Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Carta 3: Destino

Fecha: realmente no importa; el tiempo no existe, no aquí.

Es increíble la paz que puedes encontrar en este lugar. Siento cómo mi mente se abre a cada segundo y cómo los colores en mi corazón explotan. Intento cerrar los ojos y siento mis pensamientos temblar; todo quiere salir, el arte en mi interior busca quedarse entre la humanidad. Todos tenemos sueños cuando somos pequeños, todos deseamos alcanzar algo: algún amor, una estrella, un pincel, un balón, que nos escuchen, escuchar, escribir, pensar... todos buscan algo diferente. Alguna vez deseé ser un general, alguna vez deseé llevar mi arte a todas partes, crear un nuevo mundo, ser esgrimista... y al final, me di cuenta del verdadero sueño que tenía... ver esos ojos azules una vez más, sentirme en mi pequeño hogar con el rubio de cabellos de oro y mi pequeño perro... blanco como la nieve.

Es increíble ver a los humanos ser juzgados de esta manera. Todos estamos condenados a muerte ¿Por qué? Todos tenemos un motivo diferente, realmente no podría decir el mío, pues he perdido mi mente y no sé si maté a Samantha por amor a Magaly o por el miedo de que todo lo que dijera fuera verdad. ¿Por qué maté a Owen? ¿Por proteger mi vida o por protegerme del asco de persona que soy?

¿Quién soy realmente? ¡¿QUIÉN ES ALEXANDER?! ¿Quién eres tú?

Al final del día, todos nos tenemos que llevar una enseñanza de vida, o eso es lo que todos han dicho. He decidido llevar la confianza que me he tenido porque a pesar de todo, siempre me he levantado y no pienso arrodillarme ni un segundo más. No confíes en la gente, confía en ti porque al final del día... TODOS ESTAMOS SOLOS... ¿O NO?

Las risas inundaban el lugar. Una cafetería digna de los 50's en la que Elvis Presley cantaba al fondo desde la rocola. Apreté los ojos y suspiré con una gran sonrisa.
Roberto comía una y otra papa con una mirada lasciva y traviesa.
Negué sonriente y le di un sorbo a mi malteada.
El reloj marcaba cada segundo. El pasillo estaba inundado en molestos "Tic, Tac", aquel ruido me sacó de inmediato del hermoso recuerdo; uno por el que moriría por volver.
Me levanté lentamente y pasé las manos por mi desteñido y corto cabello.
—Paren —susurré con los ojos cerrados—. Por favor, no sigan —reprochaba a las memorias pasadas. Una lagrima cayó al recordar las hirientes palabras "Aléjate de mí, no quiero escucharte". Podría jurar que ese no era Roberto, esas no eran sus palabras, él no diría algo así después de todo lo que pasamos.

And if I leave, the water falls

I'm missing you, I feel so small

I'm loosing anything you've given me

You know I'm not an enemy

It's alright.

This is not the last goodbye

No pudo haber sido Roberto. ¿Por qué estaba con Cyro? Nada tiene sentido. No pudo haber estado con ese idiota por gusto... Tal vez lo buscó al saber que me pudriría aquí, pero... no pudo haber olvidado lo nuestro, así como así...

"Aléjate"... "Aléjate"... no son las palabras de Roberto, no pudo haberme olvidado así. Apreté los dientes y los puños con los ojos cerrados; la sangre comenzaba a hervirme. No te daré el gusto de alejarme, no tan fácil después de haberte dicho tantas veces lo mucho que te amo... No te dejaré ir tan fácilmente, no mi luz, no a Roberto...

Observaba la pared en silencio. La mente en blanco, el corazón ordenando.

—¿Insomnio? Es normal siendo la última noche —dijo el policía pegado de espaldas a la reja—. Eres el más joven que he visto por aquí. Tuviste que haber sido un tremendo hijo de puta. —El hombre se dio la vuelta cruzando los brazos para verme entre la tenue luz de la luna que apenas llegaba al inicio de mi celda.

—¿Es muy tarde para escapar? —susurré con una ligera sonrisa mientras jugaba con mis manos entrelazadas. Suspiré y me levanté para recargarme de espaldas en la pared. Miré por el rabillo del ojo al policía y subí un pie a la pared para cruzarme de brazos.

El policía rio sin quitarme la vista de encima. Pasó las manos por su espeso bigote con la otra mano en la cadera y miró sus zapatos.

