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Capitulo 9. Demone

—Yo creí que iríamos por coca —comento desilusionado. Iván me da la razón.

—Creí lo mismo.

—Malditos drogadictos —escuchamos a nuestras espaldas. Volteo dispuesto a arrancarle la cabeza. Un hombre ordena unas mochilas en el piso. Aparenta no saber que lo hemos escuchado.

—¿Qué has dicho pedazo de mierda? — lo arrojo a la pared. Lo tomo del cuello y este sonríe mostrando unos largos colmillos y ojos de serpiente. Es un demonio de clase baja.

—Basta muchachos. Trabajarán juntos —Carl viene caminando hacia nosotros. Acomodándose el saco. Detrás de él vienen sus guardaespaldas.

—¿Qué pasa? ¿coleccionas demonios? ¿eres algo así como un segundo rey Salomón? ¿O su descendencia? —gruño molesto.

—Trabajarán juntos y punto. Los necesito al cien, el golpe será grande— nos dice a ambos. Serio.

—Pues este pedazo de...

—Más respeto, soy un príncipe y tengo un Dios de mi lado. —alzo el mentón orgulloso. Se quiere abalanzar sobre mí, pero Carl se mete en medio.

—¡Basta! ¡al carro, ahora! Tú...—señala al demonio ojos de serpiente —te irás en el de atrás. Alexander irá conmigo.

Sonrío al ver su cara enrojecer de la ira.

Sigo a Carlos al auto.

—Quiero mi propio carro

—Con el dinero de este trabajo, lo comprarás. Ya verás. —me palmea el hombro y entra al vehículo.

Me cuenta el plan en el camino. Nos estacionamos tres calles atrás. Antes de salir me tiende un manos libres inalámbrico. Camino por las banquetas hasta detenerme justo enfrente del edifico de más de ocho pisos. Espero que sirva el elevador. Nunca he caminado tanto. Guardo el manos libres en mi saco. Los hombres de seguridad de la puerta me observan.

Una mujer sale guardando un folder en su bolso. Pongo la sonrisa más encantadora que tengo y me preparo mentalmente. Es hora de actuar. Me aseguro de que me vea.

Saco un pequeño sobre naranja de mi saco y lo abro, discretamente dejo caer algunos documentos — ¡Ay no! — me agacho a empezar a recogerlos.

Enseguida se detiene a ayudarme agachándose a mi lado, momento que aprovecho que está distraída y descuelgo su gafete sin que se dé cuenta.

—Gracias por ayudarme. Soy un idiota— murmuro levantándome metiendo las hojas dentro del sobre de nuevo.

—Ay, no es nada—se levanta sonriéndome —bueno yo... — un notable sonrojo aparece en sus mejillas y sus ojos se iluminan. —...me voy. Hasta...hasta luego- alza la mano varias veces con nerviosismo.

Le sonrío y asiento.

—Que te vaya bien.

Bajo la mirada y da vuelta. Voltea varias veces antes de doblar en la esquina.

Rio y entro al edificio rumbo al ascensor que queda enfrente. Aparento saber hacia dónde voy, pero por dentro espero que funcione el plan.

Me rasco el cuello mientras veo arriba. Dos cámaras a los lados.

"Iván estoy dentro. Apaga las cámaras"

"Hecho"

Llego al piso. Se detiene el ascensor y las luces se apagan. Trepo hasta la puerta y salgo por ahí. Una vez afuera la cierro con cuidado y subo a la plataforma. Salto al piso.

Me encuentro al ojos de serpiente en el corredor. Trae en su mochila las herramientas para abrir la caja. Corremos hasta el final, donde se encuentra la caja fuerte. Mientras vigilo que no suba nadie, él deja la mochila en el piso y va sacando una por una. Segundos después el sistema hace un pequeño clic y entonces me dice que ponga el gafete. Ya solo se abre con una pequeña maquinita que lee los gafetes.

Paso el de la recepcionista y esperamos que la pequeña lucecita se ponga en verde para entrar.

En cuanto se abre la puerta veo unos grandes fajos de billetes verdes acomodados en pilas. Comienzo a tomarlos. Abro un portal y empezamos a lanzarlos.

No podía abrir un portal directamente a la caja. Necesitamos el gafete a fuerzas o el sistema alertaría y se nos vendría encima sin dejarnos escapatoria. Ya lo habían intentado.

Lo logramos. Cuando terminamos salimos por detrás. Las luces regresan una vez que estamos afuera. Nos metemos entre la gente y vamos por varias calles hasta llegar a los autos donde una vez que subimos vamos riendo por el camino.

—Bien hecho muchacho— me palmea el hombro, sonriendo feliz. Le doy la razón. El auto arranca.

Y todos empiezan a ir y venir, cargando cajas de cerveza y comida. Bromeando y riendo entre ellos. Yo me mantengo en la barra, bebiendo lo que el bar tender me pone enfrente. Una cerveza y un vaso de sangre caliente. Tomo un trago de uno y uno de otro, me gusta.

Ya no parecen los cara larga de hace un rato...excepto el ojos de serpiente, sentado cerca de las cajas, mirándome fijamente, pendiente de todos mis movimientos, pero sin temerme.

Frunzo el ceño. Me fastidia solo verlo.

— ¡Bien hecho! — viene Iván, me da una bolsita de polvo mágico y chocamos las cervezas.

— ¡Demone! pásame otra cerveza—le ordena Carl, llegando del brazo de una mujer.

—Así que Demone ¿eh? Querías ser demonio y no pudiste así que solo te quedaste con el nombre —rio burlón.

Todos sueltan las carcajadas y yo no puedo aguantarme la risa también. Me mira furioso y se me echa encima cuan animal. Pero no contaba con mi bestia interior.

Luchamos. Nos rompemos varios huesos al igual que rompimos varias cosas a nuestro alrededor. Nuestra sangre salpica y los hombres nos echan porras guardando su distancia.

Quiero matarlo. Voy a matarlo...

Estoy a punto de arrancar su corazón cuando Carl dispara y mi brazo arde. Lo miro furioso.

"—Azazel le enseño a hacer armas contra humanos incluso contra nosotros..."

Recuerdo lo que dijo Mammon.

—Aquí no nos atacamos entre nosotros ¿¡entendido!?— baja el arma y espera nuestra respuesta.

—Si...—respondimos a la vez.

Solo esta vez te lo pasaré Carl.

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