el momento su Alzheimer no avanza pero tiene que estar en constantes controles para evitar complicaciones.

Eleonor asiente pero yo ya no quiero entrar, doy media vuelta pero ella es más rápida y en unos segundos me atrapa para que no escape.

-Esperen, antes de que entren tienen que saber que la señora está teniendo una laguna y piensa que estamos en los 90's y ya saben que no hay que contradecirla.- Eleonor asiente comprendiéndola.- En la habitación de al fondo hay ropa de antiguos pacientes, escojan las más antiguas y úsenlas. 

Eleonor me lleva casi arrastrando por el pasadizo y entramos a donde la enfermera nos indicó. Hay cajas llenas de objetos olvidados y vestimenta que parece sacada de películas en blanco y negro. Eleonor busca entre esas cajas y encuentra una camisa floreada con unos pantalones con el mismo diseño. Empiezo a negar con la cabeza pero ella se acerca intimidatoriamente.

-Si no te los pones, yo misma te arranco lo que traes puesto.- Dice y luego me dedica una sonrisa. Escoge para ella un vestido negro con lunares blancos y se va al baño a cambiarse, yo también lo hago. Cuando estamos a punto de salir me detiene y peina mi cabello a los costados.

-Ahora estás listo.- Rodea mi brazo para que no escape y me dirige a la otra habitación. -Hola abuela.

Observo a la anciana recostada en la cama, está tan tranquila que todo lo que antes escuché de ella parecen mentiras. Tiene un gran parecido con Eleonor, los mismos ojos café oscuros y rostro redondo. Ella también me inspecciona y al cabo de unos minutos al fin dice gritando:

-¿Frederick te atreves a venir aquí?

-¿Quién es Frederick?- Le susurro a Eleonor.

-Mi papá.- Después me advierte: -No la contradigas.

-Suegra querida, qué gusto volver a verla. ¿Cómo ha estado?- Es lo único que se me ocurrió decir.

Extrañamente la hago enojar más y cuando me doy cuenta estoy en el suelo noqueado.


-Suegra querida, qué gusto volver a verla. ¿Cómo ha estado?- Dice Miles tratando de sonar lo más feliz posible. Si tan solo supiera.

A mi abuela le enfurece su respuesta así que un abrir y cerrar de ojos se lanza hacia él y le da un golpe directo a la sien.

Él automáticamente cae al suelo y mi abuela le grita:

-¿Por qué le haces esto a Melissa? Eres un hombre casado.- Empieza a llorar- Van a sufrir mucho, mejor vuelve con tu familia.

Estoy avergonzada porque no quería que Miles se entere de mi historia de esta manera, que soy la hija de una infidelidad.

Él se levanta y se arrodilla frente a mi abuela.

-Perdón señora. Le prometo que la voy a cuidar desde ahora.

Ella lo mira fijamente, no le cree.

-Melissa, déjame a solas con él.

Cuando Eleonor se va, su abuela me señala la silla y yo obedientemente me siento. Ahora está más calmada que antes pero sigue con la misma expresión seria.

-Melissa dejó su empleo, su novio y su hogar solo por ti. Por favor déjala en paz, la estás haciendo sufrir. Ya no lo soportará más.

Medito un poco en mi respuesta, pues aunque no entendía totalmente la situación, sabía lo que ella necesitaba escuchar. Le diría lo que yo pensaba de Eleonor.

-En realidad, cuando Melissa tomó cada una de esas decisiones, fue ella la que las eligió. Puede parecer débil pero es la persona más decidida que conozco. Su corazón es realmente fuerte y nunca hace nada que la haga infeliz.

La anciana asiente tratando de comprender mi respuesta.

-Entonces, ¿prometes que la harás feliz?

-No.- Respondo.

-¿Cómo?- Ahora está sorprendida.

-No puedo prometerle que la haré feliz porque la felicidad depende de uno mismo. Lo que sí puedo asegurarle es que yo nunca seré un impedimento para que ella alcance esa felicidad.

Asiente mostrando su aceptación. Hace una seña para que haga silencio y abre la puerta de golpe. Eleonor cae estrepitosamente. La abuela empieza a reír.

-¿Quieres ver el viejo álbum de fotos?- Me pregunta de repente. 

-Solo si usted quiere.- Respondo tratando de no sonar entrometido.

Como si fuera una niña a punto de hacer una travesura, ágilmente saca de su armario un álbum de cuero gastado. En la portada hay dos nombres: Frederick y Melissa, los padres de Eleonor.

-Ábrelo- Me indica su abuela.

La primera foto es de la feliz pareja al lado de una casa rodante, abajo hay una descripción: ¡Aquí empieza la aventura! Los dos se ven llenos de esperanza, querían vivir mucho tiempo juntos. Paso a la otra página y ahora se ve a Melissa embarazada comiendo un gran pedazo de pastel, ha sido atrapada en el acto. Luego hay fotos de Eleonor de pequeña, en unas está haciendo travesuras, en otras está cantando o bailando. Los tres se ven muy felices.

Paso unas varias fotos más de ellos y ahora todo se torna triste. Desde la muerte de sus padres, Eleonor solo colocó una fotografía en todos estos años. Ella está con su abuela, las dos están juntas pero en mundos diferentes.

Termino de ver el álbum y veo que Eleonor parada si no le importara pero por dentro espera mi opinión.

-Gracias, muchas gracias por seguir recordándome.- Eso es lo que diría Frederick si viera esto.

La abuela me abraza y por fin la situación se calma. Seguimos conversando pero de pronto pregunta:

-Por cierto, ¿ya han tenido relaciones sexuales, verdad?

Mi cerebro responde rápidamente que no pero entonces recuerdo la regla de no contradecirla y termino diciendo:

-Sí.

Abuela y nieta abren los ojos como búhos. Luego Eleonor empieza a reír nerviosa pero su abuela empieza a golpearme.

-¡Ven acá! Maldito.- Ella carga su andador y se acerca rápidamente a mí.

Salgo corriendo de la habitación pero ella me sigue afuera. Mi corazón se acelera y produce más adrenalina de lo normal. Y, aunque estoy siendo perseguido por una anciana, no me gustaría estar en otro lugar.

****

~bananatoxica

~La segunda parte la publicaré en dos días~

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