—Hablé con tu padre.

—¡¿Qué?! —Los ojos se me abrieron cual platos y me acerqué rápidamente a él. —Repite eso.

—Te sacaremos de aquí mañana. No queremos ni una sola palabra de... los negocios.

—Malditos bastardos. —Reí por lo bajo con una gran sonrisa. —Hasta que sus malditas porquerías servirán de algo.

El policía me dedicó una última mirada y se marchó sin más.

La emoción no cabía en mí, no por saber que estaría vivo por un buen rato más, sino porque tenía una segunda oportunidad para buscar a Roberto, para escucharlo una última vez.

El sol comenzaba a entrar por las pequeñas ventanas abarrotadas hasta lo más alto del muro del pasillo. Las celdas se alumbraban anunciando un nuevo día, el último para muchos, un nuevo inicio para otros. Algunos rezaban, otros roncaban, los últimos momentos en los que podemos ser humanos.

—¿Imran? —susurré al ver al chico de antojos parado frente a mi cama.

—Búscalo...

—¿Hablas de Roberto?

—Búscalo.

—Lo haré, pero... ¿Cómo entraste?

—Búscalo en todos los mundos.

—¿De qué hablas? —Fruncí el ceño. —¿Todos los mundos? ¿Tú me sacaste de aquí?

—Búscalo.

Y sin más, desperté. Me encontraba solo en la celda. ¿Acaso había soñado todo? ¿No sería libre? ¿Ver a Roberto era una simple ilusión más?

Tomé los zapatos decolorados y me los coloqué para acercarme a las rejas y asomarme.

—¡Hey! Debería estar fuera de aquí... ayer vino un policía y...

Uno de los uniformados se acercó y me miró unos segundos para escupirme en el rostro.

—¡¿Quién te dijo eso, marica?! NADIE SALE DE AQUÍ.

Lo miré con el ceño fruncido intentando controlarme, aunque para este punto no importaba si me controlaba o no, igual mi sentencia estaba más que puesta.

—¡Hey! —gritó el policía de la noche... ¿anterior? ¿del sueño? —Llamó el jefe. Este sale hoy.

El otro abrió los ojos en grande al ver mi sonrisa victoriosa. No había sido un sueño, por lo menos no la parte de salir de este maldito infierno.

—Alexander Quintana Bossieu...

Varios policías se acercaron a la celda y uno de ellos me mostró las esposas al abrir las rejas y entrar. Extendí las manos con una leve sonrisa.

—¿Estás listo, muchacho? —preguntó el guardia de bigote y asentí.

Ambos salimos de la celda y comenzamos a caminar por el pasillo de la muerte lleno de policías. Cada paso se hacía más lento, las cadenas retumbaban dejando en claro que sería imparable en donde sea que estuviera, lo había probado una y otra vez sin más.

Sonreí con arrogancia y levanté el dedo medio hacia los policías que alguna vez se habían burlado de mi sentencia final. Esto no solo era una victoria de un día más de vida, esta era una victoria sobre las empresas Quintana y Laurf; los imperios estaban a mis pies.

Los presos me observaban y golpeaban las rejas mientras gritaban "¡¿Qué mierda hizo?!", "¡¿Cómo lograste salir, hijo de perra?!

Observé mi ropa sobre aquella mesa de acero, pude ver mi rostro reflejado en uno de los vidrios, estaba terriblemente deteriorado. ¿Ya no soy el chico cara bonita? Reí por lo bajo y tomé mis cosas para comenzar a desvestirme. La prisión me había quitado el pudor y me había forjado aún más. No soy el mismo Alexander que alguna una vez pisó la arena del mar junto a un verdugo que decía amar. No soy el mismo chico rubio en un cuartel con los nervios de punta. No soy el mismo niño que se encontraba en la cama de un viejo asqueroso entre botellas de alcohol y cigarrillos. No soy el mismo hombre que vendió su vida por un falso amor. Soy Alexander Quintana Bossieu, aquel que derrama lágrimas sin doblegarse.

Tomé mis anillos y pasé por aquella puerta de cristal. Me quedé ciego a los segundos, no recordaba que la luz del día fuera tan terriblemente potente. Miré mis manos con varias marcas de las peleas internas con mi mente y con los presos. Hacía mucho tiempo que no sentía el aire pasar por mi cabeza con el cabello corto. No esperé más, tomé el primer taxi que vi para regresar a casa, deseaba que Roberto estuviera ahí, que me recibiera feliz con un muy probable Storm borracho o sucio, a ese hombre nunca le había gustado asear a cualquier tipo de animal.

Mi pierna subía y bajaba con rapidez anunciando un tremendo nerviosismo, llevaba la mirada perdida en la ventana mientras las uñas de mis manos eran las víctimas de mi mordida.

El hombre me observó por el retrovisor por unos segundos.

—Yo te conozco.

—No lo creo —respondí con seriedad y volteé a verlo en el retrovisor al escuchar la voz tan familiar.

—¿Imran?

—Búscalo en todas las vidas.

—¿Todas las vidas?

—¿Disculpa? —contestó el hombre del taxi como si nunca hubiésemos comenzado una conversación.

—No, nada, creí que había dicho algo. —Subí la ceja y noté que ahora era una persona totalmente diferente, un hombre de tez morena, nariz ancha, cabello oscuro...

Mi mente comenzó a castigarme con malos pensamientos, pero intentaba controlarlos. Necesito escuchar las palabras de frente, directas a la cara. ¿Por qué veía tanto a Imran? ¿Por qué me pedía que buscara a Roberto con tanta insistencia? ¡¿Qué carajo significaba "otras vidas"?! Sacudí la cabeza para alejarme de las dudas y continué con la mirada absorta en la ventanilla.

El taxi se detuvo frente al edificio que, a pesar de que no había pasado mucho tiempo fuera de casa, ahora sentía que se veía totalmente diferente, se sentía diferente. Miré sobre mi hombro aquel bar en el que alguna vez cantamos y bebimos. ¿En dónde estaba Sixx, Aurelio...? ¿En dónde estaban todos aquellos que se hacían llamar "amigos"? ¿Alguna vez me habrán buscado?

Introduje la llave en la ranura y mi corazón se aceleró. Giré levemente y empujé un poco la puerta para encontrar mi motocicleta llena de polvo. Levanté una ceja. Esperaba que Roberto la usara y la chocara en mi ausencia, pero nada, intacta. Pasé por la recepción para tomar el elevador, esta vez no había un guardia cuidando. Levanté la mirada ante el espejo y presioné el botón que llevaba a mi piso.

La puerta parecía estar reparada, como si una pelea la hubiera hecho añicos en el pasado. Introduje la llave que estaba ligeramente atorada y empujé para encontrarme con un silencio sepulcral y un aroma excesivamente asqueroso. Me acerqué a la cocina y vi platos sucios con comida seca y moscas.

Levanté una ceja con duda, no había pasado mucho tiempo desde la última llamada de Roberto, pero tampoco esperaba que estuviese todo limpio y más si estuvo metiendo a alguien...

—¿S-Storm? ¿Roberto? —grité a los cuatro vientos con duda, pero no había respuesta. La sala estaba llena de botellas, cigarrillos, armas y los cojines de cabeza. Los cuadros estaban movidos, las paredes llenas de manchas de sangre seca. ¿Una pelea más de Roberto?

Me acerqué al teléfono y lo colgué para subir por las escaleras al cuarto principal. El olor de cigarro viejo, alcohol, sudor y sangre comenzaba a hacerse cada vez más y más fuerte con cada paso que daba. Entré a la recámara y mis ojos se toparon con el peor horror, desde esos segundos mi mente ya no procesaba, solo reaccioné ante el impulso de adrenalina.

—¡Roberto! —grité con desesperación al ver al hombre acostado en la cama sobre un charco de sangre y la cara apenas distinguible. —¡NO ME HAGAS ESTO! —Tomé los signos vitales, nada, no había nada, estaba frío y pálido. La memoria se me borró por completo, no supe como o cuándo, pero las luces de las patrullas y la ambulancia se reflejaban en el techo y parte de las paredes. No lograba escuchar absolutamente nada. Un hombre con traje azul entró rápidamente en compañía de un par.

—¡No! No se lo lleven... ¡ROBERTO! —gritaba como si mi vida dependiese de ello, como si en ese momento esos ojos azules fueran a voltear a verme.

Lo arrancaron de mis brazos.

—Perdóname, perdóname, Roberto —susurraba mientras una mujer apuntaba una luz blanca a mis ojos.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro